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La pesca a vista de pájaro

La pesca a vista de pájaro

La pesca a vista de pájaro

TODO pescador —trátese de un ser humano o de un ave⁠— enfrenta tres problemas fundamentales: 1) encontrar peces, 2) acercárseles y 3) capturarlos.

Los antiguos egipcios solían pescar con arpón. Básicamente empleaban las mismas técnicas que han venido usando algunas aves de la familia de las garzas desde antes que sus competidores humanos aparecieran en escena.

La garza real, muy común en el delta del Nilo, usa su afilado pico como lanza. De hecho, es capaz de atravesar dos peces a la vez y puede comer más de medio kilo (más de una libra) de pescado en un día. Podría decirse que supera en astucia al hombre.

Muchas garzas son especialistas en acechar y atacar a su presa. Caminan despacio por las aguas poco profundas o permanecen completamente inmóviles y con el pico listo para disparar. Cuando algún pez se acerca lo suficiente, el ave clava la cabeza en el agua y lo captura con rapidez. Las más de las veces, la clave del éxito es la paciencia.

Pesca con carnada

De acuerdo con el libro The Life of Birds (La vida de las aves), la garcita azulada del Japón parece imitar a la gente que arroja pan a los peces en los estanques. Esta ingeniosa ave atrae a los peces con trozos de pan hasta que quedan a merced suya.

En el Caribe, las garzas también usan pan para pescar; y a falta de pan, utilizan una de sus vistosas patas amarillas a manera de carnada. Se posan en una pata en aguas someras mientras menean la otra debajo de la superficie para atraer a los curiosos peces.

“Comida para llevar”

Las aves emplean técnicas muy diversas para pescar. Al águila pescadora, por ejemplo, podría describírsela como un ave que prefiere la “comida para llevar”. Sobrevuela el agua buscando peces que estén cerca de la superficie. Tan pronto como localiza uno, repliega las alas y se lanza en picada, ajustando el ángulo de la caída según sea necesario hasta capturarlo con sus garras. Esta técnica exige precisión absoluta y una aguda visión.

En ocasiones, el pigargo vocinglero, una especie de águila africana, atrapa una presa demasiado pesada (hay peces que pueden llegar a los 2,7 kilogramos [seis libras]). ¿Qué hace en ese caso? Algunos naturalistas han observado a estas aves resolver el problema chapoteando con las alas hasta llegar a la orilla.

Buceando para la cena

Los alcatraces y los piqueros también se tiran en picada, pero verticalmente. Vuelan en bandadas pequeñas buscando algún cardumen que esté cerca de la superficie. Desde lo alto, el cuerpo plateado de los peces cambia el color del mar de un azul profundo a un verde pálido, lo que delata su presencia y pone a trabajar a estas aves.

Después de localizar un cardumen, los alcatraces se lanzan hacia el agua como flechas a velocidades de hasta 97 kilómetros (60 millas) por hora, creando un espectáculo que bien podría compararse a una competencia olímpica de clavados. Las bandadas cercanas pronto detectan la actividad y se unen al festín.

A diferencia de la garza, los alcatraces y los piqueros no arponean a su presa al entrar en el agua. Más bien, la empujan hacia abajo un metro o más con la fuerza de la caída y, de regreso a la superficie, la capturan y se la tragan entera.

El charrán también es un hábil clavadista, pero se lanza al agua desde mucho más cerca de la superficie. El libro Handbook of the Birds of the World (Guía de las aves del mundo) explica que en vez de tirarse como una bomba, tal como el alcatraz y el piquero, el charrán se vale de su “habilidad, gracia y agilidad” para sacar al pez del agua con el pico. Solo en contadas ocasiones se sumerge brevemente para perseguir a su presa.

Pesca en equipo

Los pelícanos podrían parecer torpes debido a su voluminoso pico; sin embargo, son voladores y pescadores consumados. El pelícano pardo acostumbra lanzarse en picada para capturar peces, y en ocasiones se los roba a los pescadores cuando recogen sus redes. Pero su especialidad es la pesca en equipo.

Estas aves son gregarias por naturaleza. Uno de sus rasgos distintivos es la habilidad para coordinar esfuerzos a la hora de pescar. Por lo general, una docena de ellas se posa con suavidad en el agua formando un semicírculo alrededor del cardumen. Luego, nadando con lentitud, lo conducen a una zona poco profunda, donde todas sumergen la cabeza al unísono y comienzan a recoger peces en sus picos.

Por supuesto, tal como sus competidores humanos, las aves a menudo fallan en sus intentos. Con todo, su tasa de éxito no deja de ser muy superior.

[Ilustración de la página 12]

Pigargo vocinglero

[Reconocimiento]

Photolibrary

[Ilustración de la página 12]

Garza real

[Ilustración de la página 13]

Alcatraz común

[Ilustración de la página 13]

Charrán común

[Ilustración de la página 13]

Pelícano australiano