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Irlanda

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“DURANTE la edad del Oscurantismo, [Irlanda] era ‘la isla de los santos y los eruditos’, que mantuvo viva la llama del saber cristiano cuando se estaba extinguiendo en todas partes”, escribió Donald S. Connery en su libro The Irish (Los irlandeses). Sin embargo, los rayos del verdadero saber cristiano solo brillaron con fuerza en Irlanda después de años de actividad fiel y vigorosa por parte de los siervos de Jehová. La historia de su lucha contra la incesante oposición y el persistente antagonismo sobresale como un testimonio de su fe y determinación firmes, así como de su profundo amor a Jehová y a la gente a la que trataban de ayudar. ¿Quiénes son esos siervos de Jehová y cuál es su historia?

En Irlanda viven poco más de 5.000.000 de personas. Están divididas por las ideologías políticas y los odios religiosos, que fácilmente pueden ser avivados hasta desembocar en conflicto abierto y violencia brutal, como ha ocurrido en años recientes. Por otra parte, usted descubrirá que los irlandeses, no solo son afectuosos y joviales, sino también hospitalarios y pausados.

Desde el tiempo de los invasores celtas del cuarto siglo antes de la era común, pasando por las incursiones vikingas y normandas, y hasta los reyes de Inglaterra, su historia es un trágico relato de amarguras, derramamiento de sangre y opresión. Durante más de setecientos cincuenta años, Irlanda fue gobernada por Inglaterra. En 1922, después de una lucha por la independencia, la isla fue dividida. La parte nororiental, habitada principalmente por protestantes, quedó en el Reino Unido. Las restantes cuatro quintas partes de la isla, casi totalmente católicas, llegaron a constituir la República de Irlanda independiente.

UNA ESMERALDA

A pesar de la cara oscura de la historia de Irlanda, la isla resplandece con una belleza verdicolor. Es una esmeralda de nebulosos y verdes paisajes encuadrados en litorales rocosos. Viaje 270 kilómetros de este a oeste, y se deleitará al ver la fértil llanura central, rodeada por onduladas colinas e imponentes montañas. Viaje de norte a sur (unos 480 kilómetros), y le impresionarán sus escénicos lagos y ríos, sus magníficos panoramas costeros y la variedad del colorido: una profusión de vegetación y flores. Una vez que se ha contemplado, la belleza de Irlanda es difícil de olvidar.

Aunque el país es fundamentalmente agrícola, en años recientes han surgido algunas industrias. Los pocos núcleos grandes de población, como Dublín, la capital de la República, y Belfast, la capital de Irlanda del Norte, contrastan marcadamente con las ciudades y pueblos tranquilos y pacíficos de las zonas rurales. Fue en estos parajes donde, en la última parte del siglo diecinueve, se vislumbraron los primeros destellos de la verdad.

C. T. RUSSELL PRENDE EL FUEGO DE LA VERDAD

En 1891 Charles T. Russell, el primer presidente de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract, visitó Irlanda. Fue la primera parada de su viaje a Europa, procedente de Estados Unidos, para extender la predicación de la verdad cristiana. Russell, que era de ascendencia escocesa e irlandesa, desembarcó en Queenstown (hoy Cobh), en el sur de Irlanda.

Como resultado de su trabajo, se fundaron eclesias o congregaciones en Dublín y Belfast, y de estas empezó a rezumar el mensaje de la verdad. Durante este período temprano, los hermanos distribuyeron tratados en las puertas de las iglesias protestantes, y su testificación era más informal que organizada. En 1904 The Watchtower informó: “En Irlanda también se difunde la verdad: los queridos hermanos de Dublín continúan extendiendo el mensaje de amor, con mucho gozo para ellos mismos”.

En 1908 unas trescientas personas asistieron al discurso que Russell pronunció en Belfast sobre el tema: “La caída del imperio de Satanás”. En aquel entonces Belfast tenía una eclesia de unos veinticuatro Estudiantes de la Biblia. En Dublín, después de reunirse con aproximadamente cuarenta hermanos y otras personas interesadas, habló a un auditorio público de más de un millar de personas.

Tres años más tarde, en otra visita, Russell se reunió en Belfast con cuarenta Estudiantes de la Biblia. Esa noche, cerca de mil personas acudieron al Ulster Hall para oír su discurso: “¿Cuál es el verdadero evangelio?”. En este, Russell defendió vigorosamente la Biblia contra la alta crítica, y recalcó con firmeza la necesidad de volver a la Biblia en vez de aferrarse a los credos y doctrinas de los hombres.

FALTA DE UNIDAD DE PENSAMIENTO

A pesar de esos comienzos esperanzadores, la obra de la predicación no progresó sin asperezas. En aquellos días, cuando los Estudiantes de la Biblia irlandeses estaban empezando a entender las verdades bíblicas, no había la misma unidad de pensamiento que desde entonces se ha desarrollado en el pueblo de Jehová por toda la Tierra. ¿Por qué? Porque muchos de los que se asociaban no veían la necesidad de ‘estar unidos armoniosamente’ para cumplir la voluntad de Dios. (Efe. 4:1-6, 16.)

Para 1914 había unos setenta Estudiantes de la Biblia. En las reuniones muchos promovían su propia interpretación de las Escrituras cuando las congregaciones consideraban, por ejemplo, la serie de libros la Aurora del Milenio. Se hicieron egotistas y pensaron que su entendimiento de la Biblia era superior. Y cuando se hizo evidente que en 1914 no iba a llegar el fin completo de este sistema de cosas, un buen número de estos Estudiantes de la Biblia rechazaron el conducto de la verdad que Jehová estaba usando.

ESPÍRITU ORGULLOSO EN DUBLÍN

Mientras rabiaba la I Guerra Mundial, el espíritu orgulloso de personas de mentalidad independiente sembró la semilla de más problemas. Estas personas pensaron que, después de todo, las enseñanzas de la Biblia expuestas por el hermano Russell eran de poca importancia. De modo que no se dieron cuenta de que Jehová tenía una importante obra para su pueblo.

Para 1919 los ancianos electivos de la congregación de Dublín estaban resistiendo activamente el consejo y la dirección que venía de la organización de Jehová. Rechazaban cualquier cosa que interfiriera en su control de la congregación. Sus ideas y puntos de vista personales eran supremos para ellos. (Rom. 12:3.) Aunque esos ancianos leían a la congregación las cartas que enviaba la Sociedad, no hacían caso del consejo o dirección que estas ofrecían. Unos pocos hermanos fieles de la congregación siguieron haciendo lo que pudieron para distribuir los tratados y los libros, como El Plan Divino de las Edades, pero la mayoría no tenía ningún deseo de participar en esta obra.

Charles Wilson, uno de los hermanos de la primera congregación de Dublín, recuerda como una noche de 1920 las cosas llegaron a un punto decisivo. Para entonces la mayoría de la congregación había perdido su aprecio por la organización de Jehová. Él nos cuenta lo que sucedió:

“Fuimos a la reunión aquella noche, y uno de los ancianos nos dijo que la congregación iba a votar para apartarnos de su compañía. Cuando nos dijeron que se separaban de los Estudiantes Internacionales de la Biblia y establecían su propia organización, yo contesté: ‘Bien, no tenéis ninguna necesidad de votar para apartarnos de vuestra compañía. ¡Somos nosotros los que nos vamos!’. Me di la vuelta y salí por la puerta. El matrimonio Brown y la hermana Rutland me siguieron.”

Una cuestión que causó divisiones tuvo que ver con la obra de predicación con The Golden Age (hoy ¡Despertad!) y otras publicaciones. Otra era si se debía aceptar un método más teocrático de organización, tal como entonces se estaba considerando en La Atalaya. Fue un período muy difícil. Resultó en una verdadera criba. De unos cien miembros de la congregación, solo cuatro se apegaron a la organización de Jehová. Los que se apartaron con el tiempo se fragmentaron en facciones más pequeñas y discordantes, con sus propios líderes individuales.

En Dublín, la obra de predicar casi se detuvo. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, otros asumieron el desafío de declarar las buenas nuevas como repartidores o predicadores de tiempo completo, no solo en Dublín, sino por toda Irlanda.

En algunas ocasiones se echó de sus alojamientos a los repartidores como resultado de la oposición inspirada por el clero. No obstante, siempre eran recogidos por la hermana Rutland, quien había sido policía y era una de las pocas personas leales que habían quedado en Dublín. Muchos hermanos y hermanas la recuerdan afectuosamente como “mamá” Rutland, y están agradecidos de que hiciera de su casa un refugio para aquellos que lo necesitaron cuando las cosas se pusieron difíciles. En casa de “mamá” Rutland uno siempre podía encontrar un “bocado” para comer y la tetera en la lumbre.

EN IRLANDA DEL NORTE

Sin embargo, antes de seguir el relato de la República de Irlanda, pongámonos al día con los sucesos de Irlanda del Norte. Este sector nororiental de la isla, con sus onduladas tierras de labrantío y montañas bajas, fue colonizado en el siglo diecisiete por los protestantes de Gran Bretaña. Cerca de las dos terceras partes de la población de Irlanda del Norte desciende de protestantes ingleses y escoceses. Desde entonces se ha desarrollado una forma particularmente militante de protestantismo, caracterizada por su virulento odio al catolicismo. Como ocurría con la gente del sur, en esta parte de la isla las personas también estaban en oscuridad espiritual y en ignorancia con respecto al propósito de Dios, cegadas por las doctrinas de Babilonia la Grande. Necesitaban igualmente ayuda para librarse del yugo de la religión falsa. (Rev. 17:1, 2; 18:2-4.)

EL FOTO-DRAMA ABRE LOS OJOS DE LA GENTE

Desde 1914 se usó el Foto-Drama de la Creación para ayudar a la gente a que abriera los ojos. Esta presentación, que incluía diapositivas en color, película y discos fonográficos sincronizados, mostraba el desarrollo del propósito de Dios desde la creación hasta el fin del reinado milenario de Jesucristo. La hermana Maggie Cooper colaboró en la exhibición del Foto-Drama por toda Irlanda del Norte.

“El salón se llenaba todas las noches, con muy poca oposición y muchísimo aprecio —dijo⁠—. Acabó con mucho del prejuicio que existía contra nosotros.” Recuerda como no era tarea fácil transportar todos los aparatos y accesorios para la proyección de ocho horas del Foto-Drama. “Rememorando aquellos días —dijo⁠—, no puedo entender cómo lo hicimos. Había tantos obstáculos, y una tonelada de equipaje que llevar.” No obstante, con confianza en Jehová pudieron superar todas las dificultades.

LA VERDAD SOBRE EL INFIERNO

Los tratados que desenmascaraban las doctrinas falsas, como la del tormento del fuego del infierno, penetraron en la penumbra religiosa que existía en Irlanda del Norte. Durante la I Guerra Mundial, por ejemplo, un anuncio de un periódico de Belfast llamó la atención de Bob Oliver. Leía: “¿Qué dicen las Escrituras sobre el infierno? Para recibir un tratado gratuito sobre este tema, escriba a la Asociación de Estudiantes Internacionales de la Biblia, Craven Terrace, 34, Londres, W.2.”. El señor Oliver, miembro de la iglesia presbiteriana, tenía profundas dudas sobre la doctrina del fuego del infierno. De modo que escribió pidiendo el tratado, y reconoció la verdad en lo que leyó. La solicitud del tratado fue el primer paso de una vida dedicada al servicio de Jehová que continúa hasta este día.

De jovencita, Susan Milne había asistido a muchas reuniones emocionales celebradas bajo una carpa por diversas sectas protestantes de Irlanda del Norte, en las que los predicadores machacaban el tema de la condenación eterna en los fuegos del infierno. Susan llegó a la conclusión de que ella no iba a salvarse, ya que no había sentido la experiencia de salvación que muchos de los que asistían a esas reuniones decían haber tenido. Sin embargo, en 1922 leyó el tratado titulado ¿Dónde están los muertos? Una vez leído, su concepto de la vida cambió totalmente.

Con anterioridad, su padre la había sorprendido cuando dijo: “Estoy empezando a pensar que no existe el fuego del infierno”. Para ella eso era una blasfemia. Pero ahora entendía lo que Jesús quiso decir cuando declaró: “La verdad los libertará”, especialmente de las enseñanzas religiosas falsas. (Juan 8:32.) De modo que, después de leer el tratado, visitó a su padre y, para alegría mutua, se dieron cuenta de que ambos habían estado leyendo literatura de la misma fuente: la Asociación de Estudiantes Internacionales de la Biblia. Ella y su esposo, su padre y otros miembros de su familia entraron en la verdad.

“ANUNCIEN [...] AL REY Y SU REINO”

La hermana Milne se dio cuenta rápidamente de la necesidad de actuar. Repetía a menudo el lema de la asamblea de Cedar Point de 1922: “Anuncien, anuncien, anuncien al Rey y su Reino”. Ella y su familia respondieron y dedicaron mucho tiempo a distribuir el libro El Arpa de Dios, y condujeron con entusiasmo cursos de estudio con esa publicación esclarecedora.

Varios hermanos y hermanas, como Bob Oliver y Susan Milne, empezaron a testificar los domingos en Irlanda del Norte con el libro El Arpa de Dios. La gente a la que testificaban tenía muy arraigadas las tradiciones presbiterianas, entre ellas una fuerte repulsión hacia cualquier cosa que pudiera considerarse profanación del Día de Descanso. De modo que era normal que se encontraran con reacciones airadas.

