Efesios 6:1-24
Notas
Notas de estudio
en unión con el Señor. Aunque esta expresión se omite en algunos manuscritos, cuenta con un fuerte apoyo de otros manuscritos confiables.
Honra a tu padre y a tu madre. Aquí Pablo cita el quinto de los Diez Mandamientos. De este modo muestra que honrar o respetar a los padres no es un requisito exclusivo de la Ley mosaica, sino también un mandato para los cristianos (Éx 20:12; Dt 5:16). Este fue “el primer mandato acompañado de una promesa”. Promete específicamente que los que lo obedezcan tendrán una vida larga y plena (Ef 6:3).
Padres. Aquí se refiere a los padres varones.
no irriten. El verbo griego para “irritar” podría traducirse más literalmente como “provocar la ira” o “hacer enojar”. Aquí no se refiere necesariamente a las pequeñas cosas con las que, debido a su imperfección, los padres pueden irritar sin querer a sus hijos. Según una obra de referencia, parece referirse a “una forma precipitada, brusca e incoherente de tratar a los hijos, que [...] les produce rechazo y los motiva a rebelarse con una actitud desafiante y amargada”. Comparar con Col 3:21.
la disciplina y los consejos de Jehová. Jehová Dios tiene la última palabra acerca de cómo criar a los hijos. Cuando Moisés les dijo a los israelitas que amaran a Jehová con todo su corazón, alma y fuerzas, también les mandó inculcar las normas divinas en sus hijos (Dt 6:5-8). En la Biblia se habla de Jehová como el que disciplina a sus siervos (Dt 11:2; Pr 3:11, 12; Heb 12:6). Para obtener más información sobre el uso del nombre de Dios aquí, ver apén. C3 (introducción y explicación de Ef 6:4).
la disciplina. El término griego para “disciplina” (paidéia) está relacionado con el término para “hijo” o “niño” (pais). Así que el término bíblico para “disciplina” abarca, entre otras cosas, todo lo que se necesita para criar a los hijos: instrucción, educación, corrección y, a veces, castigo firme pero a la vez amoroso. Un diccionario lo define como “acción de dar orientación para vivir de forma responsable; crianza; formación; instrucción”.
los consejos. O “la instrucción”, “la guía”, “la formación”. Lit. “la colocación de la mente en”. El término griego usado aquí (nouthesía) está compuesto por la palabra para “mente” (nous) y la palabra para “poner” (títhēmi). En este contexto indica que los padres cristianos deben ayudar a los hijos a entender la forma de pensar de Dios. Es como si pusieran la mente de Jehová en los hijos.
sus amos humanos. Pablo les pide aquí a los esclavos cristianos que sean obedientes a sus “amos humanos [lit. “carnales”]”. Los cristianos, tanto los esclavos como sus amos en la tierra, debían recordar que todos tenían un Amo superior en los cielos (Ef 6:9).
No lo hagan solo cuando los estén mirando, para agradar a los hombres. Lit. “No con servicio al ojo como los que agradan a hombres”. El esclavo cristiano no trataría de dar la impresión de ser obediente o trabajar duro solo cuando su amo lo estaba viendo. Más bien, debía servirle “con toda el alma”, con temor de Jehová (Ef 6:5-8; Col 3:22-25).
con toda el alma. La expresión griega original aparece dos veces en las Escrituras Griegas Cristianas: aquí y en Col 3:23. En esta expresión, el término “alma” se refiere a toda la persona, lo que incluye sus facultades físicas y mentales. Por eso algunas Biblias la traducen como “con todo el corazón”. Así que la persona que sirve con toda el alma lo hace con todo su ser o con toda su vida, es decir, usando al máximo sus capacidades y fuerzas (Dt 6:5; Mt 22:37; Mr 12:29, 30). Ver glosario, alma.
