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La influencia engañosa de la publicidad

La influencia engañosa de la publicidad

La influencia engañosa de la publicidad

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN POLONIA

Tomek contempla fascinado la pantalla del televisor sin perder detalle del persuasivo mensaje comercial que promete: “Con este traje deportivo, su hijo se verá como un auténtico atleta e impresionará a sus amigos. ¡Cómpreselo!”. Tomek corre hacia su padre mientras tararea la melodía pegadiza que acaba de escuchar y pregunta: “Papi, ¿me lo vas a comprar?”.

▪ ¿A qué se debe que los niños pidan los artículos que se anuncian? “Como otros los tienen, ellos también los quieren. Desean mantener su posición dentro del grupo de amigos”, explica una educadora citada en la revista polaca Rewia. Cuando los hijos suplican, lloran y se enfurruñan para que les compren cierto artículo, muchos padres ceden y se lo compran.

¿Por qué resulta tan engañosa la publicidad dirigida al sector infantil? La psicóloga Jolanta Wąs señala que el mensaje publicitario “no se centra en el precio, la calidad o la utilidad del producto”, sino que está pensado para “lograr una implicación emocional”. Y añade: “Los más pequeños no analizan la historia que se cuenta en un anuncio. [...] No comparan la información que reciben con lo que ya saben del mundo que los rodea”. Además, aunque intenten hacerlo, es probable que no sepan lo suficiente como para decidir cuál es el verdadero valor de lo que se les ofrece.

¿De qué maneras puede proteger usted a su hijo de esa influencia engañosa? En primer lugar, “debe dedicarle tiempo al niño y explicarle una y otra vez que la valía de una persona no se mide por la marca de zapatos [o de ropa] que usa”, indica la revista Rewia. Enséñele que puede ser feliz aunque no tenga lo último en juguetes. En segundo lugar, los propios padres deben estar al tanto de cómo los anuncios pueden influir en el niño. La clave está en no “permitir que la publicidad nos dicte qué es lo bueno para nuestro hijo”, recomienda la doctora Wąs.

Finalmente, los padres pueden beneficiarse de los consejos de la Biblia. El apóstol Juan escribió: “Todo lo que hay en el mundo —el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno— no se origina del Padre, sino que se origina del mundo” (1 Juan 2:15, 16).

De seguro usted concuerda en que muchos anuncios apelan al “deseo de los ojos” y logran que tanto jóvenes como mayores hagan “exhibición ostentosa de [su] medio de vida”. Resulta interesante lo que el apóstol Juan escribió a continuación: “El mundo va pasando, y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:17).

Las personas que con regularidad dedican tiempo a hablar con sus hijos de temas edificantes pueden inculcar en ellos principios divinos y buenos valores (Deuteronomio 6:5-7). Entonces, los niños no se dejarán manipular tan fácilmente por la publicidad engañosa de este mundo, cuyo objetivo es que presionen a sus padres para que les compren cosas.