Carta a los Romanos 8:1-39

8  Por lo tanto, los que están en unión con Cristo Jesús no son condenados.+  Porque la ley del espíritu que da vida en unión con Cristo Jesús te liberó+ de la ley del pecado y de la muerte.  Dios hizo lo que la Ley era incapaz de hacer,+ porque esta era débil+ debido a la carne. Envió a su propio Hijo+ con una forma semejante a la de seres humanos pecadores*+ a fin de eliminar el* pecado. Así condenó el pecado en la carne,  para que se cumpliera el justo requisito de la Ley en nosotros,+ los que no andamos guiados por la carne, sino por el espíritu.+  Porque los que viven guiados por la carne se concentran en las cosas de la carne,+ pero los que viven guiados por el espíritu se concentran en las cosas del espíritu.+  Concentrarse en la carne acaba en muerte,+ mientras que concentrarse en el espíritu tiene como resultado vida y paz;+  concentrarse en la carne acaba en enemistad con Dios,+ pues la carne no está sujeta a la ley de Dios ni lo puede estar.  Por eso los que viven guiados por la carne no pueden agradar a Dios.  Sin embargo, si el espíritu de Dios de veras reside en ustedes, ustedes no viven guiados por la carne, sino por el espíritu.+ Pero, si alguien no tiene el espíritu de Cristo, esa persona no le pertenece a él. 10  En cambio, si Cristo está en unión con ustedes,+ el cuerpo está muerto debido al pecado, mientras que el espíritu da vida debido a la justicia. 11  Pues bien, si el espíritu del que levantó a Jesús de entre los muertos reside en ustedes, el que levantó a Cristo Jesús de entre los muertos+ también les dará vida a sus cuerpos mortales+ por medio de su espíritu, que reside en ustedes. 12  Así pues, hermanos, tenemos una obligación, pero no es con la carne para vivir guiados por la carne.+ 13  Si ustedes viven guiados por la carne, de seguro morirán. En cambio, si con el espíritu dan muerte a las malas prácticas del cuerpo,+ vivirán.+ 14  Porque todos los que viven guiados por el espíritu de Dios sí son hijos de Dios.+ 15  Porque ustedes no recibieron un espíritu de esclavitud que les haga volver a tener miedo, sino que recibieron un espíritu que los adopta como hijos, el espíritu que nos motiva a exclamar: “¡Abba, Padre!”.+ 16  El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu+ de que somos hijos de Dios.+ 17  Así que, si somos hijos, también somos herederos —herederos de Dios, pero coherederos+ con Cristo—, siempre y cuando suframos con Cristo+ para que también seamos glorificados con él.+ 18  Por eso pienso que los sufrimientos del presente no son nada en comparación con la gloria que va a ser revelada en nosotros.+ 19  Porque la creación espera con gran expectación la revelación de los hijos de Dios.+ 20  Porque la creación fue sometida a la inutilidad+ —no por su propia voluntad, sino por la de aquel que la sometió— tomando como base la esperanza+ 21  de que* la creación misma también será liberada+ de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios. 22  Sabemos que toda la creación junta sigue lamentándose y sintiendo dolor hasta ahora. 23  No solo eso, también nosotros mismos, sí, nosotros que tenemos las primicias —es decir, el espíritu—,+ nos lamentamos en nuestro interior+ mientras esperamos con mucho deseo la adopción como hijos,+ la liberación por rescate de nuestros cuerpos.+ 24  Porque fuimos salvados en esa esperanza. Sin embargo, la esperanza que se ve no es esperanza, porque ¿cómo puede alguien esperar algo si ya lo ve? 25  Pero, si esperamos+ lo que no vemos,+ seguimos esperándolo con aguante* y mucho deseo.+ 26  De igual manera, el espíritu también acude en nuestra ayuda cuando estamos débiles.+ Porque el problema es que a veces no sabemos lo que necesitamos pedir en oración, pero el espíritu mismo ruega por nosotros con lamentos no expresados.* 27  Sin embargo, el que examina los corazones+ sabe cuál es la intención del espíritu, porque este ruega por los santos de acuerdo con la voluntad de Dios. 28  Sabemos que Dios hace que todas sus obras cooperen para beneficio de los que aman a Dios, aquellos que son llamados de acuerdo con su propósito.+ 29  Porque a los que primero dirigió su atención* también los escogió de antemano* para que fueran moldeados a la imagen de su Hijo,+ a fin de que él fuera el primogénito+ entre muchos hermanos.+ 30  Además, a los que escogió de antemano,*+ también los llamó;+ a los que llamó, también los declaró justos.+ Por último, a los que declaró justos, también los glorificó.+ 31  Entonces, ¿qué diremos sobre estas cosas? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién podrá estar* en contra de nosotros?+ 32  En vista de que él no le perdonó la vida ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros,+ ¿no nos dará bondadosamente, junto con él, todo lo demás? 33  ¿Quién va a presentar alguna acusación contra los escogidos de Dios?+ Dios es el que los declara justos.+ 34  ¿Quién va a condenarlos? Cristo Jesús es el que murió y, más que eso, el que fue resucitado, el que está a la derecha de Dios+ y el que también ruega por nosotros.+ 35  ¿Quién va a separarnos del amor del Cristo?+ ¿Las dificultades? ¿La angustia? ¿La persecución? ¿El hambre? ¿La desnudez? ¿El peligro? ¿La espada?+ 36  Así está escrito: “A causa de ti nos están matando todo el tiempo. Nos consideran ovejas destinadas al matadero”.+ 37  Pero, gracias al que nos amó, salimos completamente victoriosos de todas estas cosas.+ 38  Porque estoy convencido de que ni muerte ni vida, ni ángeles ni gobiernos, ni cosas presentes ni cosas futuras, ni poderes,+ 39  ni altura ni profundidad, ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor.

