HILTON era amante del boxeo. Desde los siete años se metía en peleas, dentro y fuera del ring. De adolescente se paseaba con sus amigos buscando a alguien a quien darle una paliza. “Robaba, apostaba, veía pornografía, acosaba a las mujeres e insultaba a mis padres —recuerda—. Mi conducta era tan mala que me dieron por perdido. Me marché de casa antes de los veinte.”

Hilton regresó doce años después, pero sus padres no podían creer lo que veían: un hombre tranquilo y respetuoso. ¡No era posible que ese fuera su hijo! ¿Qué lo hizo dar ese giro tan extraordinario? Mientras estuvo lejos, Hilton pensó seriamente en el rumbo que estaba tomando su vida y buscó ayuda en la Biblia. “Empecé a poner en práctica lo que estaba leyendo —comenta él—. Tuve que transformar mi personalidad y seguir el mandato que da Efesios 6:2, 3 de mostrar respeto a mis padres. Por primera vez en mi vida me sentí feliz de verdad, y por primera vez logré causarles alegrías en vez de angustias.

La historia de Hilton demuestra dos cosas: la Biblia sigue siendo un libro actual y tiene el poder de cambiar a la gente (Hebreos 4:12). Veamos cuatro cualidades que la Biblia aconseja cultivar y que pueden enriquecer nuestra vida: la honradez, el autocontrol, la fidelidad y el amor.