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¿Estoy listo para concertar citas?

¿Estoy listo para concertar citas?

Capítulo 29

¿Estoy listo para concertar citas?

EN MUCHOS países el concertar citas o salir con alguien se considera como un medio de entretenerse que tiene aspectos románticos, una actividad divertida. Por consiguiente, adopta muchas formas. Para algunos es asunto formal, bien planeado, que incluye flores, una comida deleitable y un beso de despedida. Para otros significa sencillamente pasar algún tiempo con una persona agradable del sexo opuesto. Hasta hay parejas que constantemente están juntas, pero afirman que son ‘solo amigos’. Pues bien, sea que tú lo llames concertar citas, ser novios o sencillamente salir juntos, por lo general equivale a lo mismo: un muchacho y una muchacha que a menudo se reúnen para disfrutar mutuamente de su compañía, muchas veces sin la supervisión de otras personas.

En tiempos bíblicos no se acostumbraba concertar citas. Pero cuando esto se hace de manera inteligente, con cuidado y honorablemente, puede servir legítimamente para que las personas lleguen a conocerse. Y, sí, puede ser deleitable. Pero ¿significa eso que deberías concertar citas?

La presión hacia concertar citas

Puede que sientas una presión que te lleve a concertar citas. Quizás la mayoría de los jóvenes lo estén haciendo, y, naturalmente, tú no quieres parecer persona extraña o diferente. Pudiera ser, también, que te impulsaran a ello amigos o parientes bien intencionados. Cuando alguien invitó a salir a Mary Ann, una joven de 15 años, su tía le dio este consejo: “El matrimonio no tiene nada que ver con esto. Las citas son solo parte de tu desarrollo natural como persona. [...] Después de todo, si nunca sales con los muchachos, no vas a ser popular, y nadie te invitará a salir”. Mary Ann recuerda: “Lo que dijo mi tía me impresionó. ¿Sería posible que yo estuviera pasando por alto una buena oportunidad? El muchacho tenía automóvil y mucho dinero; y yo sabía que me divertiría muchísimo. ¿Debería salir con él, o no?”.

En el caso de algunos jóvenes sus propios deseos de tener el cariño de alguien generan la presión. Ann, de 18 años, explicó: “Necesitaba el amor y el aprecio de alguien, y puesto que no veía eso en mi relación con mis padres, recurrí a mi novio en busca de afecto y para tener con quien desahogarme, alguien que en verdad me comprendiera”.

Sin embargo, ¡ningún adolescente debe empezar a salir con otra persona sólo porque se sienta bajo presión para hacerlo! El concertar citas es asunto serio... parte del proceso de escoger a la persona con quien te vas a casar. ¿Casarme? Es cierto que quizás la mayoría de los jóvenes que conciertan citas ni siquiera piensan en eso. Pero en realidad, ¿qué razón justificaría el que un muchacho y una muchacha pasaran mucho tiempo juntos si no fuera para considerar la posibilidad de casarse? Al fin y al cabo, el salir juntos por cualquier otra razón pudiera culminar en todo menos “diversión”. ¿Por qué?

El lado negativo de las citas

En primer lugar, los jóvenes están en un período de la vida que los expone a daño emocional y de otra índole, un período llamado por la Biblia “la flor de la juventud”. (1 Corintios 7:36.) Durante ese tiempo pudieras a veces experimentar una vigorosa intensificación del deseo sexual. Eso es normal; es parte de tu desarrollo.

Pero esa situación presenta un problema serio para los adolescentes que conciertan citas: ellos apenas están aprendiendo a controlar esas sensaciones sexuales. Es verdad que tú tal vez conozcas bien las leyes de Dios respecto a las relaciones sexuales y puede que sinceramente desees comportarte siempre con castidad. (Ve el capítulo 23.) Aun así, hay un hecho biológico que tienes que tomar en cuenta: mientras más te asocies con una persona del sexo opuesto, más puede intensificarse tu deseo sexual... sea que lo quieras o no. (Ve las páginas 232, 233.) ¡Todos estamos hechos así! Hasta que tengas más edad y controles mejor tus sentimientos, puede que en verdad el concertar citas sea una responsabilidad demasiado grande para ti. Lamentablemente, muchos jóvenes aprenden esto de manera dolorosa.

