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El fascinante oso de Kermode

El fascinante oso de Kermode

El fascinante oso de Kermode

De nuestro corresponsal en Canadá

“Se levantan sobre las patas traseras, se sientan erguidos..., hasta roncan cuando duermen. [...] Son inteligentes, curiosos, aprenden rápido y tienen facilidad de adaptación; además, parece que experimentan los mismos estados de ánimo que nosotros.”

ASÍ se expresó el biólogo naturalista Wayne McCrory sobre uno de los osos más raros del mundo: el “oso negro” de color blanco de la costa noroeste de Canadá, cuyo primer contacto con la ciencia tuvo lugar en 1900 gracias a William Hornaday, miembro de la New York Zoological Society. Hornaday estaba catalogando pieles de oso procedentes de Victoria (Columbia Británica, Canadá), cuando descubrió una fuera de lo común, de color crema claro, con un tono ligeramente dorado, pero de forma muy parecida a la del oso negro.

Intrigado por el hallazgo, Hornaday pidió a Francis Kermode, director del Museo Provincial de Columbia Británica, que le ayudara a reunir más información sobre lo que, a su entender, era una nueva especie de oso. En 1905, en reconocimiento del trabajo de Kermode para conseguir especímenes y datos, Hornaday denominó al animal Ursus kermodei, es decir, “oso de Kermode”.

Los osos de Kermode pertenecen a la familia del oso negro, pero su color no siempre encaja con el nombre. Los indios nativos de la región donde habitan estos mamíferos los llaman Moksgm’ol, término de la lengua tsimshian que significa “oso blanco”. También se han visto especímenes de color anaranjado, castaño rojizo, dorado, amarillo encendido, gris azulado y hasta blanco con manchas parduzcas.

Los biólogos todavía no saben con certeza por qué existen osos de Kermode blancos. Una opinión es que se debe a una mutación genética aleatoria. La verdad es que solo 1 de cada 10 osos avistados es blanco. En efecto, los osos de Kermode del litoral pacífico del noroeste de Canadá son únicos y merecen más que una mirada superficial.

Visite su hábitat

A estos osos puede vérseles en una extensión de alrededor de 75.000 kilómetros cuadrados a lo largo de la costa norte de Columbia Británica. Si viaja unos 600 kilómetros desde Vancouver en dirección noroeste, llegará a la isla de la Princesa Real y a la región del canal Douglas, cerca de Kitimat. Después de recorrer tierra adentro otros 150 kilómetros en dirección nordeste, encontrará la comunidad maderera de Terrace, a orillas del río Skeena. Ese es el corazón de la comarca de los osos de Kermode, descrita por algunos como la región natural más salvaje y rica del oeste canadiense.

Si quiere por lo menos ver de lejos a este vagabundo blanco, necesitará la ayuda de un guía experimentado, alguien que conozca sus hábitos. La mejor época para avistar uno es en octubre, cuando los arroyos de Columbia Británica hierven de salmones que han acudido a desovar. Durante este suceso anual, los osos de Kermode descienden de las tierras altas para darse un festín de salmón. Un testigo ocular describió así el método que siguen para comer: “Seleccionan el espécimen que les gusta, le ponen una garra en la cabeza y luego le arrancan la piel desde las agallas hacia atrás, dejando expuesta la carne con la que se darán el festín”.

¿Cómo son?

Los osos de Kermode tienen apariencia amistosa, encantadora y juguetona, pero su reacción puede ser como la de cualquier oso: impredecible y peligrosa. Se dice que no tienen muy buena vista. Su pequeña y afilada nariz, con grandes orificios nasales, está diseñada para aprovechar al máximo su sentido del olfato. Parecen de movimientos torpes, pero en realidad son muy veloces. A algunos se les han cronometrado velocidades de más de 50 kilómetros por hora en distancias cortas.

Las hembras adultas miden de 1,30 a 1,90 metros de largo, y pesan entre 50 y 180 kilos. Los machos son de mayor tamaño, y de vez en cuando sobrepasan los 200 kilos. Cuando los osos de Kermode se yerguen sobre los cuartos traseros, alcanzan una altura de 2,50 a 2,75 metros. Además, son buenos nadadores. Un miembro de la patrulla de pesca observó a uno de ellos nadando desde una isla cercana hasta tierra firme. Cuando maniobró con el bote para acercársele, le sorprendió verlo sumergirse, nadar bajo el agua y salir a la superficie solamente para tomar aire.

Sus encuentros con los seres humanos

Cuando los osos relacionan a la gente con fuentes de alimentación distintas a las de su dieta natural, suelen perder su recelo hacia el hombre y pueden llegar a ser extremadamente agresivos y peligrosos, por lo que casi siempre hay que darles muerte. De modo que la próxima vez que vea a un oso salvaje que quiera comida, recuerde: si lo alimenta, no solo se está arriesgando usted, sino que también está contribuyendo a la muerte prematura del animal.

Al reflexionar sobre este interesante mamífero, es inevitable quedar impresionados por la variedad de osos que existen. Las creaciones de Dios son en verdad maravillosas y deleitables. ¡Cuánta responsabilidad tiene el ser humano de cuidar de criaturas tan fascinantes!

[Reconocimiento de la página 27]

Howie Garber/www.wanderlustimages.com