Notas

Lit. “carne pecadora”.
O “con relación al”.
O “porque”.
O “perseverancia”.
O “no expresados con palabras”.
O “predeterminó”.
O “reconoció”.
O “predeterminó”.
O “puede estar”, “está”.

Notas de estudio

bajo la ley [...] según la ley. Estas son las primeras dos ocasiones en las que aparece el término griego para “ley” (nómos) en la carta de Pablo a los romanos. En este versículo, las expresiones “sin tener la ley” y “sin la ley” son la traducción del término griego anómōs. Aquí el término “ley” se refiere a la Ley mosaica, como pasa la mayoría de las veces en Romanos. En las Escrituras Griegas Cristianas, el término “ley” puede referirse a 1) una ley en particular, 2) el conjunto de leyes que Dios dio a través de Moisés, 3) todas las Escrituras Hebreas inspiradas o partes de ellas o 4) un principio que sirve de guía en la vida. Ver las notas de estudio de Mt 5:17; Jn 10:34; Ro 8:2.

la ley del espíritu [...] la ley del pecado y de la muerte. En este contexto, la palabra “ley” no se refiere a una ley o norma en particular, como las que contenía la Ley mosaica. Más bien, aquí se usa en un sentido más amplio. Se refiere a un principio que guía las acciones de la persona, una poderosa influencia que, como si fuera una ley, impulsa a alguien a actuar de una manera determinada (ver la nota de estudio de Ro 2:12). Pablo contrasta dos leyes o poderosas influencias: la ley del espíritu de Dios, que lleva a la vida, y la ley de la carne imperfecta, que lleva al pecado y la muerte. Es cierto que todos los descendientes de Adán sienten en su interior la fuerte influencia de “la ley del pecado”, una ley que los impulsa a hacer lo que está mal (Ro 7:23). Pero, en vez de dejarse llevar por los deseos de la carne, pueden tomar una decisión diferente: dejar que la ley del espíritu de Dios influya en sus acciones para bien (Ro 7:21-25).

