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Proteja la infancia de sus hijos

Proteja la infancia de sus hijos

Proteja la infancia de sus hijos

EL QUE los niños disfruten de una infancia feliz depende en gran medida de que tengan unos buenos padres que los críen. Pero ¿qué implica ser un buen padre? Probablemente haya oído estos consejos muchas veces: dedique tiempo a sus hijos; escúchelos; oriéntelos bien; póngase en el lugar de ellos y comparta sus alegrías y sus penas; y por último, sea un verdadero amigo sin perder su autoridad como padre. Desde luego, estas conocidas recomendaciones ayudarán a los padres a desempeñar bien su labor. No obstante, hay algo más elemental e importante que debe ocupar el primer lugar.

Millones de personas de todo el mundo han descubierto que la clave para ser un buen padre o una buena madre es obedecer los principios bíblicos. ¿Y por qué puede decirse que esa es la clave? Porque el sabio Autor de la Biblia, Jehová Dios, es quien dio origen a la familia (Génesis 1:27, 28; 2:18-24; Efesios 3:15). De ahí que su Palabra inspirada ofrezca la mejor guía posible sobre la crianza de los hijos. Ahora bien, ¿cómo puede un libro tan antiguo como la Biblia orientar a los padres respecto a la moderna tendencia de obligar a los niños a madurar demasiado deprisa? Analicemos algunos principios bíblicos que son aplicables.

“Según el paso de los niños”

Jacob, el hijo de Isaac, tuvo más de doce hijos. La Biblia recoge el sensato comentario que hizo mientras viajaba con su familia: “Los niños son delicados [...]. Pase mi señor [Esaú, el hermano mayor de Jacob], por favor, delante de su siervo, pero que yo mismo continúe el viaje a mi comodidad, [...] según el paso de los niños” (Génesis 33:13, 14).

Jacob sabía que sus hijos no eran pequeños adultos, sino criaturas ‘delicadas’: menores, más frágiles y con más necesidades que los adultos. Así pues, en vez de obligar a los niños a viajar a su paso, se adaptó al de ellos. En lo que a esto se refiere, reflejó la sabiduría que Dios demuestra cuando trata con sus hijos humanos. Nuestro Padre celestial conoce nuestras limitaciones, de modo que no espera de nosotros más de lo razonable (Salmo 103:13, 14).

Hasta algunos animales reflejan dicha sabiduría, pues Dios los ha creado “instintivamente sabi[o]s” (Proverbios 30:24). Por ejemplo, los naturalistas han observado que toda una manada de elefantes aminora la marcha cuando se encuentra entre ellos una cría, desplazándose lentamente hasta que el pequeño sea capaz de seguir su paso.

Algunos sectores de la sociedad moderna han dejado de lado la sabiduría divina. Pero usted no tiene que hacer lo mismo. Tenga presente que su hijo es ‘delicado’ y, por tanto, no es capaz de llevar cargas y responsabilidades de adulto. Si usted es un padre solo que está pasando por un problema serio y se siente tentado a confiarse a su hijo, reprima el impulso. Acuda mejor a un amigo maduro que pueda ayudarle a resolver sus dificultades, preferiblemente uno que le anime a poner en práctica los sabios consejos bíblicos (Proverbios 17:17).

Asimismo, no permita que su hijo lleve una vida tan estresante, programada y reglamentada que no pueda disfrutar de su infancia. Márquele un ritmo adecuado a su edad, no uno que siga ciegamente el paso del mundo actual. La Biblia da este sabio consejo: “No dejéis que se os moldee según el criterio de este mundo” (Romanos 12:2, Hendriksen, ortografía corregida).

“Para todo hay un tiempo señalado”

Otro sabio principio bíblico señala: “Para todo hay un tiempo señalado, aun un tiempo para todo asunto bajo los cielos”. Como es lógico, hay tiempo para trabajar. Los niños tienen mucho que hacer, como por ejemplo sus tareas de la escuela y del hogar y sus actividades espirituales. Sin embargo, el mismo pasaje bíblico indica que también hay “tiempo de reír” y “tiempo de dar saltos” (Eclesiastés 3:1, 4).

Los niños sienten una especial necesidad de jugar y reírse, de dar salida a su vitalidad juvenil de forma relativamente despreocupada. Si dedican todo el día a la escuela, las actividades extraescolares y otras serias responsabilidades, no podrán satisfacer su necesidad de juego. Este hecho a su vez pudiera exasperarlos, y hasta descorazonarlos (Colosenses 3:21).