Los Testigos demostraron el mismo valor cuando distribuyeron los ejemplares de The Golden Age que contenían mensajes francos de acusación contra el clero por su participación en suprimir la verdad y perseguir a los cristianos verdaderos. El hermano Oliver recuerda vívidamente una ilustración de un número especial de The Golden Age: un clérigo blandiendo un puñal que goteaba sangre. El epígrafe era el mensaje de Jeremías 2:34 (Versión del Rey Jaime): “En tus faldas se encuentra la sangre de las almas de los pobres inocentes”.

Los hermanos también pronunciaron discursos públicos que proclamaban el Reino en todos los lugares que podían. Este fue el modo como Bob Dempster se puso en contacto con la verdad en su ciudad de Comber, cerca de Belfast. Sin embargo, a medida que se intensificó la obra, también aumentó la oposición. Cuando el hermano Dempster empezó a anunciar el Reino, el clero usó métodos solapados para intentar detenerlo. Por ejemplo: en un tiempo en el que había mucho paro ejercieron influencia en el responsable de la oficina de desempleo para que no pagara al hermano Dempster el subsidio de desempleo. Pero el hermano Dempster no se dejó intimidar. Para beneficio de todos, empezó a asociarse con la pequeña congregación que se reunía en casa de los Milne.

Lenta, pero firmemente, la congregación empezó a crecer a medida que se difundía la luz del Reino. No obstante, no todos los enemigos de la verdad estaban fuera.

UNA CRIBA EN BELFAST

Del mismo modo que en 1920 los hermanos de Dublín habían sentido los malos efectos de la actitud independiente de los ancianos electivos, también los sintieron en Irlanda del Norte, especialmente en Belfast. De modo que empezó un tiempo de criba. De nuevo, la lealtad a la organización de Jehová y el entusiasmo por la obra de predicación pública se habían convertido en la principal cuestión divisoria. Un estudiante de la Biblia que se había reunido con el hermano Russell cuando visitó Belfast en 1908 llegó a preferir sus propias ideas y opiniones. Con el tiempo estableció su propio grupo, al cual llamó Estudiantes Constantes de la Biblia.

Más tarde, después de que en 1917 se publicara el libro The Finished Mystery (El Misterio Terminado), con su fuerte condena a la religión falsa, otros se atemorizaron y se separaron. Un miembro prominente de la congregación de Belfast puso en el escaparate de su tienda un letrero que decía: “No tengo nada que ver con la Asociación de Estudiantes Internacionales de la Biblia ni con el libro The Finished Mystery”. Él también estableció por su cuenta un grupo que decía seguir las enseñanzas del hermano Russell. El que los hombres prominentes de la congregación rechazaran de estas maneras el conducto de Jehová puso a prueba la fe y la lealtad del resto de los hermanos.

Una prueba aún mayor vino de algunos individuos que se quedaron en la congregación. A medida que la obra de predicar iba progresando, se hizo más y más evidente una clara división de opinión entre aquellos que apreciaban plenamente la necesidad de anunciar al Rey y su Reino, y los ancianos electivos que tenían puntos de vista contrarios.

Tal como los escribas y fariseos del día de Jesús, a quienes ‘les gustaban los lugares más prominentes’, estos estaban más interesados en la posición y los privilegios que en participar en la obra de predicar. (Mat. 23:2-7.) Su actitud orgullosa y de superioridad produjo desasosiego e infelicidad en la congregación. Se creó un ambiente de sospecha y desconfianza, pues cada anciano intentaba ensalzarse y fortalecer su posición en la congregación.

Cuando llegó el tiempo para la elección de ancianos, se solicitaron los votos. Algunos hermanos prepararon fiestas especiales e invitaron a los hermanos y las hermanas con el único propósito de obtener su apoyo e influir en sus votos. Debido a que estos ancianos no reconocieron que Cristo era la cabeza de la congregación, surgieron disensiones, camarillas y divisiones. Ilustra bien esta situación lo que sucedió en la antigua Corinto. Al dar atención indebida a los hombres, los miembros de la congregación de Corinto se dividieron en facciones, diciendo: “‘Yo [pertenezco] a Apolos’. ‘Pero yo a Cefas.’ ‘Pero yo a Cristo.’” (1 Cor. 1:11, 12.)

Algunos hermanos, como el Diótrefes del día de Juan, mostraron poco respeto por la dirección que venía de la organización de Jehová y deliberadamente introdujeron dudas con respecto a la Sociedad en la mente y el corazón de los hermanos sumisos y humildes. De este modo imitaron el espíritu de Diótrefes al ‘charlar acerca de los hermanos de la sucursal con palabras inicuas’. (3 Juan 9, 10.)

Finalmente, Jehová actuó. En los números del 15 de agosto y 1 de septiembre de 1932 de The Watchtower se explicó por qué deberían superintender las congregaciones un grupo de hermanos maduros que compusieran un comité de servicio y no “ancianos electivos”. Este nuevo punto de vista de organización cribó de la congregación a los últimos rebeldes, dejando en Belfast a solo doce publicadores regulares que se apegaron a la verdad.

LOS DISCURSOS DE RUTHERFORD DAN MÁS ÍMPETU

Durante la década de los treinta, este pequeño grupo de hermanos de Irlanda del Norte se mantuvo al paso con el adelanto del pueblo de Jehová por todo el mundo. Empezaron a usar con entusiasmo los discursos grabados de J. F. Rutherford, entonces presidente de la Sociedad Watch Tower. Pronto tuvieron muy buenas experiencias al reproducir esos discursos.

Alex Mitchell era un ingeniero naval. En 1927, mientras estaba embarcado, leyó los libros El Plan Divino de las Edades, El Tiempo se ha Acercado y El Arpa de Dios, y vio la luz de la verdad. Tan pronto como volvió a casa, en Belfast, empezó a buscar más ayuda para entender la Biblia. Algunos miembros de los Estudiantes Constantes de la Biblia intentaron desanimarlo para que no leyera las publicaciones de la Sociedad. Pero ya había visto el sello de la verdad en esas publicaciones, y, con el tiempo, encontró a los verdaderos Estudiantes de la Biblia.

Pronto empezó a participar en la obra de predicación. Alex recuerda bien cómo él y el hermano Oliver llevaban el equipo de reproducción de sonido por toda la ciudad de Belfast. Empezaron esta obra sin un vehículo. De modo que imagínese ver a dos hombres caminando por las calles y en las zonas rurales ¡con todo este equipo suspendido de correas de cuero y colgado de los hombros!

Una de las responsabilidades del hermano Mitchell era localizar salas adecuadas donde poder retransmitir los discursos grabados. Se obtenían locales, pero normalmente solo para una vez. ¿Por qué? Porque la mayoría de los locales estaban vigilados por el clero, y este aborrecía el mensaje que se proclamaba. Cuando no podían alquilar los salones, los hermanos usaban su equipo de reproducción de sonido en las calles de Belfast y en las zonas rurales cercanas.

Normalmente escogían calles protestantes para retransmitir los discursos, debido a que, para aquel tiempo los protestantes eran, por lo general, más receptivos. En una ocasión, el hermano Mitchell y el hermano Milne entraron en una calle tranquila sin asegurarse primero de la zona en la que estaba ubicada. Montaron su equipo como de costumbre, tocaron un poco de música para atraer la atención y entonces invitaron a la gente a escuchar el discurso público. Sin embargo, sin darse cuenta se habían introducido en una zona muy católica, donde equivocadamente se les tomó por protestantes. La gente empezó a arrojarles piedras. Recogieron rápidamente todo el equipo, lo introdujeron en el automóvil y arrancaron. Mientras los hermanos iban saliendo, la chusma abolló el automóvil con barras de hierro e hizo pedazos el parabrisas. Sin embargo, aparte de este sobresalto, escaparon sin daños graves, y lo que sucedió de ningún modo redujo su entusiasmo por la obra.

Una tarde el hermano Mitchell fue bombardeado con patatas. Afortunadamente, estaban cocidas y, por lo tanto, eran blandas. Cuando se marchaba, el hermano Mitchell habló por el altavoz del automóvil a la muchedumbre y les dijo lo contento que estaba de no haber ido por la mañana, ¡pues las patatas hubieran estado más duras!

Los hermanos también hicieron buen uso del fonógrafo portátil. A pesar de algunos contratiempos, como olvidar poner en su lugar el disco antes de salir de casa para el ministerio, llegaron a manejar bien este instrumento. Con una bicicleta, un fonógrafo, un juego de discos y una caja de libros estaban equipados para un buen día de testificación.

FORTALECIDOS POR CONEXIONES RADIOTELEFÓNICAS

Algo que fortaleció a los hermanos fue oír los discursos del hermano Rutherford retransmitidos en directo desde lugares como Londres y Nueva York. En 1938 el convincente discurso “Enfréntense a los hechos” atrajo a más de 2.500 personas al King’s Hall, de Belfast.

Algunos hermanos aún tienen vívidos recuerdos relacionados con la publicidad que se dio a este discurso y las marchas de información que se hicieron por todo Belfast. Debido al tenso ambiente religioso que reinaba en Irlanda del Norte para aquel tiempo, muchos tuvieron ciertos reparos ante la perspectiva de una marcha de información. Pero llevaron a cabo 25 desfiles por las principales calles de la ciudad sin ninguna reacción violenta.

Algunos hermanos llevaban suspendidos de los hombros carteles que anunciaban el discurso público. Otros portaban letreros sujetos a pértigas con lemas como “La religión es un lazo y un fraude” y “Sirvan a Dios y a Cristo el Rey”. Un periodista joven, cuando vio el lema “La religión es un lazo y un fraude”, preguntó: “¿No se han dado cuenta hasta ahora?”.

El discurso “Gobierno y paz” se retransmitió desde el Madison Square Garden, de la ciudad de Nueva York. Durante este discurso, la policía protegió el salón de Belfast donde los hermanos estaban reunidos. El IRA (Ejército Republicano Irlandés) había amenazado con poner una bomba en el salón si no se cancelaba el discurso. Los hermanos no se desanimaron. Los esfuerzos del IRA por intimidar a los hermanos de Belfast no tuvieron más éxito que los de la Acción Católica por interrumpir el discurso en Nueva York.

Estas retransmisiones en directo cultivaron un sentimiento de unidad entre los hermanos. A pesar del fervor religioso y patriótico que se intensificaba a medida que se perfilaba la guerra en Europa, este pequeño grupo de hermanos de Irlanda podía ver de este modo que era parte de una creciente organización mundial. Antes de seguir con lo que sucedió en Irlanda del Norte, retomemos el relato de la República de Irlanda.

INCESANTE OPOSICIÓN EN EL SUR

Durante el período transcurrido desde 1920 hasta la II Guerra Mundial, únicamente unos pocos hermanos y hermanas fieles siguieron adelante en Dublín mismo, y en el resto del sur católico solo había algunos repartidores dispersos efectuando la obra.

Algunos comentarios del Yearbook of Jehovah’s Witnesses (Anuario de los testigos de Jehová) dan una idea de las condiciones a las que tuvieron que enfrentarse.

1935: “Se ha atacado a los hermanos, algunos han sido heridos físicamente y la literatura que podía ayudar a la gente ha sido destruida”.

1937: “Irlanda es la región más oscura de las islas británicas [...]. Los sacerdotes [...] siguen a los precursores de lugar en lugar, ven donde se ha dejado literatura [...] e inmediatamente hacen que sea destruida”.

1938: “Mucha oposición contra los publicadores del mensaje del Reino. Algunas chusmas han asaltado a los testigos de Jehová por instigación de un sacerdote católico romano [...]. La oposición no ha llegado a su punto máximo”.

Anteriormente, durante 1926, el hermano Pryce Hughes, quien más tarde fue el vicepresidente de la Asociación de Estudiantes Internacionales de la Biblia de Londres, y sus tres compañeros, fueron a Waterford, (Irlanda del Sur). Tres hermanos que habían ido allí antes les dieron la bienvenida. Con anterioridad a la llegada del hermano Hughes, los hermanos de Waterford habían sufrido el ataque de una chusma católica que quemó lo que consideraba “literatura permisiva”.

Después de colocar literatura en las manos de las personas interesadas, los hermanos pasaban rápidamente a otro lugar. Encontraban alojamiento en casa de personas protestantes, e intentaban abarcar tanto territorio como fuera posible antes de que el sacerdote local se diera cuenta de lo que estaba sucediendo. En una ciudad, la prensa local publicó advertencias acerca de su actividad y los niños les escupían cuando pasaban por la calle. De modo que para evitar que se les identificara tan rápidamente, trabajaban desde los límites exteriores de su porción escogida de territorio y terminaban en la ciudad donde tenían su alojamiento.

En otra ocasión, en la pequeña ciudad de Graiguenamanagh, se enfrentaron a oposición malévola. Al volver al alojamiento, se encontraron con una muchedumbre de jóvenes burlones que les apedrearon. “Este era un ‘día santo’, ‘el día de San Patricio’ —dijo el hermano Hughes⁠—, y los carruajes tirados por asnos fueron llegando a la ciudad durante todo el día para las misas especiales. En la misa, el sacerdote local incitó a todos en contra nuestra.” Dándose cuenta de que tenían que irse rápidamente, él y sus compañeros transportaron en bicicleta todas sus pertenencias a la estación de ferrocarril más cercana.

Los repartidores aprendieron a adaptarse a esta constante amenaza de violencia. Una vez un hombre persiguió al hermano Hughes con una horca por un campo. En otra ocasión un granjero ¡disparó de repente a los pies del hermano Hughes!

