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Islandia

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Islandia es un país insular que limita al norte con el círculo polar ártico y cuyo nombre significa “Tierra de hielo”. Muchos se lo imaginan como un lugar frío, cubierto de hielo y nieve, donde la gente mora en iglúes. Lo cierto es que pocas personas viven tan al norte como los islandeses.

Sin embargo, a decir verdad, Islandia no es una región tan fría como pudieran dar a entender su nombre y su ubicación geográfica. Una cálida corriente oceánica, que se origina al norte del ecuador, contribuye a que el clima sea mucho más suave de lo que se esperaría. Los islandeses constituyen una sociedad muy moderna y no viven en iglúes, sino en casas bien construidas dotadas de calefacción geotérmica.

Islandia es un país de marcados contrastes. En pleno invierno, el sol se asoma por el horizonte solo unas horas al día. Aunque las largas y oscuras noches invernales suelen cobrar vida con las espectaculares auroras boreales, parece como si el astro rey se resistiera a dejarse ver. No obstante, la continua luz diurna de los meses de verano compensa con creces la oscuridad invernal. En el extremo norte del país puede verse el fenómeno conocido como el sol de medianoche, pues este se mantiene sobre el horizonte durante varias semanas.

De Islandia se ha dicho que es la tierra del hielo y el fuego, y con razón: casi una décima parte del territorio está cubierta de glaciares, y es además una región de gran actividad volcánica y geotérmica. En la isla han entrado en erupción decenas de volcanes, y en los últimos siglos se han venido produciendo erupciones cada cinco o seis años aproximadamente. También abundan las fuentes termales.

Es un país poco poblado que posee una gran belleza natural y abundante flora y fauna. El aire puro, las impresionantes cascadas, las escarpadas montañas y las vastas zonas desérticas atraen a muchos turistas. A principios de la primavera regresan las aves migratorias para pasar el verano en los acantilados y las regiones pantanosas. Entre ellas se encuentra el charrán ártico, cuya migración anual lo lleva a la Antártida, en el polo opuesto de la Tierra. En los acantilados se observan frailecillos, eideres y gaviotas. En los campos pacen ovejas, y por las tierras altas deambulan los pequeños y resistentes ponis islandeses. A principios del verano regresan miles de salmones que suben a saltos por los ríos y cascadas para desovar.

Los 290.570 habitantes de Islandia descienden de los vikingos que se establecieron allí hace más de mil cien años. Aquellos colonos procedían mayormente de Noruega y hablaban el antiguo nórdico, lengua de la que proviene el islandés. Su rico patrimonio literario, aunado al relativo aislamiento del país, ha contribuido a la conservación del idioma. Debido a ello, los islandeses de la actualidad pueden leer las antiguas sagas, escritas en su mayoría durante el siglo XIII. Los islandeses se sienten orgullosos de su idioma, y existe una gran resistencia a incorporar términos de origen extranjero.

La mayoría de los primeros pobladores eran “paganos”, y no se trató de convertirlos al “cristianismo” hasta finales del siglo X. Poco antes de concluir el siglo, algunos jefes islandeses prominentes se convirtieron, y en el año 1000, el Althing (el Parlamento) pidió a uno de los caudillos religiosos paganos más destacados que juzgara entre las dos religiones. Aunque parezca sorprendente, este decidió que solo debía practicarse una religión: la “cristiana”. Parece que su dictamen se aceptó sin mucha oposición, pero dio margen para que la gente adorara a sus dioses en secreto y continuara practicando sus costumbres paganas. Aunque se trataba de una decisión más política que religiosa, posiblemente influyó en que los islandeses llegaran a ser librepensadores y a tener una actitud liberal en materia religiosa.

En la actualidad, alrededor del noventa por ciento de la población pertenece a la Iglesia Evangélica Luterana, la religión oficial. Ahora bien, pese a que prácticamente en todas las casas hay una Biblia, pocas personas la ven como la Palabra de Dios.

Las buenas nuevas llegan a Islandia

A principios del siglo XX, muchos islandeses habían emigrado a Canadá, entre otros motivos, para escapar de las dificultades ocasionadas por las erupciones volcánicas y el intenso frío. Fue allí donde algunos oyeron por primera vez las buenas nuevas del Reino de Dios. Una de estas personas fue Georg Fjölnir Lindal, quien poco después de dedicar su vida a Jehová Dios emprendió el servicio de precursor. Como el hermano Lindal hablaba islandés, en 1929, a la edad de 40 años, decidió trasladarse a Islandia. Llegó a Reykiavik el 1 de junio de aquel año, y fue el primer predicador de las buenas nuevas que hubo en el país.

El hermano Lindal esperó tres meses a que le llegara el primer envío de publicaciones, pero tan pronto como lo recibió, empezó a predicar a todo el mundo. A finales de octubre ya había distribuido 800 libros El Arpa de Dios en islandés. En esas fechas escribió lo siguiente: “Desde mi llegada he abarcado varios pueblos con una población total de 11.000 personas. Islandia tiene poco más de 100.000 habitantes, así que todavía quedan por visitar unos 90.000. A una sola persona le tomaría mucho tiempo predicar todo el territorio, pues los desplazamientos no son nada fáciles. Este es un país montañoso con un litoral muy irregular, no hay ferrocarriles y son muy pocas las carreteras preparadas para el tránsito de automóviles, por lo que mayormente viajo en barco”.

No se percibe ningún tono de queja en las pocas cartas escritas a mano que se conservan en una vieja carpeta con la etiqueta rotulada “Islandia”. En aquella misma carta de 1929, Lindal escribe: “Me da mucha satisfacción relatarles una experiencia animadora que viví hace poco. Tuve la oportunidad de regresar a un lugar donde había predicado anteriormente y encontré a varias personas que me habían comprado libros. Un hombre dijo: ‘He leído el Arpa dos veces y lo estoy leyendo por tercera vez. Es un buen libro. Gracias por visitarnos’. Otro comentó: ‘Así que ha regresado. Ese libro es buenísimo. ¿Por qué no publican en islandés todos los libros del juez Rutherford?’. Cuando le dije que muchos de ellos podían conseguirse en danés, me respondió: ‘Envíeme todos los que tengan, sí, los libros del pastor Russell también, así tendré suficiente para estudiar durante este invierno’. Otras personas también expresaron su aprecio por los libros. Doy gracias a Dios por permitirme llevar el mensaje de la verdad a los que desean escuchar”.

Para una sola persona era una tarea enorme llegar a todos los islandeses, pues la isla abarca más de la mitad de la superficie de Inglaterra. Islandia mide 300 kilómetros [200 millas] de norte a sur y 500 kilómetros [300 millas] de este a oeste, y tiene casi 6.400 kilómetros [4.000 millas] de litoral, incluidos los fiordos y las ensenadas. Pese a ello, en diez años, el hermano Lindal logró predicar las buenas nuevas y distribuir publicaciones en toda la isla. Viajaba a lo largo de la costa en barco, y cuando visitaba las granjas del interior, utilizaba dos ponis, uno para él y otro para las publicaciones y el equipaje. Según los hermanos que tuvieron el privilegio de servir con él algunos años antes de su partida, Lindal era un cristiano fiel y formal, pero también tímido y reservado, un hombre de pocas palabras. Era de imponente estatura, casi demasiado alto para los pequeños ponis islandeses que utilizaba en sus desplazamientos. Tenía tanta fuerza que a veces, cuando no había disponible ningún poni, cargaba él mismo los libros y el equipaje.

Poco se imaginaba este hermano en 1929, cuando comenzó su misión en la “Tierra de hielo”, lo difícil que sería romper el hielo, por así decirlo, y la mucha paciencia y perseverancia que requeriría. Durante casi dieciocho años fue el único Testigo en toda Islandia. Pese a su ardua labor, nadie se puso de parte del Reino en aquellos años. En 1936 escribió: “Durante el tiempo que llevo aquí, he dejado en manos de la gente entre veintiséis mil y veintisiete mil libros. Muchas personas los han leído. Algunas se han puesto en contra de la verdad, pero la mayoría se han quedado totalmente indiferentes”.

Hubo algunos, no obstante, que sí apreciaron el mensaje que se les llevó. Por ejemplo, un señor muy mayor aceptó el libro El Arpa de Dios. Cuando el hermano Lindal regresó a visitarlo varios meses después, la hija del señor le dijo que a su padre le había gustado tanto el libro que lo estudió a fondo antes de morir. En conformidad con una costumbre pagana, hasta solicitó que cuando falleciera colocasen el libro junto a él dentro del ataúd, y así lo hicieron.

La larga y solitaria estancia del hermano Lindal en Islandia concluyó el 25 de marzo de 1947, fecha en la que llegaron unos graduados de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower. Él continuó sirviendo en la isla hasta 1953, cuando regresó a Canadá. Dieciséis años después, Páll Heine Pedersen, quien para entonces era precursor especial en Islandia, decidió viajar a Winnipeg (Canadá) con la intención de conocer al hermano Lindal y oírle explicar personalmente algunos detalles sobre su labor en la isla, puesto que para aquel entonces los misioneros que habían predicado con él ya se habían ido. Aprovechando unas vacaciones en Estados Unidos, el hermano Pedersen se desplazó en autobús hasta Winnipeg. Pero cuando llegó, le dijeron que el hermano Lindal había terminado su vida en la Tierra aquella misma mañana. Había servido fielmente a Jehová hasta la muerte.

