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Grecia

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EL 25 de mayo de 1993 terminó finalmente una enconada batalla jurídica. El litigio había empezado más de siete años antes en una isla mediterránea bañada de sol, y había culminado en el más reputado tribunal europeo. En marzo de 1986 un matrimonio mayor de apellido Kokkinakis iba de casa en casa conversando con sus vecinos sobre la Biblia en la isla griega de Creta. Hablaron con una señora cuyo esposo resultó ser director de coro de la Iglesia Ortodoxa Griega. Nada contento con la visita de los testigos de Jehová, llamó a la policía. La pareja fue arrestada.

En su lucha por conseguir la anulación de la condena y la multa impuestas posteriormente, Minos Kokkinakis llevó el pleito hasta el mismo Tribunal de Casación, el Tribunal Supremo de Grecia, pero este desestimó la apelación. Así pues, en 1988 Kokkinakis apeló a la Comisión Europea de Derechos del Hombre. La comisión, compuesta de 23 jurisconsultos que representan a las naciones miembros del Consejo de Europa, decidió que el Tribunal de Justicia Europea de los Derechos del Hombre debería examinar el asunto. La audiencia tuvo lugar en el otoño de 1992. El 25 de mayo de 1993, con seis votos a favor y tres en contra, el tribunal pronunció su fallo: Grecia realmente había cometido una violación de los derechos humanos; había violado la libertad de cultos.

Pero ¿a qué se debió esta titánica lucha relacionada con los derechos fundamentales del hombre? ¿Por qué están los testigos de Jehová librando batallas de este tipo en una tierra de histórica devoción a ideales elevados? ¿Qué clase de país es Grecia?

El inestable mar de la historia

Desde tiempos inmemoriales las olas han bañado las playas de Grecia. Este país ocupa la base de una ancha península que se adentra hacia el sur en el mar Mediterráneo y que está rodeada de centenares de islas de los mares Egeo y Jónico. Naturalmente, sus numerosas playas han resistido el embate de incontables oleadas y tormentas. Desde la retirada de las aguas del Diluvio de los días de Noé, Grecia ha aguantado una oleada mayor: el flujo y reflujo de la historia humana. Algunos hasta dicen que Grecia fue la cuna de la civilización occidental.

La familia de Javán, nieto de Noé, formó una oleada humana que fluyó desde el oriente, y Grecia atrajo a muchos de estos colonizadores. * Parece que con ellos llegaron relatos del gran Diluvio y del mundo anegado por esta catástrofe de los días de Noé. Algunos mitos de la Grecia antigua son, evidentemente, versiones corrompidas y distorsionadas de los sucesos reales de que habla la Biblia.

De hecho, la historia de la Grecia antigua y la historia bíblica están entrelazadas. En el siglo VI a.E.C. el profeta hebreo Daniel predijo que las fuerzas que impulsaban las oleadas de la historia llevarían a Grecia al cenit del poderío mundial. Tan exactas fueron las predicciones de Daniel sobre las sorprendentes conquistas de Alejandro Magno, su inesperada muerte y la posterior división de su imperio en cuatro partes de menor importancia, que algunos doctos han tratado inútilmente de probar que estos pasajes se escribieron después de que los sucesos tuvieron lugar. (Dan. 7:2; 8:5-8, 20-22.)

Aunque la Biblia no da detalles respecto a la época en que Israel estuvo bajo el dominio de Grecia, las Escrituras Griegas Cristianas conservan claros indicios de aquella era. Muchos de los seguidores de Jesús del siglo primero hablaban y escribían en griego, la lengua de uso corriente en el mundo civilizado de entonces. El pensamiento de filósofos griegos como Platón y Aristóteles era común entre los judíos del día de Jesús. El apóstol Pablo probablemente aludió a aquellos pensadores de renombre cuando escribió a la congregación de Corinto que la palabra de Dios podía ‘derrumbar razonamientos fuertemente atrincherados’. (2 Cor. 10:⁠4, 5.)

Florecimiento y decadencia del cristianismo

Grecia fue el primer país europeo que visitó un apóstol de Jesucristo. Pablo llegó al puerto de Neápolis y visitó ciudades como Filipos, Tesalónica y Berea, en el norte, y Atenas y Corinto, en el sur. Gracias a la pujanza que caracterizaba al cristianismo primitivo, en poco tiempo florecieron congregaciones en aquellas ciudades. Las cartas que Pablo escribió desde Grecia a los cristianos de Filipos, Corinto, Tesalónica y otros lugares han fortalecido la fe de millones de cristianos desde entonces.

Lamentablemente, no pasó mucho tiempo desde la muerte del último apóstol, Juan ⁠—quien escribió la extraordinaria revelación que recibió mientras se hallaba exiliado en la isla griega de Patmos⁠—, cuando otra oleada inundó Grecia. Una oscura ola de apostasía penetró en la congregación cristiana y contaminó la fe de la mayoría. Las congregaciones adoptaron enseñanzas no bíblicas, entre ellas la inmortalidad del alma, el tormento en un infierno de fuego, la Trinidad y la distinción entre clero y legos.

El resultado fue siglos de oscuridad espiritual. Durante ese período se le otorgó al papa de Roma la primacía sobre la cristiandad. No obstante, el patriarca de Constantinopla tomó el mando de la Iglesia de Grecia y los países orientales. En el año 1054 culminaron muchos años de tirantez entre Oriente y Occidente cuando un debate sobre un oscuro punto teológico llevó al Gran Cisma que separó a la Iglesia Ortodoxa Oriental de la Iglesia Católica Romana. Grecia se ha mantenido leal a la primera. De hecho, actualmente el 98% de los diez millones de habitantes del país pertenecen a la Iglesia Ortodoxa Griega, miembro autónomo de la Iglesia Ortodoxa Oriental.

La Iglesia Ortodoxa Oriental tiene una larga historia de envolvimiento en los asuntos políticos. Mientras el Imperio otomano musulmán dominó todos los países ortodoxos de Europa excepto Rusia desde el siglo XV hasta parte del XIX, los conquistadores hicieron del patriarca de Constantinopla el gobernante secular de todos los “cristianos” ortodoxos del imperio.

En la segunda década del siglo XIX, cuando Grecia se sublevó contra el dominio de los otomanos, la Iglesia Ortodoxa Griega desempeñó un papel destacado en la revuelta al promover el nacionalismo y la independencia griegos. Desde entonces el clero ha sido una fuerza dominante en la política griega, y hasta recibe paga del Estado. La tremenda influencia del clero en el país ha hecho que la historia moderna del pueblo de Jehová allí sea, en gran medida, una historia de persecución.

El país y sus actuales habitantes

A principios del siglo XX la oleada del cristianismo verdadero empezó a llegar a Grecia de nuevo. De muchas maneras, en lo que se refiere al país y su gente, los primeros predicadores del siglo XX hallaron una situación similar a la que encontró Pablo unos diecinueve siglos antes.

Ninguna parte de Grecia, con sus costas irregulares y sus innumerables archipiélagos —que componen el 20% del país⁠— está lejos del mar. Por lo tanto, industrias como la pesca y el embarque de mercancías todavía son oficios muy generalizados. El terreno es rocoso y montañoso, de modo que no hay mucho suelo arable, aunque en algunas regiones de la costa y el centro hay valles fértiles. El clima, con sus veranos cálidos y secos, es ideal para el cultivo de la oliva y la vid.

¿Qué se puede decir de la gente? Por todo el mundo se conoce a los griegos como personas enérgicas, pintorescas, apasionadas, llenas de vitalidad y generosas. Suelen ser de firmes convicciones y no vacilan en exteriorizarlas. En su primera visita a Atenas, Pablo descubrió que “todos los atenienses y los extranjeros que residían allí temporalmente no pasaban su tiempo libre en ninguna otra cosa sino en decir algo o escuchar algo nuevo”. (Hech. 17:21.) Hasta el día de hoy a los griegos les encanta sentarse en el ágora, o plaza del mercado, y hablar detenidamente de política, filosofía y religión. Son también gente profundamente leal, un rasgo del que se ha aprovechado a veces el clero ortodoxo.

La situación a principios del siglo XX

Las aguas de la verdad volvieron a Grecia como resultado de la migración. Muchos griegos se mudaron a Estados Unidos, se pusieron en contacto con los Estudiantes de la Biblia (como se conocía entonces a los testigos de Jehová) y le cobraron amor a la verdad bíblica. No tardaron en sentir el vivo deseo de comunicar a sus parientes de Grecia las cosas que estaban aprendiendo. Las cartas y los tratados que enviaron fueron semillas que en multitud de casos cayeron en buen terreno. Sin embargo, muchos se dieron cuenta de que no bastaba con enviar tratados a su país; algunos viajaron a Grecia de visita, mientras que otros volvieron para quedarse.

En 1905, el hermano Charles Taze Russell, presidente de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract, envió a Grecia a George Kossyfas, un griego que había aprendido la verdad en 1900 en Estados Unidos. Este llevó consigo la obra Estudios de las Escrituras. John Bosdogiannis, un predicador y maestro de inglés de la isla de Creta, tradujo los tomos al griego. Ya impresos, se distribuyeron en las librerías de Atenas y el puerto de El Pireo, e incluso se exhibieron en Hestia, la famosa librería de la calle del Estadio de Atenas. El hermano Kossyfas también trabajó en la calle: colocaba los tomos sobre un muro bajo a la vuelta del Parlamento griego y contestaba a las preguntas de los transeúntes.

En Creta, John Bosdogiannis halló a una persona muy deseosa de estudiar, un fotógrafo de nombre Athanassios Karanassios, que aceptó la verdad en 1910. Además, estudió hebreo antiguo, koiné (o griego común) e inglés.

En Atenas, uno de los primeros en manifestar interés fue un paralítico llamado Ekonomou, que vivía en Exarhia. En 1910 aceptó gustosamente la verdad y empezó a difundirla con celo. Pero no podía salir de la cama. Por eso, escribía versículos bíblicos en pedazos de papel y los arrojaba por la ventana con la esperanza de que algún transeúnte los hallara. También enviaba tratados y escribía cartas a las personas que manifestaban interés. Entonces Michael Triantafilopoulos, un joven que acababa de aprender la verdad, viajó a pueblos y aldeas con el fin de distribuir más tratados y establecer comunicación entre aquellas personas.

Las primeras reuniones se efectuaron en casa del hermano Ekonomou. No tardó en organizarse otro grupo en El Pireo, en casa del hermano Kossyfas. Para sus investigaciones usaron los Estudios de las Escrituras y otras publicaciones de la clase del esclavo fiel y discreto. (Mat. 24:45-47.) Sin duda les emocionó mucho enterarse de que el hermano Russell se proponía visitar Grecia.

El hermano Russell visita Grecia

Durante su viaje alrededor del mundo, el hermano Russell visitó Atenas y Corinto en 1912. En aquel tiempo sólo había unos doce publicadores en Grecia. Russell pronunció un discurso en la sala del Club de Empresarios, en Atenas, la misma ciudad cuya idolatría había irritado a Pablo diecinueve siglos antes. (Hech. 17:16.) La concurrencia fue tal que obligó a realizar otra reunión. Pero esta vez asistieron muchos sacerdotes ortodoxos griegos, que interrumpieron el discurso y causaron un alboroto. Más tarde, sentado a la cabecera de la cama del hermano Ekonomou, el hermano Russell contestó a multitud de preguntas bíblicas.

