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¿Qué hace falta para conducir un elefante?

¿Qué hace falta para conducir un elefante?

¿Qué hace falta para conducir un elefante?

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN LA INDIA

UN MAHOUT, o conductor de elefantes, se disponía a preparar algo de comer a orillas del río Narmada, así que acomodó a su hijo entre la trompa y las patas delanteras de su elefante, que estaba echado en el suelo. Según relata el libro Project Elephant, el niño trataba de escapar una y otra vez, pero “el elefante lo rodeaba suavemente con la trompa y lo regresaba a su lugar. Así que el padre siguió cocinando, seguro de que el niño no iría a ninguna parte”.

Los elefantes de trabajo llevan cuatro milenios al servicio del hombre. En la antigüedad se les adiestraba principalmente para la guerra, pero en la India actual son entrenados para trabajar. Se les utiliza en la industria maderera, en fiestas religiosas y bodas, en publicidad, en circos y hasta para mendigar. Ahora bien, ¿cómo se les domestica y adiestra?

Curso de adiestramiento de elefantes

Varios centros de la India están preparados para cuidar de elefantes bebés que han sido capturados, abandonados o heridos en su hábitat natural. Uno de tales centros se encuentra en Koni, en el estado de Kerala, donde se les enseña a ser elefantes de trabajo. El mahout debe ganarse primero la confianza del elefantito, y darle de comer es clave para lograrlo. Una cría reconoce la voz de su mahout, y cuando oye que este la llama para alimentarla, acude corriendo a paladear la miel y la pasta de mijo que le ofrece. Por lo general, su adiestramiento no comenzará hasta que tenga unos 13 años de edad, y al cumplir los 25 se la pondrá a trabajar. En Kerala, el gobierno exige que a los elefantes de trabajo se les conceda el retiro a la edad de 65 años.

Para conducir un elefante de manera segura, el mahout debe recibir la preparación adecuada. Según la Asociación para el Bienestar de los Elefantes, con sede en Trichur (Kerala), el aspirante necesita una capacitación intensiva de por lo menos tres meses. No solo aprenderá a darle órdenes, sino también los distintos aspectos de la vida de estos animales.

Adiestrar a un elefante adulto requiere más tiempo que a uno pequeño. Desde fuera del cercado donde se mantiene al animal adulto, el entrenador comienza por enseñarle a entender órdenes verbales. (En Kerala, un mahout utiliza unas veinte órdenes y señales para que su elefante haga el trabajo que le pide.) Pronuncia los mandatos con claridad, lo empuja con una vara y le muestra lo que tiene que hacer. Cada vez que el elefante obedece, recibe una pequeña recompensa. Y cuando es obvio que el animal está de buenas, el mahout entra en el cercado y lo acaricia, con lo que se refuerza la confianza mutua. Con el tiempo, al elefante se le saca fuera, si bien con mucho cuidado, ya que aún conserva algunas de sus características salvajes. Por eso, hasta que se hace patente que está domado por completo, se le encadena a otros dos elefantes ya adiestrados cuando se le lleva a bañar o a algún otro lugar.

Cuando el animal ya entiende órdenes verbales, su mahout se sienta en el lomo y le enseña a responder a indicaciones táctiles, para lo cual le hunde suavemente los talones y los dedos de los pies. Para que avance, lo presiona con ambos dedos gordos detrás de las orejas. Cuando quiere que retroceda, lo presiona con los talones en los hombros. A fin de no confundirlo, un solo mahout da las órdenes verbales. El elefante comprenderá todas las indicaciones en un plazo de tres o cuatro años, y ya no las olvidará nunca. Aunque en relación con su cuerpo tiene un cerebro pequeño, se trata de un animal muy inteligente.

Cuidados diarios

Para mantener contento y saludable a un elefante, hay que bañarlo todos los días. Durante el baño, el mahout restriega la piel gruesa —pero suave y sensible— del animal con piedras y cáscaras de coco partidas con un corte limpio.