como si sirvieran a Jehová y no a los hombres. En este contexto, Pablo anima a los esclavos que se habían hecho cristianos a obedecer a sus “amos humanos” (Ef 6:5). Tenían que servirles “como esclavos de Cristo que hacen con toda el alma la voluntad de Dios” (Ef 6:6). Pablo destaca que debían tener en mente su relación con Jehová en todo lo que hicieran. Si obedecían y honraban a sus amos o dueños en la tierra, evitarían que se hablara mal “del nombre de Dios” (1Ti 6:1). Pablo les da a los esclavos un consejo muy parecido en su carta a los colosenses, que se escribió alrededor de la misma fecha que la carta a los efesios (Col 3:22-24). Ver “Información sobre Efesios”. Para obtener más información sobre el uso del nombre de Dios en este versículo, ver apén. C3 (introducción y explicación de Ef 6:7).
cada uno recibirá de vuelta de Jehová cualquier cosa buena que haga. Por toda la Biblia se muestra que Jehová es un Dios que recompensa las buenas acciones de sus siervos fieles. Algunos ejemplos se encuentran en Rut 2:12; Sl 24:1-5; Jer 31:16. El propio Jesús habla de esta característica de su Padre (Mt 6:4; Lu 6:35). Para obtener más información sobre el uso del nombre de Dios en este versículo, ver apén. C3 (introducción y explicación de Ef 6:8).
hombre libre. Ver glosario, hombre libre; liberto.
armadura completa. Esta expresión es la traducción de una única palabra griega (panoplía). Se refiere al equipo militar que usaban los soldados de infantería en sus combates tanto para defenderse como para atacar. Puede que Pablo se basara en los soldados romanos para hacer una comparación con tantos detalles (Ef 6:13-17). Es posible que viera sus armaduras en diversas partes del Imperio. Pero donde seguramente las vio fue en el campamento pretoriano, al que es probable que lo llevaran cuando llegó a Roma (Hch 27:1; 28:16). Los cristianos no participan en una lucha física, sino espiritual. Por eso necesitan la armadura espiritual que solo “Dios da” (Ef 6:12). Ver glosario, armadura, y galería multimedia, “La armadura del soldado romano”.
astutas trampas. O “tácticas”. El texto original usa aquí un término que solo aparece dos veces en las Escrituras Griegas Cristianas, y en los dos casos tiene un sentido negativo. En este versículo se refiere a las tretas y engaños que usa Satanás, el Diablo, para entrampar a los siervos de Jehová. En Ef 4:14 aparece en una expresión que se traduce como “engañar con astucia”.
lucha. Esta es la única vez que se usa en las Escrituras Griegas Cristianas el término griego empleado aquí. En sus orígenes se refería a una “lucha cuerpo a cuerpo”, como la de un combate deportivo. En este versículo transmite la idea de una lucha personal contra los espíritus malvados. En el contexto se está hablando de la guerra espiritual de los cristianos y de una armadura simbólica. Por eso, algunos biblistas han dicho que Pablo tal vez tuviera en mente dos tipos de combate: el de un luchador deportivo y el de un soldado bien equipado (Ef 6:11-18). Era natural combinar estas imágenes, ya que en los combates de la antigüedad frecuentemente se luchaba cuerpo a cuerpo y los soldados solían ser buenos luchadores. En su segunda carta a Timoteo, Pablo también combinó una imagen del mundo militar con otra del mundo del atletismo (2Ti 2:3-5).
los gobernantes mundiales de esta oscuridad. Pablo aclara que estos “gobernantes mundiales” son “las fuerzas espirituales malvadas”, o sea, Satanás y sus demonios (ver la nota de estudio de Jn 12:31). Ellos quieren mantener a los seres humanos en “oscuridad” espiritual, alejados de la luz de Jehová. La palabra griega kosmokrátōr (“gobernante mundial”) solo aparece aquí en todas las Escrituras Griegas Cristianas, aunque se usaba en los textos griegos de la antigüedad para referirse a dioses mitológicos como Hermes.
