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La Biblia les cambió la vida

La Biblia les cambió la vida

La Biblia les cambió la vida

¿Qué hizo posible que un joven mexicano se saliera de una banda callejera y se convirtiera en un ciudadano honrado y trabajador? ¿Por qué cambió sus prioridades una exitosa empresaria japonesa, y cómo se siente ahora que ha dejado el dinero en un segundo plano? ¿Qué motivó a un traficante de armas ruso a abandonar su lucrativo negocio? Dejemos que ellos mismos respondan.

DATOS

NOMBRE: ADRIÁN PÉREZ

EDAD: 30 AÑOS

PAÍS: MÉXICO

ANTERIOR ESTILO DE VIDA: MIEMBRO DE UNA BANDA CALLEJERA

MI PASADO: Tendría unos 13 años cuando me mudé con mi familia a la ciudad de Ecatepec (Estado de México). En aquella época, en la zona donde vivíamos había muchos problemas, como delincuencia juvenil, vandalismo y drogadicción. A causa de ese ambiente, en poco tiempo el abuso del alcohol, la violencia y la inmoralidad sexual se convirtieron en parte de mi vida.

Tiempo después nos regresamos a San Vicente, el lugar donde nací. Pero allí las drogas también se habían convertido en un grave problema, hasta el punto de que no era raro ver muchachos tirados en las calles, muertos. Decidí entrar en una banda callejera llamada los Satánicos Junior. Nos pasábamos el día robando y drogándonos, casi siempre con thinner (disolvente) o pegamento. Muchas veces me pasó que no podía recordar cómo había llegado a casa, o incluso amanecía tirado en la calle. A algunos de mis amigos los metieron en la cárcel por robo y asesinato.

Lo más irónico es que, a pesar de todo, yo creía en Dios. Así que trataba de calmar mi conciencia participando en ceremonias religiosas como el Via Crucis de Semana Santa. Pero después de la celebración, todos los que habíamos participado salíamos a emborracharnos, incluido el hombre que había hecho el papel de Cristo.

CÓMO LA BIBLIA CAMBIÓ MI VIDA: Al final de la adolescencia comencé a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. Entonces me di cuenta de que había estado desperdiciando mi vida. Si no cambiaba, tarde o temprano acabaría mal. Me caló muy hondo lo que leí en Gálatas 6:8: “El que esté sembrando con miras a su carne, segará de su carne la corrupción; pero el que esté sembrando con miras al espíritu, segará del espíritu vida eterna”. Entonces abrí los ojos a la realidad y comprendí que si quería que me fuera bien, tenía que “sembrar” pensando en el futuro.

Al estudiar la Biblia aprendí que Jehová es un Dios vivo, que se interesa por mí y que está dispuesto a perdonar los pecados que había cometido. También aprendí por experiencia propia que él escucha y contesta las oraciones.

Pero me costó mucho trabajo cambiar. Salir de la banda no fue nada fácil. Como ciertas zonas de la ciudad pertenecían a otras bandas, yo no podía pasar por esos lugares, aunque ya no formara parte de ninguna. A veces mis ex compañeros me buscaban para arrastrarme a los vicios de antes, así que tenía que esconderme de ellos.

Sin embargo, en el Salón del Reino, todo era muy diferente. Los Testigos eran personas amables y cariñosas. Me impresionó ver que estaban muy convencidos de lo que hacían y que realmente vivían lo que predicaban. Desde luego, aquel lugar no tenía nada que ver con el mundo al que yo estaba acostumbrado.

QUÉ BENEFICIOS HE OBTENIDO: Ya hace diez años que me bauticé y llegué a ser testigo de Jehová. Ahora me esfuerzo por obedecer lo que dice la Biblia, y, gracias a ello, mi familia me respeta. Saben que me he convertido en un hombre honrado y trabajador, e incluso les he ayudado en sentido económico. Felizmente, mi madre aceptó estudiar la Biblia y ahora es testigo de Jehová. Mi padre, por su parte, también está haciendo cambios en su vida. Es cierto que la mayoría de mis familiares no son Testigos, pero al ver cuánto he cambiado, reconocen que la Biblia tiene el poder de transformar la vida de las personas.