“Cuando comenzamos a salir juntos [...] ni siquiera nos tomábamos de las manos ni nos besábamos. Yo solo quería disfrutar de la compañía de ella y conversar —dijo un joven—. Pero ella era muy afectuosa y se sentaba muy cerca de mí. Con el tiempo empezamos a tomarnos de las manos y a besarnos. Esto intensificó mi deseo sexual. Afectó mi pensar a tal grado que ya no solo quería hablar con ella, sino también abrazarla, tocarla y besarla. ¡Nada me parecía suficiente! La pasión me estaba volviendo loco. A veces me consideraba a mí mismo despreciable, y me avergonzaba.”

No extraña, pues, que con frecuencia el concertar citas culmine en relaciones sexuales ilícitas. En una encuesta en que participaron centenares de adolescentes, se halló que el 87% de las muchachas y el 95% de los muchachos opinaban que las relaciones sexuales eran o “de importancia moderada o muy importantes” en las citas que concertaban. ¡Pero el 65% de las muchachas y el 43% de los muchachos confesaron que a veces en sus citas habían tenido contacto sexual sin que quisieran haberlo hecho!

Loretta, de 20 años, recuerda: “Mientras más tiempo pasábamos juntos, más íntima se hacía nuestra relación. En poco tiempo el besarnos ya no nos excitaba tanto, y empezamos a tocarnos las partes íntimas del cuerpo. Me puse muy nerviosa porque aquello me hacía sentir muy sucia. Además, con el tiempo aquel muchacho creyó que yo debería entregarme a él por completo [...] Aquello me confundió y desconcertó. Pero lo único que pensaba era: ‘No quiero perderlo’. ¡Qué mal me sentía!”.

Es verdad que no todas las parejas que salen en citas terminan teniendo relaciones sexuales; algunas detienen sus despliegues de afecto precisamente antes de caer en ello. Pero ¿qué sucede cuando uno se excita emocionalmente y no tiene manera honorable de satisfacer esos sentimientos? De seguro sufre frustración. Y esa frustración no se limita a lo sexual.

Sentimientos heridos

Considere el problema de cierto joven: ‘Al principio Kathy me atraía mucho. Confieso que la convencí para que hiciera cosas que ella consideraba incorrectas. Ahora me siento mal porque ya no estoy interesado en ella. ¿Cómo puedo dejarla sin herir sus sentimientos?’. ¡Qué difícil situación! Y ¿cómo te sentirías tú en el lugar de Kathy?

El desengaño amoroso es común entre los adolescentes. Es cierto que el ver a dos jóvenes caminar tomados de la mano puede parecer una escena bonita. Pero ¿qué probabilidades hay de que estén juntos un año más tarde, y mucho menos de que se casen? Muy pocas. Los noviazgos entre los adolescentes casi siempre fracasan; rara vez culminan en matrimonio, y muchas veces terminan en desengaños.

Después de todo, durante la adolescencia tu personalidad todavía está en formación. Estás descubriendo quién eres, lo que realmente te gusta, lo que quieres hacer en la vida. Bien puede ser que la persona que te guste hoy te aburra mañana. Pero cuando se ha permitido que los sentimientos amorosos se intensifiquen, de seguro alguien va a sufrir. No es de extrañar que varias investigaciones hayan conectado “una pelea con la novia” o un “desengaño amoroso” con las situaciones que han dado lugar a muchos suicidios entre los jóvenes.

¿Estoy listo?

Dios dice a los jóvenes: “Regocíjate, joven, en tu juventud, y hágate bien tu corazón en los días de tu mocedad, y anda en los caminos de tu corazón y en las cosas vistas por tus ojos”. Los jóvenes tienden a ‘andar en los caminos de su corazón’. Pero muchas veces esos “caminos”, que parecen muy divertidos, resultan en irritación y calamidad. Por eso la Biblia insta en el versículo siguiente: “Quita de tu corazón la irritación, y evita a tu carne la calamidad; pues la juventud y la flor de la vida son vanidad”. (Eclesiastés 11:9, 10.) La “irritación” puede provenir de la intensa preocupación o de mucha angustia. La “calamidad” denota una catástrofe personal. Ambas pueden causarte gran desdicha en la vida.

Entonces, ¿significa eso que en sí mismo el concertar citas sea una fuente de irritación y calamidad? No necesariamente. ¡Pero puede serlo si lo haces con el motivo incorrecto (‘para divertirte’) o si lo haces antes de estar preparado para ello! Por eso, puede que las siguientes preguntas te sean útiles al examinar tu situación personal.