en los lugares celestiales. Esta expresión se refiere aquí a la región espiritual invisible desde la que Satanás, el “gobernante que tiene autoridad sobre el aire”, ejerce su influencia sobre la humanidad (Ef 2:2).
el cinturón de la verdad. En la antigüedad, los soldados se ajustaban a la cintura un cinturón, o se ceñían, cuando se preparaban para la batalla (Is 8:9; nota). Por eso, ponerse el cinturón o ceñirse eran expresiones idiomáticas que significaban ‘prepararse para actuar’ (ver las notas de estudio de Lu 12:35; 17:8). Es natural, por lo tanto, que la primera pieza de la armadura que Pablo menciona sea el cinturón. Los soldados romanos usaban un cinturón ancho de cuero con placas metálicas que lo adornaban y reforzaban. Cuando iban a la batalla con el cinturón bien ajustado, mejoraba su estabilidad. Para proteger aún más su abdomen, los soldados se colgaban del cinturón una especie de delantal, hecho de tiras de cuero a las que se fijaban piezas de metal. Al igual que un cinturón proporcionaba soporte y protección, la fiel devoción a las verdades divinas fortalece al cristiano para mantenerse firme en medio de las pruebas. Normalmente, el soldado romano llevaba la espada colgando del cinturón mediante anillas (ver la nota de estudio de Ef 6:17). La comparación de Pablo da a entender que los cristianos tienen que utilizar las verdades de la Palabra de Dios como una protección constante contra los ataques espirituales. Si comprenden con claridad estas verdades, estarán protegidos contra las enseñanzas falsas (Ef 4:13, 14; 1Ti 2:3-7).
la coraza de la justicia. Los soldados romanos del siglo primero de nuestra era usaban varios tipos de corazas. Por ejemplo, empleaban una coraza formada por tiras de hierro superpuestas que se mantenían unidas por correas de cuero, ganchos y hebillas. La función de la coraza era proteger los órganos vitales, en particular el corazón. De hecho, el historiador griego Polibio, del siglo segundo antes de nuestra era, hablando de cierto tipo de coraza, emplea un nombre que literalmente significa ‘protector del corazón’. Pablo comprendía la necesidad de que los cristianos protegieran su corazón (comparar con 1Te 5:8). Así como las armaduras de metal impedían que las flechas y las espadas atravesaran el corazón del soldado, el amor a los justos principios y las normas de Dios protegen el corazón simbólico del cristiano (Sl 119:97, 105; Pr 4:23). Esta protección es siempre muy necesaria, ya que los seres humanos imperfectos viven bajo la influencia del pecado (Jer 17:9). En las Escrituras Hebreas se describe a Jehová como si llevara puesta la justicia como una coraza (Is 59:15, 17).
los pies calzados y listos. La expresión que se usa en el griego original también podría traducirse como “los pies calzados en preparación” o “los pies calzados con el equipo”. El soldado se preparaba para ir a la batalla atándose el calzado. Pablo recurre a esta imagen para explicar que el cristiano debe estar listo en todo momento para anunciar “las buenas noticias de la paz” (Is 52:7; Ro 10:14, 15; 1Pe 3:15). Los soldados romanos del siglo primero usaban por lo general unas botas, parecidas a sandalias. Se fabricaban uniendo tres piezas de cuero colocadas una encima de la otra y luego se le añadían clavos a las suelas para que se agarraran mejor incluso a los terrenos más difíciles.
el escudo grande de la fe. Aquí Pablo usa para “escudo grande” una palabra griega que viene del término para “puerta”. El soldado romano utilizaba un escudo curvado de forma rectangular que lo cubría de los hombros a las rodillas. Este escudo por lo general estaba hecho de madera contrachapada recubierta de cuero. Tenía los bordes reforzados con metal y una pieza abultada metálica en el centro. Los soldados empleaban este escudo para desviar los golpes y los distintos tipos de flechas. La comparación de Pablo muestra que el cristiano puede hacer frente a distintos tipos de dificultades gracias a que tiene una fe sólida, es decir, una confianza firme en Jehová y sus promesas (Heb 11:1).