Llegan más obreros para trabajar en la mies

En 1947 llegaron los dos primeros misioneros de Galaad, ambos de Dinamarca, lo que dio comienzo a una nueva era en la predicación de las buenas nuevas. Uno de ellos era Leo Larsen. En diciembre de 1948 llegaron otros dos misioneros: Ingvard Jensen, de Dinamarca, y Oliver Macdonald, de Inglaterra. Estos misioneros siguieron efectuando la obra iniciada por el hermano Lindal y distribuyeron grandes cantidades de publicaciones. Durante el invierno se centraban en Reykiavik y sus alrededores, y durante el breve verano predicaban en los territorios rurales a lo largo de la costa. Ingvard Jensen recuerda uno de aquellos viajes en particular: “Durante mi primer verano en Islandia acompañé a otro misionero en un viaje a la región rural. Por lo general íbamos en autobús o en barco hasta el territorio escogido, cargando con nuestras bicicletas, tiendas de campaña, sacos de dormir, publicaciones y provisiones. Así que un día, zarpamos al anochecer hacia Stykkishólmur, población de la costa occidental, y llegamos al día siguiente por la tarde. Nuestra idea era visitar todas las casas y luego desplazarnos en bicicleta hasta Borgarnes, a unos 100 kilómetros [60 millas] de distancia, desde donde salía todos los días un ferry hacia Reykiavik. El viaje empezó bien. Estábamos a mediados de junio y hacía sol. La primera noche, después de haber predicado parte del territorio, nos metimos en los sacos de dormir, pero no logramos mantenernos calientes en toda la noche. A la mañana siguiente descubrimos la razón: ¡habían caído 10 centímetros [4 pulgadas] de nieve! No podíamos regresar, pues no salía ningún otro barco hasta la siguiente semana. Así que tuvimos que proseguir con lo planeado: visitar todas las casas, ir en bicicleta por una carretera de montaña hasta la siguiente población y predicar por el camino en las granjas que encontráramos”.

Llegaron a Borgarnes al cabo de cuatro días, pedaleando bajo precipitaciones de aguanieve y lluvia y con ráfagas de viento de hasta 110 kilómetros por hora [70 millas por hora]. No obstante, las inclemencias del tiempo resultaron más llevaderas gracias a la extraordinaria hospitalidad de los granjeros que encontraron a lo largo del trayecto, los cuales siempre los invitaban a pasar para tomar café y comer algo. El hermano Jensen recuerda que comieron, como promedio, ¡entre ocho y diez veces al día! Él comentó: “Me daba la sensación de que se ofenderían si no aceptábamos su amable invitación, y aquello nos brindaba la oportunidad de darles un buen testimonio sobre el Reino establecido de Jehová”.

Durante los tres primeros años de servicio misional en Islandia, los hermanos distribuyeron más de dieciséis mil publicaciones. Pero las revisitas y los estudios bíblicos no aumentaron proporcionalmente: la gente aceptaba con gusto las publicaciones, pero no respondía al mensaje. Por ejemplo, Leo Larsen y su esposa, Missie (que había llegado de Dinamarca en 1950 para casarse con él), fueron a la costa oriental y predicaron en Höfn, Eskifjördur, Neskaupstadur y Seydisfjördur. Durante ese agotador viaje distribuyeron 300 libros y aproximadamente la misma cantidad de folletos. Con cada libro dejaron un marcador en el que habían impreso un breve mensaje bíblico y la dirección de los misioneros en Reykiavik. A todo el que aceptaba alguna publicación se le invitaba a escribir para recibir más información sobre la verdad, pero nadie lo hizo.

En 1952 se decidió dar más atención a la costa norte. Así que en junio de ese año, Oliver Macdonald y su esposa, Sally (que había llegado de Inglaterra en 1949 para casarse con él), fueron asignados a Akureyri como precursores especiales. En esta ciudad se toparon con la feroz oposición del nutrido grupo denominado “hermanos de Plymouth”, dirigido por el cónsul británico allí afincado. Tanto sus seguidores como otras personas prestaban atención a los ataques contra los Testigos que este lanzaba a través de sus discursos y de la prensa. Aunque los precursores no estaban acostumbrados a ese tipo de oposición en Reykiavik, hicieron frente a los ataques sin temor, continuaron con su predicación como de costumbre y aprovecharon todas las oportunidades para aclarar las acusaciones falsas. Algunos periódicos publicaron sus réplicas.

Además de predicar en la ciudad, los precursores también visitaban la periferia, donde distribuían publicaciones y eran objeto de la típica hospitalidad de la gente, aunque no encontraron mucho interés sincero en el mensaje del Reino. El matrimonio Macdonald regresó a Reykiavik en julio de 1953, pero antes de partir de Akureyri dejaron plantadas semillas de la verdad que brotarían con el tiempo.

Se coloca un fundamento

Tras veintisiete años de plantar y regar, los hermanos de Islandia por fin empezaron a ver el fruto de su labor. A principios de 1956, siete personas se pusieron de parte del Reino y dedicaron su vida a Jehová. Hasta entonces, la mayoría de los que habían manifestado interés en la verdad no permanecieron en ella, con la excepción de Iris Åberg, una hermana inglesa que finalmente se marchó de Islandia. Pero ahora, con los siete nuevos que se bautizaron se colocó un firme fundamento. No obstante, para 1957, los misioneros y precursores que tanto habían hecho para que la verdad se arraigara en Islandia, ya se habían marchado, principalmente por motivos de salud.

Esa es la razón por la que en 1957, una precursora especial —Edith Marx, que había llegado de Dinamarca el año anterior— quedó al cargo de la pequeña congregación. Hacía falta ayuda, la mies requería obreros, pues de pronto los hermanos se encontraron privados de la presencia de quienes los habían ayudado a aprender la verdad y abrazarla con fuerza. Pero pronto llegarían precursores especiales de Dinamarca, Suecia y Alemania. Además, muchos publicadores y precursores se trasladaron a Islandia para participar en la predicación del Reino. A partir de entonces, el pueblo de Dios siguió aumentando, lenta pero continuamente.

Con el crecimiento hubo sucesos emocionantes como las visitas regulares de superintendentes de circuito y las asambleas de distrito anuales. Se necesitaban más publicaciones en islandés. El primer número de La Atalaya en islandés fue el del 1 de enero de 1960. Aquello dio un gran ímpetu a la obra. ¡Qué contentos estaban los hermanos de poder ofrecer esta publicación a los islandeses en su lengua materna! ¡Y cuánto se fortaleció la fe de los hermanos al recibir todos los meses ese magnífico alimento espiritual! Cuando se anunció en una asamblea de circuito en Reykiavik que La Atalaya se publicaría en islandés, se develó una enorme réplica de la revista detrás del orador. Los hermanos aplaudieron entusiasmados por aquel regalo de Jehová.

El hermano Pedersen recuerda que cuando llegó a Islandia en octubre de 1959, la única publicación que había en islandés para distribuir en el servicio del campo era el folleto “Estas buenas nuevas del reino”, y muchas personas ya lo tenían. Los publicadores ofrecían La Atalaya y ¡Despertad! en alemán, danés, inglés o sueco a quienes sabían leer uno de esos idiomas. Pero aunque muchos entendían dichos idiomas, el mensaje de La Atalaya cobró mucho más sentido para ellos cuando pudieron leerlo en su lengua materna. Esta revista en islandés tuvo un profundo impacto en la predicación. Durante el año de servicio 1960, los 41 publicadores y precursores obtuvieron 809 suscripciones y distribuyeron 26.479 revistas. También hubo un aumento en la cantidad de estudios bíblicos.

Otra fecha importante fue el 1 de enero de 1962, cuando se abrió una sucursal en el país. Islandia había estado bajo la supervisión de la sucursal de Estados Unidos, y anteriormente bajo la de Dinamarca. Finalmente, en 1969, los testigos de Jehová obtuvieron reconocimiento legal y se les inscribió en el Ministerio de Justicia y de Asuntos Eclesiásticos. A partir de entonces, los Testigos de Islandia tenían los mismos derechos que todas las demás confesiones religiosas y contaban con autorización para casar y celebrar funerales.

Oposición del clero

El mes en que se abrió la sucursal, los hermanos experimentaron la oposición del clero. Cierta mañana, los titulares de uno de los periódicos principales anunciaron que el obispo de la religión oficial había publicado un folleto para prevenir al público contra los testigos de Jehová en el que aconsejaba que nadie los escuchara. El folleto se titulaba Vottar Jehóva—advörun (Advertencia contra los testigos de Jehová). Otros periódicos también publicaron la noticia. En el principal diario vespertino, el Vísir, apareció una entrevista con un hermano que servía en la sucursal. El artículo explicaba nuestras creencias, y poco después otros periódicos publicaron artículos similares, con lo que se dio un gran testimonio y muchas personas se enteraron de nuestra labor. Algunos lectores escribieron cartas en apoyo de los Testigos, que también se publicaron. El obispo volvió al ataque publicando una “respuesta” dirigida a nosotros. Sin embargo, en un artículo a toda plana del rotativo más importante, el Morgunbladid, los testigos de Jehová explicaron exhaustivamente su labor y sus creencias.