El hermano Russell viajó a Corinto en tren. Para gran sorpresa suya, se había organizado todo para que hablara en la Iglesia Ortodoxa Griega de San Pablo. Entre los presentes estuvo el alcalde, así como varios sacerdotes y algunos oficiales del ejército. El tema de su discurso fue “El gran porvenir”. Gustó bastante, y se le pidió que lo repitiera. Después, el alcalde lo llevó a ver aquella ciudad antigua, donde Pablo había pasado año y medio edificando la congregación de cristianos ungidos. (Hech. 18:11.)

La visita del hermano Rutherford

El 28 de septiembre de 1920, en el tren Expreso Simplon-Oriente, llegó a la estación de Atenas el segundo presidente de la Sociedad Watch Tower, J. F. Rutherford. El periódico Athina anunció su discurso “Millones que ahora viven no morirán jamás”. El hermano Rutherford también habló en el Areópago, o Colina de Marte, donde Pablo había dado un eficaz testimonio alrededor del año 50 E.C. (Hech. 17:22-34.) Posteriormente, con acierto escribió el hermano Rutherford: “En Grecia dominan los sacerdotes, pero creemos que la gente se está percatando de que sus guías ciegos la han engañado y extraviado. Nos parece que allí hay un extenso campo para dar testimonio de la verdad”.

El hermano Rutherford también vio que se necesitaba una mejor organización en Grecia. Antes de 1922 no había ninguna organización oficial. En ese año se abrió una sucursal de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract en la calle Lombardou, de Atenas, y Athanassios Karanassios fue nombrado su representante. Al irse organizando la obra, se enviaron oradores itinerantes a las ciudades principales; a otros se les envió a pueblos y aldeas más pequeños. En total, para aquel tiempo había unos veinte trabajadores incansables predicando.

Se difunden las buenas nuevas mediante discursos públicos

Los discursos públicos desempeñaron un papel de importancia en la difusión de las buenas nuevas en aquellos primeros años. Cuando se quiso presentar el discurso “Todas las naciones marchan al Armagedón, pero millones que ahora viven no morirán jamás”, la pequeña congregación de Atenas entró en acción. El Ayuntamiento permitió el uso gratis del Teatro Municipal de Atenas. El periódico Athina anunció el discurso con grandes titulares. El hermano Karanassios pronunció el discurso en un teatro atestado, y lo repitió en la Sala Odeón, en la calle Phidiou. Muchos obtuvieron el folleto Millones que ahora viven no morirán jamás.

George Douras, muy conocido poeta y estudiante de derecho, aprendió la verdad en 1920 al leer un tratado. De 1922 a 1925 fue peregrino, o ministro viajante. En noviembre de 1923 pronunció un discurso público en un cine del puerto occidental de Patras. Le escuchó Pavlos Grigoriadis, un hombre instruido que después se unió a los Estudiantes de la Biblia. Su hermano, Grigoris, también aprendió la verdad, y todavía está asociado con la familia de Betel de Grecia.

Aquel mismo año el hermano Douras pronunció un discurso público en el pueblo de Kalamata. Dimitris Logiotatos recordó: “Toda la comunidad quedó tan sorprendida como yo cuando vio los anuncios de la conferencia ‘Millones que ahora viven no morirán jamás’. Decidí ir a oírla. Cuando llegué, la sala estaba llena. Me senté detrás del Sr. Trempela, teólogo y profesor de la Universidad de Atenas, conocido como el portavoz de la Iglesia Ortodoxa. No se me escapó ningún detalle del combate espiritual entre los Estudiantes de la Biblia y aquel prominente teólogo. ¡Fue un triunfo para LA VERDAD! Después obtuve varios folletos que tenían el mismo título del discurso. En una sola noche leí uno de ellos. Muy contento, corrí a distribuir aquellos maravillosos folletos entre mis amigos y parientes”.

“Pasa a Macedonia y ayúdanos”

Cristianos de todo el mundo conocen la urgente llamada que el apóstol Pablo recibió mediante el espíritu santo para que predicara en el territorio de Macedonia: “Pasa a Macedonia y ayúdanos”. (Hech. 16:⁠9.) Mientras que los viajes de Pablo lo llevaron primero a Macedonia, en este siglo las buenas nuevas llegaron allí poco después de haberse extendido a las partes meridionales y centrales de Grecia.

Un discurso público dio principio a la predicación en el mismo pueblo por donde entró Pablo en Europa: Kavala, la antigua Neápolis. Nicolas Kouzounis recordó haber estado allí en 1922: “Tenía inquietudes espirituales. Para aquel tiempo el periódico Simaia anunció el discurso público ‘Millones que ahora viven no morirán jamás’, que se pronunciaría en un café. Después del discurso obtuve el folleto ¿Pueden los vivos hablar con los muertos?”. Conmovido por lo que había aprendido, el hermano Kouzounis pronto se unió a un compañero y por varios meses realizaron viajes en automóvil durante los cuales predicaron en las aldeas y pueblos de una zona que llegaba a la frontera turca. Las buenas nuevas se llevaron hasta Alexandroúpolis, en el noreste, así como a Nea Orestiada, Sakkos y la prefectura de Calcídica.

Salónica (o Thessaloniki) es la segunda ciudad de Grecia. Es una ciudad antigua, estrechamente asociada con el ministerio del apóstol Pablo y sus compañeros. Ya en 1926 Spyros Zacharopoulos, ex militar, y Thanasis Tsimperas, maestro, predicaban en aquella zona. Diogenis Kontaxopoulos llevó las buenas nuevas a las aldeas de la prefectura de Seres desde 1928 hasta 1933. La fiel predicación de Yiannakos Zachariadis llevó el mensaje del Reino a la Macedonia oriental y la Tracia occidental.

¿Cómo llegaron las buenas nuevas a zonas tan remotas? A algunos de los hermanos que fueron condenados al exilio por no cesar de predicar se les permitió escoger dónde serían enviados. El hermano Kouzounis, de Kavala, fue enviado a la prefectura de Calcídica en 1938. Después de pedirle guía a Jehová, escogió la aldea de Nea Simantra. Cuando los aldeanos de aquel lugar le preguntaban por qué lo habían enviado allí, les decía que por ser cristiano. Esta curiosa respuesta daba lugar a muchas conversaciones, y él manejaba muy eficientemente las Escrituras. Con el tiempo se estableció una congregación en Nea Simantra. Desde allí las buenas nuevas se esparcieron a Galátista, donde se formó otra congregación. En Nea Moudania unas mujeres se hicieron creyentes: las hermanas Mastoraki, Stampouli y Nteniki. Estas enseñaron a otras en Floyita, donde también surgió una congregación. Luego la verdad pasó de aquel lugar a Kassandra.

Los primeros años en Tesalia

En Tesalia, región del centro de Grecia, las buenas nuevas florecieron pronto, particularmente en dos aldehuelas, Kalamaki de Larisa y Eleftherohori de Tríccala. En noviembre de 1922, mientras viajaba, George Koukoutianos, maestro de escuela a quien habían despedido por ser Estudiante de la Biblia, se vio obligado a causa del mal tiempo a pasar la noche en Kalamaki, en casa de Dimitris Pardalos. Le dio el testimonio a su hospitalario anfitrión. El resultado de esto fue que Dimitris y otros dos hombres del pueblo —Theodoros Pardalos y Apostolos Vlahavas— llegaron a conocer a Jehová.

Estos tres empezaron a testificar de casa en casa en las aldeas cercanas. También pasaban dos o tres meses todos los años predicando en territorios lejanos; regresaban a sus aldeas a fin de recobrar las fuerzas y ganar suficiente dinero para pagarse campañas futuras. Viajaban a pie con una carga de publicaciones y cualesquier productos que les dieran en trueque.

Sin embargo, la vida que llevaban no carecía de momentos divertidos. Uno de ellos relató lo siguiente: “En cierta ocasión tuvimos que vadear un río. Como era invierno, el agua estaba fría. Puesto que yo era el más corpulento de los dos, le sugerí a mi compañero que subiera a mis espaldas y yo lo cargaría. Para ahorrarnos un segundo viaje, decidí llevar los maletines de libros en una mano y los zapatos y los calcetines en la otra. Al mismo tiempo agarré con los dientes el asa de un cesto lleno de huevos. Pero cuando llegamos a la mitad del río, cometí el error de preguntarle a mi compañero si le iba bien. Por supuesto, al momento dejé caer el cesto de huevos. Cuando intenté echarle mano, solté los zapatos, los calcetines y los maletines. Después, al tratar de recobrar estas cosas, ¡mi compañero se cayó al río!”. Años después, los dos todavía se reían al recordar el incidente.

Trabajar en las zonas rurales era un desafío. Cuando los Testigos distribuyeron el tratado Eclesiásticos denunciados, a veces fueron detenidos en los cuarteles de policía y llevados a los tribunales. Pero la persecución robusteció su fe y su celo por el Reino. El resultado fue que desde 1930 la congregación de Kalamaki creció constantemente.

Oposición desde el interior

En 1931 el pueblo de Dios adoptó el nombre de testigos de Jehová. Sin embargo, no toda persona lo aceptó. Kostas Ekonomou, de Larisa, recuerda lo siguiente: “Tan pronto como me enteré del nuevo nombre, corrí a dar la buena noticia a los hermanos de nuestra zona. Pero, aunque parezca extraño, ellos dijeron: ‘No podemos estar cambiando de nombre’. No querían llamarse testigos de Jehová.

”En la siguiente reunión los censuré por su actitud. ¿Qué hicieron entonces? ¡Los diez hermanos presentes se levantaron y me echaron de allí! Pero al día siguiente empecé a predicar, con fe en que Jehová me daría otra congregación. Aquel primer grupo de hermanos dejó de reunirse, y con el tiempo se disolvió. Solo uno o dos siguieron fieles en Larisa.”

Dentro de la organización de Jehová aparecieron otras personas que no respondieron prontamente a la guía de la organización. La predicación supuso una prueba para algunos. En 1928, en la Conmemoración de la muerte de Cristo, 168 personas tomaron de los emblemas. Sin embargo, ¡aquel mismo año solo hubo 97 publicadores de las buenas nuevas en Grecia! Como resultado de una mejor organización de la obra de predicar, los que se negaban a participar en ella fueron quedando fuera.

Crecimiento a pesar de oposición en Eleftherohori

En 1923 el primer relumbre de la verdad iluminó la aldea de Eleftherohori, en la región de Tríccala. Un hermano llamado John Kostarellos regresó de Estados Unidos a su aldea nativa de Exalofos y empezó a predicar de casa en casa. Su hermano Dimitris aceptó la verdad, y los dos predicaron con regularidad en la cercana Eleftherohori. En 1924 conocieron a George Papageorgiou, quien después relató: “Al principio me opuse. Les dije: ‘Oigan, ¿van ustedes, unos ignorantes ladrones de cabras de Exalofos, a enseñarnos el evangelio? Tenemos a nuestros sacerdotes y obispos, que son hombres educados. Ocúpense de sus propios asuntos’. Ellos se fueron, pero volvieron más tarde. Me acerqué para escuchar lo que decían. ¿Y qué oí? ‘Está escrito’ en este o aquel libro de la Biblia. Aquello me hizo pensar”. Poco tiempo después participaba en la predicación con ellos.

