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Candidatos a víctimas

Candidatos a víctimas

Candidatos a víctimas

Nada más acabar sus estudios, Monika fue contratada para realizar prácticas como secretaria en el campo jurídico. No preveía grandes dificultades en su adaptación al mundo laboral.

Todo indicaba que Horst, padre de familia de unos 35 años, tendría reconocimiento como médico y muy buen salario.

Ambos sufrieron acoso psicológico.

ESTOS dos ejemplos nos enseñan una valiosa lección: los afectados no están cortados por el mismo patrón. Cualquiera, sin importar su ocupación, es víctima en potencia. Entonces, ¿cómo puede uno protegerse? En primer lugar, aprendiendo a mantener la paz hasta con los compañeros más conflictivos.

Hay que encajar en el grupo

A menudo, el empleo exige relacionarse con un equipo y contribuir a que este funcione como unidad. Si todos se llevan bien, el trabajo saldrá mejor. En caso contrario, empeorará la calidad y aumentará el riesgo de hostigamiento.

¿Qué factores enturbian la camaradería? Entre ellos, los constantes cambios en la plantilla, ya que dificultan el establecimiento de relaciones cordiales. Además, los nuevos empleados no dominan los procedimientos, con lo que retrasan la labor del conjunto. Y al acumularse las tareas, es probable que reine una sensación de agobio.

Por otro lado, si no se fijan objetivos claros, el sentido de unidad será muy débil. Así ocurre cuando un jefe inseguro se dedica más a defender su cargo que a dirigir, y tal vez enfrente a unos con otros para mantener el control. De no definirse con claridad la estructura jerárquica, la confusión llega a agravarse, al grado de que algunos no entienden bien hasta dónde llegan sus responsabilidades. Para ilustrarlo, podrían producirse choques si dos trabajadores creen que ambos tienen autoridad para aprobar o denegar un pago.

En tales circunstancias, la comunicación sufre, el resentimiento se agrava, la envidia envenena la convivencia y se desata una lucha sin cuartel por ganarse las simpatías del jefe. Malentendidos insignificantes se toman como injurias graves. En efecto, se hace una montaña de un grano de arena. De este modo se crea el ambiente propicio para la persecución psicológica.

En busca del chivo expiatorio

Con el tiempo pudiera escogerse un empleado sobre el que descargar todas las culpas. ¿Cuál es el blanco predilecto? Por lo general, quien destaca de los demás, sea por diferencias de sexo (el único varón entre mujeres, o viceversa), de carácter (el tímido resulta sospechoso, y el seguro de sí mismo, avasallador), de edad (tanto mayor como menor) o de formación profesional.

Sin importar a quién elijan para que pague los platos rotos, sus colegas “lo tratan de forma descaradamente ofensiva a fin de desfogar sus tensiones”, señala la revista médica alemana mta. Aunque el pobre desdichado intenta arreglar la situación, la remedia poco o incluso la empeora. Abrumado por las intimidaciones, cada vez más frecuentes y sistemáticas, se hunde en el aislamiento. A estas alturas, no suele tener fuerzas para luchar él solo.

Si bien es cierto que el lugar de empleo siempre se ha prestado al maltrato, muchos opinan que antes había más espíritu de cooperación, por lo que eran raras las campañas de antagonismo. Pero, como señaló cierto doctor, los años han traído consigo “la generalización de una actitud más insolidaria y de un gran deterioro del sentido de vergüenza personal”. Por ende, hay menos escrúpulos a la hora de librar una batalla campal en el trabajo.

Como es lógico, todo empleado hace bien en buscar la respuesta a las siguientes preguntas: ¿Es evitable el acoso? ¿Qué hacer para vivir en paz?

[Ilustración de la página 6]

El objetivo del acoso es crear un marginado