El folleto contra los Testigos se distribuyó por todo el país, con lo que se dio gran publicidad a los testigos de Jehová. Los efectos que aquella campaña tuvo en nuestra obra duraron muchos años. Un periódico informó: “El obispo se ha convertido en director de publicidad de los testigos de Jehová”. El pueblo de Dios llegó a conocerse en todo el país, incluso en las zonas remotas donde todavía no se estaba predicando. Aunque algunas personas siguieron el consejo del obispo, a la mayoría se le despertó la curiosidad. No obstante, en Akureyri, en el norte, la gente reaccionó con hostilidad. A veces había jóvenes que les arrojaban piedras a Heinrich y Katherine Karcher, que servían allí de precursores. Años más tarde, otros opositores religiosos de Akureyri reimprimieron el folleto del obispo y lo volvieron a distribuir en la ciudad. Los pentecostales hicieron lo mismo en Reykiavik, pensando que podrían detener nuestra predicación, o por lo menos obstaculizarla.

El desafío de organizar asambleas

Las asambleas siempre han sido acontecimientos felices para el pueblo de Dios en Islandia. Aun cuando solo había unos cuantos publicadores, a los hermanos no les asustaba organizar asambleas. La primera se celebró en julio de 1951, cuando dos hermanos —Percy Chapman (de Canadá) y Klaus Jensen (de Brooklyn)— visitaron Islandia en camino a la serie de asambleas que se celebrarían en Europa aquel verano. A pesar de que solo había un puñado de publicadores en el país, la asistencia máxima fue de 55. La siguiente asamblea se celebró siete años más tarde, en junio de 1958, durante la visita de Filip Hoffmann en calidad de superintendente de zona, y 38 personas escucharon el discurso público. Desde entonces se han venido celebrando asambleas todos los años.

Fridrik Gíslason era uno de los pocos hermanos que participaba en el programa de las asambleas en la década de 1950. “Recuerdo que en las primeras asambleas tenía a mi cargo el Departamento de Alimentación —relata—. Además de hacer casi todo el trabajo yo solo, no era raro que cada día tuviera tres o cuatro intervenciones en el programa. Trabajaba en la cocina con un delantal, y cuando salía corriendo para dar un discurso me ponía la chaqueta, aunque a veces los hermanos tenían que recordarme que me quitara el delantal. Ahora asisten a las asambleas entre cuatrocientas y quinientas personas, y hay muchos ancianos excelentes y capacitados a los que se les puede asignar intervenciones en el programa.”

Los emocionantes e instructivos dramas bíblicos constituyen un aspecto sobresaliente de las asambleas de distrito. Pero como había tan pocos publicadores en Islandia, solo podía escucharse una grabación del drama. La sucursal de Dinamarca contribuyó a que los dramas cobraran vida suministrando diapositivas en color para sincronizarlas con la banda sonora. De todas formas, había mucho trabajo implicado. Primero tenían que traducirse al islandés, luego grabarse utilizando a hermanos que hablaran el idioma y después había que añadir la música y los efectos sonoros de las cintas en inglés. Como algunos hermanos tenían que representar más de un papel, cambiaban la voz según el personaje. Con el tiempo, algunos de los dramas finalmente se representaron en vivo con vestuario de época.

El primero fue un drama sobre la reina Ester que debía escenificarse en la asamblea de distrito de 1970. Los hermanos trabajaron y ensayaron con mucho entusiasmo. Era una experiencia nueva vestirse con trajes parecidos a los de tiempos bíblicos y llevar, en el caso de los hermanos, una barba postiza. La noticia de que en la asamblea se representaría un drama en vivo se mantuvo confidencial. Fue una gran sorpresa. En las pequeñas asambleas, donde casi todos se conocen y el auditorio está sentado cerca de la plataforma, algunos tratan de reconocer a los actores. Después de ver un drama, una hermana exclamó: “¡Imagínense, solo reconocí a un hermano, el que hacía de rey Nabucodonosor!”. Pero cuando dijo el nombre del hermano, se llevó la sorpresa de que no era quien ella creía. Los hermanos agradecen mucho la ardua labor que tantos voluntarios efectúan para presentar el programa en las pequeñas asambleas. Y al presentarse los dramas en islandés, todos se benefician de las magníficas lecciones que estos contienen.

Las asambleas internacionales son fuente de gozo

Con el paso de los años, los hermanos de Islandia también han tenido la satisfacción de asistir a algunas asambleas en otros países. Cinco representantes de Islandia tuvieron el privilegio de estar presentes en la Asamblea Internacional “Voluntad Divina” celebrada en Nueva York en 1958. Muchos asistieron a las asambleas “Adoradores Unidos” de Europa en 1961 y a las asambleas “Buenas Nuevas Eternas” de 1963. Hubo quienes disfrutaron de la compañía de hermanos de muchos países en las asambleas internacionales “Victoria Divina” de 1973. Más de cien publicadores de Islandia asistieron a la Asamblea Internacional “Paz en la Tierra” de Copenhague (Dinamarca) celebrada del 5 al 10 de agosto de 1969. Aquel fue el grupo más grande de representantes islandeses que acudía a una asamblea internacional celebrada en otro país. Ese verano, el 80% de los publicadores de Islandia viajaron al extranjero para asistir a una asamblea.

Como tantos islandeses planeaban asistir a la asamblea de 1969, la sucursal de Dinamarca reservó una sección para que los hermanos islandeses se sentaran juntos. Por las mañanas, antes de que comenzara la sesión, los hermanos islandeses acudían a sus asientos y escuchaban un resumen del programa en su idioma.

Entre quienes asistieron a esta asamblea estuvo un joven llamado Bjarni Jónsson. Era hijo de un abogado que había alquilado a los hermanos el edificio de Reykiavik que utilizaban como sucursal y hogar misional. Bjarni sabía muy poco de la verdad, y el propósito de viajar con los hermanos a Copenhague no era el de asistir a la asamblea. ¿Qué había sucedido?

Kjell Geelnard, el entonces siervo de sucursal, tenía que tratar unos asuntos con el padre de Bjarni y le habló de la asamblea internacional de Copenhague y de que un grupo de Testigos planeaban asistir. Este le preguntó al hermano si su hijo mayor, que acababa de terminar la enseñanza secundaria superior, podía unirse al grupo, pues él quería regalarle un viaje al extranjero y pensaba que Copenhague sería una buena opción. Al hermano Geelnard le gustó la idea y le respondió que si Bjarni quería asistir a la asamblea para ver cómo era, se le podía buscar alojamiento en Copenhague. Complacido por esa posibilidad, el abogado le preguntó a su hijo si deseaba viajar con los testigos de Jehová que iban a la asamblea, y este dijo enseguida que sí.

Se pidió al Departamento de Alojamiento que buscara un lugar donde Bjarni pudiera quedarse durante su estancia en Copenhague. Lo asignaron a la casa de una familia de Testigos en la que había una plaza libre, pues un representante de Estados Unidos que iba a compartir el cuarto con un hermano islandés llamado Jakob había cancelado su reserva. No obstante, por alguna razón, Jakob no se presentó. El único que acudió a la casa fue Bjarni. Como el Departamento de Alojamiento no había comunicado a la familia anfitriona que Bjarni iba en lugar del hermano de Estados Unidos, se imaginaron que su invitado era Jakob.

Empezaron a contar experiencias, como suele suceder siempre que se reúnen Testigos de diferentes lugares. Pero a los hermanos daneses les sorprendió que “Jakob” no tuviera mucho que contar. Por otro lado, a Bjarni le extrañaba que los dueños de la casa lo llamaran Jakob. Pero pensó que como ese es un nombre bíblico, tal vez fuera costumbre de los testigos de Jehová utilizar nombres de la Biblia al conversar. El malentendido se aclaró cuando uno de los hermanos de la casa donde estaba alojado Bjarni conoció a un hermano danés que servía de precursor en Islandia y le preguntó si “Jakob” era nuevo en la verdad, pues tenía muy poco que decir sobre la obra en Islandia. El hermano danés aclaró que “Jakob” en realidad era Bjarni, un estudiante de secundaria islandés que había acompañado a los hermanos a Copenhague. Los anfitriones de Bjarni fueron muy afectuosos y hospitalarios con él y lo invitaron a quedarse en su casa otra semana mientras hacía turismo por Dinamarca. Su bondad le tocó el corazón.

De hecho, Bjarni asistió a la asamblea. Y aunque no pudo beneficiarse a plenitud del programa porque no tenía conocimiento de la verdad, lo que vio y oyó le impresionó mucho. Tan pronto como regresó a Islandia, él y su familia empezaron a estudiar la Biblia. Bjarni progresó muy bien en la verdad, se bautizó en 1971 y desde 1979 es miembro del Comité de Sucursal de Islandia.

Svanberg Jakobsson ha trabajado de traductor en la sucursal de Islandia por muchos años y ahora es el superintendente del Departamento de Traducción. En 1973, siendo un publicador joven, asistió a la Asamblea Internacional “Victoria Divina” de Londres (Inglaterra). Él relata: “Recuerdo lo emocionante que fue para mí ver a miles de hermanos entrando en el estadio donde se celebraba la asamblea. Me fascinó ver a los muchos hermanos de África ataviados con sus coloridos trajes tradicionales. Fue una experiencia inolvidable estar con decenas de miles de hermanos, escuchar el programa con ellos, cantar con ellos, orar con ellos, comer con ellos... el simple hecho de estar entre ellos”.

La hermana Sólborg Sveinsdóttir, que se bautizó en 1958, viajó seis días en barco con cuatro de sus hijos para asistir a la asamblea de Copenhague de 1961. Sólborg pertenecía a un pequeño grupo aislado de Keflavík. ¿Qué efecto tuvo en ella asistir a una gran asamblea internacional? “Fue impresionante oír a más de treinta mil hermanos entonar juntos los cánticos del Reino en cinco idiomas —recuerda—. Aquello tuvo un gran impacto en mí. Todo estaba sumamente organizado.”