En 1925 estos tres hermanos viajaron a Atenas, donde se bautizaron. Juntos continuaron predicando, y en 1928 tanto el sobrino como el yerno de George Papageorgiou, de la vecina aldea de Valtino, aceptaron la verdad.

Cuando Nicos Karathanassis aceptó la verdad, sus parientes le dijeron que se fuera de Valtino. Sus primos hasta lo agarraron por el cabello, y estaban a punto de tirarlo al suelo cuando el padre de Nicos intervino. Su hermano George también empezó a servir a Jehová, lo que trajo más persecución. Algunos parientes fanáticos hasta persuadieron a la esposa de George para que lo matara cuando estuviera durmiendo. Pero George despertó precisamente cuando ella se disponía a darle un hachazo. Él le habló tan bondadosamente que ella se detuvo, conmovida por la diferencia entre la conducta de su esposo y la de los que lo acusaban. La esposa progresó en la verdad, y lo mismo hicieron otros parientes; familias enteras empezaron a servir a Jehová. Uno de los hijos de George, Kostas Karathanassis, se graduó de la Escuela Bíblica de Galaad en 1975. Él y su esposa, Maria, son misioneros en Chipre.

Vasilis Avgerinos era maestro de escuela en Eleftherohori cuando, allá en septiembre de 1927, conoció a los Estudiantes de la Biblia. “Tan pronto como llegué —⁠recordó—⁠, me dijeron que en la aldea había un ‘masón’ llamado George Papageorgiou que estaba perturbando a la comunidad con enseñanzas falsas. Puesto que yo era maestro, esperaban que ‘lo pusiera en su lugar’.” El hermano Papageorgiou relató: “Conversé con el maestro, y el lenguaje altisonante que usó para responderme impresionó a los aldeanos. Riendo, dijeron: ‘Nosotros, los aldeanos, no sabemos mucho, y usted se presenta como si fuera un hombre educado. ¡Ahora vea si puede probarle eso al maestro!’”. No obstante, solo unos cuantos días después este maestro le pidió al hermano Papageorgiou el primer tomo de Estudios de las Escrituras, y en poco tiempo pidió toda la serie. ¿Qué dijo como resultado de su lectura? Esto es lo que recuerda: “¡Al fin había encontrado la VERDAD!”. Él y su esposa empezaron a predicar.

Entonces llegó a siete la cantidad de publicadores de aquella zona. Hubo persecución de todos lados. El hermano Avgerinos relató: “La gente nos insultaba públicamente, nos maldecía en la calle, nos denunciaba a la policía y al Ministerio de Educación, nos llevaba a los tribunales y lanzaba toda clase de improperios contra nosotros. Pero nos alegró mucho ver que algunos de los que se burlaban de nosotros y nos acusaban llegaron a ser después nuestros hermanos y empezaron a predicar junto con nosotros”.

Las islas griegas: Creta

Por todo el mundo se conoce la belleza de las islas griegas siempre bañadas de sol. El apóstol Pablo visitó algunas de aquellas rocosas playas de piedra caliza del mar Egeo. Se detuvo en Mitilene, Quíos y Samos al regresar de su tercer viaje misional en 56 E.C. (Hech. 20:14, 15.) Parece que también pasó algún tiempo en Creta; pero no se sabe si visitó otras islas griegas. (Tito 1:⁠5.) El apóstol Juan estuvo exiliado en Patmos, y en tiempos modernos se han usado como lugares de exilio otras islas griegas. (Rev. 1:⁠9.)

Después de haber visitado Atenas en 1920, el hermano Rutherford visitó también los pueblos de La Canea e Iraklion, en la isla de Creta. Tres años después, Nicos Benierakis, de la aldea de Douliana, vio en una zapatería el libro El Arpa de Dios. Más tarde, se comunicó en La Canea con John Bosdogiannis, que había traducido los libros de C. T. Russell. Tres hermanos formaron un grupo en Douliana. Lamentablemente, el profesor Bosdogiannis empezó a publicar sus propios folletos y se negó a seguir cooperando con la Sociedad.

Sin embargo, un maestro humilde llamado Manolis Lionoudakis sí progresó en la verdad. Cuando lo echaron de su hogar, dejó el trabajo de maestro y emprendió el servicio de precursor en Iraklion. Predicó por todo el pueblo de casa en casa. Por ello, fue procesado y sentenciado a un año de exilio en la isla de Amorgos, en el archipiélago de las Cícladas. Recuerda: “Después de haber pasado allí seis meses, inesperadamente llegó de Creta un hombre llamado Kokkinakis. Yo le había hablado de la verdad en aquel lugar. Se había interesado, y aquí estaba, ¡exiliado por razón de sus nuevas creencias! Por fin tuve un compañero con el cual estudiar La Atalaya. Se bautizó en el mar en Amorgos”.

Actualmente el hermano Kokkinakis tiene 84 años y ha servido fielmente a Jehová durante cincuenta y cuatro años. Allá en 1938 fue el primer testigo de Jehová arrestado en Grecia por violar la ley contra el proselitismo. Su más reciente lucha en los tribunales sirvió de introducción a este relato. En total ha sido arrestado más de sesenta veces por persistir pacíficamente en la práctica de su adoración.

Aquellos fueron comienzos modestos, pero hoy hay trece congregaciones en Creta, un testimonio del aguante y el afán de los hermanos y las hermanas a través de muchos años dificultosos.

Samos

Uno de los primeros Testigos de la isla de Samos, Dimitris Makris, recordó cómo aprendió la verdad: “Mientras me hallaba en una tienda en enero de 1926, oí hablar a un Estudiante de la Biblia y me presenté. Al día siguiente Penelope y yo estuvimos presentes en una conversación sobre asuntos bíblicos. Pregunté a los hermanos cómo podían contestar tan fácilmente con la Biblia. ‘Si quiere hacer eso tiene que estudiar la Biblia’, me dijeron. Me mostraron el libro El Arpa de Dios y me explicaron cómo estudiarlo. El resultado fue que un grupo de cinco personas estudiamos el libro todas las noches hasta la madrugada. Nos bautizamos a finales del año durante la visita de un peregrino, el hermano Koukoutianos. En 1927 celebramos en Samos una pequeña asamblea a la cual asistieron 40 isleños.

”Decidimos visitar todas las aldeas de la isla con la única publicación disponible, el folleto titulado Infierno, con subtítulos que preguntaban: ‘¿Qué es? ¿Quién está en él? ¿Pueden salir de él?’. En una aldea tras otra nos golpearon. En marzo de 1928 un sacerdote nos llevó a una hermana estadounidense y a mí ante un tribunal, aunque él nos había golpeado a nosotros. En la audiencia, el juez preguntó al sacerdote: ‘¿No había en la aldea [un árbol] del cual colgarlo?’. Me sentenció a dos meses de cárcel, y aquel año tuve que celebrar la Conmemoración solo.”

Jehová ha bendecido el aguante y la dura labor de los hermanos. Ahora hay tres congregaciones prósperas en Samos.

Comienzos modestos en la isla de Corfú

En 1923 había cuatro hermanos en Corfú, una bella isla de la costa occidental de Grecia, frente a Italia. George Douras y Christos Papakos recordaron la obra de aquellos años: “Decidimos pronunciar un discurso público en un teatro de la capital. A las diez de la mañana unas mil personas llenaban el lugar. En los primeros asientos estaban algunos abogados. No obstante, el jefe de la policía se presentó y dijo que no se podría pronunciar el discurso. Uno de los abogados presentes se molestó y preguntó la razón. Cuando se enteró de que el responsable era el arzobispo, dijo en voz alta: ‘Señores, soy el cónsul de Francia. En este teatro se ha prohibido escuchar este discurso. Vengan conmigo al consulado francés. Allí se les permitirá oírlo’. El orador, el hermano Douras, fue el primero en seguir al cónsul; entonces todo el auditorio los siguió. ¡Imagínese el espectáculo que presentó aquella muchedumbre marchando por las calles de Corfú hacia el consulado francés para oír el discurso!”.

Un repartidor (ministro de tiempo completo), Charalampos Beratis, también tuvo que enfrentarse a oposición en Corfú para 1923. Relató: “En una aldea llamada Pagi todos los aldeanos se reunieron en la plaza. Les hablé de la literatura de la Sociedad y muchos aceptaron los libros. Entonces se presentó allí el sacerdote de la aldea, me tiró de la chaqueta y anunció: ‘En el nombre de la ley y del rey, lo pongo bajo arresto’. Trató de telefonear a la policía, pero el teléfono no funcionó. Oré silenciosamente a Jehová pidiéndole dirección. Al fin, simplemente recogí mi maletín de libros y dije en voz alta: ‘En el nombre de Jehová, tomo mi maletín y me voy’. Hubo absoluto silencio; nadie dijo nada. Sin añadir una palabra, ¡me fui, y seguí predicando!”.

Actualmente hay unas cuarenta y siete congregaciones con 2.500 Testigos en las islas dispersas alrededor de Grecia.

La obra de los precursores

Hasta en aquellos difíciles primeros años algunos griegos fervorosos quisieron hacer del ministerio su carrera. Michael Kaminaris, uno de los primeros precursores, regresó a Grecia en 1934, deseoso de ser predicador de tiempo completo de las buenas nuevas. Poco tiempo después lo acompañó Michael Triantafilopoulos. Los dos abarcaron varias regiones de Grecia en su predicación. El hermano Kaminaris recuerda: “A medida que la obra adelantaba, encontrábamos mayor oposición. En la aldea de Magouliana tuvimos que enfrentarnos a una multitud desordenada, y en Prasino el sacerdote encabezó un ataque contra nosotros. En las prefecturas de Mesenia, Etolia y Acarnania nos vimos implicados en muchísimos pleitos por la cuestión del proselitismo.

”Para reducir la cantidad de arrestos, la Sociedad nos aconsejó que trabajáramos solos en vez de ir en parejas. Se me hizo difícil trabajar solo y no tener con quién hablar, pero seguí adelante sin prestar atención a los peligros ni a la soledad, confiando en Jehová. Muchas veces la gente decía: ‘Tienen que estarle pagando mucho para que usted venga hasta este lugar tan retirado’. No tenían la menor idea de que muchas veces yo pasaba hambre y que ni siquiera sabía si tendría dónde dormir. A veces, cuando me hallaba en alguna zona hostil, el lugar más seguro para dormir era el cementerio”. El hermano Kaminaris ha sido miembro de la familia de Betel desde 1945. La cantidad de precursores regulares ha pasado de ocho en 1938 a unos mil ochocientos en 1993.

Esfuerzos por acallar la predicación

Con el fin de apoyar la predicación, que empezaba a prosperar, el 19 de febrero de 1936 la Sociedad fundó su primera imprenta en Grecia, en el sótano del número 51 de la calle Lombardou de Atenas, utilizando para ello una prensa plana Offenbach de segunda mano. Así pues, en mayo de aquel año la prensa se utilizó para imprimir la revista que ahora conocemos como ¡Despertad! La revista La Atalaya todavía se editaba en Estados Unidos.

Sin embargo, el clero se opuso a la distribución de la nueva revista. Por eso, en su edición de agosto de 1936 se anunció que el subsecretario encargado de la comunicación y el servicio postal había prohibido su distribución por correo. No obstante, se aseguró a los suscriptores que seguirían recibiendo la revista con regularidad. Pero la situación empeoraría después.

