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Azerbaiyán

PREDICAMOS Y ENSEÑAMOS POR TODA LA TIERRA

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El poder de una respuesta calmada

En Georgia, un hombre se acercó a un carrito de publicaciones y gritó: “¡No dejaré que prediquen aquí! ¡Georgia es un país ortodoxo!”. El hermano que estaba al lado del carrito le preguntó con tacto si alguna vez había leído nuestras publicaciones. El hombre le contestó: “No, la verdad es que no”. Amablemente, el hermano le sugirió que leyera alguna. Aquella respuesta calmó al hombre, quien se llevó algunas publicaciones. Unos días más tarde, volvió y pidió perdón por su comportamiento. Dijo que le había leído una de nuestras revistas a su madre, que es ciega, y que quería algo más para leer porque a los dos les había gustado mucho. Actualmente, el hombre sigue yendo a los exhibidores para llevarse las últimas revistas.

Una forma mejor de resolver los problemas

En Azerbaiyán, dos hermanos vieron a un chico que estaba a la entrada de un edificio y empezaron a predicarle. Pero él les dijo: “No puedo escuchar estas cosas, sería un pecado”. Entonces sacó un cuchillo del bolsillo de atrás y añadió: “Alguien me hizo una injusticia y estoy a punto de usar este cuchillo para ajustar cuentas”.

Los hermanos se quedaron desconcertados, pero le dijeron: “Matar es un pecado”.

El hombre les preguntó: “¿Y qué hago entonces?”. Le leyeron Romanos 12:17-21 y luego le explicaron que la venganza le pertenece a Dios y que no debemos dejarnos vencer por el mal, sino vencer el mal con el bien. Le aseguraron que se puede conseguir mucho hablando de manera apacible y que si hería o mataba a alguien, su conciencia no dejaría de torturarlo. Impresionado por lo que le dijeron, el hombre se marchó.

Más o menos una hora después, el hombre encontró a los hermanos y les explicó: “Acabo de hablar con el hombre al que quería matar y resolví el problema sin hacerle daño. Gracias por haber evitado que me metiera en un buen lío”. Los Testigos le dijeron que en realidad había sido Jehová quien le había ayudado.

Los carritos de publicaciones atraen a una hermana inactiva

Hace unos años, una hermana de Noruega se alejó de la verdad. Cuando empezaron a usarse los exhibidores de publicaciones en la predicación pública, ella pasaba a menudo cerca de uno al ir de compras.

Aunque no se acercaba a los hermanos para hablar con ellos, se fijaba en los llamativos carteles y en las publicaciones expuestas. Esto, unido a la amabilidad de los Testigos y su buena apariencia, hizo que deseara volver a Jehová y su pueblo.

También vio el logo de nuestro sitio web, jw.org, y decidió visitarlo. Le llamó la atención lo fácil que es encontrar la dirección del Salón del Reino más cercano y consultar el horario de las reuniones. Se descargó algunas publicaciones y más tarde fue al salón, aunque un poco nerviosa. Allí le dieron una cálida bienvenida y los ancianos hicieron planes para que una hermana estudiara la Biblia con ella. Al poco tiempo, ya había hecho buenos amigos en la congregación y seguía una rutina espiritual. Ahora participa en las reuniones y en la predicación, y está muy contenta de volver a tener una estrecha amistad con Jehová.

Les predica a sus compañeros en el autobús

Ronja es una muchacha de 15 años que vive en Noruega. Un día tuvo una conversación sobre la evolución con tres chicos de su clase mientras iban en el autobús de la escuela, pero ellos la dejaron en ridículo por sus creencias. Aquello la incomodó, y como no se sentía muy preparada para hablar del tema, al llegar a casa le pidió a su madre que la ayudara a encontrar argumentos convincentes para demostrar que existe un Creador.

Noruega: Ronja hablando de sus creencias.

