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¿Qué debo hacer cuando los demás me cuentan sus problemas?

¿Qué debo hacer cuando los demás me cuentan sus problemas?

Los jóvenes preguntan...

¿Qué debo hacer cuando los demás me cuentan sus problemas?

“Los padres de una compañera de escuela estaban en trámites de divorcio, y por eso comenzó a sacar calificaciones más bajas. Ella venía y me lo contaba todo.”—Jan, de 14 años.

“Una chica de la escuela me confesó que había tenido relaciones con un muchacho. Quedó embarazada y se hizo un aborto sin que sus padres siquiera se enteraran.”—Mira, de 15 años.

ESTÁS hablando con un amigo o un compañero de clases cuando, de pronto, empieza a desahogarse contigo. * Tal vez se trate de una inquietud típica de la edad: la ropa, el dinero, su aspecto, los amigos, las calificaciones. Por otro lado, también es posible que sea algo más serio y complicado.

¿Qué tan graves pueden ser los problemas de los jóvenes? La situación que existe en Estados Unidos nos da una idea. “El Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH [por sus siglas en inglés]) calcula que el 8% de los adolescentes y el 2% de los niños (hasta de cuatro años) presentan síntomas de depresión”, según la revista Newsweek. Otro estudio señala que, “anualmente, 97 de cada 1.000 chicas de entre 15 y 19 años —un millón de adolescentes norteamericanas— quedan encintas. En la mayoría de los casos (el 78%) se trata de embarazos no deseados”. Asimismo, millones de jóvenes viven en hogares inestables, y miles son víctimas de abusos físicos o sexuales. Más de la mitad de chicos estadounidenses de entre 16 y 18 años se han emborrachado. Y, además, una cantidad alarmante se enfrenta a trastornos de la alimentación.

De modo que a nadie le sorprende que haya tantos jóvenes desesperados por hallar con quién hablar y desahogarse, y la primera persona a quien suelen acudir es a uno de sus amigos. ¿Qué harás si resulta que ese amigo eres tú? En caso de que seas cristiano, difícilmente te tomará por sorpresa que acudan a ti, pues, dado que la Biblia manda al cristiano ser razonable y “ejemplo” en conducta, es fácil que alguien —incluso un no creyente— quiera confiarte sus angustias (1 Timoteo 4:12; Filipenses 4:5). Así que, ¿cómo deberías manejar la situación? ¿Y qué harás si sientes que no puedes con el problema tú solo?

Sé un buen oyente

La Palabra de Dios dice que hay “tiempo de callar y tiempo de hablar” (Eclesiastés 3:7). Cuando alguien quiera contarte sus penas, a menudo lo mejor será simplemente escucharlo. Después de todo, la Biblia condena al que cierra su oído “al clamor quejumbroso del de condición humilde” (Proverbios 21:13). Quizás le haya tomado tiempo armarse del valor necesario para hablar del asunto, y le será más fácil expresarse si estás dispuesto a prestarle atención. “Normalmente dejo que el otro se exprese —comenta Hiram, un joven cristiano—. Dejo que saque todo lo que tiene adentro y trato de ponerme en su lugar.” Vincent concuerda: “A veces, lo único que la gente quiere es hablar”.

Es muy posible que tu amigo no espere que le resuelvas sus problemas, sino tan solo que seas un buen oyente. Por ello, escúchalo. Trata de no distraerte ni interrumpirlo innecesariamente. El solo hecho de que estés a su lado y le prestes atención puede serle de gran ayuda, pues demuestra tu genuino interés.

¿Significa eso que no debes decir ni una sola palabra? Mucho depende de la naturaleza del asunto, pero casi siempre algún comentario amable y bien pensado será lo más oportuno (Proverbios 25:11). Por ejemplo, si ha ocurrido una desgracia en la familia de tu amigo, sería bueno expresarle tus condolencias (Romanos 12:15). Proverbios 12:25 señala: “La solicitud ansiosa en el corazón de un hombre es lo que lo agobia, pero la buena palabra es lo que lo regocija”. Tal vez lo que necesite sea un poco de ánimo. Manifiéstale tu confianza en que sabrá afrontar la situación. Si dices algo como “Entiendo por qué te sientes así” o “Lamento que tengas que enfrentarte a esta situación”, percibirá que eres sincero y que quieres ayudarlo.

Ahora bien, toma en cuenta la advertencia de Proverbios 12:18: “Existe el que habla irreflexivamente como con las estocadas de una espada”. Es importante que evites comentarios como “No es para tanto”, “Olvídalo” o “No deberías decir eso”. Ten cuidado también de no rebajar la seriedad de un problema con humor, pues la otra persona fácilmente podría interpretarlo como falta de respeto a sus sentimientos (Proverbios 25:20).