Otro repartidor, Jack Corr, llegó a Dublín en 1930. Sus padres eran católicos, de modo que estaba bien preparado para hablar con la gente católica que encontraba. Se dio cuenta de que, aunque la Constitución de Irlanda garantizaba la libertad de religión, muchos creían que eso no aplicaba a la obra de predicación de los testigos de Jehová.

El hermano Corr sintió a menudo la furia de clérigos airados y de sus apoyadores. Instigada por el párroco, una chusma le sacó de la cama una noche y quemó toda su literatura en la plaza pública. En otra ocasión otra chusma, de unas doscientas personas, golpeó la puerta de su alojamiento. “La patrona, aterrorizada, intentó empujarme debajo de la cama, mientras que por la ventana profería terribles maldiciones a la multitud —informó⁠—. Conseguí calmar sus temores, y un cuarto de hora después, la chusma se disipó como el humo, permitiéndome continuar como si nada hubiera pasado.”

MÁS VIOLENCIA DE LOS OPOSITORES RELIGIOSOS

En 1931 Victor Gurd y su compañero Jim Corby llegaron a la ciudad de Cork, cerca del lugar donde el hermano Russell había desembarcado en Irlanda cuarenta años antes. Otro grupo de hermanos se unieron a ellos durante un tiempo. Testificaron en la zona rural, distribuyendo ejemplares de los Estudios de las Escrituras y El Arpa de Dios.

Mientras los hermanos estaban testificando en Roscrea, en el condado de Tipperary, unos hombres armados los detuvieron, les quitaron toda la literatura y les advirtieron que salieran del distrito. Cuando los hermanos llegaron a su alojamiento, se encontraron con más problemas. Los opositores habían tomado sus suministros de literatura, los habían empapado de gasolina y les habían prendido fuego. ¡Alrededor de la hoguera estaba la policía local, el clero y niños de la zona, todos ellos cantando “La fe de nuestros padres”!

Alrededor de ese tiempo, John Retter y sus compañeros llegaron a Limerick. Como era austriaco, testificó a muchos alemanes que habían inmigrado a la costa occidental de Irlanda. También estaba John Cooke (que ahora está sirviendo en la casa Betel de Sudáfrica), quien en 1936 había sido encarcelado en Dublín por querer hacer la obra de Jehová.

LA PROTECCIÓN DE JEHOVÁ EN EL NORTE

Durante este período anterior a la II Guerra Mundial, otros repartidores lideraron la obra en Irlanda del Norte. Sarah Hall llegó al condado de Tyrone en 1926. Había conocido la verdad en Inglaterra en 1915 después de leer El Plan Divino de las Edades. Lo que leyó la motivó a empezar la obra de repartidor.

La mayoría de las personas a las que habló no compartían su aprecio por la verdad bíblica. Su constitución pequeña y delicada, así como su apacible disposición, no disuadieron a una mujer de perseguirla con su horca ni a un hombre, encolerizado por su mensaje, de llamarla “Dalila” e intentar agarrarla del cuello.

Sin desanimarse por ello, mostró una gran determinación y perseverancia. “Después de todo, no ha sido malo —dijo ella pensando retrospectivamente en su predicación bajo condiciones difíciles⁠—. Nos acostumbramos a que nos gritaran. Si oras por la protección del Señor, Él te la da.” Los repartidores confiaban en que Jehová estaría ‘con ellos para librarles’. ¡Y lo estuvo! (Jer. 1:7, 8; Sal. 23:4, 5.)

JEHOVÁ PROVEE

Billy Holland entró en la verdad en 1926 después de leer El Plan Divino de las Edades. Como tantos otros repartidores, confiaba mucho en la promesa de Jehová de que su siervos nunca serían ‘dejados enteramente’. (Sal. 37:25; Mat. 6:28-34.)

El hermano Holland explicó: “Algunas veces me iba sin desayunar; otras tenía algunas rebanadas de pan sin mantequilla. Recuerdo que una vez estaba en el campo en el condado de Down. Después de pasar un tiempo en el ministerio, bajé por un pequeño camino y apoyé mi bicicleta en el seto. Me senté y me puse a comer el pan seco mientras escuchaba cantar a los pájaros. Entonces miré más de cerca el seto y vi unas hermosas moras. Recogí algunas y las puse entre las rebanadas de pan. Era como mermelada de mora... ¡qué bueno estaba!”.

Este hermano demostró el mismo espíritu cuando se quedó sin dinero. “Se me estaban gastando los zapatos y los pies se me mojaban —recuerda⁠—. Un día soleado iba andando por una carretera rural, hacía mucho calor y el asfalto de la carretera se empezó a derretir. El asfalto tapó los agujeros de las suelas de mis zapatos. De modo que tuve mis zapatos ‘remendados’.” ¡Y sin pagar ni cinco!

SUMINISTROS DE ALIMENTO ESPIRITUAL DURANTE LA GUERRA

Durante la II Guerra Mundial, de 1939 a 1945, la República de Irlanda permaneció neutral, pero Irlanda del Norte, como parte del Reino Unido, tuvo que afrontar bombardeos y otras dificultades de la guerra.

Un problema que surgió durante esos años fue la necesidad de mantener el suministro de alimento espiritual. Durante la guerra, el gobierno británico impuso una censura que prohibía la importación y exportación de La Atalaya y otras publicaciones de la Sociedad. Esta táctica de Satanás de cortar las líneas de comunicación y suministro a los hermanos no tuvo éxito. Fracasó. ¿Cómo? Sencillamente mediante el que la Sociedad dispusiera que hermanos de otros países, como Estados Unidos y Canadá, enviaran ejemplares de La Atalaya con cubiertas en blanco a los hermanos de Belfast.

Cuando se recibían estos ejemplares, los hermanos responsables rápidamente se ponían a copiar los artículos principales. Entonces los distribuían a las congregaciones. Una vez que estos ejemplares de la revista empezaron a llegar, los hermanos nunca perdieron ninguna parte de su vital alimento espiritual.

Bob Oliver recuerda que recibía La Atalaya del hermano Kelly, de Estados Unidos. El hermano Kelly también incluía información acerca de lo que el “tío Nathan” (Nathan H. Knorr, tercer presidente de la Sociedad Watch Tower) había estado hablando, y de este modo informaba sobre las asambleas y otras reuniones. Algunas veces los hermanos se encontraban La Atalaya o un libro, como “La Verdad os Hará Libres”, en un paquete de alimentos que se les había enviado. Cuando un ejemplar de La Atalaya que estaba al descubierto llegó sin haber sido tocado, los hermanos de Belfast bromearon diciendo que se le había debido pasar al censor mientras tomaba el té.

TRATADOS CON DESPRECIO

Durante la guerra, los hermanos de Irlanda del Norte tuvieron que aguantar hostilidad intensa y continua por parte del clero y sus apoyadores, firmes partidarios del esfuerzo bélico. ¡Cuánta razón tenía Jesús cuando dijo: “Ahora bien, porque ustedes no son parte del mundo, [...] a causa de esto el mundo los odia”! (Juan 15:18, 19.)

La siguiente carta, enviada a la congregación de Belfast en agosto de 1943, es típica del desprecio que sentía la gente:

“Muy señor mío:

”Habiendo sido hecho recipiente involuntario de uno de los tratados que tienen la desfachatez de imponer a un público demasiado tolerante, quisiera aprovechar esta oportunidad para aseverar que prohíbo terminantemente a cualesquiera de sus seguidores que entre en mi propiedad bajo ningún pretexto. Tenga la amabilidad de advertir a su descaminada cuadrilla de machacadores de la Biblia a este respecto, pues, si no hacen caso de la advertencia, el intruso será echado violentamente, muy violentamente. No le echaré el perro encima, pues no tengo ningún deseo de forzar al infortunado animal a un bocado de tan mal gusto, pero si él decide tomar la iniciativa por sí mismo, ciertamente no voy a poner ningún obstáculo en su camino.”

A pesar de los tiempos difíciles, los hermanos se esforzaron por extender la actividad de predicación. ¿Siguió bendiciendo Jehová la obra de todos los hermanos fieles? ¡Sí! Cuando la guerra terminó en 1945, había unos 120 publicadores en Belfast y unos 20 en Dublín.

PRECURSORADO EN LA REPÚBLICA

El Yearbook de 1946 mostró que no debía haber ninguna tregua en la diseminación de las buenas nuevas en la República de Irlanda al terminar la II Guerra Mundial. “Para muchos —indicó— es difícil apreciar la oscuridad de Irlanda del Sur con respecto a la luz y el conocimiento de la Palabra de Dios.” Luego añadió: “Aquí de nuevo hay una oportunidad para verdaderos precursores. Ahora estamos preparando las cosas para enviar a algunos allí”.

Fred Metcalfe, en la actualidad miembro del Comité de Sucursal de Irlanda, estuvo entre los primeros precursores especiales que se enviaron. Su asignación fue la ciudad de Cork, al sur del país. Él y sus compañeros precursores pronto llegaron a ser el blanco de la oposición instigada por el clero. Para suscitar el odio contra los testigos de Jehová, los sacerdotes repetidamente los apodaban “demonios comunistas”.

“Para la gente de aquel tiempo —dijo el hermano Metcalfe⁠—, el término ‘comunista’ significaba que éramos la cosa más cercana al Diablo que podía existir.”

El antagonismo siguió creciendo. “Nunca entendí mejor el texto de Revelación 12:17 que en aquel tiempo —dijo el hermano Metcalfe⁠—. El Diablo estaba verdaderamente airado por la obra de testificar que se empezaba a llevar a cabo en aquella zona.” Las mentiras de los sacerdotes y la enemistad generalizada finalmente culminaron en el ataque de una chusma contra el hermano Metcalfe y su compañero, el hermano Chaffin, en la ciudad de Cork en 1948.

VIOLENCIA DE UNA CHUSMA EN CORK

Una vez, cuando el hermano Chaffin estaba en el servicio del campo, una multitud de beligerantes mujeres lo rodeó, lo acusó de comunista y empezó a atacarlo violentamente. Como no había ninguna posibilidad de razonar con esa chusma enfurecida, el hermano Chaffin intentó escapar subiendo a un autobús cercano. Sin embargo, las personas que viajaban en el autobús también se volvieron contra él. Algunos de los atacantes le arrojaron piedras, mientras que otros gamberros gritaban: “¡Sucio comunista!”, y “¡Arrójenlo al río!”. Sin embargo, al fin pudo evadirse de sus perseguidores escondiéndose detrás de una cerca alta de la residencia del sacerdote.

Entretanto, el hermano Metcalfe luchó por escaparse en su bicicleta, pero fue alcanzado por la misma chusma. Le dieron puñetazos y patadas, y esparcieron su literatura por la calle. Afortunadamente para él, en aquel momento pasó un policía. Intervino y dispersó a la chusma. “Pensé que Jehová había guiado a ese hombre hasta allí justo a tiempo para detener el ataque”, dijo el hermano Metcalfe.

La Sociedad decidió llevar este caso a los tribunales para dejar claro que los testigos de Jehová no eran comunistas y establecer legalmente nuestro derecho a predicar las buenas nuevas sin interferencia. Después de tratar de impedir una y otra vez que el caso llegara al tribunal, finalmente el juicio tuvo lugar en julio de 1948.

Aunque era católico, el policía que detuvo el ataque estuvo dispuesto a declarar, y habló honradamente sobre lo que vio. Varios de los atacantes fueron declarados culpables. La publicidad que resultó de ese caso fue de gran ayuda para disipar la idea de que los testigos de Jehová eran comunistas y también para establecer nuestro derecho a declarar las buenas nuevas. No obstante, eso no significó el fin de la oposición violenta a la verdad.

SIGUE LA OPOSICIÓN AIRADA

Por ejemplo: en la ciudad de Athlone, en la región central de Irlanda, una mujer demostró su ira contra los hermanos arrojándoles una olla de agua hirviendo. Los habitantes de esa ciudad incluso enviaron una petición a la Sociedad en la que expresaban que no querían que los testigos de Jehová volvieran ¡nunca jamás!

Cuando se envió a cuatro precursores especiales a la ciudad de Drogheda, fueron amenazados con pistolas y atacados por chusmas violentas. Se celebró una reunión multitudinaria y se adoptó una resolución que pedía al gobierno la proscripción de los testigos de Jehová en el país. Por toda la ciudad aparecieron carteles con el mensaje: “¡Acción Católica! ¡Ciudadanos de Drogheda! Se celebrará una reunión pública [...] para considerar los medios de combatir las actividades de cierta secta existente en el distrito. El alcalde y los representantes de las organizaciones locales estarán presentes”.

Ante todo este antagonismo, ¿se acobardaron los hermanos? ¡Nunca! Hicieron frente a todas las presiones que se ejercieron sobre ellos y empezaron a ver los resultados de su labor.

OÍDOS RECEPTIVOS EN DUBLÍN

Dudley Levis fue de los primeros en responder al mensaje de la verdad en Dublín durante los años posbélicos. Era miembro de la iglesia de Irlanda. Los protestantes, que ya vivían en un ambiente predominantemente católico, consideraron una traición que dejara la Iglesia. De modo que tuvo que enfrentarse al ridículo y al reproche de sus antiguos compañeros, que odiaban la nueva fe que había hallado. “Me animaron mucho —dijo⁠— los hermanos mayores, como Edwin Ridgewell, que habían mostrado una fe tan auténtica en tiempos muy difíciles anteriores a los míos. Su ejemplo me fortaleció.”

Los Testigos concentraron su predicación en las zonas protestantes, donde la reacción solía ser menos enconada que en los bastiones católicos. Pero gradualmente empezaron a hacer incursiones en las zonas católicas. Era difícil. Pero su actitud era la misma que la del salmista: “En Dios he cifrado mi confianza. No tendré miedo. ¿Qué puede hacerme el hombre terrestre?”. (Sal. 56:11; Jos. 1:9.)