¿Contribuirá a mi desarrollo emocional el concertar citas, o lo estorbará? El concertar citas puede limitarte a la relación con solo una persona más. ¿No te sería provechoso, más bien, ensanchar tus asociaciones y abarcar a un número mayor de personas? (Compara con 2 Corintios 6:12, 13.) Una joven llamada Susan dice: “Aprendí a cultivar amistades estrechas con cristianas mayores de la congregación. Ellas necesitaban compañerismo, y yo necesitaba su influencia estabilizadora. Así que las visitaba y nos sentábamos a tomar café. Hablábamos y nos reíamos. Establecí amistades verdaderas y duraderas con ellas”.

Al tener una diversidad de amigos —mayores y jóvenes, solteros y casados, hombres y mujeres— aprendes a hallarte cómodo entre otras personas, lo que incluiría a personas del sexo opuesto, con menos presión de la que sentirías en una cita. Además, al asociarte con parejas casadas adquieres un punto de vista más realista del matrimonio. Más tarde estarás mejor preparado para escoger un buen cónyuge y desempeñar tu papel en el matrimonio. (Proverbios 31:10.) Una joven llamada Gail dijo: “No estoy lista para casarme. Todavía estoy conociéndome a mí misma y tengo muchas metas espirituales que quiero alcanzar. Por eso, en verdad no tengo que envolverme ahora en una relación estrecha con algún muchacho”.

¿Quiero herir los sentimientos de otra persona? Si formas enlaces amorosos sin la perspectiva de casarte, tanto tus sentimientos como los de la otra persona pueden resultar profundamente heridos. ¿Es realmente justo darle mucha atención romántica a alguien para adquirir experiencia sobre el otro sexo? (Ve Mateo 7:12.)

¿Qué dicen mis padres? Muchas veces los padres ven peligros que tú no ves. Después de todo, hubo un tiempo en que ellos fueron jóvenes. ¡Saben de los graves problemas que pueden surgir cuando una pareja joven comienza a pasar mucho tiempo junta! Por eso, si tus padres no aprueban el que salgas con alguien en citas, no te rebeles. (Efesios 6:1-3.) Es probable que sencillamente crean que debes esperar hasta que tengas más edad.

¿Podré seguir las normas bíblicas sobre la moralidad? Uno puede enfrentarse con mayor éxito a los impulsos sexuales cuando ha “pasado la flor de la juventud”... y aun entonces no es fácil. ¿Estás en verdad listo en este período de tu vida para entrar en una relación estrecha con alguien del sexo opuesto sin caer en lo impuro, sin perder la castidad?

Es interesante que muchos jóvenes se hacen estas preguntas y terminan pensando como Mary Ann (mencionada antes). Ella dijo: “Me resolví a no dejar que lo que otros pensaban sobre las citas influyera en mí. No iba a salir con nadie sino hasta cuando tuviera suficiente edad, estuviera preparada para casarme y encontrara a alguien que tuviera las cualidades que yo quería en un esposo”.

Así Mary Ann saca a la luz la pregunta crítica que tendrás que hacerte antes de empezar a concertar citas.

Preguntas para consideración Capítulo 29

□ ¿Qué significa para ti la expresión “concertar citas”?

□ ¿Por qué se sienten presionados a concertar citas algunos jóvenes?

□ ¿Por qué no es sabio concertar citas mientras se está en “la flor de la juventud”?

□ En cuanto a concertar citas, ¿cómo puede el joven ‘evitar la calamidad’?

□ ¿Qué problemas pueden surgir cuando un muchacho y una muchacha son ‘solo amigos’?

□ ¿Cómo puedes saber si estás listo para concertar citas o no?

[Comentario en la página 231]

“En poco tiempo el besarnos ya no nos excitaba tanto, y empezamos a tocarnos las partes íntimas del cuerpo. Me puse muy nerviosa porque aquello me hacía sentir muy sucia. Además, con el tiempo aquel muchacho creyó que yo debería entregarme a él por completo”

[Comentario en la página 234]

‘¿Cómo puedo dejar a Kathy sin herir sus sentimientos?’

[Recuadro/Fotografía en las páginas 232 y 233]

¿Pueden ser ‘solo amigos’ un muchacho y una muchacha?

Las llamadas relaciones platónicas (relaciones afectuosas entre hombre y mujer sin intervención del elemento sexual) son bastante populares entre los jóvenes. Gregory, de 17 años, afirma: “Prefiero hablar con las muchachas porque generalmente son más compasivas y sensibles”. Otros jóvenes dicen que esas amistades les ayudan a desarrollar mejor la personalidad.