las flechas encendidas. El término griego para “flechas” también podría traducirse como “proyectiles” o “dardos”. En la antigüedad, los soldados muchas veces les prendían fuego a las flechas y otros proyectiles que lanzaban contra el enemigo. Solían usar para eso un combustible al que llamaban nafta. Para protegerse de esos ataques, el soldado romano podía usar su escudo. La comparación de Pablo indica que la fe le permite al cristiano desviar “todas las flechas encendidas del Maligno”, es decir, todos los ataques espirituales de Satanás. Pablo había visto cómo Satanás se había aprovechado de las debilidades de algunos cristianos. Y sabía que él utilizaba muchas tácticas para engañarlos (2Co 2:11). Entre las flechas simbólicas que emplea Satanás están la tentación de la inmoralidad sexual, la seducción del materialismo y la presión emocional del temor y las dudas (Ro 8:15; Col 3:5, 6). Pero la fe firme en Jehová puede frustrar todos sus ataques o, lo que es lo mismo, apagar todas sus flechas encendidas (1Pe 5:8, 9).
el casco de la salvación. El casco protegía la cabeza, la nuca y la cara del soldado romano. Pablo emplea el casco como un símbolo de la esperanza de la salvación (1Te 5:8). Así como el casco protege la cabeza, la esperanza de recibir de Dios la salvación protege la mente del cristiano, o sea, sus facultades mentales. Astutamente, Satanás difunde el veneno del egoísmo, el odio, la deslealtad y otras influencias que dañan la mente. Pero el cristiano puede rechazarlas todas poniéndose la salvación como un casco, es decir, concentrándose en su esperanza (Mr 7:20-22; 2Co 4:4; Ap 12:9). Satanás también promueve la persecución directa. Pero, con la ayuda de la esperanza de la salvación, el cristiano puede conservar la felicidad incluso en las circunstancias más difíciles (Is 12:2; Mt 5:11, 12). En las Escrituras Hebreas se dice que Jehová lleva puesta la salvación o la victoria como un casco simbólico (Is 59:17; nota). Y es que Dios siempre tiene en mente su propósito de salvar a su pueblo y conseguir la victoria (Jer 29:11).
la espada del espíritu. La espada era una de las armas más importantes para el soldado romano. Y es la única arma de ataque mencionada en la comparación de Pablo (Ef 6:14-17). La palabra griega que se traduce en este versículo como “espada” podía referirse a un arma corta de al menos un filo. Ahora bien, la espada que empleaban los ejércitos romanos era de doble filo y se utilizaba en las distancias cortas. Aunque sus medidas podían variar, solía tener unos 60 cm (24 in) de largo, y por lo general llevaba un pomo en el extremo de la empuñadura para que no se le escurriera de la mano al soldado (ver galería multimedia, “Espada romana”). Muchos soldados practicaban con la espada día tras día para manejarla con habilidad. Y los cristianos hacen lo mismo con la “palabra de Dios”, su principal arma para la lucha espiritual (2Ti 2:15). Por supuesto, Pablo no está dando a entender que los cristianos deban usar la palabra de Dios para hacer daño (comparar con 1Pe 3:15). Más bien, tienen que usar con tacto las verdades bíblicas para poner al descubierto las enseñanzas falsas que engañan a las personas y las mantienen en esclavitud espiritual (Jn 8:32; 17:17; 2Co 10:4, 5). Además, al igual que el soldado emplea su espada para defenderse, parando los golpes del enemigo, los cristianos emplean la palabra de Dios para proteger su mente y corazón contra los engaños de los falsos maestros y las tentaciones del pecado (Mt 4:1-11; 2Ti 3:16).
