Ir al contenido

Ir al índice

Usemos la tecnología cuidando los modales y el bolsillo

Usemos la tecnología cuidando los modales y el bolsillo

Usemos la tecnología cuidando los modales y el bolsillo

Katherine, de veintitantos años, usaba una computadora en el trabajo. Una vez en casa, estaba continuamente navegando por Internet, comprando en línea y revisando los incontables mensajes electrónicos. De todos modos, en comparación con sus compañeros más jóvenes, no dedicaba tanto tiempo a estas actividades. “¿Por qué tienen que molestarme siempre con sus bobos mensajes? —se quejaba—. ¡Soy una persona! ¿Acaso no me pueden llamar por teléfono?”

PARECE irónico que Katherine se quejara de que no la llamaran por teléfono, pues no deja de ser otra vía indirecta de comunicación. Pero en algo tenía razón: muchos aparatos ideados para acercar a las personas pueden acabar separándolas emocionalmente. A continuación encontrará varios principios bíblicos que le pueden ayudar a ser equilibrado al usar la tecnología.

“Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos.” (Mateo 7:12.) Si tomamos en cuenta estas palabras de Jesús al usar el celular y la computadora, demostraremos buenos modales, así como respeto por los demás. “Mi esposo y yo estábamos en un restaurante —dice una señora de nombre Anne—, y en la mesa de al lado había dos hombres. Uno de ellos se pasó todo el tiempo hablando por el celular. Nos dio mucha lástima el otro señor, pues estuvo comiendo ‘solo’.” ¿Cómo se habría sentido usted en su lugar? ¿Herido? ¿Ofendido? No olvidemos que el hecho de que podamos usar un celular en cualquier momento y en casi todas partes no significa que esté bien hacerlo. Deberíamos regirnos por lo que dijo Jesús.

“Vigilen cuidadosamente que su manera de andar no sea como imprudentes, sino como sabios, comprándose todo el tiempo oportuno que queda.” (Efesios 5:15, 16.) El tiempo es un valioso regalo de Dios que no deberíamos desperdiciar. Cierto, la tecnología nos puede ahorrar tiempo. Gracias a Internet, por ejemplo, podemos investigar información, realizar operaciones bancarias y efectuar compras más rápido. Pero, si pasamos horas navegando sin rumbo por Internet, estaremos malgastando nuestro tiempo.

Otra mala inversión de tiempo podría ser la multitarea: usar la computadora, ver la televisión y hablar por teléfono simultáneamente, o realizar tareas con diversos programas mientras uno revisa el correo electrónico. ¿Por qué puede ser contraproducente tratar de hacer varias cosas a la vez?

“Es casi imposible profundizar en el conocimiento cuando se recurre a la multitarea”, afirma el neurocientífico Jordan Grafman. No podemos concentrarnos en varias cosas al mismo tiempo; algo se verá afectado. De ahí que la multitarea pueda tener como consecuencia un aprendizaje superficial y una menor capacidad de retención. Y según la revista Time, quienes tratan de fijar la mente en varios asuntos cometen más errores y tardan “mucho más tiempo en realizar los trabajos —a veces el doble o incluso más— que si los hubieran hecho de manera secuencial”. Así que piénselo bien antes de trabajar en modo multitarea, pues quizás el día no le alcance para hacerlo todo.

“Guárdense de toda suerte de codicia, porque hasta cuando uno tiene en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee.” (Lucas 12:15.) Los bienes materiales, por muy costosos o sofisticados que sean, no nos pueden dar vida ni verdadera felicidad. Solo Dios puede hacerlo. “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual”, dijo Jesús (Mateo 5:3). El mundo del comercio, por otro lado, afirma que las posesiones son sinónimo de felicidad. “Compre, compre, compre —insisten los publicistas—. Usted debe tener lo último en tecnología.” No se deje engañar. Analice bien sus motivos y necesidades antes de gastarse el dinero que tanto le ha costado ganar. Recuerde también que muchos productos de alta tecnología se deprecian con rapidez. Por tanto, si de verdad necesita cierto aparato, pregúntese: “¿Necesito el más moderno? ¿Tiene que contar con todas esas costosas funciones adicionales que quizás nunca vaya a usar?”.

¿Bendición o maldición? De usted depende

Katherine, mencionada al principio, se asustó cuando se le dañó la computadora personal. “Al principio estaba muy tensa —explica—, pero decidí esperar un poco antes de comprarme otra. Al cabo de un mes me sentía más relajada, y noté que estaba dedicando mayor tiempo a la lectura. Como en el trabajo uso una computadora, aún puedo mantenerme en contacto con mis amistades fuera de horas laborables. Pero ya no necesito estar siempre conectada. La tecnología ya no gobierna mi vida.”

No puede negarse que gran cantidad de los productos que ofrecen la ciencia y la tecnología son prácticos y nos pueden ahorrar mucho tiempo y energías. Aprovéchelos si los necesita, pero hágalo de una manera responsable y considerada. Tenga presente que las personas están antes que la tecnología. No derroche su valioso tiempo y dinero en aparatos o programas que no necesita. No contemple escenas moralmente sucias o violentas a través de Internet u otros medios. Y tampoco se haga adicto a la tecnología. En resumen, sea sabio y ríjase por los principios divinos y de eficacia probada que se hallan en la Palabra de Dios, la Santa Biblia. Sí, “Jehová mismo da la sabiduría; procedentes de su boca hay conocimiento y discernimiento” (Proverbios 2:6).

[Recuadro de la página 9]

EL CELULAR, LA COMPUTADORA Y LOS BUENOS MODALES

Las siguientes sugerencias le ayudarán a usar el celular y la computadora de manera considerada:

▪ No conteste ni haga llamadas en momentos o lugares en los que pudiera molestar a los demás. De ser necesario, apague el celular.

▪ No interrumpa una conversación importante para contestar el teléfono a menos que sea estrictamente necesario.

▪ Cuando hable por teléfono, preste total atención a su interlocutor.

▪ No fotografíe a nadie con el celular si pudiera parecerle descortés o embarazoso a la persona.

▪ Resista la tentación de reenviar cada mensaje electrónico “interesante” que reciba, pues a los destinatarios tal vez no les guste.