Ir al contenido

Ir al índice

¿Debo contarle a alguien que estoy deprimido?

¿Debo contarle a alguien que estoy deprimido?

Los jóvenes preguntan...

¿Debo contarle a alguien que estoy deprimido?

“Cuando me deprimo, al principio no quiero hablar de ello con nadie porque la gente puede pensar que soy un chico problemático. Pero después me doy cuenta de que tengo que hablar con alguien si deseo que me ayuden.”—Alejandro, de 13 años.

“Cuando me siento abatido, no recurro a mis amigos porque no creo que ellos puedan ayudarme; si se lo contara, solo se reirían de mí.”—Arturo, de 13 años.

CASI todo el mundo se pone triste de vez en cuando. * Sin embargo, debido a tu juventud y relativa poca experiencia, las presiones de la vida pueden abrumarte con facilidad. Es posible que te embarguen la pena y la melancolía a causa de las exigencias de tus padres, amigos y profesores, los cambios físicos y emocionales de la pubertad o los sentimientos de fracaso ocasionados por algún pequeño defecto.

En una situación así, es conveniente tener a alguien en quien confiar. “Si no hablase de mis problemas, creo que explotaría”, confesó Beatriz, de 17 años. Lamentablemente, sin embargo, muchos jóvenes sufren en silencio y a menudo se hunden más y más en la desesperación. María de Jesús Mardomingo, profesora de la Facultad de Medicina de Madrid, observa que los jóvenes que llegan al extremo de intentar quitarse la vida se hallan, con frecuencia, sumamente solos. Muchos de los que han sobrevivido a una tentativa de suicidio reconocen que no han podido encontrar a ningún adulto con el que conversar y en quien confiar.

¿Y tú? ¿Tienes a alguien con quien hablar cuando estás deprimido? Si tu respuesta es no, ¿a quién podrías acudir?

Habla con tus padres

Veamos lo que hace Alejandro, citado al principio, cuando se deprime: “Yo acudo a mi madre porque, desde que nací, siempre me ha ayudado y me inspira confianza. También hablo con mi padre porque ha pasado por experiencias similares a las mías. Si me encuentro mal y no se lo digo a nadie, me siento peor”. Rodolfo, de 11 años, recuerda: “A veces, el maestro me trataba como si no valiera nada y me reñía, así que me ponía muy triste. Solía irme al baño a llorar. Algún tiempo después se lo conté a mi madre, y ella me ayudó a resolver el problema. Si no se lo hubiera dicho, me habría deprimido más”.

¿Has considerado la posibilidad de hablar sinceramente con tus padres? Quizá creas que ellos no te pueden comprender. Pero ¿realmente es así? Aunque tal vez no entiendan por completo todas las presiones que soportan los jóvenes hoy en día, ¿no es cierto que probablemente te conocen mejor que nadie? Alejandro dice: “A veces les cuesta ponerse en mi lugar e imaginarse exactamente cómo me siento”. Y, sin embargo, admite: “Sé que puedo contar con ellos”. En numerosas ocasiones, los jóvenes se llevan una sorpresa al descubrir que, en realidad, sus padres los comprenden muy bien. Puesto que ellos son mayores y cuentan con más experiencia, a menudo pueden proporcionar consejos útiles, sobre todo si tienen experiencia en la aplicación de los principios bíblicos.

“Cuando hablo con mis padres, me dan estímulo y soluciones prácticas a mis problemas”, señala Beatriz, citada anteriormente. No sorprende que la Biblia dirija este consejo a los jóvenes: “Observa, oh hijo mío, el mandamiento de tu padre, y no abandones la ley de tu madre. Escucha a tu padre, que causó tu nacimiento, y no desprecies a tu madre simplemente porque ha envejecido” (Proverbios 6:20; 23:22).

Claro, es difícil que confíes en tus padres si tu relación con ellos está deteriorada. Según la doctora Catalina González Forteza, un estudio realizado entre estudiantes de escuela secundaria mostró que los que habían intentado suicidarse carecían de autoestima y tenían una relación deficiente con su familia. En cambio, “quienes tienen una buena relación con su mamá y su papá” no presentaban tendencias autodestructivas.

Por lo tanto, es aconsejable que trates de cultivar una buena relación con tus padres. Acostúmbrate a hablar con ellos regularmente. Cuéntales cómo te va todo. Hazles preguntas. El que sostengas conversaciones animadas como estas hará que te resulte más fácil acudir a ellos cuando tengas un problema serio.

