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¿Llevan todas las religiones a un mismo Dios?

¿Llevan todas las religiones a un mismo Dios?

¿Llevan todas las religiones a un mismo Dios?

“Yo tengo mis propias creencias, y no pienso cambiarlas. De todas formas, no importa la religión que sigamos, pues todas llevan a Dios.”

¿LE HA expresado alguien esa opinión? Muchas personas sostienen que todas las religiones son caminos igualmente válidos para llegar a Dios y descubrir el sentido de la vida. Otras muchas creen que en todas las religiones hay cosas buenas y cosas malas, y que ninguna posee el monopolio de la verdad ni puede afirmar que es la única vía que conduce a Dios.

Esas ideas son populares en la sociedad pluralista y “tolerante” de hoy. Tanto es así que a los que no las comparten suele vérseles como personas llenas de prejuicios, de mente estrecha. ¿Qué opina usted? ¿Cree que, a fin de cuentas, todas las religiones llevan a un mismo Dios? ¿Importa a qué confesión religiosa pertenezcamos?

¿Existen verdaderas diferencias?

Según fuentes fidedignas, en el mundo hay 9.900 religiones, algunas de las cuales se practican en muchos países y cuentan con millones de miembros. Se calcula que el 70% de la población humana pertenece a una de las cinco religiones principales: budismo, cristianismo, hinduismo, islam y judaísmo. Si todas las religiones llevan a un mismo Dios, estas cinco deberían tener mucho en común en sus enseñanzas, su manera de representar a Dios y su explicación del propósito divino. Pero ¿es así?

El teólogo católico Hans Küng dice que las principales religiones sí comparten algunos principios básicos en el campo de las relaciones humanas. La mayoría de ellas condenan actos como el asesinato, el incesto, el robo y la mentira, y enseñan que hay que respetar a los padres y amar a los hijos. Pero en otros campos, particularmente en la manera de representar a Dios, existen marcadas diferencias entre las principales religiones.

Por ejemplo, los hindúes creen en una multitud de deidades, mientras que los budistas ni siquiera parecen estar muy seguros de si existe o no un Dios personal. El islam enseña que solo hay un Dios. Y lo mismo hacen las iglesias que afirman ser cristianas, aunque muchas de ellas dicen que Dios es una Trinidad. Incluso entre estas iglesias existe una amplia variedad de enseñanzas. María, la madre de Jesús, es objeto de veneración para los católicos, pero no para los protestantes. Además, los católicos tienen prohibidos casi todos los métodos anticonceptivos, mientras que la mayoría de los protestantes no. Y entre los mismos protestantes no hay consenso en cuestiones tales como la homosexualidad.

¿Es lógico pensar que religiones con creencias tan diferentes adoren todas a un mismo Dios? Difícilmente. Lo único que logran es crear confusión en cuanto a quién es Dios y lo que él espera de quienes lo adoran.

¿Unen, o dividen?

Si todas las religiones llevaran a un mismo Dios, las veríamos promoviendo la paz y unidad entre la humanidad. Pero ¿lo están haciendo? La historia demuestra que en lugar de unir a la gente, la religión ocasiona divisiones y peleas. Veamos algunos ejemplos.

En los siglos XI a XIII, la cristiandad, es decir, el conjunto de países que se llaman cristianos, guerrearon contra las potencias islámicas en una serie de cruzadas. En la Europa del siglo XVII, católicos y protestantes se enzarzaron en la guerra de los Treinta Años. En 1947, tan pronto como el subcontinente indio obtuvo su independencia de Gran Bretaña, hindúes y musulmanes combatieron entre sí. En tiempos más recientes, católicos y protestantes lucharon por años en Irlanda del Norte. En Oriente Medio, judíos y musulmanes todavía no han hallado la paz entre sí. Pero a la cabeza de la lista de conflictos debe colocarse la II Guerra Mundial, pues en ella participaron miembros de las cinco religiones principales y hasta hubo personas de la misma fe en bandos contrarios.

La conclusión es obvia. Las religiones del mundo no han traído paz y unidad y no han conducido a la gente a Dios. Al contrario, han dividido a la humanidad y han pintado un cuadro confuso de quién es Dios y de cómo adorarle. Por consiguiente, todo el que quiera adorar al Dios verdadero tiene que elegir con cuidado el camino que seguirá. Esto está en armonía con lo que dice la Biblia, uno de los libros religiosos más antiguos que se conocen.

Escojamos a quién queremos servir

La Biblia indica claramente que para encontrar el camino que conduce al Dios verdadero hay que pensar con detenimiento y decidir en consecuencia. Josué, siervo de Jehová, dijo lo siguiente a la antigua nación de Israel: “Escójanse hoy a quién quieren servir, si a los dioses a quienes sirvieron sus antepasados que estaban al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra están morando. Pero en cuanto a mí y a mi casa, nosotros serviremos a Jehová”. Años después, el profeta Elías también animó al pueblo a que escogiera: “¿Hasta cuándo irán cojeando sobre dos opiniones diferentes? Si Jehová es el Dios verdadero, vayan siguiéndolo; pero si Baal [un dios cananeo] lo es, vayan siguiéndolo a él” (Josué 24:15, 16; 1 Reyes 18:21).

