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AYUDA PARA LAS FAMILIAS | JÓVENES

¿Vale la pena arriesgar la vida por una emoción fuerte?

¿Vale la pena arriesgar la vida por una emoción fuerte?

EL PROBLEMA

“Me quedé de pie muy cerca de un tren rápido que iba a toda velocidad por un túnel. Con la descarga de adrenalina, sentí que mis problemas desaparecían” (Leo). *

“Cuando saltaba al agua desde acantilados muy altos, me sentía completamente libre por unos segundos. Por lo general, me gustaba, pero a veces me daba miedo” (Larissa).

Como a Leo y Larissa, a muchos jóvenes les parece excitante poner a prueba sus límites, a veces de maneras muy arriesgadas. ¿Te da curiosidad hacer lo mismo? Si es así, este artículo puede interesarte.

LO QUE DEBES SABER

Buscar emociones fuertes puede convertirse en una adicción. Tal vez te sientas eufórico por un rato, pero luego querrás emociones más fuertes. Marco, que como Leo se metía en los túneles del tren, dice: “Era un círculo vicioso. Me sentía feliz por un momento, pero enseguida necesitaba otra experiencia fuerte”.

Justin, que probó a patinar enganchado a un automóvil en marcha, cuenta: “Estaba tan eufórico que quise hacerlo otra vez. Buscaba la admiración de los demás, pero acabé en el hospital”.

La presión de grupo puede empujarte a hacer cosas sin sentido. Un joven de 22 años llamado Marvin dice: “Mis amigos me presionaron para que escalara un edificio alto sin usar protección. Me decían: ‘¡Vamos, hazlo!’. Estaba muy nervioso. Cuando empecé a escalar la pared, estaba temblando”. Larissa, mencionada antes, dice: “Yo hacía lo mismo que el resto. Les seguía la corriente”.

Por otro lado, hay quienes usan Internet para generar una forma de presión de grupo, alabando a quienes buscan este tipo de emociones y minimizando los riesgos. De hecho, algunas de las “hazañas” que se suben a las redes sociales se hacen virales, y quienes las realizan reciben fama y atención.

Por ejemplo, algunos videos populares promueven el parkour, práctica que consiste en superar obstáculos —como paredes, casas y escaleras— corriendo, escalando o saltando ágilmente sin equipo de seguridad. Esto puede hacer que llegues a dos conclusiones erróneas: 1) que el riesgo es mínimo y 2) que cualquiera puede hacerlo. El resultado es que quizás te sientas tentado a hacer cosas que pongan en riesgo tu vida.

Hay maneras mejores y más seguras de probar tus límites. “El entrenamiento corporal es provechoso para poco”, dice la Biblia (1 Timoteo 4:8). Pero también dice que debes tener cuidado y “vivir con buen juicio” (Tito 2:12). ¿Cómo puedes hacerlo?

LO QUE PUEDES HACER

Evalúa los riesgos. La Biblia dice: “El que es sagaz [o prudente] actúa con conocimiento, pero el que es estúpido disemina tontedad” (Proverbios 13:16). Antes de plantearte si participarás en cierta actividad, averigua los riesgos que conlleva. Pregúntate: “¿Pondré en riesgo mi vida o sufriré un accidente grave?” (texto bíblico clave: Proverbios 14:15).

Hazte amigo de quienes respetan la vida. Los buenos amigos no te animarán a que pongas en peligro tu vida ni intentarán convencerte de hacer algo que te incomode. Larissa dice: “Encontré amigos buenos y sensatos que me ayudaron a escoger bien qué actividades practicar. Cuando cambié de amigos, cambió mi vida” (texto bíblico clave: Proverbios 13:20).

Pregúntate: “¿Pondré en riesgo mi vida o sufriré un accidente grave?”

Aprovecha tus habilidades sin arriesgar la vida. “Aprender a establecer principios y límites” es parte del crecimiento, dice el libro Adolescent Risk Behaviors. Puedes poner a prueba tus límites en un entorno seguro, usando el equipo de protección adecuado y tomando precauciones.

Cultiva una autoestima sana. La gente te respetará por cómo sepas manejar los problemas de la vida, no por lo que te atrevas a hacer. Larissa reconoce: “Saltar desde acantilados fue solo el comienzo de una etapa de mi vida marcada por un comportamiento autodestructivo. Me habría ido mejor si hubiera aprendido a decir que no”.

En resumen: en vez de correr riesgos innecesarios buscando emociones fuertes, sé inteligente cuando escojas tus diversiones (texto bíblico clave: Proverbios 15:24).

^ párr. 4 Se han cambiado algunos nombres.