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Cómo afrontar la tartamudez

Cómo afrontar la tartamudez

Cómo afrontar la tartamudez

“Cuando tartamudeo, me pongo nervioso y hablo aún peor. Es como si estuviera en un hoyo profundo del que no puedo salir. En cierta ocasión, una psicóloga me dijo que necesitaba una novia... alguien con quien tener sexo para aumentar mi autoestima. Por supuesto, nunca más volví a consultarla. Tan solo quería que los demás me aceptaran como soy.” (Rafael, de 32 años)

IMAGÍNESE cómo se sentiría si al tener que pedir un simple billete de autobús le entrara un sudor frío y, cuando intentara hablar, se le atascaran las palabras y no pudiera pasar del primer sonido. Pues eso es lo que viven a diario unos sesenta millones de personas —1 de cada 100— en todo el mundo. A menudo son objeto de bromas y discriminación, y puede que hasta se les considere poco inteligentes porque sustituyen las palabras difíciles por otras más sencillas de articular.

¿Cuáles son las causas de la tartamudez? ¿Tiene cura? ¿Hay algo que los afectados puedan hacer para mejorar su fluidez? * ¿Y cómo pueden ayudarles los demás?

¿Se conocen las causas?

En la antigüedad se creía que la tartamudez era causada por espíritus malignos que había que expulsar de la persona. En la Edad Media se le echó la culpa a la lengua. ¿Y cómo se “remediaba”? ¡Con hierros candentes y especias picantes! En siglos posteriores, los cirujanos cortaban nervios y músculos de la lengua y hasta extirpaban las amígdalas. Pero ninguno de esos métodos tan radicales surtió efecto.

Estudios recientes sugieren que la tartamudez se debe a la combinación de varios factores. Uno de ellos tal vez sea la respuesta de la persona al estrés. Otro pudiera ser la herencia genética, pues alrededor del 60% de los afectados tienen parientes con el mismo problema. Además, las investigaciones con imágenes neuronales indican que el cerebro de un tartamudo procesa el lenguaje de manera distinta al resto de las personas. Algunos “quizás empiecen a hablar antes de que el cerebro les dicte cómo articular las palabras”, opina el doctor Nathan Lavid en su libro Understanding Stuttering (¿Qué es la tartamudez?). *

Por consiguiente, la causa principal tal vez no sea necesariamente psicológica, como en un tiempo se creyó. “En otras palabras, no es cuestión de convencerse de que uno puede dejar de tartamudear sin más”, afirma el libro No Miracle Cures (No existen curas milagrosas). No obstante, la tartamudez sí puede provocar trastornos psicológicos en quienes la padecen. Por ejemplo, quizás sientan miedo ante ciertas situaciones, como hablar en público o por teléfono.

Es posible mejorar

Curiosamente, por lo general quienes tartamudean son capaces de cantar, susurrar, hablar consigo mismos o con sus mascotas, hablar a coro o representar personajes con una fluidez total o casi total. Además, el 80% de los niños afectados se curan solos. Pero ¿y el otro 20%?

Hoy día existen programas terapéuticos que ayudan a mejorar la fluidez. Algunas técnicas de logopedia entrañan relajar la mandíbula, los labios y la lengua, así como respirar con el diafragma. Los pacientes también pueden aprender a realizar “iniciaciones suaves”, que consisten en aspirar brevemente con el diafragma y liberar un poco de aire justo antes de empezar a hablar. Además, se puede tratar de prolongar las vocales y ciertas consonantes. La velocidad del habla va aumentando a medida que mejora la fluidez.

Aprender esas técnicas toma unas pocas horas, pero saber usarlas en situaciones de tensión puede exigir miles de horas de práctica.

