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TEMA DE PORTADA | MENTIRAS QUE NOS ALEJAN DE DIOS

La mentira que envolvió a Dios en un velo de misterio

La mentira que envolvió a Dios en un velo de misterio

LO QUE DICE LA GENTE

El Diccionario Akal crítico de Teología dice: “La Trinidad es el misterio de un único Dios en tres personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”. Y el Diccionario abreviado del cristianismo añade: “Católicos, ortodoxos, anglicanos y protestantes siguen esta doctrina”.

LO QUE DICE LA BIBLIA

Jesús, el Hijo de Dios, nunca afirmó que fuera igual o de la misma sustancia que su Padre. Más bien, dijo: “Sigo mi camino al Padre, porque el Padre es mayor que yo” (Juan 14:28). Además, a uno de sus discípulos le comentó: “Asciendo a mi Padre y Padre de ustedes y a mi Dios y Dios de ustedes” (Juan 20:17).

El espíritu santo no es una persona. Los primeros cristianos “se llenaron de espíritu santo”, y Jehová dijo: “Derramaré algo de mi espíritu sobre toda clase de carne” (Hechos 2:1-4, 17). El espíritu santo no es parte de una Trinidad, sino el poder de Dios en acción.

POR QUÉ DEBERÍA INTERESARLE

Según los biblistas católicos Karl Rahner y Herbert Vorgrimler, la Trinidad “no podría conocerse sin que hubiera revelación, y hasta después de la revelación no podría entenderse del todo”. Ahora bien, ¿es posible amar a alguien a quien no podemos conocer ni entender? No. Por eso, la doctrina de la Trinidad nos impide amar a Dios.

Marco, mencionado en el primer artículo, veía la Trinidad como una barrera entre él y Dios. “Pensaba que Dios estaba ocultando su identidad —comenta—, y eso lo hacía más misterioso e inaccesible.” Sin embargo, “Dios no es Dios de confusión” (1 Corintios 14:33, La Biblia de las Américas). Él no oculta su identidad, más bien nos la revela. Jesús aseguró: “Nosotros adoramos lo que conocemos” (Juan 4:22).

“Cuando aprendí que Dios no es parte de una Trinidad —continúa Marco—, finalmente logré entablar una amistad con él.” En efecto, si vemos a Jehová como una persona y no como un ser misterioso, se nos hará mucho más fácil llegar a amarlo. La Biblia indica: “El que no ama no ha llegado a conocer a Dios, porque Dios es amor” (1 Juan 4:8).