débil debido a la carne. Aquí se refiere a la carne imperfecta de las personas que intentaban obedecer la Ley de Moisés. Incluso los sumos sacerdotes eran imperfectos y no podían ofrecer un sacrificio que expiara por completo el pecado. Así que la Ley no podía salvar a los pecadores. Más bien, resaltaba las debilidades de las personas imperfectas que trataban de cumplirla (Ro 7:21-25; Heb 7:11, 28; 10:1-4). En este sentido se puede decir que la Ley era “débil debido a la carne”.

como ser humano. Lit. “según la carne”. La palabra griega para “carne” (sarx) aquí se refiere a un parentesco físico, terrestre o humano; en este caso, a la línea de antepasados de Jesús como ser humano. María era de la tribu de Judá y descendiente de David. Por eso se puede decir que su hijo Jesús “vino de la descendencia de David como ser humano”. A través de su madre, Jesús era “la raíz y la descendencia de David” y, como resultado, tenía el derecho hereditario natural al “trono de David su padre” (Ap 22:16; Lu 1:32). Y, a través de su padre adoptivo, José, que también era descendiente de David, Jesús tenía el derecho legal al trono de David (Mt 1:1-16; Hch 13:22, 23; 2Ti 2:8; Ap 5:5).

la carne. La Biblia emplea la palabra griega sarx (traducida aquí como “carne”) de distintas maneras. A veces alude simplemente a las personas de carne y hueso, sin hacer referencia al pecado o la imperfección (Jn 1:14; 3:6; 17:2). Pero con frecuencia se utiliza, como en este caso, para destacar la condición imperfecta y pecadora de los seres humanos. En los capítulos anteriores, Pablo relaciona vivir “de acuerdo con la carne” con seguir “los deseos pecaminosos” que actúan en el cuerpo (Ro 6:19; 7:5, 18, 25). Y, en los versículos siguientes (Ro 8:5-13), contrasta la carne pecadora con “el espíritu”, es decir, con el espíritu santo de Dios. Para más información sobre otros significados de la palabra griega sarx, ver la nota de estudio de Ro 1:3 (Ro 2:28).

se concentran en. El verbo griego fronéō significa básicamente ‘pensar’, ‘tener cierta mentalidad’ o ‘tener una determinada actitud mental’ (Mt 16:23; Ro 12:3; 15:5). En este contexto transmite la idea de dirigir la mente hacia algo, concentrarse en ello y, muy posiblemente, esforzarse por alcanzarlo. Al usar aquí este verbo, Pablo muestra que la forma de pensar de alguien influye mucho en su forma de actuar y vivir. Así él explica cómo alguien elige deliberadamente la orientación que le dará a su vida: si vivirá de acuerdo con la carne, o de acuerdo con el espíritu (ver la nota de estudio de Ro 8:4 para saber más sobre el significado de “carne” y “espíritu” en este contexto). Hablando de lo que significa este verbo cuando se aplica a los que viven guiados por la carne, un comentarista dice: “Ponen sus mentes —están muy profundamente interesados, hablan constantemente, se ocupan y se glorían [o presumen]— en las cosas que son de la carne” (Romanos, Guillermo Hendriksen [trad. Norberto E. Wolf], 1990, p. 277). Cuando este verbo se aplica a los que viven guiados por el espíritu, tiene el mismo significado de concentrarse en algo, pero, en este caso, en los asuntos espirituales. Pablo menciona a continuación los diferentes resultados de las dos actitudes: concentrarse en la carne “acaba en muerte”, mientras que concentrarse en el espíritu “tiene como resultado vida y paz” (Ro 8:6).

la carne. La Biblia emplea la palabra griega sarx (traducida aquí como “carne”) de distintas maneras. A veces alude simplemente a las personas de carne y hueso, sin hacer referencia al pecado o la imperfección (Jn 1:14; 3:6; 17:2). Pero con frecuencia se utiliza, como en este caso, para destacar la condición imperfecta y pecadora de los seres humanos. En los capítulos anteriores, Pablo relaciona vivir “de acuerdo con la carne” con seguir “los deseos pecaminosos” que actúan en el cuerpo (Ro 6:19; 7:5, 18, 25). Y, en los versículos siguientes (Ro 8:5-13), contrasta la carne pecadora con “el espíritu”, es decir, con el espíritu santo de Dios. Para más información sobre otros significados de la palabra griega sarx, ver la nota de estudio de Ro 1:3 (Ro 2:28).

