Gálatas 3:1-29
Notas
Notas de estudio
Oh, gálatas insensatos. La palabra griega para “insensato” (anóētos) no implica necesariamente que los cristianos de Galacia fueran poco inteligentes. En este contexto, se refiere más bien a que no estaban dispuestos a usar la mente para entender. Pablo acababa de recordarles a los gálatas que no habían sido declarados justos por cumplir la Ley mosaica, sino por su fe en Jesucristo (Gál 2:15-21). Él los había liberado de la condena de la Ley (ver la nota de estudio de Gál 2:21). Pero algunos gálatas estaban comportándose como tontos al renunciar a esa preciosa libertad y volver a una ley anticuada que solo servía para condenarlos (Gál 1:6). Al exclamar “Oh, gálatas insensatos”, Pablo los estaba censurando por hacer algo que en realidad era un retroceso.
gálatas. Al parecer, Pablo se refiere a los cristianos de las congregaciones del sur de Galacia donde había predicado. Ver la nota de estudio de Gál 1:2.
los ha engañado. Esta expresión traduce un verbo griego (baskáinō) que se usa en las Escrituras Griegas Cristianas únicamente en este versículo. A veces se empleaba con el sentido de ‘embrujar’ o ‘hechizar’, y así lo traducen muchas Biblias en español. Sin embargo, en el griego antiguo este verbo también tenía un sentido figurado. Así que no siempre indicaba que se estuviera utilizando algún poder mágico para engañar a otros. Pablo lo emplea en el sentido más amplio de desviar a alguien del buen camino e influir en él negativamente. Con este verbo, pinta de manera muy gráfica la influencia maligna de las personas que querían engañar a los gálatas.
Después de haber comenzado un camino espiritual. Lit. “Después de haber comenzado en espíritu”. Los cristianos de Galacia habían comenzado su desarrollo espiritual hacia la madurez. Cuando iniciaron ese camino estaban viviendo bajo la influencia del espíritu santo y siguiendo su guía.
¿terminan yendo por un camino carnal? Lit. “¿están completándose en carne?”. “Después de haber comenzado un camino espiritual”, los cristianos de Galacia estaban sufriendo la influencia de hombres que no se guiaban por el espíritu de Dios. Estos eran, sobre todo, los que defendían la circuncisión y el cumplimiento estricto de la Ley mosaica (Gál 3:1; 5:2-6). Ese “camino carnal” podría impedir que maduraran espiritualmente e incluso que alcanzaran la vida eterna (Gál 6:8).
Jehová. Aquí se cita de Gé 15:6. En el texto hebreo original aparece el nombre divino, representado por cuatro consonantes hebreas que se transliteran como YHWH (ver apéns. C1 y C2). Los manuscritos griegos disponibles utilizan aquí la palabra Theós (“Dios”), quizá reproduciendo el término que se usa en Gé 15:6 en diversas copias de la Septuaginta. Esto podría explicar por qué la mayoría de las traducciones emplean “Dios” en este versículo. Sin embargo, en vista de que en el versículo de las Escrituras Hebreas de donde se toma esta cita aparece el Tetragrámaton, aquí se usa el nombre Jehová en el texto principal. Esta cita completa de Gé 15:6 se hace también en Ro 4:3 y Snt 2:23.
hijos de Abrahán. En sus orígenes, el pacto de la circuncisión se hizo con Abrahán. Al parecer, “los falsos hermanos” afirmaban que los cristianos solo podían ser “hijos de Abrahán” si obedecían la Ley (Gál 2:4; 3:1, 2; Gé 17:10; ver glosario, circuncisión). Sin embargo, Pablo explica que los verdaderos “hijos de Abrahán” son “los que se aferran a la fe”, es decir, los que tienen una fe como la de Abrahán (Gál 3:9). Ver la nota de estudio de Gál 3:29.
que tuvo fe. Esta expresión traduce el término griego pistós, que se aplica a la persona que pone su confianza, o tiene fe, en alguien o en algo. También puede tener el sentido de ‘fiel’. Ver la nota de estudio de 2Co 6:15.
está escrito: “Maldito sea todo el que […]”. Aquí Pablo cita de Dt 27:26. Este versículo muestra que, si los judíos desobedecían la Ley que habían aceptado cumplir (Éx 24:3), sufrirían las maldiciones que estaban escritas en ella. La palabra griega para “maldito” (epikatáratos) se aplica a alguien condenado por Dios (ver glosario, maldecir). Pablo indica que todos los judíos tenían que ser redimidos no solo del pecado de Adán, sino también de la maldición de la Ley (Ro 5:12; Gál 3:10-13). Ver la nota de estudio de Gál 3:13.
