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El inteligente camaleón del mar

El inteligente camaleón del mar

El inteligente camaleón del mar

“El pulpo ¡qué horror! [Nos] aspira. Atrae al hombre y se lo asimila, y el hombre atado, pegado, impotente, se siente poco [a] poco vaciado todo él en aquel espantoso saco, que es un monstruo.” (Los trabajadores del mar, de Victor Hugo.)

MUCHAS personas tienen un concepto negativo de este animal, estigmatizado sin razón en los antiguos mitos y relatos fantásticos, como el ya citado de Victor Hugo.

Pero en realidad, ni siquiera el pulpo gigante del Pacífico, de seis metros de longitud y 50 kilos de peso, representa una amenaza para el hombre. En los últimos años, las leyendas fabulosas sobre “monstruos” de ocho tentáculos han sido sustituidas por datos bien documentados, ya que tanto buceadores como biólogos marinos han aprendido mucho sobre las numerosas especies existentes.

El perseguidor perseguido

Lejos de devorar seres humanos, el pulpo se alimenta principalmente de crustáceos, a los que atrapa con sus ocho brazos dotados de hasta 1.600 ventosas. Con ellas, un ejemplar pequeño consigue arrastrar el equivalente a veinte veces su peso. Algunas especies también rocían a sus víctimas con un veneno que las paraliza casi al instante, tras lo cual las trituran con sus mandíbulas en forma de pico y las engullen. *

¿Qué ocurre cuando se ve en peligro? Por sorprendente que parezca, se agota enseguida, pues su sangre, de color azul claro, no contiene hemoglobina, sino una proteína poco apta para transportar grandes cantidades de oxígeno: la hemocianina. Con todo, dispone de recursos para protegerse de focas, cetáceos y otros depredadores.

Uno de tales recursos es la propulsión. Cuando se siente amenazado, se impulsa hacia atrás expulsando el agua que hay bajo su grueso manto. En ocasiones, esta astuta criatura usa otra de sus tácticas: libera una nube de tinta (con un pigmento indisoluble) que la oculta y le permite huir antes de que se disipe.

Maestro del disfraz

Claro está, el pulpo prefiere no tener que darse a la fuga. ¿Cómo se esconde, pues, de sus depredadores? El famoso oceanógrafo Jacques-Yves Cousteau escribió: “Cuando fuimos a Marsella a grabar un documental, la mayoría de los submarinistas del equipo aseguraron que en la zona ya no había pulpos, si es que los había habido alguna vez. Pero lo cierto es que los tenían justo delante, tan bien camuflados que resultaban invisibles”. ¿Cómo lograban este mimetismo?

Un pulpo adulto posee en la piel 2.000.000 de células pigmentarias llamadas cromatóforos (200 por milímetro cuadrado), cada una de las cuales contiene un pigmento rojo, amarillo o negro. Al contraer o relajar los músculos que las rodean, modifica su aspecto en cuestión de segundos y adopta una tonalidad uniforme o incluso variada.

Resulta irónico, pero todo indica que el pulpo no ve en colores. Pese a ello, su gama cromática supera con creces los tres pigmentos mencionados. Por medio de los iridocitos (células con láminas reflectantes) refracta la luz para imitar el color del entorno. Pero eso no es todo. Si se esconde en un arrecife coralino, altera su textura arrugando su lisa piel hasta formar protuberancias con las que consigue parecer parte del coral.

Concienzudo constructor y residente

Como cabría esperar, no es fácil encontrar su guarida, pues suele emplazarla en grietas y bajo grandes rocas utilizando los materiales de construcción que tiene a su alcance. Así, el techo y las paredes a menudo están edificados con piedras, piezas metálicas, conchas marinas y hasta basura y restos de naufragios.