Viajar a las asambleas internacionales era costoso, pero los hermanos consideraban que merecía la pena. Era una bendición asistir a aquellos magníficos banquetes espirituales preparados por Jehová y estar entre miles de personas que compartían la misma fe.

Un “camarero” espiritual visita a una familia

Muchos hermanos se han trasladado a Islandia para servir donde haya mayor necesidad de ayuda. En todos los casos, el traslado ha supuesto una larga y difícil lucha para aprender el complejo idioma islandés. Sin embargo, a veces un malentendido puede convertirse en una bendición. Por ejemplo, Heinrich Karcher estaba un día predicando de casa en casa y presentándose como un siervo. En cierta casa, una mujer joven acudió a la puerta y, tan pronto como él se presentó, lo invitó a pasar. Había confundido quién era porque en islandés la palabra para “siervo” también significa “camarero”, y ella pensó que se trataba de un compañero de trabajo de su esposo, el cual era camarero en el hotel de la localidad. Como sabía que su esposo llegaría pronto a casa, pensó que debía invitar a pasar a su supuesto compañero de trabajo para que le esperara. Cuando se aclaró el malentendido, se rieron mucho, como es lógico.

El esposo llegó, y nuestro “camarero” sirvió al joven matrimonio una excelente comida espiritual, la cual les encantó. Incluso pidieron a Heinrich que regresara con su esposa. Pronto se estableció un estudio bíblico regular, y el matrimonio empezó a dar testimonio de su fe. El esposo hablaba a todo el que le escuchara, incluso en su lugar de trabajo. Con el tiempo los dos se bautizaron, agradecidos de que aquel “camarero” espiritual les hubiera visitado y no se hubiera retraído de predicarles en un idioma que no dominaba bien.

Con el paso de los años se han producido muchos incidentes graciosos relacionados con malentendidos que surgen cuando los hermanos extranjeros estaban aprendiendo el idioma. Por ejemplo, al poco tiempo de llegar a Islandia, Sally Macdonald preparó esta introducción: “Estoy visitando a las personas de este vecindario para mostrarles algunos puntos interesantes de la Biblia”. Pero confundió el verbo visitar (heimsækja) con el verbo importunar (ofsækja) y dijo con una sonrisa: “Estoy importunando a las personas de este vecindario”.

De casa en casa con un pastor luterano

Holger y Tove Frederiksen, de Dinamarca, sirvieron fielmente por muchos años como precursores especiales en Islandia, y también fueron ministros viajantes durante un tiempo. Aunque a la hermana Tove le costó aprender y dominar el islandés, con su celo y entusiasmo ayudó a muchas personas a entrar en la verdad.

Cuando Holger era superintendente de circuito, estaba un día predicando de casa en casa con un publicador joven y, para su sorpresa, el pastor luterano de la aldea se les unió. ¿Qué había sucedido?

Un poco antes habían llamado a la casa del pastor. Aunque parecía amigable, pues los invitó a pasar a su despacho, tras echar una rápida ojeada a las publicaciones que ofrecían, exclamó: “¡Estos libros contienen enseñanzas falsas!”. Entonces se puso en pie bruscamente, alzó los brazos y los maldijo en nombre de Dios. “¡Les prohíbo que prediquen en mi parroquia!”, gritó. Holger le dijo al pastor que no tenía ningún derecho a impedirles predicar y que iban a continuar haciéndolo. El pastor respondió: “Si continúan predicando a la gente de mi parroquia, los acompañaré”. Holger le dijo que le parecía bien.

Después de que el pastor los acompañara a dos de las casas más próximas a la suya, se encontraron con Tove y otra hermana, las cuales se sorprendieron de ver quién se les había unido en la obra de casa en casa. Entonces el pastor los invitó a todos a su casa para tomar café. Tuvieron una conversación amistosa. Pero Holger sospechaba que, de alguna manera, el propósito de la repentina e inesperada hospitalidad del pastor era impedirles predicar al resto de las personas del territorio. Así que al día siguiente regresaron y predicaron en toda la aldea. Distribuyeron muchas publicaciones y encontraron a un buen número de personas dispuestas a escuchar.

Detenidos por un alud

Predicar a la gente del campo durante los oscuros meses de invierno implica atravesar puertos de montaña por carreteras en los que se acumulan la nieve y el hielo. En diciembre de 1974, estando en la obra de ministros viajantes, Kjell e Iiris Geelnard visitaron Akureyri, en la costa norte. Durante la semana que estuvieron con la congregación fueron con Holger y Tove Frederiksen a la población de Húsavík, a más de 80 kilómetros [50 millas] de distancia. Los cuatro predicaron unos días en el núcleo urbano y sus alrededores y concluyeron la visita presentando un discurso público con diapositivas en una escuela. Al comenzar la reunión se desató una tormenta que trajo vientos gélidos, nieve y aguanieve. Cuando la reunión concluyó y los asistentes procedían a recoger sus cosas para marcharse, se produjo un apagón que dejó toda la población a oscuras. Los hermanos salieron de la escuela sin luz, pero felices de haber podido proyectar las diapositivas.

Como los Geelnard y los Frederiksen tenían que regresar a Akureyri, preguntaron a la policía y a algunos camioneros y conductores de autobús en qué condiciones estaba la carretera y les respondieron que hasta entonces se podía transitar sin muchos problemas. Así que decidieron partir cuanto antes, pero les tomó tiempo hacer el equipaje a la luz de las velas. Y cuando fueron a echar gasolina al auto, el encargado tuvo que bombeársela a mano. Por fin, cerca de las nueve de la noche estaban listos para partir.

Kjell describió así aquel viaje: “Al principio todo iba bien, pero se puso a nevar cada vez más. A veces era tan difícil ver la carretera que Holger tenía que salir del automóvil para guiarnos con una linterna. Entonces empezamos a quedarnos atascados. Logramos desatascar el vehículo unas cuantas veces empujándolo y retirando la nieve con una pala, pero finalmente nos detuvo un gran muro de nieve. Después nos enteramos de que se había desprendido un alud de la montaña. En circunstancias normales toma dos horas viajar por carretera de Húsavík a Akureyri, pero aquella noche ya llevábamos seis horas y solo habíamos recorrido la mitad del camino.

”Allí estábamos, a las tres de la madrugada, mojados, cansados y tiritando de frío. Imagínese la alegría que sentimos al ver luces en una granja cercana. Aquello nos dio el valor de acercarnos a pedir ayuda. Holger, un hermano cortés y considerado, tocó a la puerta principal. En vista de que nadie respondía, la abrió, subió las escaleras y tocó discretamente a la puerta del dormitorio. Aunque el granjero y su esposa se sobresaltaron, se tomaron muy bien la repentina intrusión, y nos explicaron que, cuando se produjo el apagón, se fueron a la cama y olvidaron apagar las lámparas.

”Aquella noche experimentamos un conmovedor ejemplo de la hospitalidad islandesa. Aunque los niños estaban durmiendo, el granjero y su esposa los llevaron a otra habitación para que nosotros cuatro tuviéramos dos cuartos para dormir. Además, al poco rato ya había café caliente y un pan delicioso sobre la mesa de la cocina. A la mañana siguiente, después del desayuno, el granjero insistió en que nos quedáramos a almorzar. Aceptamos y, al mediodía, una vez concluido el almuerzo, proseguimos nuestro viaje a Akureyri, pues para entonces dos enormes quitanieves ya habían despejado la carretera. La hospitalidad de aquel matrimonio nos dio la oportunidad de hablarles de la verdad bíblica.”

Predicando en un barco de pesca

Hace unos años, Kjell Geelnard encontró en el ministerio del campo a un joven llamado Fridrik. Era el hijo mayor de la familia, tenía inclinaciones espirituales y le gustaba hablar de la Biblia. Hacía muchas preguntas y demostró un profundo interés en conocer mejor las Escrituras. Pero no era fácil encontrarlo en casa, pues como era jefe de máquinas en un pesquero, siempre estaba en el mar, salvo unos días entre salida y salida. Con todo, consultando el horario del barco y preguntando a la madre del joven cuándo esperaba que llegara, Kjell conseguía encontrarlo, unas veces en el puerto y otras en su domicilio. Poco a poco se le ayudó a progresar espiritualmente.

A finales de 1982, Fridrik fue invitado a una asamblea en Reykiavik. Para esas fechas, como su fe en Jehová estaba aumentando, pidió en oración que se le concediera la oportunidad de asistir. Entonces se dio el caso de que un miembro de la tripulación que había recibido unos días libres decidió no tomarlos y seguir trabajando en el barco, con lo que Fridrik pudo ser relevado de sus labores y asistir a la asamblea. El programa le llegó tan hondo que quedó convencido de que quería servir a Jehová.

Cuando regresó a su ciudad, le comunicó a su novia la decisión que había tomado y le explicó el efecto que aquello tendría en su vida. Le dijo que deseaba casarse con ella, pero que si ella no quería tener como esposo a un testigo de Jehová, podía romper el compromiso. A la mañana siguiente, alguien llamó a la puerta del hogar misional. Eran Fridrik y su novia. Cuando los misioneros abrieron, este les dijo con voz firme y sin ambages: “Helga quiere estudiar la Biblia”. Así que concertaron con ella el día y la hora. Aquel mismo día, uno de los hermanos menores de Fridrik también solicitó un estudio bíblico. Durante la semana, Fridrik trajo a su hermana menor a la reunión y dijo: “Unnur quiere estudiar la Biblia”.

