Ir al contenido

Ir al índice

Cómo disciplinar a los hijos

Cómo disciplinar a los hijos

“Cada vez que oía un auto pasar se me ponían los nervios de punta. Era la tercera vez que Jordan regresaba a casa más tarde de lo que le habíamos dicho. ‘¿Dónde está? —pensaba—. ¿Le habrá pasado algo? ¿No le importa tenernos tan preocupados?’ Estaba que me hervía la sangre cuando llegó.” (GEORGE)

“Escuché el grito de mi hija y un escalofrío me corrió por todo el cuerpo. Cuando la miré, estaba llorando y agarrándose la cabeza. Su hermano, que tiene cuatro años, le había pegado.” (NICOLE)

“Nuestra hija de seis años, Natalie, nos dijo: ‘¡No robé el anillo, me lo encontré!’. Sus grandes ojos azules clamaban inocencia. Nos dolió tanto que se negara a aceptar su robo que comenzamos a llorar, pues sabíamos que estaba mintiendo.” (STEPHEN)

¿SE SIENTE identificado con estos comentarios? Cuando se enfrenta a situaciones similares, ¿se pregunta cómo debería disciplinar a su hijo o si debería siquiera hacerlo? ¿Está mal disciplinar a los hijos?

¿QUÉ ES LA DISCIPLINA?

En la Biblia, la palabra disciplina no significa exactamente lo mismo que la palabra castigo. Se usa sobre todo para hablar de enseñar, educar y corregir, y no tiene nada que ver con el maltrato o la crueldad (Proverbios 4:1, 2).

La disciplina de los hijos es como el cuidado de un jardín. Un jardinero prepara el terreno, riega las plantas, las abona, las protege de las plagas y la mala hierba, y de vez en cuando las poda para que crezcan en la dirección correcta. Él sabe que se requiere una cuidadosa combinación de técnicas para producir plantas sanas. De igual modo, los padres educan a sus hijos usando diversas técnicas. Una de ellas es la disciplina, la cual deben aplicar de vez en cuando a fin de corregir desde temprano las malas inclinaciones de sus hijos y ayudarlos a crecer en la “dirección” correcta. Ahora bien, tal como el jardinero debe podar con delicadeza una planta para no causarle daño permanente, los padres deben disciplinar a sus hijos con amor y cariño.

El Dios de la Biblia, Jehová, les ha puesto el ejemplo a los padres en este campo. La disciplina que él da es tan provechosa que sus siervos obedientes llegan a amarla (Proverbios 12:1). Se aferran a ella y no la sueltan (Proverbios 4:13). Dios disciplina 1) con amor, 2) con medida y 3) con coherencia. Si desea que su hijo responda de manera positiva a la disciplina, imite a Jehová y ponga en práctica estos tres principios.

CON AMOR

Dios disciplina con amor y por amor. La Biblia dice que “Jehová censura al que ama, [tal] como lo hace un padre a un hijo en quien se complace” (Proverbios 3:12). Además, Jehová no es cruel, sino “misericordioso y benévolo, tardo para la cólera” (Éxodo 34:6). No usa sarcasmo, palabras hirientes ni críticas constantes, pues son como “estocadas de una espada” que causan mucho daño (Proverbios 12:18).

ESCUCHE

Es cierto que ningún padre puede imitar del todo la paciencia perfecta de Dios. Habrá ocasiones en las que usted sienta que está a punto de perder los estribos, pero cuando eso suceda, recuerde que, por lo general, el castigo que se da en momentos de enojo y frustración es excesivo y produce el efecto contrario al que se buscaba. Eso no es disciplinar; eso es perder la cabeza.

En cambio, si usted se controla y disciplina a su hijo con amor, es más probable que obtenga buenos resultados. Veamos cómo hicieron frente a su situación George y Nicole, dos de los padres mencionados al principio.