Concentrarse en. Esta expresión traduce el sustantivo griego frónēma. Este sustantivo, que aparece tres veces en este contexto (dos en Ro 8:6 y una en Ro 8:7), se define como ‘manera de pensar’, ‘mente’, ‘mentalidad’, ‘intención’, ‘aspiración’ o ‘empeño’. Se refiere tanto a la comprensión de un asunto que tiene una persona como a su voluntad o su deseo. Está relacionado con el verbo fronéō (usado en el versículo anterior), que significa ‘pensar’, ‘tener cierta mentalidad’ o ‘tener una determinada actitud mental’ (Mt 16:23; Ro 12:3; 15:5). Por lo tanto, concentrarse “en la carne” significa fijar la mente en los deseos de la carne o del mundo y permitir que estos dominen el pensamiento (1Jn 2:16; ver la nota de estudio de Ro 8:4). En cambio, concentrarse “en el espíritu” implica dejar que el espíritu, o fuerza activa, de Dios influya en los pensamientos, deseos y acciones, y los domine.

la carne. La Biblia emplea la palabra griega sarx (traducida aquí como “carne”) de distintas maneras. A veces alude simplemente a las personas de carne y hueso, sin hacer referencia al pecado o la imperfección (Jn 1:14; 3:6; 17:2). Pero con frecuencia se utiliza, como en este caso, para destacar la condición imperfecta y pecadora de los seres humanos. En los capítulos anteriores, Pablo relaciona vivir “de acuerdo con la carne” con seguir “los deseos pecaminosos” que actúan en el cuerpo (Ro 6:19; 7:5, 18, 25). Y, en los versículos siguientes (Ro 8:5-13), contrasta la carne pecadora con “el espíritu”, es decir, con el espíritu santo de Dios. Para más información sobre otros significados de la palabra griega sarx, ver la nota de estudio de Ro 1:3 (Ro 2:28).

Abba. Palabra hebrea o aramea (transliterada al griego) que aparece tres veces en las Escrituras Griegas Cristianas (Ro 8:15; Gál 4:6). Literalmente significa ‘oh, padre’ o ‘el padre’. Combina algo de la intimidad de la palabra española papá con la dignidad de la palabra padre, de modo que es una expresión informal y a la vez respetuosa. Era una de las primeras palabras que decía un niño cuando aprendía a hablar. En antiguos escritos hebreos y arameos se ve que hasta un hijo adulto la usaba al dirigirse a su padre. Por lo tanto, más que un título, era una forma cariñosa de expresarse. El hecho de que Jesús la utilizara demuestra que tenía una relación cercana y de confianza con su Padre.

que los adopta como hijos. Lit. “de colocación como hijo” (en griego, huiothesía). El concepto de adopción era muy conocido en el mundo griego y romano. Por ejemplo, el emperador romano Augusto fue nombrado hijo adoptivo de Julio César. Y algunos amos llegaron a liberar esclavos para adoptarlos legalmente. Los que eran adoptados no solían ser niños pequeños, sino adolescentes y adultos jóvenes. Pablo emplea el concepto de adopción para explicar cómo cambia la situación de las personas a las que Dios llama y elige. Todos los descendientes de Adán heredaron su imperfección y la esclavitud al pecado, y por eso no pueden ser considerados hijos de Dios. Pero, gracias al sacrificio redentor de Jesús, Jehová ahora puede liberarlos de la esclavitud al pecado y adoptarlos como hijos. Así se convierten en coherederos con Cristo, es decir, herederos junto con él (Ro 8:14-17; Gál 4:1-7). Pablo destaca este cambio en la relación con Dios al decir que estos hijos adoptivos exclaman: “¡Abba, Padre!”. Y es que ningún esclavo usaría esta expresión tan familiar para dirigirse a su amo (ver la nota de estudio de Abba en este versículo). Jehová es el que decide a quiénes adopta como hijos (Ef 1:5). Desde el momento en que él los unge con su espíritu, los reconoce como hijos suyos (Jn 1:12, 13; 1Jn 3:1). Ahora bien, ellos tienen que mantenerse fieles durante toda su vida en la tierra. Si lo hacen, disfrutarán plenamente del privilegio de ser resucitados en el cielo como coherederos con Cristo (Ap 20:6; 21:7). Por eso Pablo dice de él y de los demás coherederos: “Esperamos con mucho deseo la adopción como hijos, la liberación por rescate de nuestros cuerpos” (Ro 8:23).