Fridrik deseaba simbolizar su dedicación a Jehová mediante bautismo en agua. Pero primero tenía que aumentar su conocimiento bíblico y luego repasar las preguntas para el bautismo. El problema era que estaba casi todo el tiempo en el mar. ¿Cómo solucionarlo? Tal vez Kjell pudiera acudir a su lugar de trabajo. Y así lo hicieron. Fridrik contrató a Kjell para que trabajara con él en la sala de máquinas del pesquero. A principios de 1983, equipado con la Biblia y algunas publicaciones para el estudio de las Escrituras, Kjell subió a bordo del Svalbakur.

“El trabajo y el ministerio a bordo del Svalbakur fue una experiencia memorable —recuerda Kjell—. La jornada comenzaba a las seis y media de la mañana y terminaba a las seis y media de la tarde. Al mediodía parábamos para comer, y a media mañana y a media tarde se nos concedía una pausa para tomar café. Las horas libres las dedicaba a estudiar con Fridrik y también hubo muchas oportunidades de predicar a otros miembros de la tripulación. Por las noches solíamos estudiar y hablar de temas espirituales, a veces hasta pasada la medianoche. A la hora del almuerzo tratábamos de estar poco tiempo en el comedor para poder analizar el texto del día en el camarote de Fridrik.”

Como es lógico, a los miembros de la tripulación les llamó la atención tener a un misionero trabajando con ellos. Los primeros días recelaban de él, pues no sabían lo que haría. Pero algunos hombres lo escucharon con agrado. Uno de ellos demostró bastante interés, y cuando se enteró de que analizaban el texto diario a la hora del almuerzo, quiso estar presente. Un día, cuando vio que la conversación en el comedor se alargaba, se impacientó y dijo a Kjell y Fridrik delante de los demás: “¿No deberíamos subir ya a leer el texto del día?”.

Cierta noche, Kjell y Fridrik invitaron a la tripulación al camarote de Fridrik para repasar la información de un número de ¡Despertad! sobre el alcoholismo. Se presentaron siete a esta memorable reunión, y la noticia llegó a la tripulación de otros pesqueros.

“Después de casi dos semanas trabajando y predicando a bordo del Svalbakur, regresamos a puerto —dice Kjell—. Para entonces ya había repasado las preguntas del bautismo con Fridrik y también había examinado con él otros muchos temas bíblicos. Además, pude hablar con otros miembros de la tripulación y dejarles revistas y otras publicaciones.” Fridrik se bautizó en la primavera de 1983, y su novia, Helga, así como su madre y su hermana, también se pusieron de parte de la verdad.

Estudios bíblicos por teléfono

Siempre ha sido un reto predicar las buenas nuevas a quienes viven en las zonas remotas de esta enorme isla. El teléfono ha resultado muy eficaz para localizar y mantenerse en contacto con las personas interesadas.

Muchos islandeses se han beneficiado de este modo de predicar las buenas nuevas. Hace unos años, una señora llamada Oddný Helgadóttir visitó a su hijo y su nuera, los cuales estudiaban con los testigos de Jehová. Cuando estos le contaron lo que estaban aprendiendo, ella también quiso estudiar la Biblia. Pero Oddný vivía en una zona remota de la costa noroeste de Islandia, a más de 300 kilómetros [200 millas] de la congregación más próxima. Así que cuando la hermana Gudrún Ólafsdóttir se ofreció para hacer el estudio por teléfono, ella aceptó encantada. Después de que la hermana empezara con oración, Oddný contestaba enseguida las preguntas que aparecían en el libro, pues se había preparado concienzudamente. Además, tenía los textos anotados para poderlos leer tan pronto como se hiciera referencia a ellos, así no tenía que dedicar tiempo a buscarlos en ese momento. En cierta ocasión estudiaron en la casa de Gudrún, aprovechando que Oddný se encontraba de visita en esa zona. Como era la primera vez que estudiaban cara a cara, ambas se sentían un poco incómodas, y Gudrún sugirió en broma que Oddný se fuera al cuarto contiguo, pues allí había otro teléfono.

Cuando Oddný comenzó a entender la verdad, empezó a predicarle a Jón, su esposo, quien acabó mostrando interés, pero ella no estaba segura de si estaba bien que fuera ella quien le diera las clases bíblicas. Se le explicó que podía hacerlo, pero que sería aconsejable que se cubriera la cabeza durante el estudio. Además de conducirle el estudio a su esposo, Oddný también daba testimonio a sus vecinos. Con el tiempo expresó el deseo de bautizarse. Gudrún le explicó que a fin de saber si reunía los requisitos para el bautismo, uno de los ancianos repasaría con ella por teléfono las preguntas del libro Organizados para efectuar nuestro ministerio. Era obvio que Oddný reunía los requisitos. Solo le faltaba hacer una cosa: presentar formalmente su renuncia a la Iglesia.

Al cabo de una semana, Oddný telefoneó a Gudrún para decirle que tanto ella como su esposo ya habían presentado su renuncia a la Iglesia. Aquella fue una gran decisión para él, pues había sido el presidente del concejo parroquial. Oddný se bautizó en una asamblea de circuito, ocasión muy especial para ella, ya que anteriormente solo se había reunido una vez con un grupito de Testigos. En una entrevista que le hicieron durante la asamblea, le preguntaron si era difícil estar tan aislada. Ella respondió que nunca se había sentido sola, pues sabía que Jehová también está presente en la costa noroeste de Islandia. Luego añadió que lamentaba que su esposo no hubiera podido asistir a la asamblea, pero que él le había prometido que cuando estuviera listo para bautizarse asistiría. Y mantuvo su promesa. Poco después se trasladaron a una zona más poblada para poder asistir a las reuniones con regularidad.

Surge la necesidad de tener hogares misionales y Salones del Reino

Cuando Nathan H. Knorr, de la sede mundial de los testigos de Jehová, visitó Islandia en 1968, sugirió que se buscara un edificio que fuera más adecuado para la sucursal y que también sirviera de hogar misional, pues hasta entonces se utilizaban varias casas alquiladas. Así que los hermanos se pusieron a buscar un terreno en el que construir un edificio que albergara un Salón del Reino, un hogar misional y la sucursal. Mientras tanto se alquiló una casa en Reykiavik, en la calle Hrefnugata número 5, y el 1 de octubre de 1968 se mudaron a ella los seis misioneros. Este edificio sirvió de sede de la obra en Islandia durante los siguientes cinco años. Después se consiguió un solar muy bien ubicado en la calle Sogavegur número 71, también en Reykiavik, y en la primavera de 1972 comenzaron a construir allí la nueva sucursal. Aquello supuso un gran desafío a los pocos hermanos del lugar, pues no sabían mucho de ingeniería ni de construcción. Como ningún Testigo era contratista ni albañil, tuvieron que contratar a profesionales del ramo que no eran Testigos, quienes fueron muy colaboradores y permitieron que los hermanos trabajaran con ellos en la construcción. Los Testigos alquilaron parte de una vieja casa contigua al solar para tener un lugar protegido donde comer. Las hermanas se turnaban para cocinar en sus casas y llevar la comida al terreno para los trabajadores.

La construcción dio un gran testimonio en aquella zona. Tanto los contratistas como las autoridades de la ciudad tuvieron muchas oportunidades de conocer a los testigos de Jehová, y un buen número de personas se detenían frente al terreno para ver el progreso de las obras. Cuando llegó el momento de enlucir las paredes interiores, vino un hermano de Dinamarca que era albañil de profesión. Además, las hermanas hicieron gran parte del trabajo. Cuando unos supervisores del municipio fueron a visitar la obra y vieron a las hermanas utilizando la hormigonera, uno de ellos dijo: “Creo que las mujeres de nuestra iglesia podrían aprender algo de esto. No hay duda de que sería más efectivo que apoyaran la construcción de iglesias trabajando, en lugar de pasear por las calles con una caja pidiendo dinero”. El edificio se dedicó en mayo de 1975, y Milton G. Henschel presentó el discurso de dedicación durante su visita a Islandia. Fue por muchos años el principal hogar misional del país y el Salón del Reino de las congregaciones de Reykiavik. Actualmente es la sede de la sucursal.

En 1987 se construyó un nuevo Salón del Reino y hogar misional en Akureyri. Cuando más de sesenta hermanos y hermanas de Finlandia y Suecia vinieron a ayudar a los Testigos islandeses con aquella construcción, se hicieron evidentes la unidad que existe en el pueblo de Jehová y la hermosa hermandad internacional a la que pertenecemos.

“La mejor madera”

Con el paso de los años han visitado Islandia varios representantes del Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová, y tales ocasiones siempre han sido una gran fuente de estímulo. El acontecimiento más destacado del año 1968 fue la visita del hermano Knorr, mencionada unos párrafos atrás, el cual dio un conmovedor discurso, contó experiencias y habló del progreso de la predicación del Reino en la isla.

La primera vez que el hermano Henschel visitó Islandia fue en mayo de 1970. Los misioneros que lo fueron a recibir se caían de sueño, no solo porque el hermano Henschel llegó muy de mañana, sino porque el famoso volcán Hekla había entrado en erupción el día antes, y los misioneros habían estado toda la noche pendientes de él.

El hermano Henschel dedicó especial atención a los misioneros y los precursores especiales. Los invitó a todos a una reunión especial y les contó experiencias de cuando él era precursor durante la Gran Depresión. Explicó que los precursores habían intercambiado publicaciones por pollos, huevos, mantequilla, hortalizas, por unos lentes y hasta por un perrito. De esa manera, la obra siguió adelante durante aquellos tiempos difíciles, y a los precursores no les faltaron los artículos de primera necesidad.