UNA FAMILIA CATÓLICA RESPONDE

Con el tiempo, los católicos empezaron a responder a la verdad. Por ejemplo: en 1949 una hermana se puso en contacto con John Casey. Este hombre católico demostró un gran interés en lo que la hermana dijo; pero su esposa, Bridie, rehusó darle el dinero necesario para conseguir el libro que le ofrecía: “La Verdad os Hará Libres”. Él pidió a la hermana que volviera a la semana siguiente. Ella volvió, y John agradecidamente tomó el libro. “He encontrado la verdad —dijo⁠—. Jamás volveré a la iglesia católica.”

Sin embargo, Bridie no se interesó. Ella formuló una pregunta que los hermanos habían oído repetidamente en su obra de testificación: “¿Quién es Jehová? ¿Es alguien en América que está a la cabeza de su organización?”. Pero, con el tiempo, cuando aprendió que la Biblia en realidad no enseña el fuego del infierno ni la trinidad ni otras doctrinas que de igual modo deshonran a Dios, ella también aceptó la verdad.

John y Bridie Casey, como otros que empezaron a ver la luz de la verdad, experimentaron presión procedente de la familia y de la comunidad, dirigida a desanimarles de seguir estudiando la Biblia. “Cada semana mi madre hacía que me visitara algún miembro de la Legión de María (un grupo de Acción Católica) o el sacerdote —explicó la hermana Casey⁠—. Pero el sacerdote no podía usar la Biblia para refutar lo que nosotros sabíamos que era la verdad. Al final, se fue de la casa echando pestes, condenándonos al infierno por torcer las Escrituras.”

LOS MISIONEROS DAN MÁS ÍMPETU A LA OBRA

Al final de la II Guerra Mundial se enviaron precursores de Inglaterra a pequeñas ciudades de Irlanda del Norte. En 1946, en la asamblea de Edimburgo (Escocia), algunos de esos precursores se acercaron al presidente de la Sociedad para preguntarle si podían asistir a Galaad. “Sí —contestó⁠—, si prometen volver a Irlanda.” Cinco hermanas cumplieron con aquella promesa.

La llegada en 1949 de misioneros de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower aceleró la obra. Maurice y Mary Jones, quienes habían trabajado mucho preparando el terreno, dieron la bienvenida a esos trabajadores. Se establecieron dos casas misionales, una en Dublín, con la ayuda del hermano Jones, y la otra en Cork. El Yearbook de 1950 comentó que requirió mucho trabajo liberar a algunos de la oscuridad espiritual que envolvía a tantos, especialmente debido a que nunca habían visto una Biblia. “La gente —dijo⁠— tiene temor de dejar las tradiciones que han conocido por tanto tiempo, de modo que, para que progresen, se requiere mucho tacto y paciencia.”

Los misioneros recién llegados abarcaron grandes zonas a pie y en bicicleta, y con frecuencia fueron objeto de ataques verbales y físicos. Y trabajaron arduamente hasta entrada la noche para cultivar con bondad el interés que encontraban. (Compárese con Oseas 11:4.)

Una de las primeras misioneras, Elsie Levis (de soltera, Lott), recuerda cómo fue preparada mentalmente para las condiciones de Irlanda. “Antes de que nos fuéramos de Galaad —dijo⁠—, el hermano Franz nos comentó que, después de la India, consideraba a Irlanda la asignación más difícil del mundo. Debido a la actitud de la Iglesia, él pensaba que era la zona católica más dura del mundo.” Efectivamente, ella la encontró difícil. “Pero —continuó⁠— también creíamos que la gente había sido apaleada por las fuerzas políticas y religiosas, de modo que estábamos interesados en las personas, porque ellas mismas, bajo aquella capa de hostilidad, tenían un buen fondo.”

LOS MISIONEROS ROMPEN LA BARRERA CATÓLICA

Las chusmas católicas fueron una constante amenaza que se cernía sobre los misioneros como una nube de tormenta lista para estallar en cualquier momento. De modo que, para no levantar las sospechas y después la ira de los vecinos, los misioneros trabajaban separados en el servicio de casa en casa, pero se mantenían a la vista uno del otro. Antes de dejar la casa misional para salir al servicio, cada uno ensayaba con su compañero de ese día ciertos ademanes hechos con la mano o los hombros. Estas señales servirían para advertirse entre sí de que se acercaba una chusma.

Mildred Barr (de soltera, Willett, que ahora está sirviendo con su esposo, John, en la casa Betel de Brooklyn) recuerda un día que salía para el servicio del campo con su motocicleta gris. Sus alforjas de cuero delgado de color marrón oscuro —cargadas con la literatura, la comida, el termo del té y unos zuecos⁠— colgaban del guardabarros trasero de la motocicleta. Ella y Frieda Miller se introdujeron en una zona católica de Dublín. Una vez en el territorio, se separaron y dejaron sus motocicletas en diferentes lugares, asegurándose de que estas no estuvieran a la vista de la gente, pero sí lo suficientemente cerca como para llegar a ellas con rapidez si se veían ante la necesidad de salir a toda prisa.

Mildred colocó la cadena y el candado a su motocicleta, dejándola atada a una valla, y empezó su testificación de casa en casa. Recuerda: “Estaba hablando a una mujer muy interesada cuando de repente se le dilataron las pupilas y se quedó sin habla. Pregunté: ‘¿Qué pasa?’. No hubo respuesta, excepto una mirada de temor. Me di la vuelta y me encontré con una chusma de ocho o nueve mujeres bloqueando la puerta exterior. Por el rabillo del ojo vi a Frieda que me hacía la señal convenida con la mano, pero era demasiado tarde. Otras mujeres venían corriendo hacia la casa. Sabía que no podía salir por la puerta, de modo que atravesé a toda prisa el jardín de la casa, luego el del vecino de al lado, salté por encima de una pared y fui corriendo hacia mi motocicleta.

”Para entonces, Frieda ya había arrancado su motocicleta; la mía aún estaba encadenada. Quité el candado, me monté, pero la motocicleta no arrancaba. ¡Tenía la bujía en el bolsillo! De modo que puse la bujía en el motor, intenté arrancar de nuevo y se puso en marcha. Pero no a tiempo, y eso es de lo que todo el mundo se ríe hasta hoy. Una mujer que corría detrás de mí esgrimiendo una fregona la metió por entre la reja de una cloaca de la calle y la blandió hacia mí mientras me iba. La materia que salió despedida de la fregona me cubrió desde la punta de la cabeza hasta la parte baja de la espalda. Cuando alcancé a Frieda, dijo: ‘¡Vaya, Mildred, pufff...! Cuando lleguemos, ¡no entres en casa!’.

”Cuando llegamos a la casa misional, ella le explicó a la otra hermana misionera lo que había pasado. Pusieron periódicos fuera, cerca del jardín, para que yo pudiera pasar por ellos, y me arrojaron cubos de agua. Ah, durante varios días todas me dejaban sus perfumes. No obstante, unas cuantas personas de esa sección de Dublín con el tiempo entraron en la verdad.”

Bridie Casey recuerda otro incidente en Dublín. Estaba con un misionero en el ministerio del campo cuando una mujer católica les dijo que simplemente estaban dándose de cabeza contra la pared. El espíritu de aquellos misioneros se ve reflejado en la respuesta del hermano: “¡Puede ser —dijo⁠—; pero al menos algunas piedras de la pared se están empezando a mover!”. Sí, los misioneros llegaron a ser un ariete que agrietaba las paredes del control católico que encarcelaba a los irlandeses de corazón honrado.

ATAQUE DE UNA CHUSMA CERCA DE LIMERICK

Aunque los irlandeses eran básicamente amigables y hospitalarios, los líderes religiosos aún podían incitar a algunos a la violencia. El 13 de mayo de 1956 un misionero, Stephen Miller, estaba participando en el servicio del campo con un publicador nuevo en una zona rural del oeste del país. De repente, él y su compañero se encontraron con que una chusma bloqueaba el camino. Subieron a la motocicleta para escapar. Pero los persiguieron en sus automóviles y finalmente los alcanzaron en una calle sin salida.

La chusma, dirigida por un sacerdote, rodeó al hermano Miller. Uno de los más peleones le dio un puñetazo en la barbilla. Entonces le quitaron la literatura y la quemaron en el centro del pequeño pueblo de Cloonlara, cerca de Limerick.

Más tarde, en el juicio, se subrayó el prejuicio de los jueces. El sacerdote y ocho de los agitadores fueron exculpados. El que golpeó al hermano Miller fue hallado culpable, pero se le puso en libertad. Al hermano Miller y a su compañero se les obligó legalmente a guardar el orden pagando una fianza de 200 libras cada uno. ¡Qué perversión de la justicia! ¡El tribunal excusó a la chusma y castigó a las víctimas! Aunque la ciudad de Dublín estaba mejorando su trato a los Testigos, en muchas zonas rurales la gente aún se adhería tercamente a sus puntos de vista y acciones medievales.

PREOCUPANTES NORMAS DOBLES

La injusticia y el prejuicio contra los testigos de Jehová eran demasiado evidentes para que pasaran inadvertidas. La publicidad resultante en los periódicos por toda la República atrajo una ola de protestas e indignación. Un clérigo protestante, que no estaba de ningún modo cegado por la cortina de humo religioso destinada a confundir los términos, habló con claridad en el Dublin Evening Mail del 28 de julio de 1956, en un artículo titulado “Libertad religiosa”:

“Ciertos miembros de la Legión de María visitan a mis feligreses para propagar doctrinas que yo desapruebo totalmente. ¿Puedo suponer que ahora tengo el derecho de reunir a mi gente para que ponga las manos sobre esas personas, queme sus libros (¡y quizás dé a uno de ellos un puñetazo en la barbilla solo para mostrar que nosotros también somos cristianos!) y entonces esperar que en el juicio ellos sean obligados a guardar el orden y a nosotros se nos deje en libertad?

”¿O es que va a haber una ley para la Legión de María y otra para los testigos de Jehová?”

Muchos otros, aun cuando no estaban de acuerdo con las doctrinas de los testigos de Jehová, creían que debía respetarse la libertad de religión contemplada en la Constitución de la República de Irlanda. El artículo 44 de dicha Constitución declara: “La libertad de conciencia y la libre profesión y práctica de la religión están, siempre que no afecten a la moralidad y al orden público, garantizadas para todo ciudadano”.

Sin embargo, la antipatía hacia el pueblo de Jehová y la resistencia a su obra aún estaba muy arraigada. Más tarde, en ese mismo año, un periódico de Limerick hizo el siguiente llamamiento a los lectores católicos:

“Apelamos encarecidamente a cualquier persona que pueda ser abordada por los representantes de la Sociedad [testigos de Jehová] para que no tengan nada que ver con su propaganda y rechacen firmemente cualquier tipo de conversación con ellos. Cualquier ejemplar de sus publicaciones que los lectores hayan adquirido debe ser destruido inmediatamente. Tanto interés tiene la Iglesia en que evitemos sus malas doctrinas que cualquier católico que lea publicaciones de la Sociedad se hace reo de excomunión. El patrimonio irlandés de la fe, retenido a través de siglos de persecución, no debe ser trocado por un potaje de Brooklyn.”

“EL CAMINO DE DIOS ES EL DE AMOR”

En lo que respecta a hacer brillar la luz del Reino, sobresale una campaña especial. El Yearbook de 1954 la llamó “sin duda la mayor contribución a la predicación de la verdad en Eire [República de Irlanda]”. ¿Cuál fue? La distribución por todo el país del folleto El camino de Dios es el de amor. Ese folleto, de 32 páginas, con cuatro arpas verdes en su cubierta, citaba solamente textos de ediciones católicas de la Biblia. Tenía un atractivo especial para los católicos por su presentación clara y simple de las doctrinas básicas de la Biblia. Arthur Matthews, ahora el coordinador de la sucursal de Irlanda, y su esposa, Olive, junto con el hermano de esta y su esposa, formaron un equipo que participó en esta emocionante obra.

“Reunimos nuestros recursos —dijo el hermano Matthews⁠—, y pudimos comprar un viejo automóvil Morris 10 a muy buen precio. Ninguno sabía conducir. Pero en una tranquila carretera cerca de la casa de ‘mamá’ Rutland pronto empezamos a cogerle el tino. En un par de días partimos hacia el campo con todo nuestro equipo de testificación amontonado en el automóvil.”

Sin embargo, no pudieron encontrar alojamiento y tuvieron que quedarse aquella noche en el automóvil, pasando frío y sin pegar ojo. Al día siguiente decidieron comprar una caravana o remolque. Era un tanto arriesgado, ya que en el pasado algunas caravanas de hermanos habían sido atacadas, pero no tenían otra alternativa. Vendieron algunas pertenencias, y consiguieron el dinero para comprar una caravana de cuatro metros. Y aunque al remolcarla por las carreteras irregulares y, algunas veces, montañosas, tuvieron algunas experiencias que ponen los cabellos de punta, al menos su problema de alojamiento se solucionó.

Tenían una gran extensión que abarcar, ya que no había ni un solo publicador al sur de la zona de Dublín hasta la ciudad de Cork, situada a unos 260 kilómetros de la capital en dirección sur. Para mayor efectividad, el grupo empezaba el servicio del campo cada mañana a las ocho. Viajaban hasta el punto más distante de su territorio escogido y entonces iban predicando hacia el lugar donde tenían la caravana. Para prevenir cualquier ataque a su propiedad, cuando empezaban a predicar en zonas cercanas a donde tenían aparcada la caravana, la llevaban a otro sitio. Al llegar a pueblos grandes, intentaban visitar a la gente antes del domingo, cuando el sacerdote, casi invariablemente, acometería contra ellos desde el púlpito.