El 4 de agosto de 1936 se produjo un cambio de gobierno. Ioannis Metaxas ascendió a la presidencia, con poder absoluto. En 1938, cuando ya había 212 publicadores, se aprobó una ley que prohibía hacer prosélitos. Desde entonces esta ley ha sido uno de los más formidables obstáculos a la predicación en Grecia. En octubre de 1939, con motivo de una reunión en Atenas, 85 hermanos y hermanas fueron arrestados. La policía de seguridad mantuvo a las 35 hermanas en un solo cuarto mientras envió a los hermanos a diferentes cuarteles de policía, donde se les mantuvo en detención.

Al día siguiente las autoridades arrestaron en las oficinas de la Sociedad al hermano Karanassios, el siervo de la sucursal. Cerraron la imprenta y confiscaron la propiedad de la Sociedad. Por instigación del clero, se presionó a todos los hermanos arrestados para que firmaran una declaración en la que dijeran que regresarían a la Iglesia Ortodoxa Griega. Se les amenazó con el destierro en islas remotas del mar Egeo.

Kostas Christou, uno de los 85 detenidos, recuerda una de las típicas tácticas de presión que se empleaban para engañar: “Sr. Christou, su esposa ya firmó una declaración. Será puesta en libertad. ¡Sería una lástima que ella estuviera sola y usted desterrado en la isla de Serifo!”. Pero el hermano Christou contestó: “Mi esposa depende de Jehová, no de mí. Puede tomar su propia decisión. Pero estoy seguro de que no ha firmado. Además, ¿firmar qué?, ¿que es malo adorar a nuestro Creador?”.

A un amigo del presidente que conocía a los testigos de Jehová le pareció monstruosa la decisión de enviarlos al exilio. Por tanto, dijo al presidente: “Estos no son opositores políticos nuestros. ¿Qué están haciendo? Esperan el Reino de Dios. Su venida será beneficiosa. Nosotros también lo esperamos”. Convencido, el dictador dio orden de anular inmediatamente la decisión. La noticia llenó de alegría a los hermanos. En total, solo seis de los ochenta y cinco arrestados habían transigido ante la presión. Después de una audiencia, el gobierno griego devolvió a la sucursal toda la propiedad y el dinero que habían sido confiscados. De nuevo la sucursal y la imprenta empezaron a funcionar libremente. Pero aquella situación no duraría mucho tiempo.

Los años de la guerra

El 28 de octubre de 1940 Italia declaró la guerra a Grecia, y el país se vio súbitamente envuelto en la II Guerra Mundial. Ejércitos alemanes y búlgaros invadieron Grecia y causaron muchas muertes. Diecinueve hermanos perdieron la vida. Se impuso la ley marcial. De los 225 publicadores, muchos hermanos fueron procesados por la ley marcial debido a su postura de neutralidad. Algunos fueron sentenciados a de siete a veinte años de prisión; otros, a cadena perpetua. En algunos casos, como en el de Emmanuel Paterakis, de Creta, se les sentenció a muerte. No obstante, durante la ocupación alemana no se ejecutó ninguna sentencia de muerte en Grecia.

Durante la ocupación los libros de la Sociedad fueron proscritos, pero eso no impidió que algunos llegaran a los hermanos. Después de abril de 1941 el alimento espiritual se suministró clandestinamente. Se interrumpió toda comunicación con los hermanos de la oficina central; artículos de números pasados de La Atalaya se reprodujeron en multicopistas, al igual que los libros Religión y Salvación y el folleto Refugiados. Los hermanos siguieron predicando, pero informalmente. Prestaban folletos a las personas que manifestaban algún interés e invitaban a las más interesadas a reunirse con grupos pequeños. Esto contribuyó a que muchas personas aprendieran la verdad.

Escaparon cuando menos lo esperaban

Los griegos formaron guerrillas contra las fuerzas de ocupación alemanas. El 18 de octubre de 1943 el ejército alemán invadió Kalamaki, en Tesalia, donde por mucho tiempo había funcionado una congregación. Los guerrilleros izquierdistas, que tenían una base en aquel lugar, dijeron a los aldeanos que se protegieran huyendo a las montañas. Los hermanos, después de orar, decidieron quedarse donde estaban. Cuando los alemanes llegaron, saquearon las casas e incendiaron las que estaban vacías. Dos terceras partes de las casas fueron quemadas, pero ninguna de las del pueblo de Jehová. De entre las menos de 80 familias de Kalamaki, los alemanes mataron a 65 personas. Ninguna de ellas era Testigo.

El 24 de agosto de 1944, cuatro de nuestros hermanos fueron acusados de traición y sentenciados a muerte por las guerrillas en Tourkolekas, una aldea próxima a la ciudad de Megalópolis. Mientras los conducían al lugar de la ejecución, la artillería alemana lanzó un ataque por sorpresa, y los guerrilleros se dispersaron. ¡Los hermanos pudieron escapar!

A veces los soldados alemanes rodeaban una zona donde, como represalia por los actos de sabotaje, mataban a todos los hombres. En Kallithéa, un suburbio de Atenas, los soldados alemanes juntaron a todos los hombres para ejecutarlos. Entraron en casa de Thanasis Paleologos, y ya iban a arrestarlo cuando, de repente, el oficial notó que sobre la mesa había libros y revistas que identificó como las publicaciones de los testigos de Jehová, que estaban proscritas. Preguntó: “¿Es usted de los Estudiantes de la Biblia?”. El hermano Paleologos respondió: “¡Sí!”. El oficial le dijo confidencialmente: “Mi madre es Estudiante de la Biblia en Alemania”, ¡y entonces se fue, llevándose a los soldados!

Persecución durante la guerra

En Eleftherohori, otra congregación fundada mucho tiempo atrás se enfrentaba a los años de la guerra. Elias Panteras informa: “Los años 1940 a 1950 fueron un tiempo de intensa prueba. Cuando los hermanos iban de casa en casa se tocaban las campanas de las iglesias, y el funcionario principal de la aldea se presentaba con los sacerdotes y los guardias rurales y arrestaba a los hermanos y los llevaba al tribunal. En dos ocasiones, grupos nacionalistas encabezados por un policía allanaron los hogares de los hermanos y los llevaron a la iglesia ortodoxa. Trataron de obligarlos a persignarse y besar los iconos religiosos. Cuando los hermanos se negaron a hacerlo, los golpearon sin misericordia”.

En cierta ocasión unos grupos comunistas y algunos líderes locales arrestaron a los hermanos y les ordenaron que sirvieran de guardias. Cuando ellos rehusaron hacerlo, los llevaron a una aldea cercana y los entregaron a las autoridades, que decidieron que Nicos Papageorgiou, Costas Christanas y Costas Papageorgiou debían ser ejecutados. De los siete miembros del comité, solo uno se opuso a la ejecución. Los hermanos fueron conducidos a una aldea situada en una ladera. Se les leyó la sentencia de muerte y se les ató y golpeó. Mientras lo golpeaban, Nicos Papageorgiou, atado de pies y manos, rodó monte abajo y se detuvo en un saliente a punto de caer al río. Los hermanos fueron golpeados varias veces durante ocho días y luego puestos en libertad.

He aquí lo que recuerda Nicos Papageorgiou: “El jefe del grupo del Frente Nacional de Liberación me llevó a su oficina y me dijo que lamentaba decirme que había recibido órdenes de ejecutarme. Dijo que trataría de ayudarme, pero que yo tendría que ayudarle a él. Lo tomé de la mano derecha y le dije: ‘Si se interesa en mi bien, entonces ejecúteme ahora mismo. Si yo negara mis creencias, merecería sus lágrimas’”. Parece que esto conmovió al jefe, quien lo puso en libertad. Es interesante saber que, poco tiempo después, todos los que habían ordenado la ejecución murieron en la guerra.

El hermano Papageorgiou, actualmente de 90 años de edad, sigue sirviendo a Jehová vigorosamente. Hoy funcionan dos congregaciones en Eleftherohori. Está claro que la bendición de Jehová hizo que donde había un solo hermano fiel, John Kostarellos, de Exalofos, llegara a haber cientos. (Compárese con Isaías 60:22.)

Un dignatario eclesiástico aprende la verdad

A pesar de toda la persecución incitada por el clero durante la guerra, ¡Helen Kouzioni aprendió la verdad por causa de un sacerdote! He aquí su relato: “Yo era maestra de una escuela secundaria para señoritas en Atenas. En 1941, Polikarpos Kinigopoulos, un archimandrita [dignatario eclesiástico inmediatamente inferior al obispo] y profesor de teología a quien yo conocía bien, fue asignado a mi escuela. Sucedió que un limpiabotas que era testigo de Jehová le predicó al Sr. Kinigopoulos mientras le lustraba los zapatos. La conversación le interesó, y él me la relató, de modo que fuimos juntos a la casa de George Douras. Aquella fue la primera vez que oí del propósito de Dios de hacer de la Tierra un paraíso. Cuando salimos, le dije al teólogo: ‘Esta es la verdad. En cuanto a mí, no volveré a la iglesia’. ‘No te apresures —me aconsejó—, primero tenemos que estudiar.’ ‘Estudiaremos, sí —dije⁠—. Pero yo me quedo aquí. Usted puede ir a donde quiera.’ Mientras tanto, él visitó a todos los obispos que conocía en la zona de Atenas, pero ninguno le prestó atención.

”Entonces un sacerdote de aquel sector empezó a buscar testigos para presentar acusaciones contra el Sr. Kinigopoulos. Le avisé del peligro a mi amigo, y él inmediatamente se afeitó la barba, se recortó el pelo largo y se puso un traje marrón, de modo que parecía otra persona. Preparó una defensa escrita en la cual explicó por qué se había unido a los testigos de Jehová, y la entregó personalmente a las autoridades eclesiásticas.” Para finales de 1943, él, Sophia Iasonidou (su hermana carnal) y Helen Kouzioni se bautizaron. Ya no era el “padre Polikarpos”, sino el hermano Kinigopoulos.

Aumento en la región de Filipos

Cerca de la antigua ciudad macedonia de Filipos, donde para 50 E.C. el apóstol Pablo y su compañero Silas fueron golpeados y encarcelados, hay una aldea llamada Kyria. Cuando Yiannakos Zachariadis, quien había aprendido la verdad en 1926, predicó las buenas nuevas en sus inmediaciones en tiempos modernos, una familia de la aldea de Rodholivos aceptó el libro Gobierno. Años después, en 1940, Timoleon Vasiliou, entonces de 19 años, visitó el hogar de aquella familia y encontró en la azotea una buena cantidad de libros, entre ellos Gobierno. Recuerda: “Pasé muchas horas en la azotea leyendo todo el libro. ¡Había hallado la verdad!”.

Este joven empezó a dar testimonio en las calles, y así fue como conoció a otro Testigo, un ex policía llamado Christos Triantafillou. Obtuvo más libros de Christos, y pronto se formó en Rodholivos una congregación de ocho jóvenes, todos varones. Cuatro de ellos, Timoleon Vasiliou, Thanasis Kallos, y Panagiotis y Nikos Zinzopoulos, fueron arrestados el 3 de octubre de 1945 por el simple hecho de ser testigos de Jehová. Llevados a una comisaría, los golpearon sin interrupción durante veinticuatro horas, particularmente en la planta de los pies. Pasaron un mes sin poder caminar.