Abba. Palabra hebrea o aramea (transliterada al griego) que aparece tres veces en las Escrituras Griegas Cristianas. Literalmente significa ‘oh, padre’ o ‘el padre’, y era la forma cariñosa que usaba un hijo al dirigirse a su padre querido (ver la nota de estudio de Mr 14:36). Pablo la emplea en este versículo y en Gál 4:6, y en los dos casos la usa en relación con los cristianos que fueron llamados para ser hijos de Dios engendrados por espíritu. Al haber sido adoptados como hijos de Dios, podían dirigirse a él llamándolo Abba. Ningún esclavo se dirigiría con este término a su amo a menos que este lo hubiera adoptado. Así que, aunque los cristianos ungidos son “esclavos de Dios” por quienes “se pagó un precio”, también son hijos en la familia de un padre cariñoso. Y el espíritu santo les deja totalmente clara su nueva situación (Ro 6:22; 1Co 7:23).

El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu. La palabra griega para “espíritu” (pnéuma) aparece dos veces en esta oración, pero con dos significados distintos (ver glosario, espíritu). “El espíritu mismo” se refiere al espíritu santo o fuerza activa de Dios. Y “nuestro espíritu” se refiere a la actitud mental dominante de los cristianos ungidos. Así que estos dos espíritus (el espíritu santo de Dios y la actitud dominante de los cristianos ungidos) dan testimonio en el sentido de que hacen que los ungidos sientan que lo que dice la Palabra inspirada de Dios sobre la esperanza celestial les aplica a ellos.

creación. Todo lo que Dios ha creado en la tierra ha sufrido las consecuencias de la rebelión del hombre en Edén. Pero, en este contexto, parece que la palabra “creación” se refiere a la humanidad. Y es que solo los seres humanos pueden esperar algo “con gran expectación” y expresar su esperanza de ser liberados de los efectos del pecado y la muerte (Ro 8:19; 5:12). Según algunos expertos, la palabra griega traducida como “gran expectación” transmite la imagen de una persona levantando la cabeza ansiosa para mirar o estirando el cuello en busca de algo.

la revelación de los hijos de Dios. En este versículo, Pablo llama “hijos de Dios” a los “coherederos con Cristo” (Ro 8:17). La “revelación” de la que se habla aquí se producirá cuando quede claro que ellos han alcanzado la gloria en el cielo y están reinando con Jesucristo. Como son la parte secundaria de la “descendencia” prometida (Gé 3:15), colaborarán con Cristo en destruir al malvado mundo controlado por Satanás (Ro 16:20; Ap 2:26, 27). Su “revelación” será todavía más evidente durante el Reinado de Mil Años de Cristo. En ese periodo ejercerán de sacerdotes al transmitir los beneficios del sacrificio redentor de Jesús a los seres humanos, a los que este versículo se refiere como “la creación”. Esta “revelación de los hijos de Dios” permitirá que toda la humanidad sea “liberada de la esclavitud a la corrupción” y disfrute de “la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Ro 8:21; Ap 7:9, 10, 14; 20:5; 22:1, 2).