Quienes visitan Islandia se dan cuenta enseguida de que la comida no es como la que están acostumbrados a comer. Entre los platos típicos está el svid, una cabeza de oveja partida por la mitad y hervida. Imagínese ver en su plato media cabeza de oveja con dientes y un ojo. A muchos extranjeros les impresiona ver ese ojo en su plato. Sobra decir que siempre hay pescado fresco. Por otra parte, una especialidad islandesa es el hardfiskur: pescado seco cortado en filetes. Se come crudo, preferiblemente con un poco de mantequilla. Por lo general es tan duro que hay que golpearlo para que se ablande. De ahí la gran expectación de los misioneros para ver la reacción del hermano Henschel cuando se le sirvió ese plato. Cuando lo probó, le preguntaron qué le había parecido. Se quedó pensando unos momentos y respondió: “Bueno, creo que es la mejor madera que he comido en mi vida”.

Ha habido muchas otras visitas memorables y animadoras por parte de representantes del Cuerpo Gobernante. En esas ocasiones se les ha recalcado a los hermanos que pese a ser pocos y estar aislados, son parte de una hermandad internacional que se mantiene unida mediante los lazos del amor cristiano.

Colaboración con los médicos y los medios de información

En 1992 se formó en Islandia un Comité de Enlace con los Hospitales compuesto de cuatro hermanos. Para su capacitación, dos de ellos asistieron a un seminario para comités de enlace celebrado en Inglaterra, y los otros dos a uno que se celebró en Dinamarca. Una vez organizado el comité, celebraron una reunión con el personal de un importante hospital universitario. Acudieron 130 personas, entre ellas médicos, enfermeras, abogados y directores de hospital. Como era la primera reunión que celebraban con profesionales del campo de la medicina, los hermanos estaban algo nerviosos, y es comprensible. Pero la reunión fue todo un éxito, y después acordaron reunirse en diversos hospitales con grupos más reducidos de médicos y otros profesionales. Los hermanos también establecieron una buena relación con algunos cirujanos y anestesiólogos destacados. Estos contactos han ayudado a evitar y resolver problemas relacionados con el tratamiento sin sangre.

En 1997 se aprobó una nueva ley sobre los derechos de los pacientes según la cual no se puede administrar ningún tratamiento sin el consentimiento del enfermo. Además, si se conocen los deseos de una persona que esté inconsciente, deben respetarse. La ley también estipula que a los niños mayores de 12 años siempre se les debe consultar sobre el tratamiento que se les quiera administrar. Gudmundur H. Gudmundsson, presidente del Comité de Enlace con los Hospitales, dice: “Por lo general, los médicos se muestran muy dispuestos a colaborar, y no surgen muchos problemas. Hasta se practican intervenciones de cirugía mayor sin sangre”.

Cuando se publicó la revista ¡Despertad! del 8 de enero de 2000 sobre técnicas médicas y quirúrgicas sin sangre, la sucursal animó a los hermanos a esforzarse al máximo por distribuirla al mayor número posible de personas. También sugirió maneras de ofrecerla y de responder preguntas tocante a la cuestión de la sangre. Al principio, algunos no se atrevían a presentarla, pero pronto se dieron cuenta de que la gente deseaba informarse del tema. Se distribuyeron al público más de doce mil ejemplares, lo que significa que se dejó 1 revista por cada 22 habitantes del país. Un hermano dijo: “Lo que a mí me costó fue abarcar todo el territorio, pues tuve muchas conversaciones interesantes”. Una hermana mencionó: “Solo dos personas me rechazaron las revistas”.

La presentadora de un programa de radio que se emitía todas las semanas por una emisora nacional recibió aquella revista. En su programa explicó cómo había llegado a sus manos y a continuación narró la historia de las transfusiones de sangre tal como se exponía en ¡Despertad! Terminó diciendo que quien quisiera recibir más información podía solicitar a los Testigos una publicación sobre el tema.

La campaña especial con aquel número ayudó a muchas personas a ver lo razonable que es nuestra postura sobre la sangre. Además, se les aclaró que los testigos de Jehová no desean morir; al contrario, quieren recibir el mejor tratamiento médico posible. A raíz de la campaña, algunas personas que estaban mal informadas al respecto se volvieron más receptivas al mensaje del Reino.

Dos Salones del Reino en cuatro días

Para los hermanos de Islandia, un acontecimiento sobresaliente del año de servicio 1995 fue la construcción de dos Salones del Reino en el mes de junio, uno en Keflavík y el otro en Selfoss. Estos fueron los primeros que se hicieron en el país utilizando el método de construcción rápida. Gracias a la bondadosa ayuda de los más de ciento veinte hermanos que acudieron de Noruega, se construyeron los dos en solo cuatro días. Además, la sucursal de Noruega envió la mayor parte de los materiales. El comentario que más se oía en los lugares de construcción era: “Esto es asombroso”. Los hermanos islandeses habían leído y oído acerca de la construcción rápida de Salones del Reino, pero por fin lo estaban viendo con sus propios ojos. Y sí que era algo asombroso, pues en cuestión de días se duplicó la cantidad de Salones del Reino del país.

Además de disponer de dos nuevos lugares de reunión, los publicadores islandeses se sintieron alentados por la agradable compañía de los hermanos y hermanas que vinieron de Noruega costeándose ellos mismos los gastos para dedicar sus vacaciones a trabajar en la construcción. ¡Qué gran prueba de que somos una hermandad internacional! En las obras participaron también más de ciento cincuenta hermanos islandeses, es decir, alrededor de la mitad de todos los del país.

La construcción de ambos salones fue un gran testimonio para el público. Dos cadenas de televisión nacionales informaron de lo sucedido en sus programas de noticias y mostraron fotografías de los dos lugares. La prensa y varias emisoras de radio también difundieron la noticia. A un pastor de la iglesia de Selfoss no le agradó la atención que se les estaba dando a los Testigos, por lo que publicó un artículo en el periódico local que advertía contra “las peligrosas mentiras” que, según él, enseñaban los testigos de Jehová, y especificó que las personas débiles y sensibles debían tener especial cuidado. Luego, en una entrevista radiofónica repitió las mismas advertencias. Sin embargo, sus palabras no tuvieron el efecto que él esperaba. La construcción de los salones causó una impresión favorable en la mayoría de los ciudadanos, y cuando los hermanos predicaban, muchos les confesaban que les había sorprendido la reacción del pastor.

Alrededor de una semana después de que se publicaran aquellas advertencias, el periódico publicó un chiste gráfico en el que se veía la iglesia en primer plano y el Salón del Reino al fondo. Entre ambos edificios corría un río, y unos hermanos sonrientes, bien vestidos y con un maletín en la mano, cruzaban el puente desde el Salón del Reino en dirección a la iglesia. Frente a la iglesia, una señora se levantaba de un salto de su silla de ruedas, y un hombre con el pie enyesado y otro que parecía ciego corrían gritando: “¡Huyan, huyan, que vienen los Testigos!”. En las escaleras de la iglesia se veía al pastor con expresión de sorpresa. A muchos lectores les gustó ese chiste. El equipo de redacción del periódico lo escogió como el mejor chiste del año, lo amplió y lo expuso en la pared de su oficina, donde estuvo por varios años.

Una exposición da un buen testimonio

Durante el año de servicio 2001 se presentó al público una exposición que se centraba en la postura neutral adoptada por los testigos de Jehová antes y durante la segunda guerra mundial bajo la persecución nazi. La asistencia total en las tres sedes fue de 3.896. El último fin de semana, más de setecientos visitantes atestaron la sala de exposiciones de Reykiavik. Durante la exposición se proyectaba continuamente en las tres sedes la edición en islandés de la videocinta Los testigos de Jehová se mantienen firmes ante el ataque nazi. Muchos visitantes aprovecharon la oportunidad para sentarse a verla de principio a fin.

La firme postura de los Testigos en los campos de concentración impresionó a los visitantes que no conocían este aspecto de nuestra historia. Una profesora que acudió varias veces a la exposición dijo que estaba impresionada y que su actitud para con los testigos de Jehová había cambiado. Le conmovió mucho la firme fe de los Testigos recluidos en los campos de concentración, quienes, a diferencia de otros presos, podían haber salido en libertad con solo renegar de sus creencias.

El acontecimiento recibió amplia difusión en una cadena nacional de televisión y varias emisoras de radio y cadenas de televisión locales. A la inauguración asistió un pastor luterano con su esposa y su hija. Este aceptó posteriormente una invitación para visitar Betel. Unos días después de la visita, una señora le planteó una pregunta sobre cierto texto bíblico, y el pastor la animó a ponerse en contacto con la sucursal de los testigos de Jehová, pues estaba convencido de que ellos sabrían contestarle. Más adelante, el pastor empezó a estudiar la Biblia con un hermano.