Estos y otros textos bíblicos demuestran categóricamente que los que querían servir al Dios verdadero tuvieron que tomar una decisión bien pensada. Hoy día nos encontramos en la misma situación. Si queremos adorar y servir al Dios verdadero, tenemos que decidirnos por el camino correcto. ¿Qué nos puede ayudar a elegir bien en materia de religión? ¿Cómo podemos identificar a los verdaderos adoradores de Dios?

Los verdaderos adoradores se reconocen por sus frutos

Tocante a los adoradores verdaderos y los falsos, Jesucristo dijo a sus seguidores: “Nunca se recogen uvas de espinos o higos de cardos, ¿verdad? Así mismo, todo árbol bueno produce fruto excelente, pero todo árbol podrido produce fruto inservible; un árbol bueno no puede dar fruto inservible, ni puede un árbol podrido producir fruto excelente. [...] Realmente, pues, por sus frutos reconocerán a aquellos hombres”. De modo que los verdaderos adoradores se reconocerían por sus frutos, sus obras. ¿Cuáles son esos frutos? (Mateo 7:16-20.)

En primer lugar, la adoración verdadera une a los creyentes en un vínculo de amor. Jesús explicó a sus discípulos: “Les doy un nuevo mandamiento: que se amen unos a otros; así como yo los he amado, que ustedes también se amen los unos a los otros. En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí”. Los auténticos seguidores de Cristo se tienen amor, un amor tan grande que a los ojos de todos queda claro que ellos son los que practican la religión verdadera (Juan 13:34, 35).

Por esta razón, sería impensable que los cristianos verdaderos se levantaran en armas unos contra otros. ¿Siguen esta norma los miembros de las iglesias? En la II Guerra Mundial, la única religión organizada cuyos fieles se negaron sistemática y rotundamente a apoyar el esfuerzo bélico fue la de los testigos de Jehová. Hanns Lilje, ex obispo de la Iglesia Protestante de Hannover (Alemania), escribió lo siguiente sobre los Testigos: “Pueden decir con justicia que son el único grupo importante de objetores de conciencia en el Tercer Reich”. Durante aquel conflicto, los Testigos de muchos países estuvieron dispuestos a sufrir represalias antes de promover o apoyar la guerra.

¿Qué otros frutos indicó Jesús que identificarían a los discípulos verdaderos? En la oración del padrenuestro empezó diciendo: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo”. Jesús asignó prioridad a la santificación del nombre personal de Dios, Jehová, y expresó el deseo de que en toda la Tierra se hiciera la voluntad de su Padre mediante el Reino celestial. ¿A qué religión se la conoce por hacer público el nombre Jehová y proclamar que el Reino de Dios es la única esperanza que tiene la humanidad de vivir en paz? Los testigos de Jehová, portadores del nombre divino, dan a conocer las buenas nuevas del Reino en 236 países y territorios y distribuyen publicaciones en más de cuatrocientos setenta idiomas (Mateo 6:9, 10, Sagrada Biblia, Serafín de Ausejo).

También siguen el ejemplo de Jesús manteniéndose al margen de la política y las controversias sociales. “Ellos no son parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo”, dijo Jesús de sus discípulos. Además, los Testigos aceptan la Biblia como la Palabra de Dios, convencidos de que “toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra” (Juan 17:14, 17; 2 Timoteo 3:16, 17).

La religión verdadera se distingue de las demás

Todos estos frutos —mostrarse amor abnegado, santificar el nombre de Jehová, proclamar el Reino de Dios, mantenerse separados del mundo y tener fe en la Biblia— caracterizan a los verdaderos siervos de Dios y los distinguen de las demás religiones. Después de varias conversaciones con los testigos de Jehová, una señora sacó sus propias conclusiones y les dijo: “Conozco muchas religiones, y todas se parecen. Los únicos que son totalmente diferentes son ustedes”.

Está claro que no todas las religiones llevan a un mismo Dios. Pero hay una religión que se distingue de todas las demás: los testigos de Jehová, que ya ascienden a más de siete millones en todo el mundo. Al apoyar la Palabra de Dios, la Biblia, y atenerse a ella, han logrado lo que ningún otro grupo u organización: unir a personas de diversas nacionalidades, lenguas, etnias y razas en la adoración del único Dios verdadero, Jehová. Los Testigos le ayudarán con gusto a aprender acerca de Jehová, averiguar lo que él pide de nosotros y experimentar la paz y la seguridad que viene de adorarle de la manera que él aprueba. Merece la pena aspirar a esa meta, ¿verdad?

[Ilustración de la página 14]

Sacerdote ortodoxo bendiciendo a los nuevos soldados (Ucrania, 2004)

[Reconocimiento]

GENIA SAVILOV/AFP/Getty Images

[Ilustración de la página 15]

Los testigos de Jehová ayudan a la gente en todas partes a aprender de Dios y de su Reino

[Reconocimientos de la página 12]

Página 12: mujer budista: © Yan Liao/Alamy; asceta hindú: © imagebroker/Alamy; página 13: hombre leyendo el Corán: Mohamed Amin/Camerapix; hombre judío: Todd Bolen/Bible Places.com