inutilidad. O “vacío”, “vanidad”, “frustración”. La misma palabra griega que aparece aquí se usa en la Septuaginta para traducir el término hebreo hével. Este término, que literalmente alude a un ‘aliento’ o ‘vapor’ transitorio, aparece más de 35 veces en el libro de Eclesiastés en expresiones como “la mayor de las vanidades” o “todo es en vano” (Ec 1:2; 2:17; 3:19; 12:8). El escritor de este libro, Salomón, estableció en algunos casos un paralelo entre este término y la expresión “perseguir el viento” (Ec 1:14; 2:11). En el contexto de Ro 8:20, Pablo habla de un gran esfuerzo que no logra el objetivo que se persigue. Pero también existe una “esperanza”: la esperanza de que Dios liberará a la creación (es decir, a la humanidad) de la “inutilidad” a la que ha estado sometida hasta ahora (Ro 8:21).

aquel que la sometió. Aquí no se refiere ni a Satanás ni a Adán, como algunos han dicho, sino a Jehová Dios. Aunque Adán y Eva solo podían pasar la imperfección, el pecado y la muerte a los descendientes que tuvieran, Jehová fue misericordioso y les permitió tener hijos. Al actuar así, Dios conscientemente hizo que la creación quedara sometida a la inutilidad. Pero lo hizo “tomando como base la esperanza” que se cumpliría mediante la “descendencia”, es decir, Jesucristo (Gé 3:15; 22:18; Gál 3:16). Esta esperanza que Dios ofrece garantiza que los seres humanos fieles con el tiempo serán liberados “de la esclavitud a la corrupción” (Ro 8:21).

la esclavitud a la corrupción. El término griego que aquí se traduce como “corrupción” transmite la idea de ‘descomposición’, ‘deterioro’ o ‘destrucción’. Esta “esclavitud a la corrupción” es la consecuencia del pecado. El pecado es lo que produce la imperfección del cuerpo y hace que envejezca, enferme y muera. Hasta los seres humanos perfectos tienen un cuerpo que puede corromperse o deteriorarse. Así lo indicó Pablo cuando dijo acerca de Jesús que Dios “lo resucitaría de entre los muertos y que nunca más volvería a la corrupción”. En otras palabras, Jesús nunca volvería a la vida con un cuerpo humano corruptible (Hch 13:34). Adán mismo, cuando todavía era perfecto, tenía un cuerpo corruptible, es decir, un cuerpo que podía morir. Si hubiera obedecido a Dios, habría podido vivir para siempre. Pero, en el momento en que pecó, se convirtió en esclavo de la corrupción y de sus destructivos efectos, y les transmitió esa esclavitud a todos sus descendientes, a la totalidad de los seres humanos (Ro 5:12). La “gloriosa libertad de los hijos de Dios” que menciona Pablo es la liberación de esa esclavitud y la oportunidad de disfrutar en su momento de una privilegiada relación con Dios, una relación de verdaderos hijos, como la que tenía Adán (Lu 3:38). Jehová ha prometido esa libertad y la vida eterna a todo “el que siembra pensando en el espíritu”. En cambio, “el que siembra pensando en su carne cosechará de su carne la corrupción” y no recibirá esa libertad ni la vida eterna (Gál 6:8).