Pero ¿y si te quedas sin palabras? Sé franco y confiésale que no sabes qué decir, pero que aun así quieres apoyarlo. Pregúntale: “¿En qué te ayudo?”; es posible que le puedas aligerar la carga de alguna manera práctica (Gálatas 6:2).

Da buenos consejos

¿Y si consideras que el muchacho necesita unos consejos? Desde luego, al ser joven, eres relativamente inexperto y no estás en posición de atender todo problema (Proverbios 1:4). Pero como menciona el Salmo 19:7, “el recordatorio de Jehová es fidedigno, hace sabio al inexperto”. De modo que, a pesar de tu inexperiencia, es posible que tu conocimiento de los principios bíblicos sea suficiente para orientar a un compañero cuando haga falta (Proverbios 27:9). Sin ser sermoneador, ¿por qué no le señalas algunos puntos de las Escrituras? Si no estás seguro de qué principios están envueltos, investiga. A lo largo de los años, la serie de esta revista titulada “Los jóvenes preguntan...” ha publicado muchos consejos basados en la Palabra de Dios sobre distintos temas. Otra valiosa fuente de información es el libro Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas. *

Tal vez serviría que le contaras tus propias experiencias, e incluso podrías darle algunas recomendaciones prácticas. Sin imponerle tu punto de vista, puedes indicarle qué te ayudó a ti (Proverbios 27:17). Sin embargo, ten presente que cada situación es distinta, y lo que dio resultados en tu caso no necesariamente les servirá a los demás.

Unas palabras de advertencia

Evita dedicarles demasiado tiempo a los problemas de jóvenes que no temen a Jehová ni respetan las normas cristianas; ten en cuenta que muchos de sus apuros tal vez sean consecuencia de un estilo de vida contrario a las Escrituras. Si tratas de ayudar a alguien que menosprecia la guía bíblica, los dos pueden terminar frustrados (Proverbios 9:7). Además, tal vez te verías obligado a escuchar un montón de tonterías u obscenidades (Efesios 5:3). Por eso, si una conversación te hace sentir incómodo, ten el valor de decirle a tu amigo que no lo puedes ayudar o que el tema te desagrada.

Ten cuidado cuando alguien del sexo opuesto quiera confiarte sus sentimientos íntimos. La Palabra de Dios advierte que el corazón puede ser traicionero (Jeremías 17:9). Un trato estrecho puede despertar sentimientos románticos y terminar incluso en inmoralidad sexual.

Además, no caigas en la trampa de prometer que no le dirás nada a nadie. Sé modesto y acepta el hecho de que quien acuda a ti tal vez necesite más ayuda de la que tú puedes ofrecerle (Proverbios 11:2).

Cuando hace falta que alguien más intervenga

En muchos casos, lo mejor será que tú mismo consigas la ayuda. “La verdad es que no sabía cómo ayudar a mi compañera —señala Mira, citada antes—, así que hablé con un anciano de la congregación, y él me aconsejó qué hacer.” En efecto, en la congregación cristiana de los testigos de Jehová hay hombres de experiencia que te pueden orientar (Efesios 4:11, 12). Siguiendo la recomendación del anciano, Mira animó a su compañera a hablar con sus padres, y ella lo hizo. “Su situación va mejorando —cuenta Mira—. Ahora quiere saber más de la Biblia.”

¿Y si es un hermano cristiano el que se confía a ti? Es natural que quieras hacer todo lo que razonablemente esté a tu alcance (Gálatas 6:10). Si crees que se está alejando de las normas morales de Jehová, no te cohíbas; ‘háblale con la verdad’ (Efesios 4:25). Sé honesto, pero evita parecer santurrón. Tu franqueza demostrará que eres un amigo de verdad (Salmo 141:5; Proverbios 27:6).

Además, en tales situaciones es imperioso que exhortes a tu amigo a que busque ayuda: de sus padres, de un anciano o de algún cristiano maduro a quien respete. Si pasa un tiempo razonable y no ha hablado con nadie, tal vez tengas que hacerlo por él (Santiago 5:13-15). Para ello se necesita valor, pero es prueba de que tu amigo de veras te importa y que quieres lo mejor para él.

Jehová obviamente no espera que resuelvas los problemas de todo el mundo, pero si alguien se desahoga contigo, no tienes por qué sentirte incompetente. Pon en práctica tu educación cristiana y demuestra que eres “un compañero verdadero” (Proverbios 17:17).

[Notas]

^ párr. 5 Para simplificar, usaremos el género masculino para referirnos al joven que tiene problemas. Pero, como es de suponer, la información es útil para ambos sexos.

^ párr. 15 Editado por los testigos de Jehová.

[Ilustración de la página 21]

En algunos casos serás tú quien tenga que buscar ayuda para el amigo que está en problemas