Las dos audaces parejas encontraron a mucha gente que nunca antes había conocido a los testigos de Jehová. Con frecuencia, los amos de casa declaraban que la Iglesia les había prohibido incluso leer las Escrituras. “Por lo tanto —dijo el hermano Matthews⁠—, además de distribuir el folleto El camino de Dios es el de amor, también llevábamos ejemplares de la Biblia católica Douay, que usábamos y ofrecíamos a la gente.”

Este folleto ayudó a los hermanos a rechazar la idea de solo visitar a los protestantes. Se hablaba con todas las personas. Distribuyeron como mínimo 20.000 ejemplares de este folleto en la parte oriental del país, mientras otro grupo hacía un trabajo similar en la parte occidental. Encontraron a mucha gente hospitalaria. “Nunca tuvimos que comprar patatas o leche o cosas similares”, dicen el hermano y la hermana Matthews.

FINALMENTE, ¡UN SALÓN DEL REINO EN DUBLÍN!

Hasta entonces, la congregación de Dublín se había reunido en toda clase de lugares, ninguno de ellos cómodo. En uno de estos, una buhardilla sobre un establo, no era raro mirar hacia arriba y ver ratas correteando por las vigas. Por lo tanto, los hermanos decidieron que ya era tiempo de encontrar un lugar exclusivamente para ellos. Después de buscar mucho, pudieron alquilar un edificio que había sido usado como garaje en James Place, una pequeña calle que salía de la calle Baggot, en la zona sur de Dublín.

Convertir esta vieja propiedad en un Salón del Reino adecuado llegó a ser un proyecto para corazones animosos. Con un gran esfuerzo los hermanos renovaron el viejo edificio y lo convirtieron en un hermoso Salón del Reino. Hubo 134 personas presentes para su dedicación en 1953.

El 3 de diciembre de 1954 ese Salón del Reino recibió a visitantes especiales de la sede internacional: los hermanos Frederick W. Franz y Grant Suiter. Para oír a esos hermanos, estaban presentes más de veinte misioneros, quienes habían prendido fuego a la isla con su predicación del Reino.

En los años siguientes, el Salón del Reino de Dublín también sirvió para las asambleas de circuito de la República. ¿Puede imaginarse a unos doscientos hermanos y hermanas apretujados en un espacio reducido de 7 × 14 metros? La escalera que llevaba a la segunda planta era tan estrecha que no podían pasar dos personas por ella. Durante las asambleas, cuando se preparaba el alimento arriba, tenían que pasarlo de mano en mano, un plato a la vez, a los que estaban esperando abajo. No era como los cómodos Salones del Reino modernos, pero comparado a algunos de los lugares que habían estado usando, era un paraíso.

SE ESTABLECE LA OFICINA SUCURSAL

El año 1957 vio un buen progreso en la obra en Irlanda. El hermano Knorr dispuso que hubiera una oficina sucursal separada en Dublín. Hasta entonces, Dublín había sido usado como un depósito de literatura, mientras que la obra se supervisaba desde la sucursal británica.

Esta nueva sucursal, ubicada en un edificio de tres pisos de la calle Lindsay Road, número 86, en la parte norte de la ciudad, ahora podía concentrar toda la atención en las necesidades específicas del campo irlandés. Aunque Irlanda del Norte aún permanecería bajo la dirección de la sucursal británica, la obra de la República de Irlanda ahora iba a ser supervisada desde la nueva oficina sucursal.

SE RESALTA EL FRACASO DE LA CRISTIANDAD

Ante el continuo desdén religioso, los hermanos trabajaron con ahínco para exponer a la cristiandad como lo que era. Uno de los instrumentos utilizados fue el número del 1 de noviembre de 1958 de The Watchtower. Contenía una resolución adoptada en las asambleas Voluntad Divina de aquel año y resaltaba el fracaso total de la cristiandad en lo que respecta a dirigir a la gente al Reino de Dios como el verdadero remedio para los males de la humanidad.

La revista fue ampliamente distribuida entre el clero de Irlanda. ¡Y qué reacción provocó! Un ejemplar fue devuelto con la palabra “camelo” garabateada en la primera página. Otra, devuelta por un clérigo, llegó con este mensaje:

“No vuelvan a enviarme esta basura [...]. Ustedes hacen la obra del Diablo y la hacen por dinero [...]. Dejen tranquilos a los buenos irlandeses. De todos modos, no van a influir en ellos. Repito: no vuelvan a enviarme esta basura. No leí ni una sola palabra de la revista.”

Pero algunos de los “buenos irlandeses” tenían hambre de la verdad y estaban respondiendo. Aun así, a la mayoría se le hacía difícil de creer que lo que motivaba a los hermanos a usar su tiempo y recursos para ayudar a otros a aprender la verdad fuese un espíritu de amor y altruismo genuinos. Hallaban igualmente difícil de creer que los que respondían a la verdad no lo hicieran por dinero. Circulaban muchos rumores falsos de que las personas interesadas recibían dinero u otros beneficios cuando escuchaban a los Testigos.

ATACADOS POR UNA CHUSMA EN WEXFORD

El clima para la declaración de las buenas nuevas en Irlanda estaba mejorando poco a poco. Pero no todas las personas estaban dispuestas a escuchar pacíficamente el mensaje del Reino. Por ejemplo: vayamos al pintoresco pueblo de Wexford, en el sur de Irlanda. Corría el año 1960.

El hermano Alex Turner y su esposa llevaban en Wexford unos diez meses cuando surgió la dificultad. El hermano Turner estaba en la obra de casa en casa. Mientras hablaba a algunas personas, un sacerdote llegó por detrás. “Déme esta sucia literatura”, gritó el clérigo, tratando de arrebatar la cartera de testificación del hermano Turner. Se juntó una muchedumbre, entre la que se encontraba un segundo sacerdote. Cuando el hermano Turner rehusó entregar su cartera, se le echaron encima y lo golpearon. Sin embargo, él y su esposa se escabulleron y fueron a la comisaría de policía para denunciar la agresión.

Aunque en aquel tiempo no había ningún publicador en Wexford, la comunidad local se encolerizó por las actividades de estos precursores. Este odio afectó también a los jueces. Algunos de los comentarios que hizo el juez de distrito durante el juicio lo ilustran bien:

“Me veo obligado a llegar a la conclusión de que este caso ha sido promovido y forzado de un modo teatral con el único objetivo de lograr publicidad para los testigos de Jehová; que esa gente participa en una conspiración para desacreditar lo que ellos consideran el clero rival; que participan en lo que a mi juicio parece un intento miope y condenado de antemano de hacer proselitismo entre la gente de este país y de este condado. Ellos están forzando y han estado forzando la atención no deseada de oyentes no dispuestos [...]. Creo firmemente que esta gente ha gestado un ataque contra la fe tradicional del pueblo de Wexford, un ataque que ha fracasado, fracasará y debe fracasar.”

Había poca duda de donde estaban puestas las simpatías del magistrado, y poca probabilidad de que se hiciera justicia. Ambos sacerdotes negaron ante el tribunal que atacaran al hermano Turner. Pero se les halló culpables de cuasidelito, ¡y luego se les dejó impunes!

Los periódicos de toda Irlanda y Gran Bretaña hablaron del caso. En principio, el juicio había producido una reacción hostil. Pero tuvo algunos buenos efectos. La publicidad adversa de la prensa con respecto a las acciones ilegales de los sacerdotes y la chusma al parecer restringió ese tipo de conducta. Cuando las pasiones se enfriaron, la gente razonable vio que la violencia de esta clase era inaceptable.

De hecho, algún tiempo después, una vez que se estableció una congregación en Wexford, uno de los sacerdotes que participaron en el ataque aceptó un ejemplar del libro La verdad que lleva a vida eterna y pidió disculpas a uno de los hermanos por haber participado en el incidente.

SE NOTA LA PRESENCIA DE LOS PRECURSORES

En la parte oriental del país, los precursores también continuaron haciendo sentir su presencia. Así es como uno de los periódicos locales describió su obra: “Una vez más Donegal ha sido invadido por una plaga de parásitos mucho más astutos que las zorras o los tejones. Un ejército de hombres y mujeres, algunos de ellos paseándose en escúteres, van de casa en casa por la ciudad y por el campo, dejando sus revistas gratuitas”.

¿Cuán grande era ese “ejército”? ¡Dos hermanas precursoras en un escúter! ¿Qué provocó esa reacción? Fue la amplia distribución del número especial de Awake! del 8 de octubre de 1960, titulado: “La iglesia católica en el siglo veinte”. La descripción que hizo el periódico de la obra de predicación realizada por estas dos precursoras nos hace pensar en el ‘ejército de langostas’ descrito por el apóstol Juan en Revelación 9:1-10.

Precursores como estos desempeñaron un papel importante en la predicación de las buenas nuevas del Reino durante las décadas de los cincuenta y sesenta. Únicamente había cuatro o cinco congregaciones en la República de Irlanda en ese tiempo. Lo demás eran solo pequeños grupos aislados de precursores y publicadores que estaban dispuestos a enfrentarse a toda suerte de privaciones y dificultades para realizar su ministerio.

El encontrar alojamiento seguro seguía siendo un gran problema para los precursores en asignaciones aisladas. En la mayoría de las ciudades, era casi imposible encontrar un lugar donde quedarse. Muchos de los precursores especiales encontraron que era más fácil alquilar casitas sin muebles en zonas rurales fuera de las ciudades, con menos probabilidad de desahucio. La Sociedad entonces les proveía muebles, por los cuales los precursores pagaban un alquiler nominal. Esas casitas también servían como lugar de reunión para la gente interesada. A medida que fue remitiendo la hostilidad, los precursores especiales pudieron mudarse a las ciudades. La diligencia de los precursores fue un factor importante en el crecimiento de la cantidad de Testigos en la República: de 211 publicadores en 1962 a 253 en 1965.

ASAMBLEA INTERNACIONAL: DUBLÍN 1965

Cuando se anunció que los testigos de Jehová iban a celebrar una asamblea internacional en Dublín en 1965, la consternación se apoderó de la población. Los sucesos que fueron acaeciendo demostraron que mucha gente no quería que la asamblea se celebrase.

“Fue una cadena de dificultades, una cosa tras otra que parecía hacer imposible que se celebrara la asamblea —dijo Arthur Matthews, supervisor de los preparativos de la asamblea⁠—. Pero la lucha por preparar y por fin celebrar la asamblea generó un excelente espíritu entre todos los hermanos.” ¿Cómo lucharon contra el desánimo a medida que los problemas se multiplicaban? El hermano Matthews puso una tarjeta en su mesa de trabajo con el texto de Proverbios 24:10: “¿Te has mostrado desanimado en el día de la angustia? Tu poder será escaso”.

La oposición fanática se dejó traslucir entre algunos miembros del concejo municipal de la ciudad. Tenían la autoridad para negar el uso del estadio de fútbol que había sido alquilado para la asamblea. Un concejal calificó a los Testigos de “amenaza”, y otros miembros se opusieron firmemente a que los Testigos usaran las instalaciones. Sin embargo, otro concejal señaló sabiamente que sería una vergüenza que se retirara el permiso para la asamblea en un país que durante años había sido víctima de persecución religiosa.

La Bord Failte (Oficina Irlandesa de Turismo) estaba a favor de que se celebrara la asamblea. “¿Está la Bord Failte intentando hacer de la nación de Irlanda un hazmerreír en el mundo? —escribió un enfadado lector al periódico local⁠—. Su actitud debe constituir una amenaza mucho mayor para la iglesia católica que las actividades de los testigos de Jehová y todos los demás promotores de la religión falsa puestos juntos.”

Un corresponsal comparó a los Testigos al infame Ku Klux Klan y a la Mafia, y preguntó: “¿Quiere alguien a esa gente aquí?”. Esto ocasionó una respuesta comprensiva de un lector que dijo que a ese escritor que había atacado a los testigos de Jehová “se le tenía que caer la cara de vergüenza”.

SE SUPERAN TODOS LOS OBSTÁCULOS

Finalmente se concedió el permiso para la asamblea. Pero los problemas solo estaban empezando. Fue imposible alquilar un lugar cercano para la cafetería. Eso causó gran preocupación hasta que la directiva del estadio dijo que los hermanos podían erigir una tienda en el mismo campo de fútbol. No obstante, los hombres que llevaron los toldos al estadio rehusaron instalarlos. De modo que los hermanos, con poca experiencia en estas tareas, tuvieron que hacerlo por sí mismos. Jehová no les dejó sin ayuda. El personal de otra empresa, que había llevado mesas y sillas, también sabía erigir estos entoldados. Cuando vieron el problema, ofrecieron ayuda práctica y experta a los hermanos.

Arthur Hewson, el superintendente de la asamblea, recuerda cuán difícil fue hallar habitaciones para todos los asistentes que se esperaban. “Tan rápidamente como se obtenían las habitaciones, los sacerdotes ejercían presión y se cancelaban los alojamientos —dijo⁠—. Un 50% de las habitaciones que se obtuvieron fueron canceladas, e incluso algunos de los hoteles dijeron estar ‘a tope’ cuando se solicitaban habitaciones.” Algunos días se cancelaban más habitaciones de las que se obtenían.