que los adopta como hijos. Lit. “de colocación como hijo” (en griego, huiothesía). El concepto de adopción era muy conocido en el mundo griego y romano. Por ejemplo, el emperador romano Augusto fue nombrado hijo adoptivo de Julio César. Y algunos amos llegaron a liberar esclavos para adoptarlos legalmente. Los que eran adoptados no solían ser niños pequeños, sino adolescentes y adultos jóvenes. Pablo emplea el concepto de adopción para explicar cómo cambia la situación de las personas a las que Dios llama y elige. Todos los descendientes de Adán heredaron su imperfección y la esclavitud al pecado, y por eso no pueden ser considerados hijos de Dios. Pero, gracias al sacrificio redentor de Jesús, Jehová ahora puede liberarlos de la esclavitud al pecado y adoptarlos como hijos. Así se convierten en coherederos con Cristo, es decir, herederos junto con él (Ro 8:14-17; Gál 4:1-7). Pablo destaca este cambio en la relación con Dios al decir que estos hijos adoptivos exclaman: “¡Abba, Padre!”. Y es que ningún esclavo usaría esta expresión tan familiar para dirigirse a su amo (ver la nota de estudio de Abba en este versículo). Jehová es el que decide a quiénes adopta como hijos (Ef 1:5). Desde el momento en que él los unge con su espíritu, los reconoce como hijos suyos (Jn 1:12, 13; 1Jn 3:1). Ahora bien, ellos tienen que mantenerse fieles durante toda su vida en la tierra. Si lo hacen, disfrutarán plenamente del privilegio de ser resucitados en el cielo como coherederos con Cristo (Ap 20:6; 21:7). Por eso Pablo dice de él y de los demás coherederos: “Esperamos con mucho deseo la adopción como hijos, la liberación por rescate de nuestros cuerpos” (Ro 8:23).

la adopción como hijos. Ver la nota de estudio de Ro 8:15.

la intención del espíritu. O “la mente del espíritu”, “el pensamiento del espíritu”, es decir, del espíritu, o fuerza activa, de Dios. Jehová, a través de su espíritu, impulsó a los escritores de la Biblia a registrar las ideas que encontramos en las Escrituras, así que conoce la intención de esos pensamientos inspirados. Pero aquí Pablo indica algo más. Como Dios es “el que examina los corazones”, incluso sabe cuáles de esos pensamientos de la Biblia transmiten mejor los sentimientos de sus siervos terrestres cuando están tan angustiados que no saben qué pedir en oración. Es como si esos pasajes inspirados por espíritu estuvieran rogando por “los santos” de Dios o intercediendo a favor de ellos (Ro 8:26). Al usar los términos griegos para “intención” (o “mente”) y para el verbo “rogar”, Pablo está hablando del espíritu como si fuera una persona. Este es un ejemplo más de la personificación del espíritu en las Escrituras. Ver la nota de estudio de Jn 14:16.

el espíritu mismo ruega por nosotros. A veces, los siervos de Dios no saben lo que deben pedir en oración, o incluso lo que de verdad necesitan. Puede que no siempre consigan expresar claramente con palabras sus pensamientos, sentimientos o emociones, de modo que se quedan como “lamentos no expresados”. En estas situaciones, Dios hace que su espíritu santo ruegue o interceda por sus siervos. Al parecer, este ruego tiene que ver con la Palabra de Dios, que está inspirada por su espíritu. Pablo indica que los sentimientos y circunstancias de los cristianos ya se han expresado antes en las oraciones y sucesos registrados por inspiración en la Palabra de Dios. Así que, cuando los cristianos no consiguen expresar con palabras sus lamentos, Jehová toma algunas ideas inspiradas de su Palabra y las ve como si las hubieran expresado ellos, y luego contesta ese ruego de acuerdo con su divina voluntad (Sl 65:2). Ver la nota de estudio de Ro 8:27.

ayudante. O “consolador”, “motivador”, “defensor”. La palabra que se traduce “ayudante” (paráklētos) se utiliza en la Biblia para hablar tanto del papel del espíritu santo (Jn 14:16, 26; 15:26; 16:7) como del de Jesús (1Jn 2:1). Se podría traducir literalmente como “el que es llamado al lado de uno” para ayudar. Jesús habló del espíritu santo, que es una fuerza impersonal, como si fuera un ayudante que enseña, da testimonio, da pruebas convincentes, guía, habla, oye y recibe (Jn 14:26; 15:26; 16:7-15). En estos casos, estaba usando una figura retórica llamada personificación, que implica atribuir acciones o cualidades de persona a cosas inanimadas o impersonales. En las Escrituras es común personificar cosas como la sabiduría, la muerte, el pecado y la bondad inmerecida (Mt 11:19; Lu 7:35; Ro 5:14, 17, 21; 6:12; 7:8-11). Pero es obvio que ninguna de ellas es una persona real. Además, el espíritu de Dios se menciona junto con otras cosas o fuerzas impersonales y esto da más apoyo a la conclusión de que no es una persona (Mt 3:11; Hch 6:3, 5; 13:52; 2Co 6:4-8; Ef 5:18). Por otro lado, algunos argumentan que el uso de pronombres griegos masculinos al referirse al “ayudante” es una prueba de que el espíritu santo es una persona (Jn 14:26). Pero, en este caso, como la palabra griega para “ayudante” es de género masculino, la gramática griega exige que se usen pronombres masculinos (Jn 16:7, 8, 13, 14). Por la misma razón se usan pronombres neutros cuando se emplea la palabra griega para “espíritu” (pnéuma), que es neutra. Ver las notas de estudio de Jn 14:17.