en toda ocasión. Hay ocasiones para orar que son públicas, y otras que son privadas y personales. Además, hay ocasiones para orar que se repiten periódicamente, por ejemplo, las comidas, y otras que surgen de forma inesperada por una necesidad específica. En todos los casos, gracias a la oración constante se fortalece la relación de los cristianos con Dios.
todo tipo de oraciones. Pablo añade aquí otra parte esencial de “la armadura completa” de la que está hablando (Ef 6:11, 14-17). El término griego para “oración” tiene un sentido amplio y abarca cualquier forma de dirigirse a Dios que se hace de manera reverente. Y la expresión “todo tipo de oraciones” indica que existen diversas clases de oraciones, como las que expresan gratitud, alabanza o arrepentimiento. Los “ruegos” son súplicas o peticiones sinceras y fervorosas que se dirigen a Dios (ver la nota de estudio de Hch 4:31). Cada uno de estos tipos de oraciones y ruegos puede utilizarse dependiendo de cuál sea la necesidad o la circunstancia.
soy un embajador en cadenas. Pablo escribió esta carta a los efesios cuando estaba cautivo en Roma. Esto explica que se presentara a sí mismo como “un embajador en cadenas” (Ef 3:1; 4:1). En tiempos bíblicos, un embajador era un representante oficial enviado por un gobernante en alguna ocasión especial con un determinado propósito. Los cristianos ungidos por espíritu son embajadores de Dios. Por eso Pablo, como uno de ellos, transmitía un mensaje que invitaba a las personas de sus días a reconciliarse con Dios mediante Cristo. Ver las notas de estudio de 2Co 5:20.
pueda hablar […] con valor. O “pueda hablar […] con libertad”, “pueda hablar […] con franqueza”. Pablo está cautivo en Roma, y desde allí les pide a sus hermanos en la fe que oren por él para que “pueda hablar […] con valor [una forma del verbo griego parrēsiázomai]” (Ef 6:19). En Hechos se relata que, durante su arresto, Pablo continuó predicando el Reino de Dios “con muchísimo valor [una forma del sustantivo relacionado parrēsía], sin ningún obstáculo”. Esto indica que Dios había contestado las oraciones que los hermanos habían hecho por él (Hch 28:30, 31). Sin duda, el valor era un rasgo distintivo de la predicación de los primeros cristianos (Hch 4:13, 29). Ver la nota de estudio de Hch 28:31.
Multimedia

La esclavitud era parte del día a día en el Imperio romano. La ley romana regulaba algunos aspectos de la relación entre los esclavos y sus amos. Algunos esclavos servían en los hogares de las familias ricas del Imperio y se encargaban de la mayor parte de las tareas domésticas —como la cocina y la limpieza— y del cuidado de los niños. Otros trabajaban en talleres, en las minas y en las labores del campo. Y los más instruidos eran médicos, maestros o secretarios. En realidad, los esclavos podían trabajar en cualquier área menos en el ejército. Y en algunos casos podían ser liberados o emancipados (ver glosario, hombre libre; liberto). Los cristianos del siglo primero no se oponían a las autoridades del gobierno en este asunto ni promovían la rebelión de los esclavos (1Co 7:21). Respetaban el derecho legal de los demás (incluidos otros cristianos) a tener esclavos. Por esta razón, el apóstol Pablo envió a un esclavo, Onésimo, de vuelta a casa de su amo, Filemón. El propio Onésimo, al hacerse cristiano, decidió voluntariamente regresar y someterse a su amo y hermano en la fe (Flm 10-17). Además, Pablo animó a los esclavos a ser honrados y buenos trabajadores (Tit 2:9, 10).

En su Carta a los Efesios, el apóstol Pablo habló de una armadura para explicar la protección espiritual que necesitan los siervos de Jehová (Ef 6:11-17). Tal vez estuviera pensando en la armadura de un soldado romano. Todas las piezas de la armadura eran esenciales para proteger al soldado en la batalla. La armadura espiritual que Pablo describe se compone de un cinturón, una coraza, calzado, un escudo grande, un casco y una espada. En este video se muestra cómo es posible que se vieran las diferentes partes de una armadura romana.