Los hermanos siguieron trabajando con la confianza de que, si era la voluntad de Jehová, la asamblea se celebraría. Con el tiempo se encontraron suficientes alojamientos adecuados en las casas de Dublín para más de 3.500 testigos de Jehová. ¿Con qué efecto en la localidad? El prejuicio contra los testigos de Jehová empezó a desvanecerse. “No se nos ha dicho la verdad acerca de ustedes —comentaron algunas amas de casa después de la asamblea⁠—. Los sacerdotes nos han mentido, pero ahora que les conocemos, estaremos contentos de tenerles aquí otra vez.”

A pesar de los descomunales intentos de conspiración contra la asamblea, ninguno de ellos tuvo éxito. “Nunca he estado en una asamblea en la que el espíritu de Jehová no estuviera presente —dijo el hermano Hewson⁠—, pero jamás he asistido a ninguna asamblea, ni antes ni después de esta, en la que el espíritu de Jehová fuera tan manifiesto.” La misma intensidad de la oposición hizo la victoria más sobresaliente. Fortaleció la confianza de los hermanos en la promesa de Jehová: “Ciertamente pelearán contra ti, pero no prevalecerán contra ti. Porque yo estoy contigo, para salvarte y para librarte”. (Jer. 15:20.)

UN VERDADERO ADELANTO

La asamblea internacional de 1965 marcó un claro punto de viraje en las actividades del pueblo de Jehová en Irlanda. Generó mucha publicidad, gran parte de la cual fue muy favorable. Por primera vez, la televisión nacional retransmitió escenas del interior de una asamblea de los testigos de Jehová. También se dio buena publicidad al bautismo. Como no se pudo alquilar ningún lugar cerrado, los hermanos celebraron el bautismo en el mar abierto, en un lugar situado junto a un rompeolas de la bahía de Dublín. Allí, arrostrando la fuerte lluvia y los fríos vientos, 65 personas simbolizaron su dedicación a Jehová.

El último día de la asamblea Frederick W. Franz (que más tarde llegaría a ser el cuarto presidente de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract) presentó a un auditorio de 3.948 personas un conmovedor discurso sobre el tema “Gobierno mundial en los hombros del Príncipe de Paz”. Fue preparado teniendo presente, en primer lugar, a la población católica de Irlanda, por lo que se citó exclusivamente de la Biblia católica Douay. ¡Qué maravilloso testimonio!

TODA IRLANDA BAJO UNA SUCURSAL

El año siguiente, 1966, supuso otro buen adelanto espiritual: todo el país, norte y sur, llegó a estar bajo la dirección de la oficina sucursal de Dublín. Política y religiosamente Irlanda estaba tan dividida como siempre, pero ahora el pueblo de Jehová estaba unido en todo sentido. Ese año vio a 268 Testigos en la República de Irlanda y a 474 en Irlanda del Norte, una gran hermandad de 742 personas trabajando juntas en hacer la voluntad de Jehová.

NEUTRALIDAD A PESAR DE LAS PRESIONES

Los años turbulentos de las décadas de los setenta y ochenta vieron crecer a los movimientos nacionalistas y una escalada de actos terroristas, especialmente en Irlanda del Norte. ¿Cuál fue el resultado? Una polarización creciente de las comunidades católicas y protestantes en la parte nororiental de la isla.

Norman Richards era uno de los superintendentes de circuito de Irlanda del Norte cuando empezaron los problemas. Él recuerda cómo se presionó a los hermanos con el fin de que tomaran parte en el conflicto.

“Se hicieron esfuerzos para que los hermanos apoyaran a las patrullas vigilantes nocturnas y colaboraran en levantar barricadas para aislar sus vecindarios —dijo el hermano Richards⁠—. Los vigilantes pedían contribuciones para costear lo que necesitaban a fin de defender la zona, e intentaron colgar banderas nacionalistas en todos los edificios.”

Los hermanos se mantuvieron firmes ante la intimidación de que eran objeto. Ninguno transigió, y pronto llegó a ser obvio para todos que ellos eran totalmente neutrales en esa lucha. La gente en seguida se dio cuenta de la actitud de los Testigos en cuanto a la guerra, su punto de vista sobre las banderas y su determinación a ‘no ser parte del mundo’. (Juan 17:16; Isa. 2:2-4; 1 Cor. 10:14; 1 Juan 5:21.)

Cuando los hermanos aclaraban su posición, solían provocar la animosidad de la comunidad. Algunos vecinos que apoyaban las actividades paramilitares a menudo rehusaban hablar con ellos. Pero, con el tiempo, como continuaban siendo amables y ayudando de todas las maneras que eran aceptables desde el punto de vista de la Biblia, fueron aceptados de nuevo por la comunidad, y se reconoció su posición de estricta neutralidad.

APRENDEN A VIVIR EN MEDIO DE LAS DIFICULTADES

Cuando la violencia llegó a su punto máximo, había un constante peligro de disparos y de bombas en diferentes partes del país. La testificación vespertina remitió porque la gente tenía miedo de abrir la puerta después de que oscurecía. Pero la actividad de revisitas y la obra de estudios bíblicos en las casas continuó a buen paso.

Era comprensible que la gente tuviera temor de los desconocidos que llamaban a la puerta. “Un domingo por la tarde —recuerda el hermano Richards⁠— llamamos a una puerta y un hombre abrió con cautela. Nos identificamos y le dijimos por qué le visitábamos. Sacó la mano de detrás de la espalda y vimos que tenía un revólver cargado. ‘Soy policía —dijo⁠—, y creía que podían ser del IRA.’”

¿Cómo se adaptaron los hermanos a la vida en esas condiciones bélicas? Siguieron el consejo de Jesús registrado en Mateo 10:16 de ser “cautelosos”, evitando cualquier tipo de acción temeraria. Si explotaba alguna bomba en las cercanías mientras estaban en el ministerio, incorporaban el suceso a su presentación, diciendo algo así: “¿Sabe usted que Dios promete que cosas como estas van a terminar?”, y entonces seguían con la consideración. Por supuesto, la violencia no azotó a todas partes de Irlanda del Norte ni había acciones terroristas constantemente. “No estábamos todo el día esquivando bombas y balas —dijo un hermano⁠—. La mayor parte del tiempo se estaba tranquilo.”

SE LLEGA A TODAS PARTES CON LAS BUENAS NUEVAS

A principios de los setenta los activistas paramilitares habían advertido a los hermanos que se dispararía contra ellos si entraban en ciertas zonas. La cautela dictó una retirada temporal. De modo que en ciertos sectores católicos de Belfast no se predicaba. Uno de los hermanos explicó cómo reanudaron la testificación en estas zonas. Vivía en la división entre un barrio católico y otro protestante de Belfast. Él y su esposa llevaban consigo a su niño pequeño en el cochecito, y fueron aumentando gradualmente su presencia en el barrio católico. Pronto se les unieron dos precursores especiales. La gente fue aceptándoles cada vez más, y en poco tiempo, a medida que otros publicadores se iban uniendo a ellos, tuvieron grupos de testificación organizados en estos sectores.

¿Qué protegió a los Testigos en estas zonas católicas? Su neutralidad. Una experiencia ilustra este hecho: “Unos tres o cuatro meses después de que empezáramos a predicar en una zona, un hombre nos invitó a entrar en su casa. En el transcurso de la conversación nos dijo que los testigos de Jehová eran bienvenidos en ese sector. Reconocía nuestra neutralidad en asuntos políticos, lo cual dijo que era tan diferente de la actitud de muchos sacerdotes. Cuando le mencioné que habíamos estado visitando a las personas en esa zona por algún tiempo, respondió que podía precisarnos la hora y el lugar de nuestra primera visita en ese barrio, y que ¡habíamos sido vigilados desde entonces!”.

En una ocasión el ejército detuvo a este hermano y lo llevó al cuartel con el fin de interrogarlo. Querían que fuera un confidente para sus fuerzas de seguridad y que hiciera de espía mientras participaba en la obra de predicación. Sin embargo, después de explicar su posición neutral como testigo de Jehová en lo que respecta a la política, le dejaron marchar.

Una buena cantidad de hermanos de Inglaterra se había mudado a una congregación de una ciudad cercana a la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. En un período de dos o tres años, unas doscientas explosiones de bombas, además de los disparos y disturbios que tenían lugar prácticamente cada noche, habían demolido el centro de la ciudad. Pero durante todo ese tiempo, los hermanos sintieron la protectora mano de Jehová. Algunas veces la gente avisaba a los Testigos antes de que empezaran las dificultades. A pesar de la constante agitación, los hermanos siempre celebraron sus reuniones y continuaron con su ministerio. “En ocasiones a las fuerzas de seguridad se les negaba el acceso a ciertas zonas —dijo un Testigo local⁠—, pero siempre se permitía pasar a los hermanos para efectuar su obra de predicación, aun cuando algunos de ellos eran ingleses, porque siempre habían dejado clara su neutralidad.”

CONFUSIÓN DE IDENTIDAD

No obstante, hubo ocasiones en las que algunos publicadores se encontraron en dificultades mientras participaban en la obra de predicación. La confianza en Jehová y la calma les evitaron problemas serios. Por ejemplo: a un precursor especial le confundieron con un miembro de las fuerzas de seguridad. Él explica:

“Estaba haciendo algunas revisitas en una zona conocida por sus claras simpatías hacia el IRA, cuando se acercó un automóvil. Uno de los ocupantes me apuntó con una pistola y me mandó entrar en el vehículo. Inmediatamente me cachearon. Al principio pensaba que me iban a matar, porque me habían confundido con un soldado de paisano. Me llevaron a una casa y me encerraron en un pequeño cobertizo. Me pareció una eternidad. Luego me sacaron, me vendaron los ojos y me condujeron a una casa donde me sometieron a un largo interrogatorio. Querían saber quién era y qué estaba haciendo en aquella zona. Desde el principio estuve orando a Jehová para que no se malinterpretara nada de lo que dijera o hiciera.

”Les expliqué que era testigo de Jehová y que solo estaba interesado en ayudar a la gente a entender la Biblia. Pude oír que alguien estaba registrando mi cartera de predicación y comentando sobre mi registro de casa en casa. Uno de los hombres salió de la habitación, diciendo: ‘Sigan apuntándole, y si hace algún movimiento, ¡vuélenle la cabeza!’. Después de un rato, el hombre regresó. Seguramente pudo corroborar lo que yo había dicho, pues les dijo a los demás que podían soltarme. Aún con la venda en los ojos y a punta de pistola me volvieron a subir al automóvil y me dejaron cerca del centro de la ciudad.

”Estoy seguro de que el espíritu de Jehová me mantuvo totalmente calmado y me ayudó a poder decir y hacer las cosas de modo que aceptaran mi estricta neutralidad. Aquella misma tarde volví con mi compañero a visitar en ese mismo barrio a una persona interesada que me estaba esperando, y después seguimos trabajando con frecuencia en ese territorio sin más molestias.”

SE LES RECONOCE COMO TESTIGOS

En otra ocasión, dos precursores estaban trabajando en la pequeña ciudad fronteriza de Crossmaglen (Irlanda del Norte). Para muchos de aquella zona eran extraños. Ellos no sabían que el IRA acababa de distribuir tratados para advertir a la gente de la ciudad de la llegada inminente de una unidad especial del ejército británico, las SAS: una unidad especializada que solía trabajar sin uniforme. Las personas de la localidad sospecharon que los hermanos precursores eran miembros de las SAS.

Listos para volver a casa después de terminar su servicio del campo, los hermanos se detuvieron a tomar una taza de café mientras esperaban el autobús. Le preguntaron a la mujer del bar si había llegado el autobús a la ciudad. Airada, los acusó de ser soldados y se marchó vociferando. Los hermanos también se marcharon. Mientras esperaban el autobús, llegaron unos hombres en un automóvil, entraron en el bar, en pocos minutos salieron de nuevo, subieron al automóvil, avanzaron lentamente alrededor de la plaza hasta donde estaban los hermanos esperando y les hicieron algunas preguntas. Los hermanos pensaron que eran hombres armados del IRA. Ellos nos cuentan lo que luego sucedió:

“Llegó el autobús, un vehículo viejo y abollado. Pagamos el billete y nos subimos. Entonces nos dimos cuenta de que los hombres que nos habían interrogado estaban conversando animadamente con el conductor. Poco después, el autobús arrancó, y, al mismo tiempo, los hombres se alejaron en su automóvil. Temimos que hubieran preparado una emboscada en alguna carretera solitaria fuera de la ciudad. La noche anterior un minibús había sido detenido en esa zona, pusieron en fila a diez hombres, abrieron fuego contra ellos y nueve murieron.

”Las largas millas que nos separaban de casa parecían interminables, pero a medida que nos acercábamos a la ciudad, nos dimos cuenta de que no iba a pasar nada. Cuando le pedimos al conductor que se detuviera para bajar del autobús, nos preguntó: ‘Díganme, ¿tienen alguno de sus libros?’. Evidentemente nos conocía, y le dimos los últimos ejemplares de La Atalaya y ¡Despertad! Entonces le preguntamos quiénes eran los hombres que nos habían interrogado. ‘Ah, no se preocupen —contestó⁠—. Yo sabía quiénes eran ustedes y se lo aclaré. No se preocupen en absoluto. ¡Ahora están totalmente a salvo!’”

OÍDOS RECEPTIVOS EN TERRITORIOS CATÓLICOS

Durante años, la mayor parte de la respuesta a la verdad en Irlanda del Norte se había dado en zonas protestantes. Pero luego, más y más católicos manifestaron interés a medida que empezaron a ver que este sistema no tenía nada que ofrecerles y que la Iglesia no se había apegado a los principios bíblicos. Un joven católico que trabajaba de enfermero fue visitado en la obra de casa en casa. ¿Cuál fue su reacción?