la intención del espíritu. O “la mente del espíritu”, “el pensamiento del espíritu”, es decir, del espíritu, o fuerza activa, de Dios. Jehová, a través de su espíritu, impulsó a los escritores de la Biblia a registrar las ideas que encontramos en las Escrituras, así que conoce la intención de esos pensamientos inspirados. Pero aquí Pablo indica algo más. Como Dios es “el que examina los corazones”, incluso sabe cuáles de esos pensamientos de la Biblia transmiten mejor los sentimientos de sus siervos terrestres cuando están tan angustiados que no saben qué pedir en oración. Es como si esos pasajes inspirados por espíritu estuvieran rogando por “los santos” de Dios o intercediendo a favor de ellos (Ro 8:26). Al usar los términos griegos para “intención” (o “mente”) y para el verbo “rogar”, Pablo está hablando del espíritu como si fuera una persona. Este es un ejemplo más de la personificación del espíritu en las Escrituras. Ver la nota de estudio de Jn 14:16.

llamados de acuerdo con su propósito. El término griego próthesis (traducido aquí como “propósito”) significa literalmente ‘colocación delante’ y aparece también en Ro 9:11; Ef 1:11; 3:11. Como todo lo que forma parte del propósito de Jehová se cumple sin falta, él puede saber lo que va a pasar y predecirlo antes de que suceda (Is 46:10). Por ejemplo, ya sabía que habría un grupo de cristianos que serían “llamados” (pero eso no significa que predestinara a las personas concretas que lo formarían). Además, Dios da los pasos necesarios para asegurarse de que sus propósitos se hagan realidad (Is 14:24-27).

Jesús de pie a la derecha de Dios. Esteban fue el primero en dar testimonio de que había visto a Jesús en el cielo y de que, como se había profetizado en Sl 110:1, estaba de pie a la derecha de Dios. En sentido simbólico, la mano derecha tiene gran importancia. Estar a la derecha de un gobernante significaba ser el segundo en importancia después de él (Ro 8:34; 1Pe 3:22) o tener su favor. Ver las notas de estudio de Mt 25:33; Mr 10:37; Lu 22:69.

a la derecha del poder. Estar a la derecha de un gobernante significaba ser el segundo en importancia después de este (Sl 110:1; Hch 7:55, 56). La palabra griega para “poder” en este contexto puede entenderse como que se refiere a Dios mismo, y podría traducirse como “el Poder” o “el Poderoso”. La expresión griega que se traduce “a la derecha del poder” también aparece en el relato paralelo de Lu 22:69, donde se le añade la palabra para “Dios”. Se traduce como “a la poderosa derecha de Dios”. La expresión “a la derecha del poder” también puede implicar que a Jesús se le llenaría de poder o autoridad porque estaría a la derecha del Poderoso, es decir, de Dios.

fue resucitado. Lit. “fue levantado”. Aunque algunos manuscritos añaden la frase “de entre los muertos”, la traducción que aparece actualmente en el texto principal cuenta con un fuerte apoyo de los manuscritos.

a la derecha de Dios. Estar a la derecha de un gobernante significaba ser el segundo en importancia después de él (Sl 110:1; 1Pe 3:22) o tener su favor. Ver las notas de estudio de Mt 26:64; Hch 7:55.

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