Si te confías a un amigo

Pero ¿no sería más fácil contarle tus problemas a alguien de tu edad? Es bueno tener amigos en los que confiar. Proverbios 18:24 dice que “existe un amigo más apegado que un hermano”. No obstante, aunque tus compañeros te entiendan y apoyen, es posible que sus consejos no siempre sean los mejores. Al fin y al cabo, por lo general no tienen más experiencia en la vida que tú. ¿Te acuerdas de un rey de tiempos bíblicos llamado Rehoboam? En vez de dejarse aconsejar por hombres maduros y experimentados, hizo caso a otros jóvenes. ¿Con qué resultado? Le sobrevino el desastre. Rehoboam perdió el respaldo de casi toda la nación y la aprobación de Dios (1 Reyes 12:8-19).

Confiar en tus compañeros puede entrañar otro problema: la falta de confidencialidad. Arturo, citado al principio, observa: “La mayoría de los chicos que conozco acuden a sus amigos cuando están tristes. Pero, más tarde, esos amigos se lo cuentan todo a otros y se burlan de ellos”. Gabriela, una adolescente de 13 años que ha pasado por una situación parecida, relata: “Un día descubrí que mi amiga le contaba todas mis cosas a una amiga suya, así que dejé de confiar en ella. Aunque sigo hablando con gente de mi edad, no les digo nada que pueda perjudicarme en caso de que se lo cuenten a otras personas”. Así pues, si necesitas ayuda, es importante encontrar a alguien que ‘no revele el habla confidencial de otro’ (Proverbios 25:9). Es más probable que tal persona sea mayor que tú.

De modo que si por alguna razón no encuentras apoyo en casa, es apropiado que busques a alguien en quien confiar, pero asegúrate de que él o ella tenga experiencia en la vida y de que conozca los principios bíblicos. Lo más seguro es que en la congregación local de los testigos de Jehová haya personas de esas características. Una joven de 16 años llamada Liliana señala: “Me alegro mucho de haber confiado en algunas hermanas cristianas. Como son mayores que yo, sus consejos son sensatos. Se han convertido en amigas mías”.

¿Qué puedes hacer si tu espiritualidad ha comenzado a verse afectada? Quizás te hayas deprimido tanto que hayas dejado de orar o de leer la Biblia. En Santiago 5:14, 15, las Escrituras aconsejan: “¿Hay alguno enfermo entre ustedes? Que llame a sí a los ancianos de la congregación, y que ellos oren sobre él, untándolo con aceite en el nombre de Jehová. Y la oración de fe sanará al indispuesto, y Jehová lo levantará”. Las congregaciones de los testigos de Jehová cuentan con hombres maduros y con experiencia en ayudar a personas desanimadas o enfermas en sentido espiritual. Siéntete libre de dirigirte a ellos. La Biblia dice que estos hombres pueden ser “como escondite contra el viento y escondrijo contra la tempestad de lluvia” (Isaías 32:2).

‘Da a conocer tus peticiones a Dios’

No obstante, la mejor fuente de ánimo es “el Dios de todo consuelo” (2 Corintios 1:3). Cuando estés triste y deprimido, sigue el consejo de Filipenses 4:6, 7: “No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales mediante Cristo Jesús”. Jehová siempre está dispuesto a escucharte (Salmo 46:1; 77:1). Y, en ocasiones, la oración es cuanto necesitas para desahogarte.

Si te deprimes de vez en cuando, no olvides que a muchos otros jóvenes les sucede lo mismo. Con el tiempo, lo normal es que esos sentimientos desaparezcan. Pero, mientras tanto, no sufras en silencio. Cuéntale a alguien lo que te ocurre. Proverbios 12:25 afirma: “La solicitud ansiosa en el corazón de un hombre es lo que lo agobia, pero la buena palabra es lo que lo regocija”. ¿Cómo conseguir esa “buena palabra” de ánimo? Acudiendo a alguien con experiencia, conocimiento y sabiduría piadosa en busca del consuelo y la ayuda que necesitas.

[Nota]

^ párr. 5 La tristeza persistente pudiera deberse a un trastorno físico o emocional grave, por lo que se recomienda buscar atención médica de inmediato. Consulta el artículo “Cómo vencer la depresión”, que apareció en La Atalaya (la revista que se publica junto con ¡Despertad!) del 1 de marzo de 1990.

[Comentario de la página 14]

“Cuando hablo con mis padres, me dan estímulo y soluciones prácticas”

[Ilustración de la página 15]

Los padres piadosos están más preparados para aconsejarte que quienes tienen tu misma edad