el justo vivirá por su fe. Pablo cita aquí de Hab 2:4 para destacar que la verdadera base para que los cristianos sean declarados justos es la fe en Jesucristo, y no las obras de la Ley mosaica (Ro 10:3, 4). Ver las notas de estudio de Ro 1:17.
llegando a ser una maldición en lugar de nosotros. La Ley mosaica señalaba que, si alguno de los que estaban bajo ese pacto violaba sus leyes, quedaba maldito (ver la nota de estudio de Gál 3:10). En este versículo, Pablo está citando de Dt 21:22, 23, donde se indica que el cadáver de alguien “maldecido por Dios” se colgaba en un madero. Por eso, para beneficiar a los judíos, Jesús tenía que ser colgado en un madero como un delincuente maldito. Al morir de este modo, Jesús cargó con todo el peso de la maldición que la Ley imponía sobre ellos. Así, cualquier judío que pusiera su fe en él como Mesías quedaría libre de la maldición. Es posible que la idea que expresa Pablo aquí refleje lo que Jesús le dijo al fariseo Nicodemo. Ver la nota de estudio de Jn 3:14.
un madero. Ver la nota de estudio de Hch 5:30.
un pacto. El término original (diathḗkē) se usa 33 veces en las Escrituras Griegas Cristianas, siempre con el significado de ‘pacto’ o ‘acuerdo’ (Mt 26:28; Lu 22:20; 1Co 11:25; Gál 3:17; 4:24; Heb 8:6, 8; 10:16, 29; 12:24). Algunas Biblias lo traducen en este versículo como “testamento” o “última voluntad”. Sin embargo, en el contexto inmediato se está hablando del pacto de Dios con Abrahán (Gál 3:16-18). Por eso, también parece adecuado traducirlo aquí como “pacto”. Ver la nota de estudio de Gál 3:17.
las promesas se las hicieron a Abrahán y a su descendencia. Por inspiración, Pablo identifica a Jesucristo como la parte principal de la descendencia de Abrahán. (El término griego spérma literalmente significa ‘semilla’ o ‘simiente’. Pero, cuando se usa en el contexto de las promesas de Jehová sobre el Mesías, suele traducirse como “descendencia”). Después de la rebelión de Edén, Jehová prometió que una “mujer” produciría una “descendencia” que aplastaría la cabeza de la serpiente, Satanás (Gé 3:15). Y, cuando Jehová hizo su pacto con Abrahán, señaló que su descendencia traería bendiciones para la humanidad (Gé 12:1-3, 7; 13:14, 15; 17:7; 22:15-18; 24:7; Gál 3:8). Más tarde, Dios también reveló que la descendencia vendría por la línea de David, de la tribu de Judá. Y todas esas condiciones se cumplieron en Jesús (Gé 49:10; Sl 89:3, 4; Lu 1:30-33; ver la nota de estudio de tus descendientes […] tu descendencia en este versículo). En Gál 3:26-29, Pablo muestra que la promesa que recibió Abrahán tendría un cumplimiento espiritual en el que habría una parte secundaria de su descendencia. Ver la nota de estudio de Gál 3:29.
No dice. En griego, el sujeto implícito podría ser tanto el pasaje que cita Pablo como Dios. Aquí se entiende que se refiere al pasaje que cita Pablo. Pero también podría referirse a Dios.
tus descendientes […] tu descendencia. Lit. “tus simientes […] tu simiente”. Pablo está hablando de las promesas que Dios le hizo a Abrahán y a su “descendencia” (Gé 12:7; 13:14, 15; 17:7; 22:17, 18; 24:7). En las promesas sobre la “descendencia” (lit. “simiente”) de Abrahán, tanto el término hebreo como el término griego aparecen en singular, aunque muchas veces tienen sentido colectivo. Aquí, Pablo establece un contraste entre la palabra griega spérma en plural (traducida como “descendientes”) y la forma en singular (traducida como “descendencia”). Hace esta distinción para mostrar que, cuando Dios habló de las bendiciones que vendrían mediante la descendencia de Abrahán, se refería principalmente a una sola persona: Cristo. Por otra parte, la promesa de que todas las familias de la tierra se bendecirían mediante la “descendencia” de Abrahán no podía incluir a todos sus descendientes. Y es que, para bendecir a la humanidad, Dios no utilizó ni a los descendientes de su hijo Ismael ni a los descendientes de los hijos de Queturá. Jehová fue especificando por medio de quién vendría la descendencia prometida. Primero dijo que vendría a través de Isaac (Gé 21:12; Heb 11:18) y luego mediante Jacob, el hijo de Isaac (Gé 28:13, 14). Más tarde indicó que saldría de la tribu de Judá (Gé 49:10). Finalmente aclaró que sería del linaje o familia de David (2Sa 7:12-16). Y Jesús descendió de Abrahán por ese linaje (Mt 1:1-16; Lu 3:23-34). En vista de las promesas, los judíos del siglo primero de nuestra era esperaban la venida de una sola persona, el Mesías o Cristo, como libertador (Lu 3:15; Jn 1:25; 7:41, 42). Pero también creían que, como ellos eran la descendencia literal de Abrahán, eran el pueblo elegido y, por lo tanto, hijos de Dios (Jn 8:39-41).