En 1940 el clero contrató a un hombre para que matara al hermano Zachariadis, quien por entonces era superintendente viajante. Le prometieron a este asesino a sueldo que saldría impune. Sucedió, pues, que durante una reunión en casa del hermano Zachariadis alguien tocó a la puerta inesperadamente. Era un desconocido. Dijo que quería ver al hermano Zachariadis, que en ese momento pronunciaba allí un discurso. Los hermanos le pidieron que tomara asiento. Al notar la presencia del extraño, el hermano Zachariadis adaptó el discurso correspondientemente. Después, los hermanos saludaron al desconocido, y el hermano Zachariadis conversó con él. Luego, el hombre le pidió al hermano Zachariadis que lo acompañara a un cuarto contiguo. Sacó del bolsillo el revólver, junto con el dinero que le habían pagado, y dijo: “El obispado me autorizó para buscarlo y matarlo. Este es el revólver, y aquí está el dinero que me pagaron para que cometiera el crimen. Pero Dios me ha protegido de derramar sangre inocente. Me ha ayudado a darme cuenta de que usted es un hombre de Dios, contrario a lo que me dijeron”.

Con el fiel esfuerzo de estos hermanos, se organizaron congregaciones en Rodholivos, Dhraviskos, Palaeokomi y Mavrolofos. La obra sigue creciendo en estas zonas del norte de Grecia.

Se reanuda la comunicación con Brooklyn

Fue en 1945 cuando por fin se reanudó la comunicación entre la organización del país y la del exterior, con el envío de unas publicaciones de los hermanos de Alejandría (Egipto) a Grecia. Al restablecerse finalmente la comunicación entre la sucursal griega y Brooklyn, la sucursal informó: “Nadie puede atar la verdad. El espíritu de Jehová dirigió a sus siervos en el recogimiento de sus ovejas”. Entre 1940 y 1945 la cantidad de publicadores del Reino había aumentado hasta ser casi diez veces mayor, de 178 a 1.770.

Puesto que la sucursal de Grecia atendía la obra que se efectuaba en Albania, de vez en cuando se hacían visitas a este país. De la obra en Albania, el 1938 Yearbook (Anuario de 1938) dijo: “Allí también Satanás ha usado a la jerarquía católica romana para oponerse a la proclamación del mensaje del Reino. Los libros han sido confiscados y, a pesar de las peticiones presentadas al gobierno albanés, hasta ahora no han sido devueltos”. En 1939 los publicadores eran veintitrés. Para el tiempo de la visita de un hermano a Albania en 1948, los que predicaban eran unos treinta y cinco. Después de aquel año fue difícil mantener el contacto con los hermanos de ese país debido a la situación política. ¡Qué bueno fue recibir la noticia de que, después de décadas de proscripción, la obra fue reconocida en Albania en mayo de 1992, cuando había 50 publicadores!

Llegan los galaaditas

El año 1946 fue un hito. Dos graduados de Galaad fueron enviados a Grecia: Anthony Sideris y James Turpin. El hermano Athanassios Karanassios, quien había servido fielmente como siervo de sucursal por muchos años, había enfermado y fue reemplazado por el hermano Sideris. Hubo una reorganización de la obra de predicar y la labor de traducir.

En junio de 1946 llegaron por barco de Brooklyn 152 cajas de libros. Tan pronto como el clero se enteró de esto, comenzó la oposición. Las autoridades aduaneras recibieron una circular que decía que ‘la importación de estos libros debía evitarse por todos los medios’. No obstante, la circular llegó demasiado tarde; los hermanos ya se los habían llevado. Los distribuyeron entre los Testigos inmediatamente. Cuando los agentes de la Iglesia se presentaron en la sucursal para apoderarse de los libros, ya hacía mucho tiempo que habían desaparecido.

El clero no se dio por vencido; en 1947 utilizó nuevas tácticas. El Ministerio de Educación y Religión envió a todos los departamentos gubernamentales una circular en la que estipulaba que toda publicación de los testigos de Jehová debería llevar el rótulo: “Herejía de los testigos de Jehová”. Por tal motivo, las oficinas postales y aduaneras no quisieron permitirnos recibir envíos de Estados Unidos y nos prohibieron enviar publicaciones dentro de Grecia a menos que estuvieran marcadas de ese modo. Un momento importante del año fue la visita a Grecia de N. H. Knorr, el tercer presidente de la Sociedad, y M. G. Henschel, quien con el tiempo fue su quinto presidente. Se determinó trasladar la sucursal a un nuevo hogar, en el número 16 de la calle Tenedou de Atenas. Lamentablemente, en noviembre de aquel mismo año los dos graduados de Galaad se vieron obligados a abandonar el país. Plato Idreos fue nombrado representante de la sucursal de la Sociedad.

Se informa de la persecución al gobierno

Después que funcionarios gubernamentales declararon que no había persecución religiosa en Grecia, en agosto de 1946 se presentó al gobierno un informe documentado del mal trato que se daba a los testigos de Jehová. De hecho, la persecución iba cobrando mayor intensidad. En 1946, en tan solo cinco meses, 442 de nuestros hermanos fueron procesados. Algunos hasta fueron ejecutados.

En marzo de 1946, en Phiki (Tesalia), diez Testigos que rehusaron violar los principios cristianos fueron golpeados con porras y culatas, derribados al suelo y pisoteados tan brutalmente que quedaron desfigurados. Después los arrojaron en un foso de cal y los hicieron rodar en él. Los aldeanos se quedaron mirando sin hacer nada. Cuando otro Testigo fue a verlos por la noche, recibió el mismo trato.

Al mismo día siguiente, por incitación del obispo de Tríccala se perpetraron actos de violencia similares en la cercana Eleftherohori. Un hermano intentó acudir a la prensa para protestar por el mal trato que se daba a los testigos de Jehová. Como resultado de ello, lo llevaron a un cuarto subterráneo de la comisaría y lo golpearon hasta que perdió el sentido. Lo arrojaron, sangrante, en una callejuela detrás de la comisaría. Unos transeúntes lo llevaron a una farmacia para que lo atendieran. Estuvo inconsciente por quince días, y solo un mes después pudo relatar lo que le había ocurrido.

Grigoris Karagiorgos, padre de familia y Testigo de la aldea de Paleokastro (Karditza), también rehusó transigir en cuanto a sus principios religiosos. El 15 de agosto de 1946 cayó en poder de personas que, arrogándose la autoridad de vigilantes, lo sometieron a una inquisición de estilo medieval que con el tiempo le causó la muerte.

Atrocidades semejantes tuvieron lugar el 26 de junio de 1947 cerca de Esparta. En la aldea de Vrondamás, un grupo de policías armados halló a Panagiotis Tsembelis dando lecciones bíblicas a una señora que empezaba a interesarse en la verdad. Los golpearon a ambos, y la señora escapó de ser colgada por la policía debido a la intervención de unos aldeanos. Después de torturar al hermano y destrozarle la mandíbula, lo ataron y lo arrastraron kilómetro y medio fuera de la aldea. Entonces la policía armada lo mató a tiros.

En la misma aldea le rompieron el brazo a una hermana porque se negó a persignarse. En la cercana aldea de Goritsá varios policías armados irrumpieron en el hogar de una hermana y la desnudaron, la colgaron cabeza abajo y la torturaron. A George Constantakis, un precursor, lo llevaron a un bosque cercano y lo ejecutaron.

Por supuesto, ninguno de estos actos brutales detuvo la predicación. Durante el año de servicio de 1949 se alcanzó un nuevo máximo de 2.808 publicadores, aunque más de setecientos hermanos y hermanas fueron procesados.

¡Al exilio!

Muchos cabezas de familia fueron enviados al exilio en islas remotas, como Yíaros y Makrónisos. Esta última era árida y desolada, y de mala fama por el duro trato que se daba a los prisioneros. Theodoros Neros recordó: “Nos llevaron a Makrónisos en un bote en febrero de 1952. Conmigo iban Michalis Garas y George Panagiotoulis, que ya habían pasado cinco años en prisión. Se les había puesto en libertad, pero de nuevo se les castigaba por su neutralidad cristiana. A ambos los golpearon brutalmente cuando llegamos.

”Después que hube pasado muchos días en trabajos forzados, cierta noche unos soldados entraron en la celda y me despertaron, diciéndome: ‘¡Levántese! ¡Lo vamos a ejecutar!’. ‘Está bien’, dije. Y empecé a vestirme. ‘¡No! —replicaron—. Quédese así.’ Al rato, me preguntaron: ‘¿No va a decir nada?’. ‘¡No! ¿Qué voy a decir?’, respondí. ‘Lo vamos a ejecutar, ¿y usted no dice nada?’ ‘No tengo nada que decir.’ ‘¿Es que no quiere escribir nada a sus parientes?’ ‘No —respondí⁠—, ellos ya saben que puedo morir.’ ‘Pues, vamos’, dijeron. Afuera, un oficial gritó: ‘¡Pónganlo contra la pared! ¡Denle la vuelta!’. Pero entonces un soldado me dijo: ‘¿No sabe que no podemos ejecutarlo sin que lo haya juzgado un tribunal militar?’. ¡Todo había sido una treta para ver si transigía!”

El hermano Neros también contó cómo Jehová proveyó alimento espiritual a los hermanos en el destierro. “Un día alguien me envió una caja de loukoumia [un dulce griego]. Por supuesto, todo paquete era examinado. Los que examinaron el paquete estaban tan deseosos de probar el loukoumia que no notaron lo que había debajo. Era una Atalaya completa. Los hermanos dijeron: ‘Los soldados consumieron el loukoumia, ¡pero nosotros consumimos La Atalaya!’. De todo aquel sufrimiento surgió algo bueno. Un guardia de la prisión, asignado a vigilar a los Testigos cuando estudiaban con otros exiliados, se hizo Testigo veinticinco años después, junto con muchos de sus familiares. Cuando nos encontramos, recordamos las experiencias de aquellos años.”

Ejecuciones de fieles

La ¡Despertad! del 8 de mayo de 1948 dio a conocer cómo se perseguía a los testigos de Jehová en Grecia. Se envió al ministro griego del Orden Público una carta especial en la que se protestaba contra el que el 5 de marzo de 1948 unos guerrilleros hubieran ejecutado a Christos Moulotas, de 37 años, padre de cuatro hijos, por negarse a rendirles servicio. La carta también indicó que las autoridades gubernamentales habían ejecutado a John Tsoukaris, de Karytsa (Larisa) el 9 de febrero de 1949.

Los hermanos de la congregación de Larisa se habían esforzado en vano por obtener su libertad. Pocos días antes de su muerte pudieron hacerle llegar unas cartas. En la última carta de él, fechada el 7 de febrero de 1949, el hermano Tsoukaris escribió:

“Mi querido hermano, mi situación está en manos de Jehová de los ejércitos. Esta mañana [...] me llevaron a Mizourlo [el lugar de las ejecuciones], pero no me ejecutaron, pues dijeron que era demasiado tarde. Con todo, notaron mi valor, y se impresionaron. No sé si me ejecutarán mañana por la mañana, pero tengamos siempre confianza, y supliquémosle a Dios. No temamos al hombre, porque la Biblia dice: ‘El temblar ante los hombres es lo que tiende un lazo, pero el que confía en Jehová será protegido’. Tengamos la fe de Sadrac, Mesac y Abednego, que dijeron muy claramente: ‘Oh, rey, si ha de ser, el Dios a quien adoramos puede rescatarnos del horno ardiente; sin embargo, si no lo hace, entonces séate sabido que a la imagen de oro que has erigido no la vamos a adorar y que a tus dioses no adoraremos’.”