Luego viene el desayuno. El mahout prepara una pasta espesa de trigo, mijo y frijol de Kulthi, una clase de pasto. El plato principal contiene bambú, hierba y hojas de palma. Y a nuestro comensal le encanta que se añadan zanahorias crudas y caña de azúcar. Los elefantes pasan la mayor parte del tiempo comiendo. De hecho, cada día consumen nada menos que 140 kilos (300 libras) de comida y 150 litros (40 galones) de agua. Por lo tanto, si el mahout quiere seguir siendo amigo de su paquidermo, debe satisfacer estas necesidades.

Las consecuencias del maltrato

No se puede conducir o hacer trabajar al manso elefante indio más allá de cierto límite. Además, este animal puede volverse contra los mahouts que le gritan o lo castigan. El periódico indio Sunday Herald informó que un macho adulto “se enfureció [...] a causa del maltrato de los mahouts. Uno de ellos lo estaba golpeando, y el elefante se descontroló por completo [...]. Hubo que aplicarle un sedante”. En abril de 2007, el rotativo India Today International publicó estos datos: “Tan solo en los últimos dos meses, más de diez machos adultos fuera de control han causado estragos en distintas fiestas; desde enero del año pasado, 48 mahouts han muerto víctimas de elefantes enfurecidos”. Tales reacciones suelen producirse durante el período conocido como musth, un fenómeno fisiológico anual que ocurre en la época de celo y se debe a un aumento de testosterona en los machos adultos sanos. En dicho estado se comportan de forma agresiva e impredecible con las personas y con otros elefantes. El musth puede durar de quince días a tres meses.

El elefante también puede sentirse tenso cuando es vendido a otro mahout, pues desarrolla un fuerte apego hacia su dueño. Para que el cambio no sea tan traumático, el anterior mahout suele conducirlo hasta su nuevo hogar. Allí, los dos mahouts trabajan juntos hasta que el nuevo dueño se familiariza con el carácter del animal. El problema es aún mayor cuando un mahout muere y otro ocupa su lugar. Con todo, el elefante acaba por resignarse a la nueva situación.

Aunque hay quienes temen a este imponente animal, la verdad es que un elefante bien adiestrado es obediente al dueño que lo trata con bondad. Cuando este es el caso, ni siquiera hay que encadenarlo cuando su mahout no está presente. Todo lo que este tiene que hacer es dejar su vara apoyada en una de las patas de su elefante y pedirle que no se mueva. Sumisamente, el elefante se quedará quieto para que la vara no caiga al suelo. Como demuestra el ejemplo de la introducción, la cooperación entre este noble animal y su conductor puede ser tan sorprendente como conmovedora. No cabe duda: un buen mahout puede confiar en su elefante.

[Ilustración y recuadro de la página 18]

LA LARGA CONVIVENCIA ENTRE EL HOMBRE Y EL ELEFANTE

El hombre lleva muchísimo tiempo domesticando elefantes. Es posible que el ejemplo más famoso de la antigüedad sea el protagonizado por el general cartaginés Aníbal. En el siglo III antes de nuestra era, la ciudad norteafricana de Cartago se enfrentó con Roma. La serie de batallas que ambas libraron a lo largo de todo un siglo recibieron el nombre de guerras púnicas. Con la intención de atacar Roma, Aníbal reunió un ejército en la ciudad de Cartagena (España). Primero cruzó los Pirineos y llegó a lo que ahora es Francia. Luego, en lo que la revista Archaeology llama “una de las más audaces maniobras militares de la historia”, su ejército de 25.000 hombres —acompañado por 37 elefantes africanos y multitud de otras bestias de carga— cruzó los Alpes y se adentró en Italia. Soldados y animales tuvieron que enfrentarse al frío, a las tormentas de nieve, a los deslizamientos de rocas y a las hostiles tribus de las montañas. El viaje fue tan agotador para los elefantes que ni uno solo sobrevivió al primer año de Aníbal en Italia.

[Reconocimiento]

© Look and Learn Magazine Ltd/The Bridgeman Art Library

[Ilustración de la página 17]

El mahout restriega la piel gruesa —pero suave y sensible— de su elefante

[Reconocimiento]

© Vidler/mauritius images/age fotostock

[Reconocimiento de la página 16]

© PhotosIndia/age fotostock