El residente realiza un mantenimiento meticuloso de su hogar. Por ejemplo, limpia el suelo con chorros de agua y saca los desperdicios después de comer. A fin de comprobar sus habilidades domésticas, el equipo de submarinistas de Cousteau quitó varias piedras del muro de una madriguera. ¿Cómo reaccionó el ocupante? Reconstruyéndola con paciencia piedra a piedra. “No paró hasta dejarla idéntica a la original”, escribió Cousteau. Su reputación de amo de casa industrioso es bien conocida. De hecho, si un buzo ve una guarida llena de tierra o escombros, sabe que está vacía.

Último hogar

La última y más importante residencia de la hembra suele ser su nido. Tras recibir el paquete de esperma del macho y antes de la puesta, inicia la búsqueda de una cavidad adecuada, tarea que quizás dure varias semanas. Una vez seleccionada, la reforzará y en su techo fijará miles de racimos de huevos. El pulpo de anillos azules, en cambio, no construye nido. Prefiere cuidar a sus crías en mar abierto para que los depredadores vean bien sus brillantes colores, aterrador aviso de su mortal mordedura.

La hembra del pulpo se distingue por ser una madre diligente. Tras el desove, probablemente dejará de alimentarse y se dedicará a cuidar los huevos: los limpiará y aireará, reforzará la guarida y adoptará una postura defensiva para detener a los enemigos. Aunque morirá tras la eclosión de las crías, las cuidará hasta el final. “Nadie ha visto jamás a una hembra descuidar los huevos”, señaló Cousteau.

En la mayoría de las especies, los recién nacidos ascienden a la superficie como si fueran plancton y terminan engullidos. Semanas después, los sobrevivientes regresan al lecho marino, donde completarán su crecimiento y su ciclo vital de unos tres años.

¿Son inteligentes?

Hay quien opina que, hablando de animales, la inteligencia es la capacidad de aprender de la experiencia y resolver problemas. A este respecto, Cousteau dijo: “La timidez del pulpo es una reacción racional basada sobre todo en la prudencia. [...] Si el buceador es capaz de demostrarle que es inofensivo, perderá la timidez enseguida, más rápido que cualquier otra especie ‘salvaje’”.

El pulpo es el invertebrado con mayor desarrollo del cerebro y los ojos. Al igual que el ser humano, enfoca la vista con precisión y se adapta a los cambios de luz. Además, su lóbulo óptico, que interpreta la información visual, y su magnífico sentido del tacto le permiten tomar decisiones muy inteligentes.

Diversos científicos afirman haber visto pulpos aprendiendo a destapar botellas para sacar un crustáceo y a desenroscar tapas de tarros de comida. En el Acuario de Vancouver (Canadá) había uno que todas las noches se metía por el desagüe para comerse los peces del estanque contiguo.

Con respecto a su inteligencia, el libro Exploring the Secrets of Nature (Los secretos de la naturaleza) señala: “Aunque solemos atribuir a los primates los mayores niveles de inteligencia, hay pruebas de que los pulpos también figuran entre los seres más inteligentes”.

La inteligencia con la que se comportan tal vez nos recuerde a las criaturas que la Biblia califica de “instintivamente sabias” y que constituyen una maravilla de la creación (Proverbios 30:24). Para científicos y submarinistas, el “horror” plasmado en el imaginativo relato de Victor Hugo ya no tiene nada que ver con el pulpo, pues quienes estudian a este inteligente camaleón del mar no pueden menos que quedar asombrados.

[Nota]

^ párr. 6 La única especie mortal para el hombre es el pulpo de anillos azules, natural de Australia, cuya mordedura llega a ocasionar fallos respiratorios.

[Ilustración de la página 15]

Pulpo de anillos azules

[Reconocimiento]

© Jeffrey Rosenfeld

[Ilustración de la página 16]

¿Distingue al pulpo en este arrecife del Pacífico? Está perfectamente camuflado justo debajo de la boca de su depredador

[Ilustraciones de las páginas 16 y 17]

Existen numerosas variedades de pulpos de diferentes colores

[Ilustración de la página 17]

Diminutas crías ascienden a la superficie

[Reconocimiento]

© Fred Bavendam

[Reconocimientos de la página 16]

Foto superior izquierda: © Roger T. Hanlon; sobre estas líneas: © Jeffrey Rosenfeld