DATOS

NOMBRE: YAYOI NAGATANI

EDAD: 50 AÑOS

PAÍS: JAPÓN

ANTERIOR ESTILO DE VIDA: EXITOSA EMPRESARIA

MI PASADO: Me crié en un pueblo pequeño donde la gente es muy amigable. Mi padre tenía una tienda con diez empleados, y tanto él como mi madre solían pasar mucho tiempo trabajando. Pero como nuestra casa quedaba justo al lado, no me sentía sola.

Soy la mayor de tres hermanas, así que desde pequeña me prepararon para hacerme cargo del negocio familiar. Me casé joven, y mi esposo dejó su empleo en un banco para ayudarme en la tienda. En poco tiempo ya teníamos tres hijos, pero como yo me pasaba el día entero trabajando, era mi madre quien los cuidaba mientras hacía las tareas del hogar. Aun así, solíamos reservar algo de tiempo para pasarlo en familia.

Entonces, nuestro distrito comercial sufrió un revés económico. El negocio comenzó a decaer, por lo que planeamos abrir uno nuevo, dedicado a la remodelación de hogares. Decidimos construir el local junto a una de las carreteras principales. Pero un día antes de la ceremonia de inauguración de las obras, mi padre —el presidente de la empresa— sufrió un infarto cerebral y perdió casi por completo la facultad del habla. Como consecuencia, yo tomé las riendas de la nueva empresa y mi esposo se quedó al frente del antiguo negocio. La verdad es que no parábamos ni un segundo.

La nueva tienda fue todo un éxito. Yo me sentía muy orgullosa, y estaba dispuesta a trabajar el tiempo que fuera necesario, incluso a costa de mi descanso. Por supuesto, amaba a mis hijos, pero en mi cabeza solo había una cosa: trabajo y más trabajo. Apenas tenía tiempo para conversar con mi esposo, y cuando lo hacíamos, siempre acabábamos discutiendo. Para aliviar la tensión de la rutina, casi todas las noches salía a beber con mis amigos y compañeros de trabajo. Mi vida consistía en poco más que trabajar, beber y dormir. Estaba claro que algo no iba bien: si tenía tanto éxito en los negocios, ¿por qué me sentía cada vez más infeliz?

CÓMO LA BIBLIA CAMBIÓ MI VIDA: Cuando comencé a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová, hubo tres versículos bíblicos que me llegaron al corazón. Uno de ellos fue Mateo 5:3, que dice: “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual, puesto que a ellos pertenece el reino de los cielos”. Cuando comprendí lo que quería decir, me eché a llorar. Ahora entendía por qué, a pesar del éxito que había alcanzado en el mundo empresarial, seguía sintiéndome vacía. Me di cuenta de que tenía una necesidad espiritual; si quería ser feliz, tendría que satisfacerla.

En aquella época, la economía japonesa dio un gran bajón, y muchos de mis conocidos se vieron afectados. Eso me enseñó que las palabras de 1 Timoteo 6:9 encierran una gran verdad: “Los que están resueltos a ser ricos caen en tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y perjudiciales, que precipitan a los hombres en destrucción y ruina”. Entonces me apliqué a mí misma la advertencia de Jesús en Mateo 6:24: “No pueden ustedes servir como esclavos a Dios y a las Riquezas”. Decidí que ya era tiempo de hacer cambios en mi vida.

Había tenido abandonados a mis padres, mi esposo y mis hijos. Por si fuera poco, me había vuelto una persona muy desagradable: era impaciente y arrogante, y me enojaba con facilidad. De hecho, al principio pensaba que jamás lograría estar a la altura de las normas cristianas. Pero yo quería mucho a mis hijos, así que me esforcé por poner en práctica los consejos bíblicos sobre la familia, y ellos reaccionaron muy bien. Además, comencé a pasar más tiempo con mis hijos y a llevarlos a las reuniones.