La Biblia insta a los jóvenes varones a tratar “a las mujeres [...] de menos edad como a hermanas, con toda castidad”. (1 Timoteo 5:2.) Al aplicar este principio, ciertamente se puede gozar de una amistad limpia y sana con personas del sexo opuesto. Por ejemplo, el apóstol Pablo fue un soltero que disfrutó de la amistad de varias cristianas. (Ve Romanos 16:1, 3, 6, 12.) Escribió sobre dos “mujeres que se han esforzado lado a lado conmigo en las buenas nuevas”. (Filipenses 4:3.) Jesucristo también tuvo compañerismo equilibrado y sano con mujeres. En varias ocasiones disfrutó de la hospitalidad de Marta y María y de conversar con ellas. (Lucas 10:38, 39; Juan 11:5.)

Sin embargo, muchas veces una amistad “platónica” no difiere mucho de un amorío ligeramente disfrazado o un modo de conseguir la atención de una persona del sexo opuesto sin compromiso alguno. Y puesto que los sentimientos pueden cambiar fácilmente, es necesario ejercer cautela. La Dra. Marion Hilliard advierte: “Una amistad que vaya a unos 10 kilómetros por hora puede cambiar sin previo aviso a una pasión ciega que acelere a 100 kilómetros por hora”.

Mike, de 16 años, aprendió eso cuando se hizo “amigo” de una joven de 14 años: “Pronto descubrí que dos personas no pueden seguir siendo simplemente amigos si se siguen viendo a exclusión de otros. Nuestra relación fue haciéndose cada vez más íntima. En poco tiempo desarrollamos sentimientos especiales el uno para con el otro, y todavía los tenemos”. Puesto que ninguno de los dos tiene suficiente edad para casarse, se sienten frustrados.

Cuando hay demasiado compañerismo estrecho, los resultados pueden ser más tristes. Cierto joven trató de consolar a una amiga que le confió unos problemas. En poco tiempo empezaron a acariciarse. ¿Qué resultado tuvo aquello? Remordimientos de conciencia, y malos sentimientos entre ellos. En el caso de otros jóvenes, el resultado ha sido relaciones sexuales. Una encuesta que llevó a cabo la revista Psychology Today reveló: “Casi la mitad de los jóvenes entrevistados (49%) ha tenido una relación amistosa que se ha convertido en una relación de índole sexual”. De hecho, “casi la tercera parte (31%) dijo que había tenido relaciones sexuales con un amigo el mes anterior”.

‘Pero mi amiga [o amigo] no me atrae, y nunca me enamoraría de ella [o él].’ Quizás tengas razón. Pero ¿cómo sabes si sentirías lo mismo en el futuro? Además, “el que confía en su propio corazón es estúpido”. (Proverbios 28:26.) Nuestro corazón puede ser traicionero y engañoso y puede cegarnos e impedir que veamos nuestros verdaderos motivos. Y ¿sabes realmente lo que tu amiga [o amigo] siente por ti?

En su libro The Friendship Factor (El factor de la amistad), Alan Loy McGinnis aconseja: “No confíes demasiado en ti mismo”. Toma precauciones, tal vez limitando tu asociación con otros a actividades en grupo que estén bien supervisadas. Evita los despliegues de afecto inapropiados y el estar a solas en ambientes románticos. Si te sientes perturbado, habla francamente con tus padres y personas mayores, en vez de hablar con algún joven del sexo opuesto.

Y ¿qué hay si, a pesar de tomar precauciones, se desarrolla una situación de sentimientos amorosos no correspondidos? ‘Habla la verdad’, y aclara a la otra persona tu posición. (Efesios 4:25.) Si el problema persiste, quizás sea mejor que te mantengas a distancia. “Sagaz es el que ha visto la calamidad y procede a ocultarse.” (Proverbios 22:3.) O como dice el libro de que citamos arriba: “Huye si es necesario. De vez en cuando, por más que tratemos, alguna amistad con una persona del sexo opuesto se pasa de lo apropiado, y sabemos en qué va a terminar”. Entonces es tiempo de retirarse de esa situación.

[Fotografías en la página 227]

A menudo los jóvenes se sienten presionados a concertar citas o formar parejas

[Fotografía en la página 228]

El salir juntos suele empujar a los jóvenes a despliegues de afecto indeseados

[Fotografía en la página 229]

Se puede disfrutar de la compañía de personas de diferente sexo sin las presiones de las citas

[Fotografía en la página 230]

Las llamadas relaciones platónicas muchas veces terminan en desengaños amorosos