En el siglo primero, los soldados romanos empleaban diversos tipos de corazas para protegerse el pecho y la espalda. Los oficiales de alto rango utilizaban la coraza anatómica o musculada (1), formada por dos piezas metálicas que imitaban la forma del cuerpo. El pectoral iba unido al espaldar por bisagras en un lado y hebillas o tiras en el otro. Muchos soldados se ponían una coraza hecha de escamas de una aleación de hierro o de cobre (2). Las escamas iban fijadas a un forro que solía ser de cuero o de lino. Y otros soldados usaban una cota de malla sobre una prenda de cuero (3). La malla estaba formada por miles de anillos de hierro entrelazados en filas. La cota de malla ofrecía una gran protección y pesaba menos que las otras corazas. Pablo recurrió a la imagen de la coraza para destacar que las cualidades de la justicia, la fe y el amor protegen al cristiano (Ef 6:14; 1Te 5:8).

En la antigua Éfeso, la calle que unía el gran teatro de la ciudad con su bullicioso puerto era amplia y tenía pórticos a ambos lados. La ciudad estaba en un importante cruce de caminos. Por eso, en esta calle, los cristianos podían predicarle “las buenas noticias de la paz” a todo tipo de personas (Ef 6:15). El apóstol Pablo es el escritor de la Carta a los Efesios. Él conocía bien la ciudad porque había predicado allí durante unos tres años (Hch 20:17, 18, 31). Gracias a su ministerio en Éfeso, “todos los que vivían en la provincia de Asia, tanto judíos como griegos, oyeron la palabra del Señor” (Hch 19:10). En este territorio tan productivo se formó una entusiasta congregación que no dejaba de crecer (Hch 19:20).

En la foto (a la izquierda) se ve una cabeza de flecha de 19 cm (7,5 in) de largo de la época romana. Debajo de la punta tiene una especie de jaula donde se colocaba material inflamable. A veces, cuando cercaban una ciudad, los ejércitos disparaban una lluvia de flechas encendidas (como se muestra en el dibujo de la derecha) por encima de las murallas con el fin de incendiarla. Pablo dice que el Maligno dispara “flechas encendidas” contra los cristianos, que ellos pueden apagar con “el escudo grande de la fe” (Ef 6:16).

En este dibujo se ven dos tipos de cascos que usaban los soldados romanos del siglo primero. Estos cascos con forma de tazón estaban hechos de bronce o de hierro. Tenían un cubrenuca y dos piezas unidas con bisagras que protegían las mejillas. La mayoría contaba con una visera para desviar los golpes dirigidos a la cara. Todos los cascos estaban forrados y normalmente acolchados por dentro. Esto permitía que los soldados pudieran llevarlos puestos durante mucho tiempo. Parece que los soldados debían comprar su propia armadura, lo que incluía el casco. Pablo utilizó esta pieza de la armadura para hablar de un medio de protección fundamental para los cristianos. Así como el casco protegía la cabeza del soldado de golpes potencialmente mortales, “la esperanza de la salvación” puede proteger la capacidad de pensar del cristiano y su perspectiva de vida futura (1Te 5:8, 9; Tit 1:2).

Durante el tiempo que estuvo preso en Roma por primera vez, el apóstol Pablo recibió permiso para vivir en una casa alquilada vigilado por un guardia (Hch 28:16, 30). Los vigilantes romanos normalmente usaban cadenas con sus presos. La muñeca derecha del preso solía encadenarse a la muñeca izquierda del guardia, que así tenía la mano derecha libre. Pablo menciona sus cadenas y su cautiverio en la mayoría de las cartas inspiradas que escribió durante su arresto domiciliario en Roma (Ef 3:1; 4:1; 6:20; Flp 1:7, 13, 14, 17; Col 4:3, 18; Flm 1, 9, 10, 13).