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¿Qué voy a hacer ahora que papá se ha ido?

¿Qué voy a hacer ahora que papá se ha ido?

Los jóvenes preguntan...

¿Qué voy a hacer ahora que papá se ha ido?

“Fue duro crecer sin papá. Lo único que yo quería era un poco de atención.”—Henry. *

JOAN tenía 13 años cuando su padre abandonó el hogar. Sumido en el alcoholismo, hizo pocos intentos por comunicarse con sus hijos. Lamentablemente, la experiencia de Joan no es la excepción; hay una gran cantidad de jóvenes a quienes su padre ha abandonado.

Si esa es tu situación, es muy posible que te esté costando trabajo sobrellevarla, y que de vez en cuando te abrumen el dolor y la ira. A veces quizás te sientas triste y deprimido, o incluso con ganas de rebelarte. Como dijo en cierta ocasión el escritor bíblico Salomón: “La mera opresión puede hacer que un sabio se porte como loco” (Eclesiastés 7:7).

“Como loco”

Jaime se portó “como loco” después que su padre se fue del hogar. Él nos cuenta: “Yo no obedecía a nadie, ni siquiera a mamá. Me envolví en muchas peleas; siempre estaba diciendo mentiras, y de noche salía de la casa a escondidas, todo porque no había nadie que me disciplinara. Mamá intentó detenerme, pero no pudo”. ¿Mejoró la situación su rebeldía? En absoluto. Jaime dice que en poco tiempo empezó a “probar las drogas, a faltar a clases y a no pasar los exámenes”. Su mala conducta pronto empeoró. “Robaba en las tiendas —confiesa— y asaltaba a la gente. Me arrestaron dos veces y estuve en prisión por un tiempo, pero nada de eso me hizo cambiar.”

Ante la pregunta de por qué se había vuelto tan rebelde, Jaime explicó: “Como mi padre no estaba, yo no recibía disciplina. La verdad es que no pensaba en lo mucho que lastimaba a mamá, a mi hermano y hermana menores, y a mí mismo. Me hacía falta la atención y la disciplina de papá”.

Pero la rebeldía solo empeora las cosas (Job 36:18, 21). Jaime, por ejemplo, no solo se causó problemas a sí mismo, sino también a su madre y a sus hermanos, quienes sufrieron tensiones y angustias innecesarias. Lo más grave, no obstante, es que dicho comportamiento puede ponerte en contra de Dios mismo, ya que, después de todo, es Jehová quien ordena a los jóvenes que obedezcan a su madre (Proverbios 1:8; 30:17).

Cómo superar la ira

¿Qué puedes hacer si te sientes airado y resentido con tu padre? Para empezar, quizás necesites recordarte que tú no fuiste el culpable de que se fuera. Su ausencia tampoco significa necesariamente que ya no te quiera ni le intereses. Es verdad que puede dolerte el poco esfuerzo que haga por llamarte o visitarte. Pero, como mostró el artículo anterior de esta serie, * muchos padres que no viven con sus hijos pierden contacto con ellos, no por falta de amor, sino por el sentimiento de culpa y vergüenza que les embarga. Otros, como el padre de Joan, son adictos a las drogas o al alcohol, y eso impide que actúen con normalidad.

Cualquiera que sea la situación, trata de tener presente que tus padres son imperfectos. La Biblia declara: “Todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios” (Romanos 3:23; 5:12). Claro que esto no justifica un comportamiento hiriente o irresponsable. Pero si reconoces el hecho de que todos somos imperfectos de nacimiento, es posible que te sea más fácil dejar a un lado la ira destructiva y el resentimiento.

Las palabras de Eclesiastés 7:10 pueden ayudarte a combatir la indignación y el rencor que tal vez abrigues contra tus padres. Fíjate en cómo advierte contra centrarse en el pasado: “No digas: ‘¿Por qué ha sucedido que los días anteriores resultaron ser mejores que estos?’, porque no se debe a sabiduría el que hayas preguntado acerca de esto”. Por eso, en lugar de pensar demasiado en cómo era tu vida antes, céntrate en sacar el mejor provecho de tu situación.

Toma la iniciativa

Por ejemplo, quizás pudieras tomar la iniciativa para comunicarte con tu padre. Es cierto que fue él quien te abandonó, y a lo mejor tienes toda la razón para pensar que es su obligación dar el primer paso. Pero si él no lo hace y su falta de comunicación te entristece y aflige, ¿no crees que vale la pena que tú mismo intentes mejorar la situación? Fíjate en lo que hizo Jesucristo cuando algunos de sus amigos lo lastimaron. La última noche de su vida como humano, sus apóstoles lo abandonaron. Pedro había alardeado de que le sería fiel pasara lo que pasara y, sin embargo, negó a Jesús, no una, sino tres veces (Mateo 26:31-35; Lucas 22:54-62).