La traducción con el paso de los años

La traducción al islandés de todo el alimento espiritual suministrado por “el esclavo fiel y discreto” siempre ha supuesto un reto para los pocos publicadores del país (Mat. 24:45). Al principio, los Testigos islandeses que vivían en Canadá se encargaban de casi toda la labor de traducción, pero con el tiempo esta empezó a efectuarse en Islandia. Tras la llegada de los primeros misioneros en 1947, un poeta anciano que se alojaba en la misma casa que ellos y sabía inglés los ayudó a aprender islandés. También se ofreció para hacerles algunos trabajos de traducción, así que los hermanos lo contrataron para que tradujera el libro “Sea Dios veraz” y el folleto El gozo de todos los pueblos. Lamentablemente, el señor utilizó un estilo poético antiguo cargado de palabras y expresiones arcaicas, y aunque uno de los nuevos misioneros y el hermano Lindal repasaron la traducción y la pasaron en limpio, el libro nunca llegó a ser una gran ayuda para el estudio de la Biblia como habían esperado. Aun así, se imprimieron 14.568 ejemplares y se le dio una amplia distribución. En 1949 se imprimieron más de veinte mil ejemplares del folleto. Posteriormente, los hermanos contrataron a otra persona para que tradujera el libro ¿Qué ha hecho la religión para la humanidad?

Durante aquellos años, un reducido equipo de hermanos tradujo varios folletos. Uno era “Estas buenas nuevas del reino”, publicado en 1959, el cual ayudó a empezar muchos estudios bíblicos. A continuación se aprobó la publicación de La Atalaya en islandés.

En los siguientes años se tradujeron y publicaron varios libros magníficos: “Esto significa vida eterna” (1962), De paraíso perdido a paraíso recobrado (1966), La verdad que lleva a vida eterna (1970), Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la Tierra (1984) y El conocimiento que lleva a vida eterna (1996). En 1982 se añadió a la lista de publicaciones en islandés una edición trimestral de la revista ¡Despertad!

Por muchos años, los hermanos no tenían el cancionero en islandés. En 1960 se tradujeron y mimeografiaron cuatro cánticos para una asamblea. En la asamblea de distrito de noviembre de 1963, los hermanos recibieron con alegría un pequeño cancionero que contenía una selección de treinta cánticos en islandés.

Hasta entonces, en las congregaciones se cantaban los cánticos en diversos idiomas. En 1958, Günther y Rut Haubitz llegaron a Islandia procedentes de Alemania para servir de precursores especiales. Rut todavía recuerda que los hermanos extranjeros utilizaban sus cancioneros en alemán, danés, finlandés, inglés, noruego o sueco, y los islandeses seguían los cánticos en el idioma que mejor sabían. Ella dice: “Formábamos un coro muy heterogéneo”. Poco a poco, con el paso de los años se fueron traduciendo más cánticos del Reino, pero el cancionero completo en islandés con los 225 cánticos no estuvo disponible hasta 1999. ¡Qué agradecidos se sienten los hermanos de contar con este medio para alabar a Jehová!

En la asamblea de distrito de agosto de 1999 hubo algo nuevo para Islandia. El libro Prestemos atención a las profecías de Daniel en islandés salió al mismo tiempo que la edición en inglés. Cuando el orador anunció la publicación del libro en inglés, todo el auditorio aplaudió. Pero en lugar de decir a los hermanos que más adelante se publicaría también en islandés, procedió a enseñar un ejemplar del libro en ese idioma y a decir que ya estaba traducido. ¡Qué entusiasmados estaban todos! Desde entonces, los libros Las profecías de Isaías, una luz para toda la humanidad I y II también se han publicado simultáneamente con la edición en inglés.

Ampliación de Betel y más aumento

La sucursal se renovó en 1998. Se compraron dos apartamentos al otro lado de la calle para alojar a los betelitas y dejar más espacio en las oficinas para el Departamento de Traducción. En los últimos años, los traductores también se han beneficiado de las visitas de hermanos de la sede mundial, en Nueva York, que les han enseñado a utilizar programas informáticos creados por testigos de Jehová y diseñados especialmente para la labor de traducción.

No hace mucho, unos representantes de la sede mundial impartieron en la sucursal el “Curso para mejorar la comprensión de la lengua inglesa”, el cual ha ayudado a los traductores a comprender mejor el texto inglés antes de empezar a traducir.

La sucursal escribió: “Nos alegra que años atrás hubiera personas con el suficiente valor para empezar a traducir al islandés, pese a las primitivas condiciones de trabajo y a su limitado conocimiento de la lengua. Aunque la calidad de la traducción no era igual a la de ahora, no ‘desprecia[mos] el día de las cosas pequeñas’ (Zac. 4:10). Nos regocija ver que el nombre y el Reino de Jehová se han dado a conocer en Islandia también, y que muchas personas han aprendido la verdad”.

Actualmente hay ocho voluntarios que trabajan a tiempo completo en la sucursal y otros que se desplazan hasta Betel para ayudar unas horas. Se acaba de construir un nuevo Salón del Reino para las congregaciones de Reykiavik con el fin de utilizar el espacio del Salón del Reino de la sucursal para alojar más betelitas. Ya se está planeando la renovación del edificio.

La predicación de las buenas nuevas en Islandia ha requerido perseverancia, sacrificio y amor. Puede decirse sin lugar a dudas que el arduo trabajo que han realizado los proclamadores del Reino durante los pasados setenta y seis años no ha sido en vano. Muchos hermanos y hermanas fieles han participado en la cosecha. Un buen número de Testigos se trasladaron a esta isla para servir durante unos años, y su labor será recordada por mucho tiempo. Algunos se han quedado a vivir permanentemente en Islandia. La perseverancia y el fervor de muchos publicadores islandeses también son encomiables.

La cantidad promedio de publicadores del Reino es reducida, pero a los testigos de Jehová se les conoce bien en el país. Actualmente hay siete misioneros que predican en las zonas rurales y en congregaciones pequeñas. El pasado año de servicio asistieron a la Conmemoración de la muerte de Cristo 543 personas, y se conducen casi ciento ochenta estudios bíblicos.

Puede que algún día los hermanos islandeses experimenten la clase de aumento mencionada en Isaías 60:22: “El pequeño mismo llegará a ser mil, y el chico una nación poderosa. Yo mismo, Jehová, lo aceleraré a su propio tiempo”. Mientras tanto, los testigos de Jehová de Islandia están determinados a realizar la obra que les ha encomendado el Rey Jesucristo: predicar las buenas nuevas del Reino. Y lo hacen con el pleno convencimiento de que Dios hará crecer las semillas de la verdad en el corazón de las personas receptivas y agradecidas (Mat. 24:14; 1 Cor. 3:6, 7; 2 Tim. 4:5).

[Recuadro de la página 205]

Donde los nombres se convierten en apellidos

Los islandeses, siguiendo la tradición de sus antepasados, carecen de apellidos, o nombres de familia, fijos: se llaman unos a otros por su nombre de pila. Para distinguirse utilizan un patronímico, apellido que se obtiene añadiendo al nombre del padre el sufijo -son (hijo) o -dóttir (hija). Por ejemplo, el hijo y la hija de un hombre llamado Haraldur se apellidarían Haraldsson y Haraldsdóttir. La mujer no cambia de apellido cuando se casa. Debido a que tantos islandeses se llaman igual, en las guías telefónicas no solo constan el nombre, la dirección y el número de teléfono de las personas, sino también su profesión. Los registros genealógicos son tan completos que los islandeses pueden remontarse a más de mil años atrás para trazar su linaje.

[Recuadro de la página 208]

Información general

Territorio: Islandia es un país insular situado inmediatamente al sur del círculo polar ártico y rodeado por el Atlántico norte, el mar de Groenlandia y el de Noruega. En la isla abundan los volcanes, las fuentes termales y los géiseres, y una décima parte del territorio está cubierta de glaciares.

Población: Los islandeses son un pueblo trabajador, innovador y tolerante. Descienden de los vikingos, principalmente de los que llegaron de Noruega. La mayoría vive cerca de la costa.

Idioma: La lengua oficial es el islandés, pero muchas personas hablan dos o más idiomas extranjeros, generalmente inglés, alemán o alguna lengua escandinava.

Recursos económicos: La principal riqueza de Islandia radica en la pesca. La flota de arrastre captura capelán, bacalao, eglefino y arenque. La mayor parte de ese pescado se procesa y exporta.

Alimentación: El pescado y el cordero son muy comunes. Una especialidad islandesa es la cabeza de cordero hervida.

Clima: El clima es templado gracias a una corriente del Atlántico. Los inviernos son suaves, aunque ventosos, y los veranos son frescos.

[Recuadro de la página 210]

6 de septiembre de 1942. “En este país todavía predica únicamente un precursor, así que no hay mucho que informar. La población de Islandia es de unas 120.000 personas, y hay alrededor de seis mil granjas. La única manera de llegar a las granjas es montado en poni y llevando la carga en otro poni. Para visitar todas esas casas hay que viajar unos 16.000 kilómetros [10.000 millas], cruzar muchas montañas y atravesar los torrentes que bajan de ellas. Hasta ahora hay muy poco interés en el mensaje.”

Estas palabras las escribió Georg F. Lindal después de servir de precursor en Islandia por trece años. Seguiría siendo el único publicador de Islandia durante otros cinco años más.

[Ilustración y recuadro de las páginas 213 y 214]

Un historial de fiel servicio

Oliver Macdonald, graduado de la clase 11 de Galaad, fue uno de los primeros misioneros asignados a Islandia. Llegó en diciembre de 1948, junto con Ingvard Jensen, tras viajar catorce días por el Atlántico norte en un barco de carga procedente de Nueva York. Como el mar estaba picado, ambos pasaron la mayor parte del viaje mareados.

En marzo de 1950, el hermano Macdonald se casó con Sally Wild, de Inglaterra, que había trabajado en el Betel de Gran Bretaña. Mac (como le llamaban cariñosamente) y Sally hicieron muy buen trabajo en aquellos primeros años, y varias personas que estudiaron la Biblia con ellos continúan sirviendo fieles a Jehová.

