Tito 2:1-15
Notas
Notas de estudio
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La esclavitud era parte del día a día en el Imperio romano. La ley romana regulaba algunos aspectos de la relación entre los esclavos y sus amos. Algunos esclavos servían en los hogares de las familias ricas del Imperio y se encargaban de la mayor parte de las tareas domésticas —como la cocina y la limpieza— y del cuidado de los niños. Otros trabajaban en talleres, en las minas y en las labores del campo. Y los más instruidos eran médicos, maestros o secretarios. En realidad, los esclavos podían trabajar en cualquier área menos en el ejército. Y en algunos casos podían ser liberados o emancipados (ver glosario, hombre libre; liberto). Los cristianos del siglo primero no se oponían a las autoridades del gobierno en este asunto ni promovían la rebelión de los esclavos (1Co 7:21). Respetaban el derecho legal de los demás (incluidos otros cristianos) a tener esclavos. Por esta razón, el apóstol Pablo envió a un esclavo, Onésimo, de vuelta a casa de su amo, Filemón. El propio Onésimo, al hacerse cristiano, decidió voluntariamente regresar y someterse a su amo y hermano en la fe (Flm 10-17). Además, Pablo animó a los esclavos a ser honrados y buenos trabajadores (Tit 2:9, 10).