“Eran ingleses —dijo de los hermanos que le visitaron⁠—, y mi actitud inicial era que ningún extranjero debería venir a Irlanda y enseñarnos religión.” Sin embargo, los hermanos usaron la Biblia con destreza para contestar sus objeciones y preguntas. Su desdén se tornó en respeto y aceptó un ejemplar del libro La verdad que lleva a vida eterna. Anhelaba conocer más acerca de Dios, ya que se dio cuenta de que no sabía nada de la Biblia, aunque tres de sus tíos eran sacerdotes católicos. No obstante, su situación laboral cambió y perdió el contacto con los hermanos.

A medida que las condiciones en Irlanda del Norte fueron empeorando, vio en el hospital donde trabajaba los horrorosos efectos de las bombas y los tiroteos. Intentando escapar de esos horrores, empezó a fumar y a beber en exceso. No podía por menos que preguntarse: “¿Por qué está sucediendo todo esto? ¿Por qué lo permite Dios?”. Sin embargo, en medio de esas circunstancias recordó su primer contacto con la verdad, y se dio cuenta de que las respuestas estaban en la Biblia. Empezó a enderezar su vida y oró a Dios por ayuda.

Cuando fue a casa de sus padres, se encontró con una agradable sorpresa. ¡Su hermano menor estaba estudiando la Biblia con los testigos de Jehová! “Nos sentábamos hasta las cuatro de la mañana considerando las cosas que mi hermano estaba aprendiendo —explicó⁠—. Era maravilloso saber que había un Dios que se interesaba en el hombre, que limpiaría la Tierra y eliminaría la enfermedad y la muerte. Yo tenía que aprender más.”

Volvió a su trabajo en Londonderry. Una mañana sonó el timbre de la puerta. Normalmente no lo hubiera oído, ya que trabajaba de noche, pero esta vez se despertó y, medio dormido, fue hacia la puerta. Vio a dos hermanas que, pensando que no había nadie en casa, ya se iban. Les preguntó si eran testigos de Jehová. “Cuando dijeron que sí, mi corazón rebosó de alegría —cuenta⁠—, y ¡les pedí un estudio bíblico!” Como muchas otras personas de antecedentes católicos, progresó rápidamente en la verdad.

SE VE LA VERDADERA SOLUCIÓN A LOS PROBLEMAS

Dos mujeres jóvenes de otro sector muy católico de Belfast estaban envueltas en la lucha política y las actividades paramilitares. Con el tiempo se dieron cuenta de que las cosas no debían ser de esta manera. Empezaron a cuestionarse el odio que veían en sus compañeros, así como la falta de respeto por la vida que manifestaba la gente que estaba dispuesta a mutilar y matar por los intereses de su causa.

Cuando un publicador llamó a su casa y les habló de la verdad, en principio se mostraron escépticas. Pero gradualmente se dieron cuenta de que la promesa de Dios de un gobierno que enderezaría los asuntos de la Tierra era la única solución práctica para los problemas que plagaban Belfast. (Sal. 46:8, 9; Isa. 2:4; Dan. 2:44.) Al principio les resultaba difícil creer que alguien pudiera ser neutral en un ambiente como aquel; pero a medida que se asociaron con los hermanos en el Salón del Reino, se dieron cuenta de que la neutralidad cristiana era posible. Llegaron a experimentar la unidad y el amor reales que demuestran los seguidores verdaderos de Cristo, y pronto entraron en la verdad. (Juan 13:34, 35.)

JEHOVÁ SIGUE HACIÉNDOLO CRECER

Jehová puede hacer que la semilla de la verdad crezca en el corazón de la gente después de haber estado latente por años. (1 Cor. 3:6, 7.) De repente, tales personas pueden progresar rápidamente en la verdad. Esto lo ilustra la experiencia de una hermana que estaba participando en la testificación en las calles.

“Me turbé un poco cuando vi a un hombre con una bolsa de la compra en cada mano acercarse a mí muy decidido —dijo⁠—. Se paró, dejó las bolsas en el suelo y me preguntó si era testigo de Jehová. Cuando dije que sí, pidió un ejemplar ‘del libro rojo’, Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la Tierra. Entonces vino la sorpresa. ¡Preguntó si alguien podría visitarlo y estudiar la Biblia con él!”

En 1963 este hombre había recibido un ejemplar del libro “¡Babilonia la grande ha caído!” ¡El reino de Dios domina! de un compañero de trabajo. Lo había leído y había visto que era la verdad, pero no había hecho nada al respecto. Más tarde, mientras todavía estaba soltero, oró a Jehová, prometiéndole que si le suministraba una esposa e hijos, criaría a estos para que le sirvieran. Ahora, unos veinte años después, estaba casado y con cuatro hijos, y aún no había cumplido aquella promesa. Debido a problemas personales, estaba en peligro de perder a su familia.

Viendo su necesidad espiritual, buscó a los hermanos. Sabía por uno de sus vecinos en qué esquina se colocaban los Testigos cada sábado cerca de la hora de comer. De modo que hacia allí se fue para encontrarlos. Desde el principio empezó a asistir a las reuniones regularmente, y llevaba a sus hijos con él. A medida que fue apreciando más las normas de Jehová, empezó a hacer cambios en su vida. Dos meses después de haberse puesto de nuevo en contacto con los hermanos, asistió a su primera asamblea de circuito, la cual le dio la fuerza para dejar de fumar.

Entonces le sobrevino una verdadera prueba. Como resultado de la oposición de la familia, su esposa había rehusado hablarle durante semanas, y por fin le amenazó con separarse de él si no dejaba la verdad. Era irónico pensar que aquello que quería salvar por medio de la verdad, a saber, su matrimonio, se veía ahora amenazado como resultado de servir a Jehová. Sin embargo, razonó sabiamente que si abandonaba la verdad en aquel momento, con el tiempo lo perdería todo, tanto para él como para su familia. De modo que se mantuvo firme. Luego se dio cuenta de que su esposa no quería realmente separarse de él, sino que había sucumbido a la presión familiar. Ahora ella reconoce que si no hubiera sido porque su esposo se hizo testigo de Jehová, ya no estarían juntos.

CONTINUO CRECIMIENTO TAMBIÉN EN LA REPÚBLICA

La persistencia de los hermanos y hermanas en hacer brillar la luz de la verdad por todas partes también empezó a producir buenos resultados en la República de Irlanda.

Una pareja católica estaba apenada por la muerte de su hija de cuatro años de edad. Algunas personas les habían dicho que tenía que morir “porque Dios la quería en el cielo” y que “este mundo nunca había sido para ella”. Esto no tenía sentido para aquellos padres dolientes. “Nosotros éramos buenos católicos —dijeron⁠—. Íbamos a misa y creíamos en Dios, pero ¡no podíamos entender por qué ella había tenido que morir!”

La madre empezó a estudiar, pero, al principio, al esposo no le atrajo la verdad. “¡Nada de cumpleaños! ¡Nada de Navidades! ¡Tener que ir a todas aquellas reuniones! ¡Tener que dejar de fumar! Eso no es para mí”, pensó. Pero en el fondo admiraba a su esposa por su creciente devoción a Jehová. En un principio, cuando los hermanos venían para el estudio bíblico, se iba por la puerta trasera. Sin embargo, después de algún tiempo, empezó a quedarse a escuchar y a valorar la verdad.

Le chocó aprender que Jehová era el Dios verdadero. “Yo pensaba que era algún millonario americano”, dijo. Con el tiempo, la familia estuvo unida en el servicio a Jehová. Su fe en el Dios verdadero les dio gran fortaleza cuando, en muy poco tiempo, su hijo mayor murió de leucemia. “Si no hubiéramos conocido la verdad y no hubiéramos tenido a los hermanos de la congregación, nos habríamos quitado la vida”, confesó.

Otro hombre católico estaba perplejo por toda la injusticia y el sufrimiento que hay en el mundo. La guerra de Vietnam, los horrores de Biafra, los millones de personas que mueren de hambre en un mundo de abundancia... todo parecía estar mal. Para olvidarse de estas trágicas realidades, empezó a beber en exceso. Cuando le visitaron con el mensaje de la Biblia, se le explicaron las razones por las que existe este horrible sistema satánico.

Progresó en la verdad y se envolvió plenamente en el servicio a Jehová. Una vez visitó a unos hermanos de Belfast y participó con ellos en la obra de casa en casa en un sector lealista (antinacionalista) de la ciudad. Antes ni siquiera había pensado en visitar Irlanda del Norte, mucho menos aventurarse en sectores lealistas. Pero allí estaba. Le invitaron a entrar en una casa, y el dueño de la misma se dio cuenta de que el hermano había sido católico. De modo que le preguntó: “Cuando usted era católico, ¿apoyaba al IRA?”. El hermano se dio cuenta de que ese hombre podía volverse violento, ya que hacía poco tiempo que había sido puesto en libertad después de que se le arrestara cuando se disponía a matar a un católico a mano armada. De modo que el hermano dijo: “Yo no soy católico ahora. Soy testigo cristiano de Jehová. Como cristiano verdadero, yo nunca mataría a nadie por algún gobierno o por algún hombre”. Con esto, el amo de casa le dio la mano y le dijo: “Matar siempre está mal. Están haciendo una buena obra. Sigan así”.

SERVICIO DONDE LA NECESIDAD ES MAYOR

De gran ayuda para acelerar la obra en Irlanda fue la disposición de muchos hermanos de otros países a mudarse para servir donde la necesidad era mayor. Respondieron a una llamada similar a la que oyó el apóstol Pablo: “Pasa a Macedonia y ayúdanos”. (Hech. 16:9.) Aquello requería un profundo amor a Jehová y un verdadero espíritu de sacrificio. Pero los resultados y las recompensas han sido sobresalientes.

Por supuesto, había que superar algunas dificultades, tal como encontrar un empleo y también una escuela para los niños. Pero estos hermanos y hermanas pusieron a prueba a Jehová, y Él nunca les falló. “Nuestros hijos se adaptaron fácilmente —dijo un matrimonio⁠—, y hemos visto que tenemos una mayor participación en los asuntos espirituales a nivel familiar como resultado de habernos mudado aquí.” Un cabeza de familia comentó en cuanto a cómo su propia familia se había beneficiado de mudarse a Irlanda. “Nos ha ayudado a no interesarnos demasiado por las cosas mundanas —dijo⁠—, y hemos conseguido la meta familiar de ser todos precursores.”

Las congregaciones también han recibido un buen apoyo de precursores valerosos, la mayoría de los cuales vinieron de Gran Bretaña. Algunos incluso se quedaron en Irlanda después de formar sus propias familias. Muchas parejas de precursores vinieron originalmente a Irlanda con la idea de estar un año o dos y luego volver a su tierra. Algunos así lo hicieron, y aportaron una excelente contribución al adelanto de la obra en este lugar. No obstante, otros pudieron quedarse en Irlanda.

Lo normal en Irlanda es que los matrimonios tengan familias grandes y que tengan hijos tan deprisa como sea posible. Por lo tanto, a los irlandeses solía extrañarles que las parejas de precursores no tuvieran niños. Cuando la gente de la localidad descubría que los precursores que los visitaban no tenían hijos, a menudo les decían preocupados: “¡Encenderé una vela por usted!”. Una vez que las parejas de precursores que estaban en una comunidad tenían hijos, las personas de la localidad les aceptaban mejor. Esto tuvo un efecto estabilizador en las congregaciones. En vez de producirse un cambio periódico de precursores, su presencia en ellas se hizo más permanente.

Cerca de treinta de las ochenta congregaciones tienen un excelente núcleo de ancianos y otros publicadores de las familias de precursores que se mudaron a esta isla. En una congregación, cuatro de los cinco ancianos originalmente vinieron a Irlanda como precursores. ¿Por qué se quedaron? Sus respuestas: “Ha llegado a ser nuestra casa”. “Queríamos seguir sirviendo donde la necesidad era mayor.” “No parecía haber razón para volver a un lugar donde no existía una gran necesidad.” Jehová bendijo su ministerio. Para 1982 había 2.021 Testigos en Irlanda.

Con la obra prosperando tanto en Irlanda del Norte como en la República de Irlanda, tenía que esperarse que los demonios se esforzaran aún más por entorpecer el progreso. Un arma a la que volvieron de nuevo fue la apostasía.

DE NUEVO APOSTASÍA EN DUBLÍN

Durante 1982 se desarrolló una forma particularmente virulenta de apostasía, especialmente en Dublín. Algunos hermanos empezaron a resentirse de la autoridad de la congregación y a cuestionar el conjunto de enseñanzas aceptadas como la verdad por el pueblo de Jehová. Promovieron la idea de que cada cristiano debería poder decidir por sí mismo sobre diferentes asuntos doctrinales.

Silenciosa y subrepticiamente sembraron semillas de duda en la mente de otros con respecto a ciertas doctrinas. Se cuestionó la integridad de los miembros del Cuerpo Gobernante. Los disidentes que servían de ancianos y siervos ministeriales minimizaron las instrucciones de la organización. Desde la plataforma y, en otras ocasiones, de modo secreto, diseminaron sus propias ideas, minando la confianza de otros en la organización de Jehová.

A medida que esta actitud rebelde se hizo más y más manifiesta, los ancianos leales de las congregaciones trataron de ayudar a esas personas a recobrar su equilibrio espiritual y fe para evitar el naufragio espiritual. (1 Tim. 1:19.) Los que se mantuvieron leales eran conscientes de los peligros de una situación como esta, tal como predijeron los apóstoles Pablo y Pedro. (Hech. 20:30; 2 Ped. 2:1, 3.)