¿A qué edad debe comenzar tal aprendizaje? ¿Es conveniente esperar a ver si el niño supera la tartamudez por sí solo? Las estadísticas muestran que menos del 20% de los niños que tartamudean durante cinco años la superan por sí solos. El libro No Miracle Cures señala: “Para cuando el niño tiene seis años, es improbable que se cure sin un programa terapéutico [...]. [Por tanto,] los niños que tartamudean deben llevarse a un especialista lo antes posible”. Del 20% de niños en los que el problema no desaparece solo, entre el 60 y el 80% responden bien al tratamiento. *

Sea realista

Según el logopeda Robert Quesal, quien también sufre tartamudez, la fluidez perfecta en toda circunstancia no es una meta realista para la mayoría de quienes sufren este trastorno. Rafael, mencionado al principio, no ha podido vencerlo por completo, si bien su fluidez ha mejorado. Él dice: “Mi problema se nota más cuando tengo que leer o hablar en público o si converso con alguna muchacha atractiva. Antes me cohibía, pues la gente se burlaba de mí. Pero últimamente trato de aceptarme como soy y no me tomo demasiado en serio. Así que ahora tal vez me ría cuando me atasco, pero enseguida trato de relajarme y seguir hablando”.

Los comentarios de Rafael reflejan el punto de vista de la Fundación Americana de la Tartamudez, la cual afirma que “superar la tartamudez es más una cuestión de perder el miedo a tartamudear que de esforzarse por no hacerlo”.

Hay muchos que no han permitido que este problema les amargue la vida. Algunos hasta se hicieron famosos, como el físico Sir Isaac Newton, el estadista británico Winston Churchill y el actor estadounidense James Stewart. Otros han desarrollado habilidades no verbales, como tocar un instrumento, pintar o aprender lenguaje de señas. Quienes hablamos sin dificultad debemos valorar el gran esfuerzo que hacen las personas que tartamudean. En efecto, se merecen todo el estímulo y apoyo que podamos darles.

[Notas]

^ párr. 4 En este artículo se emplea el género masculino porque más del 80% de quienes tartamudean son varones.

^ párr. 7 Aunque tienen elementos en común, las teorías actuales en cuanto a las causas y el tratamiento de la tartamudez difieren. ¡Despertad! no favorece ninguna opinión ni tratamiento en particular.

^ párr. 13 En algunos casos, los especialistas recomiendan aparatos que retardan la recepción del sonido de la propia voz o medicamentos que reducen la ansiedad conectada con la comunicación oral.

[Ilustración y recuadro de la página 13]

CÓMO AYUDAR A ALGUIEN QUE TARTAMUDEA

● Genere un ambiente relajado y sin prisas. El ritmo acelerado y las tensiones de la vida moderna suelen acentuar el problema.

● En vez de decirle que hable más despacio, ponga el ejemplo haciéndolo usted. Escuche con paciencia. No lo interrumpa. No acabe las frases por él. Haga una pausa antes de responderle.

● No lo critique ni corrija. Su mirada, gestos, lenguaje corporal y comentarios deben indicarle que usted se fija en lo que dice, no en cómo lo dice.

● La tartamudez no debe ser un tema tabú. Sonreír amigablemente y, de vez en cuando, hablar con bondad del problema logrará que la persona se sienta cómoda. Tal vez pueda decirle algo así: “A veces cuesta comunicar lo que queremos decir, ¿verdad?”.

● Sobre todo, muéstrele que usted lo acepta tal como es.

[Ilustración y recuadro de la página 14]

“POCO A POCO DEJÉ DE TARTAMUDEAR”

Víctor tartamudeó varios años, en una época de mucha tensión familiar. Sin embargo, superó su problema sin someterse a ninguna terapia. Como es testigo de Jehová, se matriculó en la Escuela del Ministerio Teocrático, que se celebra semanalmente en todas las congregaciones. Aunque esa escuela no está concebida para tratar problemas del habla, lo cierto es que mejora la oratoria de los estudiantes y les infunde más confianza en sí mismos.

El libro de texto empleado se titula Benefíciese de la Escuela del Ministerio Teocrático. Bajo el encabezamiento “Cómo hacer frente a la tartamudez”, el libro dice: “Es importante no rendirse. [...] Si se le asigna un discurso, prepárese bien. Cuando lo pronuncie, enfrásquese en él [...]. Si empieza a tartamudear, esfuércese por mantener la calma y controlar la voz. Relaje los músculos de la mandíbula. Construya oraciones breves y reduzca al máximo el uso de muletillas como ‘eh...’ y ‘este...’”.

¿Le ayudó a Víctor la escuela? Él contesta: “Me concentraba en lo que iba a decir y no en cómo iba a decirlo, tanto que me olvidaba de que tenía el problema. También ensayaba mucho. Y poco a poco dejé de tartamudear”.