El 9 de febrero fue llevado a Mizourlo y ejecutado. Los lectores de ¡Despertad! enviaron miles de cartas a ministros gubernamentales, embajadas y consulados en protesta por aquellas ejecuciones. Pero un teólogo ortodoxo griego y profesor de la Universidad de Atenas apoyó la ejecución del hermano Tsoukaris, diciendo: “El negarse a tomar las armas por razones de conciencia es cosa enteramente desconocida e inconcebible entre nosotros”. Lamentablemente, aquello era cierto.

Fin de la ley marcial

Cuando por fin se eliminó la ley marcial, los hermanos y las hermanas pudieron predicar las buenas nuevas con más libertad. Por primera vez en muchos años pudieron ofrecer al público un libro encuadernado: “Sea Dios Veraz”. En los años 1950 y 1951 hubo un aumento del 26% en la cantidad de publicadores, un 28% en las filas de los precursores y un 37% en el número de estudios bíblicos.

Por supuesto, la persecución no terminó. En 1950 la Iglesia Ortodoxa Griega recurrió a otra táctica. Trató de bautizar a la fuerza a los hijos de los testigos de Jehová. A un joven de 17 años llamado Timoteo, criado por sus padres en la verdad desde la infancia, ¡lo bautizaron a la fuerza con el nombre de “Demetrio”!

En diciembre de 1951 los hermanos Knorr y Henschel visitaron Grecia por segunda vez. Puesto que la policía rehusó dar permiso para celebrar una asamblea, estos hermanos hablaron a 905 Testigos en diferentes casas.

Debido al aumento en la actividad teocrática, fue preciso construir una nueva sucursal. Se escogió para esto un lugar en la calle Kartali, en el centro de Atenas. La construcción empezó en 1953; para octubre de 1954 ya había un edificio nuevo de tres pisos listo para albergar a la familia de Betel, la fábrica y las oficinas. Aquel año se alcanzó un nuevo máximo de 4.931 publicadores.

Continúan las bendiciones a pesar de los ataques

Ochenta hermanos y hermanas fueron arrestados en 1955 cuando se exhibió en Atenas la película de la Sociedad titulada La Sociedad del Nuevo Mundo en Acción. Las autoridades confiscaron la película y el proyector. Nueve hermanos fueron acusados de proselitismo. Para ver qué clase de película era, las autoridades la exhibieron a unos doscientos invitados, entre ellos sacerdotes, profesores y policías. La película impresionó mucho al auditorio, y algunos periódicos comentaron al respecto. La película y el equipo de proyección fueron devueltos a los hermanos después de un fallo favorable del tribunal.

La Iglesia Ortodoxa Griega declaró el 1959 un año “antiherético”. Su meta, según un periódico ateniense, era “acabar con los testigos de Jehová”. Lejos de que se acabara con el pueblo de Dios, aquel año los Testigos disfrutaron de muchas bendiciones.

El hermano Knorr realizó una visita en mayo y habló a 1.915 personas en un teatro y en el Hogar Betel de Atenas. Una semana después el hermano Henschel visitó Salónica y habló a 1.250 personas en el Olympion, el cine más grande de la ciudad. Por todo el país se celebraron asambleas más pequeñas. En Macedonia, cerca de la antigua Filipos, veintisiete hermanos y hermanas se bautizaron en el mismo río en cuyas cercanías Pablo predicó en cierta ocasión a personas que se habían reunido para orar. (Hech. 16:12-15.)

El 30 de julio de 1963 la Sociedad alquiló el Estadio “Panathinaikos”, de Atenas, para una asamblea de un día. La policía había otorgado el permiso, se había invitado a miles de visitantes de países extranjeros y se habían reservado habitaciones en varios hoteles. Pero, de repente, ¡el gobierno cayó! El nuevo gobierno, presionado por la Iglesia Ortodoxa, canceló la asamblea.

La decepción que esto causó se alivió en parte en 1965, cuando la Sociedad anunció que en Viena (Austria) se celebraría una asamblea de cinco días en griego. Los 1.250 hermanos y hermanas que viajaron a aquella asamblea no cabían en sí de la alegría. El tren de doce vagones que se alquiló para el viaje se convirtió en un “Salón del Reino sobre ruedas”.

A mediados de 1966 un joven Testigo llamado Christos Kazanis fue sentenciado a muerte por su neutralidad cristiana. Este asunto recibió amplia publicidad, y como resultado se dio un formidable testimonio por toda Grecia y en el exterior. Los principales diarios atenienses comentaban extensamente todos los días la sentencia que se dio y las creencias de los testigos de Jehová. Finalmente la sentencia se redujo a cuatro años y medio de cárcel. El arzobispo, Crisóstomos, fue duramente criticado, pues dio la impresión de que aprobaba la ejecución de un joven que rehusaba usar armas de fuego.

Trastorno político

De súbito, la noche del 21 de abril de 1967, el gobierno cayó en poder de los militares. Se suspendieron los artículos de la Constitución que protegían la libertad de asociación y la libertad de prensa. Hubo que dejar de imprimir La Atalaya. Por ley se estipuló que no podía haber reuniones de más de cinco personas. La predicación tenía que efectuarse con cautela. Como siempre, el clero ortodoxo se valió de la situación existente para causar dificultades a los hermanos.

La obra continuó clandestinamente. Los hermanos tenían que reunirse en lugares aislados en los bosques. Cuando F. W. Franz, quien después fue el cuarto presidente de la Sociedad, visitó Grecia en 1969, habló a más de mil hermanos en un bosque próximo a Salónica.

El odio a los testigos de Jehová se manifestó con especial claridad en algo que sucedió en 1974. A un matrimonio de apellido Polykandritis, cuyo bebé murió a poco de nacer, se le negó el permiso para enterrar al niño. ¿Por qué? Informes periodísticos explicaron que los padres se habían casado como testigos de Jehová en 1954. Pero durante el gobierno anterior el Ministerio del Interior había emitido un decreto que declaraba nulo todo matrimonio efectuado por los testigos de Jehová, y la Iglesia Ortodoxa Griega había concordado con ello. Por consiguiente, el secretario del registro civil local insistía en no autorizar el entierro a menos que los padres declararan que su hijo era ilegítimo. El padre se negó a hacerlo. No iba a mentir y manchar el nombre de su familia, ni violaría su propia conciencia. Mientras la disputa seguía, el cadáver del niño permaneció cuatro días en un refrigerador. La opinión pública griega condenó esta fanática persecución. El periódico ateniense To Vima calificó lo sucedido de ser “la Edad Media en toda su ruindad”.

A pesar de las penalidades del régimen militar, la predicación del Reino siguió progresando. La cantidad de publicadores aumentó de 10.940 en 1967 a 17.073 en 1974. Los estudios bíblicos y la concurrencia a las reuniones también aumentaron mucho durante aquellos tiempos difíciles.

Nuevos edificios para una organización creciente

Los testigos de Jehová cuentan con muchos lugares de reunión en Grecia, pero hasta hace poco no podían llamarlos Salones del Reino. Por lo tanto, a muchos se les llamaba simplemente “salas de conferencias”. Hasta la fecha, solo unos veinticinco lugares de reunión en Grecia llevan el nombre de “Salón del Reino de los Testigos de Jehová”. No obstante, ¡tan solo en Atenas se reúnen unas ciento diecisiete congregaciones con cerca de nueve mil quinientos Testigos!

Con todo, el pueblo de Jehová ha podido realizar obras de construcción en Grecia. En 1977 los hermanos compraron unas cinco hectáreas de terreno forestal a unos 35 kilómetros al norte de Atenas. En una muy hermosa zona de montañas y bosques de pinos se construyó el Salón de Asambleas de Malakasa, con capacidad para 1.800 personas. Tiene un rasgo especial: las paredes corredizas pueden abrirse para dar cabida hasta a tres mil quinientas personas. En los alrededores hay suficiente espacio para celebrar asambleas de distrito; hasta veinte mil personas han asistido a reuniones especiales en este lugar. Y en los terrenos del Salón de asambleas de Salónica, miles pueden disfrutar de sus asambleas de circuito y de distrito.

En la isla de Creta, unos años atrás los hermanos compraron un terreno en una ladera entre montes, valles y viñas. Construyeron un anfiteatro y dos Salones del Reino allí; hoy este lugar de asambleas es muy conocido en esa zona. La ladera terraplenada, con su variedad de flores y arbustos, forma un conjunto armonioso con el paisaje. El ambiente de tranquilidad es ideal. Cuando se explica la Palabra de Dios desde la plataforma, muchas veces se oye a los hermanos decir: “Es como estar en el Paraíso”.

Por veinticinco años la sucursal había estado en la calle Kartali, en Atenas. Durante ese período la cantidad de publicadores había aumentado de menos de cinco mil a más de dieciocho mil; era obvio que se necesitaba más espacio. En 1962 la Sociedad compró un solar de una hectárea en Marousi, un suburbio de Atenas. Este sitio era ideal para construir una nueva sucursal, que tendría veintisiete dormitorios, una fábrica, oficinas y otras instalaciones. El lugar fue dedicado el 16 de julio de 1979, y Lyman Swingle representó al Cuerpo Gobernante en aquella ocasión.

En la nueva sucursal se emplearon adelantos tecnológicos que permitieron a los hermanos producir revistas y libros de mejor calidad. Empezando en julio de 1986, La Atalaya y ¡Despertad! empezaron a publicarse en simultaneidad con las ediciones en inglés.

Tiempo de reajuste

En los años ochenta hubo que hacer ajustes internos en la organización de la sucursal. De 1977 a 1981 se había evidenciado cierto estancamiento. La cantidad de publicadores no varió mucho de dieciocho mil quinientos, aunque durante aquellos años se bautizaron 2.134 personas. ¿Qué andaba mal? Fue preciso atender algunos casos de impureza en las congregaciones. Al parecer, para algunos hermanos los términos “anciano” y “siervo ministerial” eran títulos en vez de una indicación de la responsabilidad que tenían de cuidar a las ovejas de Jehová. Además, durante aquellos años se presentó la apostasía con sus efectos indeseables, y también hubo que limpiar de esta influencia divisiva a las congregaciones. Cuando se tomaron las medidas apropiadas, de nuevo hubo aumentos constantes.

Plato Idreos, quien había sido el representante de la Sociedad por más de tres décadas, iba entrando en años, y fue sucedido por varios coordinadores de sucursal durante los años siguientes. Fue un tiempo difícil para la familia de Betel de Atenas. A veces la obra sufrió como resultado del orgullo de algunos y de choques de personalidad. Sin embargo, con la ayuda persistente del Cuerpo Gobernante y de otros hermanos fieles, la organización se fortaleció.

Testimonio en las calles

En 1983 el clero de la Iglesia Ortodoxa Griega experimentó una sacudida. Por primera vez los hermanos decidieron testificar en las calles como anuncio de una asamblea de distrito.

