Ir al contenido

Ir al índice

Historias felices de familias con hijastros

Historias felices de familias con hijastros

Historias felices de familias con hijastros

YA NO SON SIMPLES COMPAÑERAS DE VIVIENDA

Elise, de 20 años, vivía en casa con su padre, Philip, y había asumido muchos de los deberes del hogar. Cuando Philip se casara con Louise, ¿podrían madrastra e hijastra entablar una buena relación?

Louise: Al principio se nos hizo muy cuesta arriba. Soy una mujer muy hogareña y quería tener el mando de la casa.

Elise: Louise reorganizó todo y tiró muchas de nuestras pertenencias. Un día me puse a ordenar, pero coloqué algunas cosas en el sitio equivocado, pues ya no sabía dónde iban. A Louise le cayó muy mal, y nos dijimos cosas hirientes. No le dirigí la palabra por una semana.

Louise: La situación llegó al punto de que le dije a Elise: “No sé qué vamos a hacer, pero yo no puedo seguir así”. Más tarde me buscó para disculparse. La abracé, y ambas lloramos.

Elise: Louise dejó unas fotos mías que había en la pared, y papá no quitó las lámparas que yo había puesto en la sala tiempo atrás. Aunque parezca una tontería, el hecho de que dejaran esas cosas intactas me ayudó a sentir que mi hogar no había desaparecido por completo. También estoy muy agradecida por la forma en que Louise cuida de mi hermano menor cuando él viene de visita. Después de dos años, comienzo a verla como un verdadero miembro de la familia.

Louise: Siento que ahora Elise y yo somos más que simples compañeras de vivienda: somos también buenas amigas.

“LA UNIDAD FAMILIAR ES MÁS IMPORTANTE QUE IR EN EL ASIENTO DELANTERO”

Anton y Marelize trajeron cada uno tres hijos a la nueva familia cuando se casaron hace seis años.

Anton: Hacemos cosas como ir de campin en familia y le dedicamos tiempo a cada hijo en particular. Nos tomó varios años adaptarnos, pero la mayoría de nuestros problemas ya están resueltos.

Marelize: Considero que es importante ver a los hijos como “nuestros”, no como “tuyos o míos”. Recuerdo que una vez armé un lío porque me pareció que Anton había disciplinado injustamente a uno de mis hijos y había dejado que su hija se sentara adelante en el auto. Pero aprendí que la unidad familiar es más importante que ir en el asiento delantero. Procuramos ser justos con todos, aunque es imposible tratar a cada uno exactamente de la misma manera.

También evito hablar de los buenos momentos de antes para que los nuevos miembros no se sientan fuera de lugar; en vez de eso, doy gracias por la familia que tenemos ahora.

“DAR ELOGIO PRIMERO”

Francis y Cecelia se casaron hace cuatro años. Con ellos viven tres hijos adultos de ella y un hijo adolescente de él.

Francis: Procuro ser accesible y no ser demasiado quisquilloso. Acostumbramos a comer juntos y aprovechamos ese tiempo para conversar. También le pido a cada uno que se encargue de ciertos quehaceres de la casa, pues son para el beneficio de todos.

Cecelia: Le dedico tiempo a cada uno de nuestros hijos y los escucho cuando me cuentan sus temores y frustraciones. En las reuniones familiares tratamos de dar elogio primero y luego motivarlos para que sigan mejorando. Y cuando cometo un error, lo admito y pido disculpas sinceras.

CRIADO POR UN PADRASTRO Y UNA MADRASTRA

Yuki, un muchacho de 20 años, no ha visto a su padre desde que tenía cinco. Con el tiempo, su madre se casó con Tomonori, pero falleció cuando Yuki tenía 10 años. Cinco años más tarde, Tomonori se casó con Mihoko, así que Yuki terminó viviendo con un padrastro y una madrastra.

Yuki: Cuando mi padrastro tomó la decisión de volver a casarse, pensé: “Ya ha habido suficientes cambios en mi familia. No necesito una madrastra”. Me negué a aceptarla y le di un trato frío.

Mihoko: Aunque mi marido no me presionó para que quisiera a su hijastro tanto como él, me propuse ganármelo. Hicimos lo posible por no alterar su rutina, incluidas las actividades espirituales, la recreación y la cena juntos todas las noches, con conversación después. Algo que me ayudó a entenderlo mejor fue hablar con él de la pérdida de su madre.

Cuando quedé embarazada, nos propusimos que Yuki se sintiera seguro de su lugar en la familia. Por eso, después del nacimiento del bebé, solíamos pedirle que le diera de comer y le cambiara el pañal; también lo elogiábamos delante de otros por su ayuda. El pequeño Itsuki está muy apegado a él. Antes de aprender a decir las palabras para “mamá” o “papá”, aprendió a decir la palabra para “hermano mayor”: niinii.

Yuki: Es natural que, como hijastro, uno se sienta solo y excluido. Aunque intentes explicarles a otros la situación, parece que no entienden. Pero me alegra decir que mis hermanos cristianos han sido un gran apoyo en todo momento. El recelo que sentía hacia mi madrastra ya ha desaparecido. Ella me aconseja, y yo puedo abrirle mi corazón.

[Comentario de la página 9]

Sea paciente. Las familias con hijastros pueden ser felices