Al siguiente día en el autobús, Ronja usó la información que había preparado, pero los chicos se rieron de ella por creer en Jehová. Uno de ellos dijo en alto: “En este autobús nadie cree en Jehová. A ver, ¿quién cree en la evolución, y quién cree en Jehová? ¡Levanten la mano!”. Ronja se quedó muy sorprendida al ver que un muchacho más joven que estaba sentado cerca levantó la mano y dijo: “¡Yo creo en Jehová!”. Otros dos jóvenes añadieron: “¡Yo también!”. Resulta que otros alumnos habían escuchado la conversación y algunos llegaron a la conclusión de que existe un Creador al escuchar los argumentos de Ronja.

Un hombre que no sabe leer encuentra un libro en su buzón

Una tarde, dos hombres sirios de habla árabe llegaron a la sucursal de Dinamarca. Les dijeron a las hermanas de la recepción que estaban buscando a los testigos de Jehová. Cuando las hermanas les dijeron que estaban en el sitio adecuado, los hombres se pusieron contentísimos. ¿Cómo habían encontrado la dirección? Habían ido a la biblioteca pública y les habían mostrado a las personas que trabajan allí una foto que tomaron con su teléfono. La foto era de la página de editores del libro Enseña en árabe. Gracias a eso, el personal de la biblioteca pudo conseguirles la dirección de la sucursal.

Como los hombres no hablaban casi nada de danés, las hermanas llamaron a un hermano que hablaba árabe para que fuera a la recepción. Él rápido se dio cuenta de que uno de los hombres estaba muy interesado en aprender más de la Biblia. Así que apuntó sus datos de contacto y le prometió que iría a verlo con otro hermano que sabía árabe.

Cuando lo fueron a ver a su casa, los hermanos se enteraron de que nunca lo habían visitado los testigos de Jehová. Él les dijo que encontró el libro en su buzón, aunque no había ningún nombre en el buzón que indicara que ahí vivía una persona de habla árabe. Como no sabía leer, le pidió a un amigo que le leyera el libro, y lo terminaron en tres días. Lo que escuchó lo convenció de que había encontrado la verdad.

El hombre está en una situación muy difícil, ya que es refugiado y se encuentra lejos de su familia, pero halla consuelo en las páginas de la Biblia. La primera vez que los hermanos fueron a verlo, les preguntó: “¿Por qué no me visitaron antes? Lo necesitaba de verdad”. Actualmente, sigue estudiando con los hermanos y le encanta lo que está aprendiendo.

Un corazón vacío se llena de alegría

Dmitry ganaba mucho dinero como gerente de una empresa tabacalera en Ucrania, pero renunció a su trabajo cuando comprendió mejor cuánto perjudica el tabaco la salud. Luego, en cuestión de tres meses, se murieron su madre y su suegra, y eso fue un golpe muy duro para él. Esperaba que su iglesia lo consolara y contestara sus preguntas, pero no sucedió. Un amigo le dijo que ser cristiano ortodoxo significa llevar “una cruz en el cuello y tener el corazón vacío”. Y así era exactamente como se sentía: no sabía nada de Dios ni de la Biblia. Desesperado, le pidió a Dios que lo ayudara. Entonces, recordó que había oído hablar de los testigos de Jehová. Encontró nuestro sitio de Internet y le sorprendió que tuviera tanta información sobre la Biblia. Después buscó la dirección del Salón del Reino más cercano. Cuando llegó al estacionamiento del salón, un acomodador le dio la bienvenida y se ofreció para ayudarle en lo que necesitara. Dmitry le dijo: “Necesito estudiar la Biblia”. Ahora lleva seis meses estudiando. Además, asiste a las reuniones y participa en ellas.