La reacción fue sorprendente. Centenares de Testigos fueron arrestados y llevados a comisarías de diferentes lugares. El resultado fue 38 procesos judiciales, 35 de los cuales se decidieron inmediatamente a favor de los Testigos, mientras que tres pasaron a los tribunales de apelación. El clero se vio obligado a reconocer que saldría perdedor. Irritado, organizó una manifestación de protesta contra los testigos de Jehová. Alquilaron docenas de autobuses para transportar a los manifestantes, ¡pero no se presentó suficiente gente para llenar siquiera un autobús! Desde entonces el pueblo de Dios ha seguido testificando en las calles, y con gran éxito.

Asamblea especial en 1985

En 1985 la Sociedad escogió Grecia como sede de una de las asambleas especiales de aquel año. Se seleccionaron tres lugares: el Estadio Apolo, de Atenas; el Salón de Asambleas y sus terrenos, en Malakasa, a las afueras de Atenas, y el lugar de asambleas cercano a Salónica.

Hubo centenares de delegados procedentes de diecisiete países. Dos miembros del Cuerpo Gobernante, los hermanos Gangas y Barry, estuvieron presentes. Para beneficio de los visitantes, los discursos se interpretaron en varias lenguas europeas y en japonés. George Gangas, de ascendencia griega, habló a la asamblea en griego, para gran deleite del auditorio. La concurrencia total a las tres asambleas fue de 37.367 personas, y 368 se bautizaron.

El amor de los hermanos procedentes de muchas partes del mundo se notó especialmente durante el receso del mediodía. Cualquiera que se sentaba a la sombra de los pinos del lugar de la asamblea podía oír multitud de voces entonando cánticos del Reino.

Atacan las asambleas

El verano siguiente, en junio de 1986, el periódico I Larisa informó sobre una muchedumbre encabezada por varios sacerdotes que se reunió enfrente del Cine Galaxias, donde 700 Testigos celebraban una asamblea de circuito. La muchedumbre encolerizada estaba decidida a detener la asamblea, pero la policía se presentó y la dispersó. El periódico I Alithia, de Larisa, comparó el ánimo de los alborotados al de la multitud que pidió a gritos la muerte de Jesús, y señaló: “Y, desafortunadamente, ¡su ‘líder’ era un furioso [...] sacerdote! Este amenazaba y blasfemaba. Hubo un momento en que [...] dio a los concurrentes un ultimátum de cinco minutos para que abandonaran el lugar, porque de lo contrario ‘vamos a entrar y aplastarles la cabeza’”.

En vista de ataques como ese, el Cuerpo Gobernante decidió publicar dos artículos sobre la situación existente. Así pues, ¡Despertad! del 22 de octubre de 1986 presentó el artículo “Persecución religiosa en Grecia... ¿por qué?”, y el número del 1 de diciembre de 1986 de La Atalaya incluyó el artículo “La libertad religiosa bajo ataque en Grecia”. ¿Qué resultado tuvo esto? ¡Una avalancha de cartas al gobierno griego! El periódico Eleftherotipia anunció: “Testigos de Jehová de 208 países envían 200.000 cartas”. El diario Avgi mencionó que el Ministerio de Justicia tuvo que crear un servicio especial para encargarse de los miles de cartas de protesta que se recibían diariamente.

Para la asamblea de distrito de 1988 los hermanos alquilaron el moderno Estadio de la Paz y la Amistad, cerca del puerto de El Pireo. Una vez firmado el contrato, los testigos de Jehová pasaron seis mil horas limpiando aquel lugar. A pesar del nombre idealista del estadio, un clérigo prominente agitó una gran protesta (hasta hizo tocar las campanas de las iglesias para convencer a muchos de que un gran desastre, comparable a una guerra, había azotado). Incluso llegó al punto de amenazar con apoderarse del estadio si no se revocaba el permiso de usarlo. Lamentablemente, la presión fue tal que el contrato fue anulado, aunque solo faltaban tres días para la asamblea. Los hermanos trabajaron día y noche preparando otro lugar para el programa de cuatro días. Todo salió bien, para deleite de los 30.000 concurrentes que pudieron seguir partes del programa directamente o por conexión telefónica.

Procesos y veredictos memorables en defensa de las buenas nuevas

Cuando el apóstol Pablo escribió a la congregación de Filipos, en la antigua Macedonia, mencionó “defender y establecer legalmente las buenas nuevas”. (Fili. 1:⁠7.) Vez tras vez, la organización moderna de los testigos de Jehová de Grecia ha tenido que recurrir a los tribunales para predicar las buenas nuevas. El mayor enemigo del pueblo de Jehová en ese país ha sido y sigue siendo la Iglesia Ortodoxa Griega. El clero ha utilizado su influencia sobre varias agencias gubernamentales para hacer sufrir terriblemente al pueblo de Jehová. Con todo, algunos veredictos de jueces que no se han dejado gobernar por el prejuicio han ayudado a los testigos de Jehová en su predicación.

Por ejemplo, durante el año “antiherético” de 1959 Jehová otorgó una notable victoria. La jerarquía de la Iglesia Ortodoxa Griega había presentado ante el Tribunal Supremo la cuestión de si los testigos de Jehová eran o no una religión “conocida”. La opinión del Tribunal Supremo fue que los testigos de Jehová eran una religión conocida y, por lo tanto, protegida por la Constitución nacional.

Satanás emplea medios sutiles para hacer que los hermanos transijan, hasta con relación al pago de sus facturas. Los habitantes del pueblo de Patras hallaron un cargo extraño en su factura de la electricidad. Había un cargo adicional destinado a “la construcción de la Iglesia de San Andrés”. Por supuesto, los Testigos rehusaron pagarlo. La central eléctrica amenazó con cortarles la electricidad. El asunto pasó al tribunal, y este decidió que aquellas contribuciones obligatorias eran anticonstitucionales.

Otra táctica frecuente de la Iglesia Ortodoxa Griega ha sido afirmar que los testigos de Jehová son una organización judía que fomenta el sionismo mundial. Tal propaganda perturbó a la comunidad judía de Grecia, que sabía que esto les podría perjudicar.

En una carta con fecha del 21 de septiembre de 1976, los representantes del Concilio Central Judío de Grecia comunicaron a los líderes de la Iglesia Ortodoxa Griega que aquellas acusaciones no tenían fundamento. En un pleito en Creta en que la Iglesia Ortodoxa Griega se había opuesto a que los Testigos formaran una corporación, uno de sus principales argumentos había sido la acusación de que éramos una organización sionista. Un representante jurídico de la comunidad judía afirmó que los testigos de Jehová no tienen ninguna conexión con el judaísmo. En una audiencia celebrada en un tribunal de apelaciones los jueces aceptaron dicha declaración. ¡Otra engañosa táctica del clero había fallado!

Victorias de la neutralidad en los tribunales

Todo hermano llamado a prestar el servicio militar afronta la cuestión de la neutralidad. Antes de 1977 se llamaba a los hermanos para que cumplieran una condena tras otra; ¡algunos pasaron más de doce años en la cárcel! Un representante de los Países Bajos llevó este asunto al Consejo de Europa, en Estrasburgo, el 25 de abril de 1977. La decisión del Consejo llevó a que con el tiempo la condena se limitara a un solo término de cuatro años. Con todo, en Grecia hay, como promedio, 400 hermanos en prisión en cualquier tiempo dado.

Según la Gaceta oficial el sistema militar griego supuestamente exime del servicio militar a los “ministros religiosos, monjes y aspirantes al monacato de una religión conocida si así lo desean”. No obstante, entre 1988 y 1992 varios hermanos a quienes se reconocía como ministros religiosos estaban en prisión como resultado de su neutralidad.

Uno de ellos presentó su causa ante el Consejo de Estado. Apeló de la orden de prestar el servicio militar y de la subsiguiente condena, declarando que era ministro religioso reconocido. Su apelación fue un triunfo, una victoria doble que aceptaba que los testigos de Jehová eran una religión conocida y afirmaba que los Testigos reconocidos por el gobierno como ministros están exentos del servicio militar. Otros tres hermanos que emprendieron la misma acción en los tribunales también fueron puestos en libertad.

La ley contra el proselitismo

La ley contra el proselitismo ha constituido un obstáculo formidable en Grecia. Dicha ley, originalmente promulgada en 1938 y enmendada en 1939, fue confirmada en la Constitución de 1975.

El caso más sobresaliente relativo al proselitismo es el de Kokkinakis contra Grecia. El hermano Kokkinakis fue multado y sentenciado a cuatro meses de cárcel por proselitismo. Apeló de la sentencia, que le fue reducida a tres meses de cárcel y cambiada a una multa. Luego presentó una solicitud al Tribunal Supremo de Grecia, el Tribunal de Casación, para que anulara la sentencia. En abril de 1988 el Tribunal Supremo denegó la solicitud. Esto le dio al hermano Kokkinakis la oportunidad de apelar individualmente al Tribunal de Justicia Europea de los Derechos del Hombre, en Estrasburgo. El 7 de diciembre de 1990 la Comisión Europea de Derechos del Hombre revisó el caso. Concordó por unanimidad en que Grecia había violado gravemente el Artículo 9 de la Convención Europea sobre los Derechos del Hombre, que se relaciona con la libertad religiosa. El asunto fue declarado “admisible” y remitido al Tribunal de Justicia Europea de los Derechos del Hombre, en Estrasburgo.

El resultado, como se indicó al principio de esta narración, fue una resonante victoria para la libertad religiosa en Grecia. En cuanto a cómo responderán los tribunales, jueces y jurados griegos al fallo emitido por este tribunal superior el 25 de mayo de 1993, solo el tiempo dirá eso. Sin embargo, los amantes de la justicia pueden consolarse sabiendo que existe un Tribunal mucho más elevado que los tribunales humanos. Su Juez, nombrado por Dios, puede leer el corazón de todo hombre; él hará justicia prescindiendo de lo que el hombre haga. (Isa. 11:1-5.)

Abuso físico extremo

En Bélgica, una revista sobre los derechos humanos, Human Rights Without Frontiers, recientemente presentó mucha información acerca de esta ley tocante al proselitismo y la llamó “infame”, y añadió: “[La ley] suministró una ‘excusa legal’ para desatar un pógrom religioso en Grecia contra todo el que se atreviera a disentir de la religión ‘dominante’ del país”. Indicó que esta ley ha acarreado “violaciones deliberadas de los derechos humanos” que van desde procesamientos, multas y destierro hasta “abuso físico brutal, toda clase de privación grave y tortura, lo que, en muchos casos, ha causado enfermedad física permanente y minusvalidez, así como muerte cruel, a las atormentadas víctimas inocentes”.

La misma fuente cita extensamente a Testigos que sobrevivieron a aquella persecución. Hermanos y hermanas fieles relataron el maltrato extremo al que fueron sometidos: les dieron puñetazos y bofetadas, fueron apuñalados, se les golpeó sin piedad hasta dejarlos ensangrentados e inconscientes; fueron azotados y agredidos por muchedumbres enfurecidas; les escupieron, los tiraron al suelo y los pisotearon, fueron apedreados, quemados, torturados, atados con sogas y cadenas y heridos con armas de fuego. Savvas Tzezmetzidis recuerda: “Me quitaron la ropa, me ataron las manos a los pies y me arrastraron completamente desnudo sobre el suelo cubierto de espinos y abrojos, mientras seguían golpeándome y pateándome”.