El mismo principio bíblico es aplicable también en otros sentidos. Por ejemplo, en vista de que hay un tiempo para todo, ¿no es de esperar que durante su infancia los niños se comporten como niños? Probablemente usted opine que sí, pero sus hijos tal vez no estén de acuerdo. Muy a menudo los pequeños quieren copiar lo que ven hacer a los adultos. Es posible que algunas jovencitas deseen vestirse y arreglarse como si fueran mujeres, y que la llegada prematura de la pubertad contribuya aún más a la presión que sienten de aparentar una edad que no es la suya.

Los padres prudentes son conscientes de los peligros que entraña esta tendencia. Algunos anuncios publicitarios y ciertos modos de entretenimiento de este mundo degradado presentan niños precoces que ya lo saben todo sobre el sexo. El maquillaje, las joyas y los estilos de vestir provocativos son cada vez más comunes entre las niñas. Pero ¿por qué hacer que ellas resulten más atrayentes para los pervertidos? Al ayudar a sus hijos a vestirse de acuerdo con su edad, los padres ponen en práctica otro principio bíblico: “El sagaz que ha visto la calamidad se ha ocultado” (Proverbios 27:12).

Veamos un ejemplo más. Cuando los deportes se convierten en la principal prioridad del niño, este deja de llevar una vida equilibrada en la que hay un tiempo señalado para cada cosa. La Biblia dice: “El entrenamiento corporal es provechoso para poco; pero la devoción piadosa es provechosa para todas las cosas, puesto que encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir” (1 Timoteo 4:8).

Así que no permita que sus pequeños crean que ganar lo es todo. Muchos padres hacen que sus hijos dejen de ver los deportes y otros juegos como una diversión al inculcar en ellos un espíritu competitivo y la idea de que deben ganar a toda costa. Por tal razón, algunos niños terminan haciendo trampas o incluso lastimando a otros. Desde luego, no merece la pena pagar ese precio para ganar.

Enséñeles autodominio

Por lo general, a los niños les cuesta aprender que hay un tiempo para todo. No les resulta fácil esperar con paciencia algo que quieren. Para empeorar las cosas, la sociedad de hoy parece estar empeñada en satisfacer inmediatamente sus deseos. Los medios publicitarios a menudo transmiten este mensaje: “¡Consiga lo que quiera ahora mismo!”.

No mime ni consienta a sus hijos influido por esa propaganda. El libro The Child and the Machine (El niño y la máquina) señala: “La capacidad de esperar para satisfacer nuestros deseos es un aspecto importante de la inteligencia emocional”. Y añade: “La autodisciplina y la armonía entre las personas constituyen un potente antídoto contra el aumento de la violencia infantil que está teniendo lugar tanto dentro como fuera del ámbito escolar”. La Biblia contiene esta práctica advertencia: “Si uno viene mimando a su siervo desde la juventud, este hasta llegará a ser un ingrato en el período posterior de su vida” (Proverbios 29:21). Aunque este versículo habla concretamente del trato que debía dispensarse a los jóvenes sirvientes, numerosos padres han comprobado que aplicar dicho principio a los hijos les beneficia muchísimo.

Una de las mayores necesidades que tienen los niños es la de ser criados en lo que la Biblia llama “la disciplina y regulación mental de Jehová” (Efesios 6:4). La disciplina cariñosa les ayuda a cultivar cualidades como el autodominio y la paciencia, las cuales contribuirán a que se sientan felices y satisfechos durante toda su vida.

Un mundo sin amenazas para la infancia

Quizá se pregunte si el sabio y amoroso Dios que inspiró estos prácticos principios tenía la intención de que el mundo fuera como es y de que los niños crecieran en un lugar tan peligroso. Pues es posible que le reconforte saber que Jehová Dios y su Hijo, Jesucristo, aman tiernamente a la humanidad, en especial a los niños, sin importar cuál sea su edad. Por tal razón, pronto eliminarán de la Tierra a toda la gente malvada (Salmo 37:10, 11).

¿Le gustaría visualizar ese mundo feliz y pacífico? Imagínese esta hermosa escena, descrita en la Biblia: “El lobo realmente morará por un tiempo con el cordero, y el leopardo mismo se echará con el cabrito, y el becerro y el leoncillo crinado y el animal bien alimentado todos juntos; y un simple muchachito será guía sobre ellos” (Isaías 11:6). En un mundo en el que con tanta frecuencia se priva cruelmente a los niños de su infancia o se les obliga sin piedad a crecer a toda prisa, es reconfortante saber que Dios promete a la humanidad un futuro tan maravilloso aquí mismo, en la Tierra. Evidentemente, el propósito del Creador es que ningún niño carezca de infancia ni la vea truncada, sino que todos se sientan felices y amados.

[Ilustración de la página 8]

En vez de cargar a su hijo con sus problemas, confíese a otro adulto

[Ilustración de las páginas 8 y 9]

Los niños tienen la necesidad de jugar