ORE

“Cuando Jordan llegó a casa, mi esposa y yo estábamos furiosos, pero escuchamos con calma su explicación. Como era tan tarde, decidimos hablar por la mañana. Oramos juntos y nos fuimos a dormir. Al día siguiente, estábamos de mejor humor, así que pudimos tratar con tranquilidad el asunto y llegar al corazón de nuestro hijo. Él reconoció su error y estuvo dispuesto a aceptar las restricciones que le impusimos. Afortunadamente nos dimos cuenta de que las cosas salen mal cuando uno actúa mientras está enojado. Cuando escuchábamos primero, las cosas salían mejor.” (George.)

HABLE

“Me enfureció que mi hijo hubiera golpeado a su hermana, pero en lugar de dejarme llevar por las emociones, me contuve y lo envié a su habitación en lo que se me pasaba el enfado. Cuando logré tranquilizarme, le expliqué con firmeza que la violencia es mala y que había lastimado a su hermana. Este método me funcionó, pues se disculpó con ella y le dio un abrazo.” (Nicole.)

Así es, para que sea efectiva, la disciplina debe darse con amor, aun cuando sea necesario dar un castigo.

CON MEDIDA

Jehová siempre nos corrige “hasta el grado debido” (Jeremías 30:11; 46:28). Toma en cuenta todos los factores, incluso los que no son tan obvios. ¿Cómo pueden imitarlo los padres? Stephen, mencionado antes, explica: “Aunque estábamos muy dolidos y no entendíamos por qué nos había mentido Natalie, tomamos en cuenta su edad y su grado de madurez”.

El esposo de Nicole, Robert, también trata de considerar todos los factores. Siempre que sus hijos se portan mal, se pregunta: “¿Es esto un incidente aislado, o se está convirtiendo en costumbre? ¿Están cansados? ¿Se sienten mal? ¿Podría ser que lo que hicieron fuera un síntoma de otro problema?”.

Los padres razonables no ven a sus hijos como si fueran adultos en miniatura. El apóstol Pablo reconoció este hecho al escribir: “Cuando yo era pequeñuelo, hablaba como pequeñuelo, pensaba como pequeñuelo” (1 Corintios 13:11). Robert comenta: “Algo que me ayuda a mantener las cosas en su debida perspectiva y a no reaccionar de forma exagerada es recordar las cosas que yo hacía cuando era niño”.

Es vital que usted sea realista en lo que espera de su hijo, pero sin justificar ni pasar por alto malas conductas o actitudes. Si toma en cuenta la capacidad, las limitaciones y otras circunstancias de su hijo, podrá disciplinarlo con medida y equilibrio.

CON COHERENCIA

Malaquías 3:6 dice: “Yo soy Jehová; no he cambiado”. Los siervos de Dios confían en esta verdad y eso les da seguridad. Los hijos también se sienten seguros cuando sus padres los disciplinan con coherencia, es decir, sin contradecirse. Si las normas cambian dependiendo del humor de los padres, los hijos se confunden y se frustran.

Recuerde que Jesús dijo: “Signifique su palabra Sí, Sí, su No, No”. Estas palabras pueden aplicarse perfectamente a la crianza de los hijos (Mateo 5:37). No prometa cosas que no planea cumplir. Si le advierte a su hijo que le dará cierto castigo por portarse mal, no deje de cumplirlo.

La comunicación entre los padres es indispensable para disciplinar con coherencia. Robert comenta: “A veces mis hijos vienen a pedirme permiso para algo y les digo que sí. Lo que no me dicen es que ya se lo habían pedido a su mamá y ella les había dicho que no. Cuando me entero, siempre cambio mi decisión para apoyarla a ella”. Si los padres tienen opiniones diferentes sobre un asunto, lo mejor es que traten de llegar a un acuerdo, pero en privado.

LA DISCIPLINA ES ESENCIAL

Si imita a Jehová y disciplina a su hijo con amor, con medida y con coherencia, puede estar seguro de que él se beneficiará. Su cariño y su guía puede ayudarlo a convertirse en un adulto maduro, responsable y equilibrado. Ya lo dice la Biblia: “Entrena al muchacho conforme al camino para él; aun cuando se haga viejo no se desviará de él” (Proverbios 22:6).