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La perspicacia: clave para conservar la calma

La perspicacia: clave para conservar la calma

El entrenador de un equipo de baloncesto es despedido por su agresividad.

Un niño tiene la rabieta del siglo porque no consiguió lo que quería.

Una madre discute a gritos con su hijo por el desorden que tiene en su habitación.

TODOS hemos visto a alguien furioso, y sin duda nosotros mismos nos hemos disgustado en más de una ocasión. Aunque veamos la ira como una emoción dañina que ha de reprimirse, tendemos a justificarla cuando somos nosotros los que la sentimos, en especial si nos parece que se ha cometido una injusticia. De hecho, un artículo de la Asociación Americana de Psicología asegura que “el enojo es una emoción humana totalmente normal y por lo general, saludable”.

Esa declaración puede parecer razonable cuando se compara con lo que dijo el apóstol Pablo. Él reconoció que hay momentos en que todos nos enfadamos, por lo que dio este consejo: “Si se enojan, no pequen; que el enojo no les dure todo el día” (Efesios 4:26, Dios habla hoy, 1994). En vista de lo anterior, ¿se puede decir que no hay nada de malo en dar rienda suelta a la ira? ¿O deberíamos tratar de controlarla?

¿ES MALO ENOJARSE?

Al dar su consejo, Pablo tal vez estuviera pensando en Salmo 4:4, que transmite la misma idea: “Agítense, pero no pequen”. ¿Estaba recomendando a los cristianos que dieran salida a su enojo? No, su intención era la contraria. ¿Cómo lo sabemos? Por lo que dijo a continuación: “Alejen de ustedes la amargura, las pasiones, los enojos, los gritos, los insultos” (Efesios 4:31, Dios habla hoy, 1994). Cabe notar que, según el artículo de la Asociación Americana de Psicología, se ha demostrado que dar rienda suelta a la ira y la agresión no ayuda a resolver la situación; al contrario, la agrava.

¿De qué manera podemos alejar de nosotros la ira y los problemas que produce? Salomón, el sabio rey de Israel, responde: “La perspicacia del hombre ciertamente retarda su cólera, y es hermosura de su parte pasar por alto [las ofensas]” (Proverbios 19:11). Así es, la perspicacia evita que la furia crezca en nuestro interior. ¿Cómo?

 EL ANTÍDOTO CONTRA LA CÓLERA

La perspicacia es la habilidad de ver más allá de la superficie y llegar al fondo de un asunto. Esta capacidad para analizar las cosas es clave cuando alguien o algo nos provoca.

Por ejemplo, ver que se comete una injusticia podría enfurecernos. Pero si nos dejamos llevar por las emociones y actuamos con agresividad, podríamos salir lastimados o lastimar a alguien más. Tal como el fuego puede arrasar una casa, la furia descontrolada puede arruinar nuestra reputación o nuestras relaciones con los demás, incluso con Dios. De modo que si sentimos crecer la ira en nuestro interior, debemos detenernos y pensar. Ver la situación desde la perspectiva correcta nos ayudará a controlar las emociones.

El padre de Salomón, el rey David, estuvo a punto de asesinar a un hombre llamado Nabal. Si no lo hizo fue gracias a que alguien lo ayudó a darse cuenta del error que estaba por cometer. Veamos lo que sucedió. En el desierto de Judea, David y sus hombres protegieron las ovejas de Nabal. Cuando llegó el momento de esquilarlas, David le pidió a Nabal que lo ayudara con un poco de provisiones. Sin embargo, Nabal le mandó decir que no tenía por qué tomar la comida de sus trabajadores y dársela a unos desconocidos. ¡Qué insulto! Al instante, David fue a buscarlo con cuatrocientos hombres para matarlo a él y a sus hombres (1 Samuel 25:4-13).

La mujer de Nabal, Abigail, se enteró de lo sucedido y salió al encuentro de David. Cayó a sus pies y le imploró: “Deja que tu esclava hable a tus oídos, y escucha las palabras de tu esclava”. Le pidió que disculpara la insensatez de su esposo y le dijo que se arrepentiría si se tomaba la justicia por su mano (1 Samuel 25:24-31).

Abigail ayudó a David a ver algo que no había visto antes, y así resolvió la crisis. ¿Qué vio David? Para empezar, que no debía tomarse el asunto como algo personal, pues Nabal era imprudente con todo el mundo. Y segundo, que lo que planeaba hacer en realidad era un asesinato. Si alguna vez usted siente tanta rabia como él, ¿qué debe hacer? “Deténgase, respire profundo y cuente hasta diez”, recomienda un artículo de la Clínica Mayo que trata sobre técnicas de control de la ira. Así es, trate de descubrir la verdadera causa del problema y piense en las consecuencias. Deje que la perspicacia “retarde”, o incluso apague, su cólera (1 Samuel 25:32-35).

Hoy día, muchos han recibido una ayuda similar a la que recibió David. Por ejemplo, Sebastian aprendió a controlar su carácter gracias a que estudió la Biblia mientras estaba en una prisión de Polonia a los 23 años. “Primero examino el problema —comenta él— y luego trato de seguir los consejos de la Biblia. No existe mejor guía.”

Los consejos de la Biblia le ayudarán a conservar la calma

Setsuo aprendió básicamente la misma estrategia. Él recuerda: “Antes les gritaba a mis compañeros de trabajo cuando me sacaban de quicio. Pero ahora que conozco la Biblia, en vez de gritar, me pregunto: ‘¿De quién es realmente la culpa? ¿No seré yo el problema?’”. Ese tipo de preguntas lo ayudaron a tranquilizarse y a controlar sus emociones antes de que lo controlaran a él.

La ira puede ser muy poderosa, pero los consejos que da la Biblia lo son mucho más. Si los pone en práctica y le pide ayuda a Dios, usted también conseguirá la perspicacia que necesita para conservar la calma.