Dejaban notas para seguir en contacto

Paul y Faith, que viven en Gran Bretaña, conversaron un día con una mujer llamada Susan y quedaron en volver a visitarla. Pero cuando volvieron, no estaba en casa. Siguiendo la sugerencia que apareció en Nuestro Ministerio del Reino de noviembre de 2014, le dejaron una nota diciendo que volverían al día siguiente. Cuando regresaron, les sorprendió encontrar una nota en la puerta de Susan en la que les explicaba que tenía que hacer unas compras para la boda de su hija. Paul y Faith le dejaron otra notita para decirle que volverían la semana siguiente. En esa ocasión, Susan los estaba esperando, y empezaron un curso bíblico con el libro Enseña.

Gran Bretaña: Paul y Faith dejando una nota.

Como su hija estaba a punto de casarse, Susan les pidió posponer la siguiente visita. Cuando Paul y Faith volvieron, nadie les abrió la puerta, así que dejaron otra nota con su número de teléfono. ¡Cuánto se alegraron al recibir un mensaje de Susan! Resulta que cuando fueron a su casa, ella no se enteró porque estaba en el jardín hablando con la vecina. Desde entonces, Susan estudia la Biblia todas las semanas y hace poco asistió por primera vez a la reunión.

A Paul y Faith les gusta mucho dejar notas para mantenerse en contacto con las personas. Ellos dicen: “Este método nos ha funcionado con otras revisitas. Es genial”.

Su fe ayudó a una enfermera

En agosto de 2014, un hermano fue ingresado en un hospital de Hungría debido a una embolia pulmonar. Por desgracia, murió poco después. Su esposa escribió lo siguiente sobre Tünde, una enfermera que había ayudado mucho a su esposo:

“En el verano de 2015, asistí con mi hijo a la Asamblea Regional ‘Imitemos a Cristo’. El último día, cuando estábamos en el estacionamiento a punto de volver a casa, una mujer se detuvo enfrente de mí, dejó las bolsas, me abrazó y empezó a llorar. Era la misma enfermera que casi un año antes había atendido a mi esposo en la unidad de cuidados intensivos. Me explicó que al comenzar los turnos, a cada enfermera se le asignaba un paciente. Ella oraba siempre para que le tocara cuidar a mi esposo. ¡Y eso fue exactamente lo que pasó vez tras vez!

”Tünde me dijo que la buena conducta de mi esposo, su fe y la esperanza de la que tanto hablaba le impresionaron mucho. Aquello le dio el empujoncito que necesitaba para estudiar formalmente la Biblia con los testigos de Jehová.

”Tünde, que ahora está estudiando la Biblia, espera con ilusión el día en el que pueda volver a ver a mi esposo para decirle que su conducta y su gran fe la ayudaron a conocer a Jehová y sus maravillosas promesas”.

Predican de vehículo en vehículo

Bulgaria: Predicando a camioneros en la frontera.

A causa de las protestas y los bloqueos, en ocasiones se cerraron algunos puestos de control en la frontera entre Grecia y Bulgaria. Eso provocó filas kilométricas de vehículos. En vista de esta situación, una congregación de Bulgaria cercana a la frontera decidió ofrecerles publicaciones bíblicas a las personas que esperaban. Los hermanos llevaron publicaciones en 12 idiomas. Muchos de los camioneros estaban cansados y frustrados, pero tenían ganas de hablar. Los hermanos los escucharon con atención y les dieron ánimo y esperanza. Uno de ellos les preguntó: “¿Son testigos de Jehová?”. Cuando le dijeron que sí, añadió: “Lo sabía, solo los testigos de Jehová predican así”. Un camionero austríaco dijo bromeando: “¡Ni aquí nos libramos de ustedes! ¡Los felicito! Por favor, sigan llevándoles consuelo y esperanza a las personas”. Otro dijo: “Nunca me han llamado la atención sus publicaciones, pero ahora las leeré encantado”. Hubo un conductor que no pudo contener las lágrimas cuando un hermano le predicó. Había sido Testigo muchos años atrás, así que los hermanos lo animaron a leer las publicaciones y a ponerse en contacto con una congregación.