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Vestigios del poderoso Imperio romano

Vestigios del poderoso Imperio romano

Vestigios del poderoso Imperio romano

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN ALEMANIA

¿Qué monumento que supera los mil novecientos años de antigüedad y los 500 kilómetros de longitud constituye uno de los máximos exponentes del Imperio romano en Europa central? El limes.

POR limes nos referimos a un conjunto de fortificaciones construidas por los romanos para proteger su frontera septentrional de las tribus germánicas. En la actualidad, dichas edificaciones atestiguan el enorme poder que ostentó la Roma imperial.

La voz latina limes significaba originalmente “sendero entre dos campos”. Aunque en un principio se trataba de un simple sendero, o camino, con el tiempo se convirtió en un límite fronterizo cuya construcción marcó un hito en la historia del imperio.

¿Por qué se construyó?

Los pueblos germánicos, o bárbaros, situados al norte del imperio, hostilizaban a Roma. Los temibles guerreros chatti, por ejemplo, llevaron a cabo numerosas incursiones en territorio romano, pero lanzar una ofensiva militar contra ellos hubiera resultado muy costoso.

De modo que, en lugar de dedicarse a invadir a las tribus bárbaras, el ejército romano construyó el limes, formando así un corredor que atravesaba tierras aún sin conquistar situadas entre los ríos Rin y Danubio. En algunos tramos hubo que abrir pasos a través de bosques densos. Como dicho corredor se patrullaba, la seguridad de los viajeros estaba relativamente garantizada.

Al principio, los romanos solo contaban con una calzada amplia, pero con el tiempo se añadieron a lo largo del camino torres de madera donde apostaron centinelas. La distancia entre las torres permitía el contacto visual entre ellos. También levantaron junto a la vía empalizadas hechas de estacas puntiagudas de 2,7 metros de altura y, más tarde, fosos y trincheras. Además, en ciertos lugares erigieron murallas y atalayas de piedra.

En las regiones aisladas se edificaron fuertes adicionales para alojar tropas. A finales del siglo III de nuestra era, el limes germano superaba los 500 kilómetros de longitud e incluía 60 fortalezas grandes y numerosos fortines. Además, había vigilancia en al menos 900 atalayas, las cuales, según algunas fuentes, llegaban a los tres pisos (10 metros) de altura.

Frontera artificial

Así pues, lo que comenzó siendo un corredor que atravesaba el territorio enemigo se convirtió en una frontera artificial. La frontera del limes se extendía desde Germania hasta llegar a la costa bañada por el mar del Norte, en los actuales Países Bajos. En Britania se construyeron el muro de Adriano y el muro de Antonino a fin de defender la frontera de los ataques de las tribus caledonias que residían en la actual Escocia.

Nunca se pretendió que el limes cerrara la frontera por completo. De hecho, se construyeron puertas para permitir que la población de las zonas bárbaras pudiera acceder a las provincias romanas de Retia y Germania superior, lo cual hizo posible la actividad comercial.

El limes es prueba de un giro asombroso en la política romana. T. W. Potter escribe: “Durante siglos, la idea de poseer límites definidos fue casi inconcebible para Roma”. Por consiguiente, la frontera señaló “el inicio de un cambio político decisivo: de la expansión a la contención”.

¿Qué queda del limes?

Para el siglo III había comenzado el largo y lento declive del imperio. El ejército fue abandonando el limes, las fortificaciones se fueron deteriorando, y se utilizaron las piedras y la madera que las componían para otros fines. La frontera de uno de los imperios más poderosos que el mundo había conocido, descuidada y cubierta de maleza, con el tiempo cayó en el olvido.

Sin embargo, a finales del siglo XIX aumentó en Alemania el interés por la historia y tradición romanas. Desde entonces se han reconstruido pequeñas secciones de trincheras, fosos y murallas del limes, así como algunos fuertes y atalayas, aunque todavía quedan grandes sectores prácticamente irreconocibles.

Uno de los fuertes mejor reconstruidos es el de Saalburg, en la región de Taunus, a 40 kilómetros de la sucursal alemana de los testigos de Jehová. Con una planta de 147 por 221 metros, esta construcción, rodeada por un foso y una muralla de piedra con atalayas, albergaba originalmente un destacamento de 500 hombres. En el centro se hallaba el edificio principal: el cuartel general, o principia.

En la parte posterior del principia se guardaba la insignia, o estandarte. El folleto Limeskastell Saalburg señala: “El santuario del estandarte estaba consagrado a los dioses protectores del Imperio romano y al culto al emperador, y de día se apostaba delante un guardia de honor”. Así pues, la reconstrucción del limes confirma que la religión formaba parte de la vida militar.

Desde su restauración, el limes se ha convertido en un popular reclamo turístico. Muchos de los tramos son ahora rutas para excursionistas. Si visita Alemania, ¿por qué no se acerca a contemplarlo? Encontrará una impresionante prueba de que tarde o temprano, hasta los mayores imperios entran en decadencia y desaparecen.

[Ilustración y recuadro de la página 15]

LA VIDA DEL SOLDADO ROMANO

El ejército estaba constituido por ciudadanos romanos (legionarios) y reclutas auxiliares procedentes de los pueblos conquistados (auxilia). La unidad militar más pequeña era el contubernium, grupo de unos diez soldados que compartían el mismo alojamiento. El oficial que mandaba diez de estos grupos era el centurión. A su vez, 60 centurias formaban una legión, que constaba de 4.500 a 7.000 hombres.

“Un ejército solo avanza con el estómago lleno”, dijo Napoleón Bonaparte. Roma había comprendido esa realidad mucho antes que el emperador francés, y alimentaba bien a sus soldados. La revista Archäologie in Deutschland observa: “El ejército romano jamás se amotinó porque la comida fuera mala”. De hecho, “en algunas zonas del imperio, las tropas comían mejor que la población civil”.

Aunque los soldados recibían una ración diaria de carne fresca, frutas, verduras, pan de trigo y aceite de oliva, no había lujos. “Los cuarteles romanos no tenían cantina”, añade la citada revista. Cada contubernium debía preparar su propia comida.

Tras veinticinco años de servicio, al soldado romano lo licenciaban con honores y, en reconocimiento, recibía un terreno o una retribución económica. A los reclutas auxiliares y a sus hijos se les concedía la ciudadanía romana. “Para muchos, alistarse en el ejército era la vía más rápida de convertirse en ciudadano romano”, explica el libro Der Limes zwischen Rhein und Main (El limes entre el Rin y el Main).

[Ilustraciones y mapa de las páginas 16 y 17]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

LIMES RECONSTRUIDO EN ALEMANIA

–– Frontera del limes

1 Wiesbaden

Empalizada y atalaya de piedra

2 Butzbach

Atalaya con estructura de madera y paredes de arcilla

3 Weissenburg

Puerta norte de un fuerte de piedra

4 Saalburg

Uno de los fuertes mejor reconstruidos

5 Rainau

Torre de madera y empalizada

[Reconocimiento]

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