Aun con todos sus defectos, Jesús siguió amándolo. Después de su resurrección, dio el primer paso para restablecer los lazos de amistad entre ambos cuando se apareció a Pedro personalmente (1 Corintios 15:5). Cabe destacar que al preguntarle Jesús: “¿Me amas?”, el apóstol respondió: “Sí, Señor, tú sabes que te tengo cariño”. De modo que a pesar de su vergonzoso proceder, Pedro todavía amaba a Jesús (Juan 21:15).

Tal como pasó con Pedro y Jesús, la situación con tu padre tal vez no sea tan desesperanzada como parece. Quizás reaccione si tú haces algo, como llamarle por teléfono, escribirle una carta o visitarle. Henry, mencionado al principio, recuerda: “Una vez escribí a mi papá, y él me mandó una carta en la que decía que estaba orgulloso de mí. Enmarqué esa carta y la tuve en la pared durante años. Todavía la conservo”.

Joan y sus hermanos también tomaron la iniciativa para visitar a su padre alcohólico. “Él no se encontraba en el mejor estado —reconoce Joan—, pero de todos modos fue agradable verlo.” Podrías tener buenos resultados si das el primer paso. Y si al principio no logras que reaccione, deja pasar un tiempo e inténtalo de nuevo.

Cómo enfrentar el dolor que ocasiona el rechazo

Salomón nos recuerda que hay “tiempo de buscar y tiempo de dar por perdido” (Eclesiastés 3:6). A veces, el joven debe encararse a la dolorosa realidad de que su padre no quiere saber nada de sus hijos. Si tu padre es así, es posible que algún día se dé cuenta de lo mucho que ha perdido al haber roto los lazos afectivos.

Mientras tanto, puedes vivir seguro de que su rechazo no te resta valía. El salmista bíblico David expresó: “En caso de que mi propio padre y mi propia madre de veras me dejaran, aun Jehová mismo me acogería” (Salmo 27:10). En efecto, para Dios sigues valiendo mucho (Lucas 12:6, 7).

De modo que, si te sientes desanimado o deprimido, acércate a Dios en oración (Salmo 62:8). Cuéntale exactamente cómo te sientes. Ten la certeza de que te escuchará y te consolará. Otro salmista de la Biblia escribió: “Cuando mis pensamientos inquietantes llegaron a ser muchos dentro de mí, tus propias consolaciones empezaron a acariciar mi alma” (Salmo 94:19).

La afectuosa compañía de los hermanos cristianos también puede ayudarte a afrontar el rechazo. Proverbios 17:17 dice: “Un compañero verdadero ama en todo tiempo, y es un hermano nacido para cuando hay angustia”. Hallarás tales compañeros verdaderos en la congregación cristiana de los testigos de Jehová. Algo que te será de especial utilidad es conocer a algunos de los superintendentes cristianos. Pedro, el hermano de Joan, ofrece el siguiente consejo: “Conversa con las personas mayores de la congregación, te ayudarán muchísimo. Explícales cómo te sientes si tu padre te ha abandonado”. Los superintendentes de la congregación también pueden brindarte sugerencias prácticas para cuidar de algunas de las tareas que antes atendía tu padre, como las reparaciones del hogar.

Tu madre también puede ser un punto de apoyo para ti. Aunque ella misma esté pasando momentos de angustia, si le expresas tus sentimientos de forma respetuosa, sin duda hará lo posible por ayudarte.

Dale apoyo a tu familia

La ausencia de tu padre puede afectar a la familia de diversas maneras. Es posible que tu madre se vea obligada a conseguir un empleo —o incluso dos— para salir adelante, y que tú y tus hermanos tengan que asumir más responsabilidades en el hogar. Pero podrás afrontar tales cambios si cultivas el abnegado amor cristiano (Colosenses 3:14). Este te ayudará a mantener una actitud positiva y a reprimir el resentimiento (1 Corintios 13:4-7). Pedro dice: “Lo correcto es cooperar con mi familia, y me siento bien porque sé que estoy ayudando a mamá y a mis hermanas”.

No hay duda de que el abandono del hogar por parte del padre es un hecho trágico y doloroso. Pero puedes tener la seguridad de que, con la ayuda de Dios, de amorosos amigos cristianos y de la familia, tanto tú como los tuyos pueden hacerle frente. *

[Notas]

^ párr. 3 Se han cambiado los nombres.

^ párr. 11 Lee el artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Por qué nos dejó papá?”, de nuestro número del 22 de noviembre de 2000.

^ párr. 27 Hallarás más información sobre la vida en un hogar monoparental en los artículos de “Los jóvenes preguntan...” que aparecieron en los números del 22 de diciembre de 1990 y del 22 de marzo de 1991.

[Ilustraciones de la página 26]

Algunos jóvenes han tomado la iniciativa para comunicarse con su padre