John Barr, del Cuerpo Gobernante, y Robert Pevy, que había servido de precursor en Irlanda y que ahora está sirviendo en el Betel de Brooklyn, prestaron su ayuda. Tomaron tiempo de sus viajes de vacaciones a Inglaterra para venir a Irlanda y hablar con los hermanos y animarlos. Razonaron largo tiempo con ellos y consideraron a cabalidad muchas cuestiones que habían surgido con respecto a asuntos doctrinales. Sin embargo, se hizo obvio que las cuestiones que habían hecho surgir aquellos descontentos eran solo una cortina de humo. La verdadera cuestión consistía en si esta era, en realidad, la organización de Jehová o no.

A medida que se fue haciendo más evidente este rechazo de la verdad, los ancianos siguieron intentando ayudar a los que habían sido afectados por las ideas apóstatas. Al mismo tiempo, también vieron la necesidad de seguir la amonestación del apóstol Pablo a Timoteo: ‘Manda a ciertos individuos que no enseñen diferente doctrina’. (1 Tim. 1:3.) Como Pablo advirtió a Timoteo, las enseñanzas de tales apóstatas ‘se esparcieron como gangrena’. Con el tiempo, los ancianos no tuvieron otra alternativa que expulsar a tales personas de la congregación. (2 Tim. 2:17.)

La remoción de aquellos que habían rechazado a la organización de Dios permitió que la obra prosperara. En 1982, cuando empezó la apostasía, había un promedio de 2.021 testigos de Jehová en Irlanda. En 1983 había aumentado a 2.124, en 1984 eran 2.278, en 1985 eran 2.403 y en 1986 la cifra alcanzó los 2.472, con un máximo de 2.661 en mayo de 1987. El progreso firme continúa. La lealtad había sido puesta a prueba a cabalidad. Pero la gran mayoría había demostrado su lealtad a Jehová y a Su organización antes que a ningún hombre. Reconocieron dónde descansaba la verdad y de qué fuente la habían aprendido, y se adhirieron firmemente a ella. Se mantuvieron ocupados en la obra vital de predicar y enseñar.

“MI LIBRO DE HISTORIAS BÍBLICAS” EN IRLANDÉS

Durante años, todo lo que el pueblo de Jehová tuvo disponible en irlandés fue uno o dos tratados y un folleto. Así que se recibió con gran entusiasmo la publicación Mi libro de historias bíblicas en irlandés en la Asamblea de Distrito de 1982. En Irlanda se habla normalmente inglés. Sin embargo, en años recientes ha habido un resurgimiento del interés en el idioma irlandés (una antigua lengua celta). En algunas partes del país (sectores gaélicos) es el único idioma que se usa. Ahora los hermanos tenían algo sustancial que ofrecer en estos sectores, especialmente a la gente con interés en su lengua natal.

Muchos maestros, incluso sacerdotes y personal docente de las órdenes católicas de los “Hermanos Cristianos”, aceptaron ejemplares de Mo Leabhar de Scéalta ón mBíobla, como se titula en irlandés. La manera como se recibió este libro ilustra cómo ha mejorado la actitud de muchas personas hacia los testigos de Jehová. Un maestro sacerdote, exagerando ligeramente la situación, hizo el siguiente comentario: “Si hubiéramos aceptado su literatura hace treinta años, ¡nos hubieran quemado en la hoguera!”.

En una escuela, dos hermanas visitaron a la directora, que era monja. Cuando las Testigos la predicaron fuera de la Dirección, examinó el libro y rápidamente dijo: “Esperen un momento”. Unos minutos más tarde volvió con dinero en la mano y dijo: “Denme nueve ejemplares, por favor”. En otra escuela, el profesor encargado de las compras de libros para el colegio repasó el libro Historias bíblicas en irlandés y pidió treinta y cinco para la clase.

Otras personas, además de las que se dedican a la docencia, se han sentido atraídas por la maravillosa y sencilla presentación del registro bíblico que se hace en este libro. Algunas que normalmente no toman literatura de los testigos de Jehová han aceptado ejemplares.

Un hermano visitó a una señora para quien había trabajado seglarmente. Cuando mencionó que tenía un nuevo libro en irlandés, ella dijo que “no estaba interesada en nada que tuviera que ver con los testigos de Jehová”. Sin embargo, él le enseñó el libro. “Supongo que no debe tener el imprimátur”, dijo. El hermano reconoció que el libro no tenía esta licencia católica para su impresión, pero le mostró a la señora cómo el libro tenía una lista de referencias bíblicas al fin de cada relato. “Y ¿qué sacan los testigos de Jehová?” preguntó, aún un tanto recelosa. El hermano le explicó que los testigos de Jehová simplemente estaban interesados en ayudar a todos a entender la Biblia. Esa es la razón por la que habían impreso un libro como este. Ella aceptó un ejemplar del libro Historias bíblicas. En una visita posterior preguntó: “¿No usa este libro el nombre de Jehová un poco demasiado? Quedó muy sorprendida cuando el hermano le mostró con el mismo diccionario de sus hijos que Jehová realmente es el nombre de Dios y que aparece más de 7.000 veces en los escritos originales de la Biblia.

Otra hermana visitó a todos sus vecinos con el libro Historias bíblicas, tanto en inglés como en irlandés. Sus hijos van a la escuela con muchos de los niños del vecindario, y ella se dio cuenta de que, en realidad, nunca había hablado a sus vecinos acerca de la verdad. Oró a Jehová para que le diera fuerzas y empezó a testificarles a todos. Al reconocerla como vecina, la invitaban a entrar en muchas casas, y tuvo algunas conversaciones excelentes. Al terminar, ¡había colocado 75 libros Historias bíblicas!

EXPANSIÓN Y MÁS TRABAJO DE CONSTRUCCIÓN

El número cada vez mayor de personas que aceptaba la verdad creó otra necesidad en Irlanda: una sucursal mayor y mejores lugares de reunión para las congregaciones.

En 1980 se dedicó un nuevo edificio de sucursal en Dublín. Por muchos años, la sucursal había estado apiñada. Fred Metcalfe explica cómo la falta de espacio creó algunas dificultades. “En ocasiones teníamos que usar la mesa del comedor para escribir a máquina y hacer otros trabajos de oficina. Debíamos ir al extremo del jardín para conseguir la literatura para las congregaciones. El cobertizo que había allí era el único almacén adecuado que teníamos.”

Después de doce años de búsqueda, los hermanos localizaron y compraron un terreno adecuado, para el que los Testigos de Irlanda contribuyeron la mayor parte de los fondos. Se construyó una excelente oficina sucursal, con mejores instalaciones para poder atender el creciente volumen de trabajo a medida que Irlanda experimentaba un aumento en la obra de recogimiento. El Salón del Reino que se incorporó al edificio de la sucursal no solo proveyó un lugar de reunión muy necesario para las congregaciones que seguían creciendo, sino que también despertó el interés en edificar otros Salones del Reino y sirvió de modelo para estos.

Para aquel tiempo, muy pocas congregaciones tenían su propio Salón del Reino. O bien no tenían los recursos necesarios debido a que había pocos publicadores o resultaba imposible alquilar un edificio adecuado debido al prejuicio. Algunas congregaciones se reunían en habitaciones pequeñas en el último piso de algún edificio con largas escaleras. Los lugares de reunión eran fríos y húmedos, con poca calefacción. Una congregación usaba un edificio que tenía laterales de hierro ondulado. Los niños de la localidad se lo solían pasar en grande haciendo sonar las paredes mediante restregar palos por ellas mientras se celebraban las reuniones.

Varias congregaciones pequeñas aún se reúnen en salas alquiladas de hoteles y otros lugares, pero cada vez es mayor el número de las que han podido construir su propio Salón del Reino. Estos hermanos y hermanas han seguido de buena gana el consejo: “Honra a Jehová con tus cosas valiosas”. (Pro. 3:9.)

SALONES DEL REINO DE CONSTRUCCIÓN RÁPIDA

La construcción rápida de Salones del Reino ha entusiasmado a los hermanos de Irlanda. ¡En vez de meses o hasta años de duro trabajo, los Salones del Reino se construyen ahora en menos de dos días! Esto ha provisto a las congregaciones de excelentes lugares de reunión sin afectar la obra de predicación del Reino durante períodos largos. Y se ha dado un maravilloso testimonio en los lugares donde se han construido estos Salones del Reino.

El primer salón de este tipo se construyó en Downpatrick (Irlanda del Norte) en junio de 1985. El equipo de construcción estaba formado principalmente por hermanos de Inglaterra que viajaron a Irlanda del Norte costeándose sus propios gastos. Colaboraron con ellos muchos hermanos locales especialistas, además de otros dispuestos voluntarios. Más de seiscientos de estos participaron en el proyecto.

En vista del número limitado de hermanos, la pregunta que surgió cuando originalmente se propuso la idea fue: “¿Puede hacerse en Irlanda?”. La congregación siguió adelante con sus planes con plena confianza en el apoyo de Jehová. “Sentimos que Jehová nos estaba impulsando”, dijeron. Y su fe fue recompensada cuando aquella pequeña congregación de solo diecinueve publicadores vio que su nuevo Salón del Reino se terminaba rápidamente ante sus propios ojos.

Otras congregaciones hicieron lo mismo. Pronto Irlanda tuvo su propio equipo para los Salones de construcción rápida. ¿Cómo fue eso posible? “Lo fue —dijo el superintendente de la construcción⁠— porque todos los hermanos y hermanas estaban aunando sus esfuerzos bajo la influencia del espíritu de Jehová.”

Una congregación construyó su salón en menos de treinta y seis horas a pesar de la fuerte lluvia. En otro lugar, cientos de vecinos católicos visitaron la construcción después de salir de la Misa dominical. Muchos resultaron tan impresionados que hicieron generosas contribuciones para la alimentación de los trabajadores voluntarios.

BUENAS PERSPECTIVAS PARA LA COSECHA

¡Cómo han cambiado las cosas en los últimos ochenta años! Uno de los hermanos comentó que hace veinte años los precursores especiales de su congregación podían distribuir tan solo unas diez revistas al mes, a pesar de que pasaban 150 horas en el ministerio. Eso daba poca posibilidad de volver a visitar a las personas. Ahora cada publicador de congregación puede, como promedio, distribuir trece o catorce revistas al mes. Mucha de la hostilidad y del odio de los años pasados se ha desvanecido.

Es mucho más fácil participar en el ministerio hoy, con muy poca probabilidad de acciones violentas o de que se formen chusmas. Aún hay oposición, pero la gente está mucho más dispuesta a escuchar la verdad. Durante el pasado año se condujeron 1.683 estudios bíblicos de casa, lo que muestra buenas perspectivas de progreso.

En 1891, cuando el hermano Russell terminó su viaje, comentó: “Inglaterra, Irlanda y Escocia son campos listos y a la espera de la siega”. Algunos quizás pensaron, cuando las cosas estaban en los momentos más difíciles, que esa siega nunca se produciría en Irlanda y que la luz de la verdad bíblica nunca penetraría en la oscuridad espiritual que cegaba la mente y el corazón de sus habitantes. Costó un poco más de tiempo de lo que se esperaba en un principio, pero por fin estamos viendo la tan esperada siega. Hay ahora 2.661 publicadores en el campo y 81 congregaciones.

Aún queda mucho trabajo que hacer, pero con la bendición de Jehová sobre sus siervos leales de Irlanda, todavía muchos más aceptarán la verdad. Todos los siervos fieles de Jehová irlandeses se hacen eco de la declaración de Jesús: “Sí; la mies es mucha, pero los obreros son pocos. Por lo tanto, rueguen al Amo de la mies que envíe obreros a su siega”. (Mat. 9:37, 38.)

[Ilustraciones y mapa de la página 71]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

ESCOCIA

OCÉANO ATLÁNTICO

IRLANDA

BELFAST

Londonderry

Downpatrick

Newry

Crossmaglen

DUBLÍN

Donegal

Drogheda

Athlone

Galway

Roscrea

Limerick

Wexford

Waterford

Cork

Mar de Irlanda

GALES

[Ilustración de la página 89]

Fred Metcalfe, uno de los primeros precursores especiales asignados a la República de Irlanda

[Ilustración de la página 95]

Siete de las primeras misioneras que llegaron a Irlanda en 1949 son, de izquierda a derecha: Mildred Willett (de casada, Barr), Bessie Jones, Joan Retter (de casada, Miller), Joey Orrom, Elsie Lott (de casada, Levis), Ann Parkin (de casada, Carter), Barbara Haywood (de casada, Steffens)

[Fotografías en la página 98]

Olive y Arthur Matthews (recuadro), junto con el hermano de Olive y su esposa, usaron esta caravana de cuatro metros durante la campaña de 1953 con el folleto “El camino de Dios es el de amor”

[Ilustración de la página 104]

Primera oficina sucursal de Irlanda, en la calle Lindsay Road, número 86, Dublín

[Ilustraciones de la página 130]

El actual edificio de la sucursal de Finglas, Dublín, y los miembros del comité de la sucursal, de izquierda a derecha: Peter Andrews, Arthur Matthews (coordinador) y Fred Metcalfe

[Ilustraciones de la página 135]

Arriba: El primer Salón del Reino de construcción rápida de la República de Irlanda, terminado en mayo de 1986 en Dun Laoghaire

Centro y abajo: El primer Salón del Reino de construcción rápida de Irlanda del Norte, terminado en junio de 1985 en Downpatrick