Los hermanos han sufrido terriblemente en las cárceles. Relatan que se les separó violentamente de sus familiares, que por semanas estuvieron en celdas inundadas de agua, que pasaron los meses invernales en celdas sin calefacción y expuestas al viento, que experimentaron inanición, que se les dio poca o ninguna atención médica, que se les sirvió alimento deliberadamente contaminado con excremento y otras suciedades indecibles, y que se les hizo objeto de toda clase de tortura mental y emocional.

Por ejemplo, según la publicación mencionada, un prisionero dijo: “Al llegar a la cárcel, hay que descender a un sótano de la prisión. Cuanto más baja uno, más nota que todo vestigio de decencia humana y dignidad personal se va desvaneciendo en aquel laberinto. Desde entonces, solo el impulso fundamental hacia sobrevivir a toda costa y escapar lo domina todo y a todos [...]. En las sucias paredes de los sótanos se leen la historia, el dolor y la angustia de los hombres que desafortunadamente han tenido que pasar parte de su vida allí. La mugre, los montones de basura, las ratas, el aire sofocante, la única bombilla que a duras penas alumbra en la oscuridad, los inodoros atascados y desbordados, los charcos sucios [...], las agujas y jeringuillas usadas, las manchas de sangre en el piso y en los bancos de cemento, los colchones de goma esponjosa desgarrados que ofrecen tan solo unos minutos de sueño instantáneo, pero agitado, los rostros privados de toda felicidad que hacen pensar en los pobres pacientes del asilo de dementes de Leros, y almas perdidas que, patéticamente, le preguntan a uno: ‘¿Tiene idea de qué día es hoy?’, y los refugiados de todas partes que entonan quedamente tristes melodías en idiomas extraños, y el vendedor de café que insulta a todos y descaradamente cobra 300 dracmas por una botella plástica de agua, y los condenados a cadena perpetua que a escondidas tratan de aliviarse de toda su represión sexual, y la urgencia que uno siente de oír por fin el vozarrón del jefe de los guardias llamándolo, algo que le suena como un mensaje del cielo invitándolo a salir de este ‘infierno en la Tierra’ y subir al paraíso”.

Algo similar narra Fotis Lazaridis: “Dormía en el suelo de tierra cubierto de sacos de papel usados [...]. Llevaba ropa muy ligera. No pude usar por mucho tiempo la sábana. Tuve que hacerla trozos para rellenar los agujeros que habían hecho las ratas en las paredes [...]. La primera noche las sentí pasándome por todo el cuerpo mientras trataba de dormir. Todo lo que tenía por ‘inodoro’ era las esquinas de la celda, un cubículo de solo dos [...] metros de largo por uno de ancho. [...] La humedad se escurría de las paredes”.

Según la misma publicación, desde 1938 (cuando se aprobó la ley sobre el proselitismo) hasta 1992 se registraron cerca de veinte mil arrestos por proselitismo; por “objeción de conciencia” hubo 2.269 personas procesadas, 68 exiliadas, 42 sentenciadas a muerte, dos ejecutadas y cuatro muertas a consecuencia de las torturas; finalmente, se indica que hubo 4.828 casos de abuso físico, en 2.809 de los cuales participaron militares, en 1.059 la policía y en 252 sacerdotes. En cuanto a esto último, se agrega lo siguiente: “A otros miles se les ha sometido a humillaciones de toda clase”.

¿Cómo pueden aguantar tanta crueldad los seres humanos? La persecución violenta no es nada nuevo para los cristianos verdaderos. El apóstol Pablo fue víctima de maltratos y encarcelamiento en ese mismo país, y explicó que no aguantó por sus propias fuerzas. Escribió: “Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder”. (Fili. 4:13.) Es tal clase de fe firme en Jehová Dios lo que les ha permitido a estos miles de testigos de Jehová aguantar lo que sufrieron.

Sin embargo, el pueblo griego ha sido conocido históricamente por su amor a la justicia y la libertad. Los testigos de Jehová de todo el mundo esperan que pronto funcionarios sinceros del gobierno griego salvaguarden la reputación internacional de su país limitando la influencia de la Iglesia Ortodoxa Griega y protegiendo de la persecución a personas inocentes.

La expansión exige nuevas instalaciones para la sucursal

A pesar de todos los obstáculos, la predicación sigue prosperando en Grecia. De hecho, para el fin del año de servicio de 1985 había más de veinte mil publicadores. El edificio de la sucursal de Marousi era demasiado pequeño para alojar a la familia de Betel, que seguía creciendo. Al principio la sucursal resolvió el problema alquilando unos apartamentos cercanos; después, se compró un hotel pequeño a cuatro kilómetros de distancia. Pero estas medidas fueron solo temporales.

Con el permiso del Cuerpo Gobernante, se empezó a buscar un lugar donde construir nuevas instalaciones de sucursal. La tarea no fue fácil, pues las leyes de construcción son estrictas y no permiten combinar un edificio de viviendas con una fábrica. Con el tiempo, la Sociedad compró 22 hectáreas de terreno a 60 kilómetros al norte de Atenas, cerca de la autopista nacional entre Atenas y Salónica. Después de esperar dos años y medio para obtener el permiso de construcción, en 1989 los hermanos pudieron empezar su trabajo.

El lugar está en Eleona, en una ladera desde la cual hay una vista de montañas y valles bien regados. Los edificios de la sucursal son visibles desde la carretera o desde la vía férrea. Hay veintidós casas destinadas a vivienda, cada una con cabida para ocho personas. Todos los edificios siguen un mismo agradable estilo rústico.

Por supuesto, el clero ortodoxo se opuso al proyecto desde el principio. Hasta organizaron una manifestación de 2.500 personas en el lugar. No obstante, las autoridades enviaron un grupo de 200 efectivos de la brigada antidisturbios para impedirles la invasión de la propiedad, de modo que la protesta fracasó. Además, varios sacerdotes encabezaron marchas por las calles de Atenas con carteles en protesta contra la construcción.

La nueva sucursal fue dedicada el 13 de abril de 1991, y los hermanos se alegraron de tener a Milton Henschel y Albert Schroeder, del Cuerpo Gobernante, en aquella importante ocasión histórica del pueblo de Jehová en Grecia. Miles de hermanos y hermanas contribuyeron voluntariamente tiempo y energías para la construcción. Se manifestaba claramente el amor y el cuidado de Jehová Dios y su organización terrestre. Hasta observadores mundanos se asombraron por lo rápido que se erigieron los edificios. A pesar de toda la oposición, Jehová ha ejecutado un milagro moderno en Eleona. Recordamos las palabras de Pablo en 2 Corintios 13:8: “Porque no podemos hacer nada contra la verdad, sino solo a favor de la verdad”.

¡Adelanta la oleada de la verdad!

Desde los principios humildes de 1905, hoy la cantidad de alabadores de Jehová ha sobrepasado la cifra de veinticinco mil. Las aguas de la verdad han pasado de ser un hilillo hasta convertirse en una verdadera oleada. El resultado de la actividad del pueblo de Jehová en Grecia ha sido un formidable testimonio al nombre de Jehová nuestro Dios. En este informe se dan solo algunos nombres, pero en realidad son miles los hermanos y hermanas que han contribuido a él. La llama de la verdad brilla intensamente en muchos corazones griegos, el corazón de hombres y mujeres humildes que con denuedo han anunciado las buenas nuevas por toda Grecia y sus islas. Muchos han sufrido intensamente y hasta han dado la vida por el nombre de Jehová. Su leal integridad ha regocijado el corazón de Jehová. (Pro. 27:11.)

La batalla contra la falsedad tiene que continuar hasta el fin de este sistema de cosas. En este país, donde, en el Areópago, Pablo defendió las buenas nuevas, y donde Juan recibió la Revelación mientras estaba en el exilio en la isla de Patmos, los testigos de Jehová siguen luchando arduamente por la fe. A pesar de los miles de procesos en los tribunales y de la persecución incitada por el clero, incluso a pesar de la muerte de adoradores verdaderos, la luz de la verdad nunca se ha apagado. Hoy brilla más vigorosamente que nunca. ¡Seguirá brillando! La oleada creciente de la verdad continuará adelantando hasta que no solo Grecia, sino toda la Tierra, esté “llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar”. (Isa. 11:⁠9.)

[Nota a pie de página]

^ párr. 7 Bien puede ser que el mar Jónico, que bordea la costa occidental de Grecia, haya derivado su nombre de Javán.

[Fotografías en las páginas 72, 73]

1. George Koukoutianos en 1927. 2. Nicolas Kouzounis en la infame prisión de Kavala, en 1948. 3. Grigoris Grigoriadis sentado a su escritorio en Betel, en la calle Kartali, de Atenas. 4. Remendando redes de pesca en Levkada. 5. George Douras (nótese la flecha) con la congregación de Atenas. Al fondo: Kavala, la antigua Neápolis, el puerto al que arribó el apóstol Pablo en su primera visita a Europa.

[Fotografías en las páginas 88, 89]

1. Plato Idreos con su esposa Phyllis. 2. Athanassios Karanassios, el primer representante de la sucursal de la Sociedad en Grecia. 3. Pescador de Molivos, en la isla de Mitilene. 4. Michael Kaminaris (segundo desde la izquierda), todavía miembro de la familia de Betel de Grecia. 5. El canal de Corinto. Al fondo: Patmos, isla donde el apóstol Juan recibió de Jesucristo la Revelación en 96 E.C.

[Mapa en la página 66]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Filipos

Salónica

Larisa

Corinto

Atenas

Eleona

TESALIA

CORFÚ

CRETA

[Recuadro/Fotografía en la página 109]

UNA BIBLIA ENTENDIBLE

La asamblea de distrito “Enseñanza Divina” celebrada en Grecia en 1993 fue un hito en la historia de los testigos de Jehová de ese país. Por décadas los predicadores de las buenas nuevas han usado la traducción Vamvas de la Biblia. Esta versión, producida en el siglo XIX, usa el katharevusa, una variedad purista del griego que, aunque más cercana a nuestros tiempos que el koiné de las Escrituras Cristianas originales, de todas maneras es demasiado anticuada para el lector moderno. A los jóvenes, en particular, les parece que gran parte de la traducción Vamvas es difícil de comprender. Se ha creado un estorbo al entendimiento de la Biblia.

Por lo tanto, el domingo 18 de julio de 1993, último día de la asamblea de distrito “Enseñanza Divina”, los Testigos griegos se llevaron una muy grata sorpresa cuando Albert Schroeder, del Cuerpo Gobernante, anunció una nueva publicación: Las Escrituras Cristianas vertidas de la Traducción del Nuevo Mundo. En tres lugares donde se celebraban asambleas, conectadas por hilo telefónico, los acomodadores pasaron a los presentes unos treinta mil ejemplares en menos de cinco minutos. Así, todos pudieron seguir al hermano Schroeder mientras señalaba algunas de las muchas mejoras de esta nueva publicación al compararla con la versión Vamvas. Entre estas descuella que el nombre divino, Jehová, se use 237 veces en el texto. La nueva versión también contiene 68 páginas de índices, notas eruditas sobre el texto, mapas y “Temas bíblicos para consideración”. No sorprendió que esta nueva publicación fuera recibida con una abundancia de aplausos, expresiones de gozo y hasta lágrimas.

[Tablas en la página 114]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

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