QUÉ BENEFICIOS HE OBTENIDO: Ahora que sirvo a Dios, mi vida tiene propósito y me siento muy feliz y satisfecha. Tengo claro que mi familia es más importante que el trabajo, y eso me ha devuelto el respeto por mí misma.

Cuando mi madre vio que los principios bíblicos habían mejorado mi personalidad, aceptó estudiar la Biblia, y ahora también es testigo de Jehová. Afortunadamente, ni mi padre ni mi esposo se han opuesto a nuestra decisión. Mis hijos y yo estamos más unidos que nunca, y por fin disfruto de un hogar realmente feliz.

DATOS

NOMBRE: MIKHAIL ZUYEV

EDAD: 51 AÑOS

PAÍS: RUSIA

ANTERIOR ESTILO DE VIDA: TRAFICANTE DE ARMAS

MI PASADO: Nací en Krasnogorsk, una ciudad rodeada de vegetación y atravesada de norte a sur por el río Moscova. Al norte y al oeste, los barrios de la periferia quedan prácticamente escondidos entre los espesos bosques.

De joven pasaba mucho tiempo haciendo ejercicio, y me encantaba participar en violentas peleas y manejar armas. También fabricaba cuchillos, armas de fuego ilegales y municiones. Así que terminé dedicándome a vender armas a los delincuentes. Lo tenía todo muy bien organizado y ganaba mucho dinero.

CÓMO LA BIBLIA CAMBIÓ MI VIDA: Conocí a los testigos de Jehová a principios de los noventa. Pero no confiaba en ellos, pues hacían demasiadas preguntas, para mi gusto.

Cierto día, uno de ellos me leyó Romanos 14:12, que dice: “Cada uno de nosotros rendirá cuenta de sí mismo a Dios”. Entonces pensé: “Cuando Dios me pida cuentas, ¿qué voy a responderle?”. Decidí que quería aprender lo que Dios esperaba de mí.

Me esforcé por obedecer el consejo bíblico que aparece en Colosenses 3:5-10: “Amortigüen, por lo tanto, los miembros de su cuerpo [...] en cuanto a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia, que es idolatría. Por causa de esas cosas viene la ira de Dios. [...] Pero ahora realmente deséchenlas todas de ustedes: ira, cólera, maldad, habla injuriosa y habla obscena de su boca. No estén mintiéndose unos a otros. Desnúdense de la vieja personalidad con sus prácticas, y vístanse de la nueva personalidad”.

Pero cambiar no fue nada fácil. Por un lado, mis antiguos clientes seguían pidiéndome armas; y por otro, me costaba controlarme cuando alguien me provocaba. Aun así, destruí todas las armas de mi enorme y costoso arsenal. Continué estudiando la Biblia, y cuanto más aprendía acerca del amor que Dios y Cristo habían mostrado por mí, más crecía mi amor por ellos. Además, no dejé de asistir a las reuniones ni de pedirle a Jehová que siguiera ayudándome.

QUÉ BENEFICIOS HE OBTENIDO: Aunque me ha costado mucho mejorar mi carácter, poco a poco lo he ido logrando. Mis hermanos cristianos me han apoyado mucho. Algo que me hace muy feliz es comprender que Jehová se interesa por todos nosotros, incluso por los que han muerto (Hechos 24:15). Además, valoro mucho las cualidades que he encontrado entre los testigos de Jehová: su sinceridad, su cordialidad y su lealtad a Dios. También agradezco el interés sincero que han mostrado por mí.

Al principio, algunos de mis familiares y amigos se resistieron a aceptar mi decisión. Pero luego se consolaron pensando que, al fin y al cabo, estaría mejor en una religión que en el crimen organizado. Ahora soy muy feliz. Ya no me dedico a vender armas de guerra, sino a ayudar a las personas a conocer al Dios de la paz.

[Ilustración de la página 27]

Participaba en ceremonias católicas para calmar mi mala conciencia

[Ilustración de la página 28]

Tenía éxito en los negocios, pero no era nada feliz