Lamentablemente, Sally enfermó de cáncer, y, en 1957, ambos regresaron a Inglaterra, donde ella falleció. Mac reemprendió el servicio de tiempo completo: primero fue precursor regular y más adelante sirvió en calidad de superintendente viajante durante trece años. En 1960 se casó con una precursora especial llamada Valerie Hargreaves, y sirvieron juntos en varios circuitos de Gran Bretaña, desde el norte de Escocia hasta las islas Anglonormandas, situadas en el canal de la Mancha, frente a la costa sur de Inglaterra. Cuando viajaban hacia el norte en la obra de circuito y visitaban las islas Shetland, frente a la costa norte de Escocia, Mac solía decir: “La próxima parada será Islandia”. Poco se imaginaban entonces que irían allí.

Sin embargo, en 1972, Mac y Valerie fueron nombrados misioneros y se les asignó a Islandia. Mac trabajó como siervo de sucursal y más tarde como coordinador del Comité de Sucursal. Después de siete años en Islandia, recibieron una nueva asignación misional: Irlanda. Primero sirvieron en Dublín y posteriormente en Irlanda del Norte. En 1999, tras veinte años de misionero en Irlanda, Mac murió de cáncer. Había estado sesenta años en el servicio de tiempo completo. Valerie aún sirve de precursora regular en Belfast (Irlanda del Norte).

[Ilustración]

Valerie y Oliver Macdonald en Reykiavik durante la década de 1970

[Ilustración y recuadro de la página 218]

Reykiavik

Capital de Islandia. El nombre Reykiavik significa “Bahía humeante”, y se lo puso su primer colonizador permanente, Ingolfr Arnarson, por el vapor que veía salir de sus fuentes termales. Hoy es una moderna y bulliciosa ciudad de 180.000 habitantes.

[Ilustración y recuadro de las páginas 223 y 224]

Hicieron de Islandia su hogar

Páll Heine Pedersen es danés. En 1959 fue asignado a Islandia como precursor especial, y en 1961 asistió a dos de las asambleas internacionales “Adoradores Unidos” que se celebraron en Europa. Allí conoció a Violet, quien había viajado desde California (EE.UU.) para asistir a varias de esas asambleas.

Después de las asambleas, Páll regresó a Islandia, y Violet a California. En enero de 1962, tras haberse carteado durante cinco meses, Violet viajó a Islandia para casarse con Páll. Este seguía siendo precursor y era el único Testigo en una región muy poco poblada del noroeste de Islandia. La pareja se estableció en un pueblo donde en pleno invierno no se ve el Sol durante dos meses. Además, para llegar a algunas personas del territorio, tenían que subir por empinadas carreteras de montaña cubiertas de hielo, contando, como único medio de transporte, con una motocicleta que Páll se había traído de Dinamarca. Como Violet era de California, una región soleada, muchos hermanos pensaron que duraría poco en Islandia. Pero se equivocaron, pues Violet llegó a querer mucho a ese país y sus gentes.

Páll y Violet sirvieron juntos de precursores hasta 1965, año en que nació su hija, Elísabet. Páll prosiguió con su servicio de precursor hasta 1975, y durante esos años, Violet hizo el precursorado de vez en cuando. En 1977 decidieron mudarse a California debido a la salud de Páll, pero con el tiempo sintieron deseos de servir donde hubiera mayor necesidad de publicadores del Reino, por lo que reemprendieron el precursorado. Cuando su hija terminó sus estudios y alcanzó la mayoría de edad, fueron asignados a Islandia como misioneros. Sirvieron en el campo misional y la obra de ministros viajantes durante unos años hasta que en 1989 Páll fue invitado a formar parte del Comité de Sucursal. En 1991, cuando se abrió oficialmente un Hogar Betel en Islandia, Páll y Violet pasaron a ser los primeros miembros de la familia Betel. Ambos continúan en dicho servicio hasta el día de hoy.

[Ilustración y recuadro de las páginas 228 y 229]

Conocidos por su hospitalidad

Fridrik Gíslason y Ada, su esposa, fueron dos de los siete Testigos que se bautizaron en 1956. Fridrik y Ada aprendieron la verdad con la ayuda de Oliver y Sally Macdonald. Al principio solo estudiaba Fridrik, pues Ada se pasaba todo el invierno ocupada con las actividades de su club de costura. Cuando estas terminaron en la primavera, Ada empezó a sentarse en la cocina mientras se conducía el estudio. Con el tiempo, las conversaciones bíblicas despertaron su curiosidad y la impulsaron a preguntar si se podía sentar con ellos durante las clases solo como oyente. Así lo hizo, y pronto empezó a participar activamente en ellas.

Algún tiempo después ya se celebraba en su casa un estudio regular de La Atalaya en inglés. Además, ambos comenzaron a ir a las reuniones en el hogar misional. “Recuerdo que solíamos reunirnos en la buhardilla de la casa, en una habitación pequeña que solo tenía espacio para doce sillas —dice Fridrik—. A veces, cuando asistían más personas de las habituales, abríamos la puerta que daba a la habitación contigua. ¡Cómo han cambiado las cosas! Ahora se reúnen tres congregaciones en el Salón del Reino de Reykiavik.”

Fridrik y Ada llegaron a ser muy conocidos por su hospitalidad. Aunque criaron seis hijos, su casa siempre ha estado abierta para los hermanos. Durante los primeros años de la congregación, muchos de los que llegaban a Islandia procedentes de otros países se beneficiaron de la hospitalidad de Fridrik y Ada, pues estos los alojaban en su casa hasta que encontraban un lugar donde vivir.

[Ilustración y recuadro de la página 232]

La Biblia en islandés

Las primeras secciones de la Biblia que se conocen en islandés aparecen en una obra del siglo XIV llamada Stjórn, la cual contiene traducciones y paráfrasis de ciertas partes de las Escrituras Hebreas. El primer “Nuevo Testamento” completo en islandés se imprimió en 1540. Su traductor fue Oddur Gottskálksson, hijo del obispo de Hólar. Gottskálksson había abrazado las creencias de la Reforma en Noruega y había tratado con Martín Lutero en Alemania. Según la historia, cuando Oddur regresó a Islandia emprendió su labor de traducción en un establo y con mucha dificultad, pues su patrón era el obispo católico de Skálholt, y no quería ofenderlo. Oddur tradujo el texto a partir de la Vulgata latina, y llevó personalmente su manuscrito a Dinamarca para que lo imprimieran. En 1584, el obispo Gudbrandur Thorláksson comisionó la impresión de la primera Biblia completa en islandés. La primera traducción completa de la Biblia a partir del hebreo y el griego se editó en 1908, y en 1912 se publicó una revisión.

[Ilustración]

Gudbrandsbiblía, la primera Biblia completa en islandés

[Ilustraciones y tabla de las páginas 216 y 217]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Islandia: datos históricos

1929: Llega Georg F. Lindal, el primer publicador del país.

1940

1947: Llegan los primeros misioneros de Galaad.

1950: Se forma una pequeña congregación.

1960

1960: Se empieza a publicar La Atalaya en islandés.

1962: Se abre una sucursal en Reykiavik.

1975: Se termina la nueva y amplia sucursal y se dedica.

1980

1992: Se forma un Comité de Enlace con los Hospitales.

1995: Durante el mes de junio se construyen dos Salones del Reino en cuatro días.

2000

2004: Hay 284 publicadores activos en Islandia.

[Ilustración]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Publicadores

Precursores

300

200

100

1940 1960 1980 2000

[Mapas de la página 209]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

ISLANDIA

Húsavík

Hólar

Akureyri

Seydisfjördur

Neskaupstadur

Eskifjördur

Stykkishólmur

Borgarnes

Höfn

REYKIAVIK

Skálholt

Keflavík

Selfoss

[Ilustraciones a toda plana de la página 202]

[Ilustración de la página 207]

Derecha: Georg F. Lindal (1947)

[Ilustración de la página 207]

Abajo: el hermano Lindal con un poni islandés a principios de la década de 1930

[Ilustración de la página 212]

Tres de los primeros misioneros asignados a Islandia. De izquierda a derecha: Ingvard Jensen, Oliver Macdonald y Leo Larsen

[Ilustración de la página 220]

Este edificio albergó la sucursal desde 1962 hasta 1968

[Ilustración de la página 227]

Más de cien publicadores de Islandia asistieron en 1969 a la Asamblea Internacional “Paz en la Tierra” de Copenhague (Dinamarca)

[Ilustración de la página 235]

Iiris y Kjell Geelnard en Akureyri (enero de 1993)

[Ilustración de la página 238]

Derecha: el Svalbakur

[Ilustración de la página 238]

Abajo: Fridrik y Kjell

[Ilustración de la página 241]

Derecha: Oddný Helgadóttir

[Ilustración de la página 241]

Abajo: Gudrún Ólafsdóttir

[Ilustración de la página 243]

Derecha: Salón del Reino y hogar misional de Akureyri

[Ilustración de la página 243]

Abajo: Bjarni Jónsson frente a la sucursal

[Ilustración de la página 249]

Arriba: construcción del Salón del Reino de Selfoss (1995)

[Ilustración de la página 249]

Derecha: edificio terminado

[Ilustración de la página 253]

Familia Betel de Islandia

[Ilustración de la página 254]

Comité de Sucursal, de izquierda a derecha: Bjarni Jónsson, Gudmundur H. Gudmundsson, Páll H. Pedersen y Bergthór N. Bergthórsson