430 años. Pablo se refiere aquí al tiempo que pasó entre el pacto con Abrahán y el pacto de la Ley mosaica. Al parecer, el pacto que Jehová hizo con Abrahán entró en vigor en el año 1943 antes de nuestra era. Esto sucedió cuando Abrahán y su familia cruzaron el río Éufrates de camino a Canaán, la tierra que Dios había prometido darles a sus descendientes (Gé 12:4, 5, 7). Parece que cruzaron el Éufrates el día 14 del mes que llegaría a ser conocido como nisán. Esto se deduce de lo que dice Éx 12:41. Ahí se indica que Jehová liberó a su pueblo de la esclavitud en Egipto “el mismo día en que se cumplieron los 430 años”. Y ese día fue el 14 de nisán de 1513 antes de nuestra era.
el pacto. O “el acuerdo” (ver la nota de estudio de Gál 3:15 y el glosario, pacto). Los cristianos del siglo primero podían ver que la Septuaginta usaba el término griego para “pacto” como traducción del término hebreo beríth. Este término aparece más de 250 veces en las Escrituras Hebreas con el sentido de ‘pacto’ o ‘acuerdo’ (Éx 24:7, 8; Sl 25:10; 83:5, nota; ver la nota de estudio de 2Co 3:14).
el pacto que Dios ya había hecho. Aquí se refiere al pacto que Dios había hecho con Abrahán. Parece que este pacto entró en vigor en el año 1943 antes de nuestra era, cuando Abrahán cruzó el río Éufrates (Gé 12:1-7). El pacto de la Ley, que se hizo “430 años después”, en el 1513 antes de nuestra era, no invalidó (o anuló) el pacto con Abrahán, sino que fue añadido a este. Y sirvió para conducir al pueblo hacia la descendencia de Abrahán: Jesucristo (Gál 3:15, 16). Ver la nota de estudio de Gál 3:24.
se añadió. Al parecer, Pablo usa aquí el verbo griego que se traduce como “añadir” para expresar que el pacto de la Ley mosaica era de carácter temporal. Este hecho se destaca, sobre todo, cuando se compara con la duración mucho más larga que tendrían el pacto con Abrahán y el cumplimiento de lo que dice este pacto sobre la “descendencia” prometida (Gé 3:15; 22:18; Gál 3:29).
para poner al descubierto las transgresiones. Pablo muestra aquí uno de los objetivos principales de la Ley: “poner al descubierto las transgresiones”. En efecto, la Ley dejó claro que tanto los israelitas como los demás seres humanos eran imperfectos y pecadores a la vista de Dios (para saber más acerca del término griego que se traduce como “transgresión”, ver la nota de estudio de Ro 4:15). La Ley especificó con claridad todo lo que abarcaba el pecado. Por eso, como esta clasificó como pecados muchas acciones e incluso muchas actitudes, Pablo pudo decir que la Ley hizo que “aumentaran” las ofensas y el pecado (Ro 5:20; 7:7-11; ver la nota de estudio de 1Co 15:56; comparar con Sl 40:12). Todos los que trataban de cumplir la Ley terminaban siendo declarados legalmente culpables, ya que la Ley revelaba que eran pecadores. Y los sacrificios de la Ley les recordaban constantemente ese hecho (Heb 10:1-4, 11). Así que todos los hombres necesitaban un sacrificio perfecto que expiara por completo sus pecados (Ro 10:4). Ver la nota de estudio de la descendencia en este versículo.
hasta que. Al usar aquí la expresión “hasta que”, Pablo está indicando que la Ley no se había dado con la intención de que durara para siempre. Por eso, una vez que cumplió su propósito, el pacto de la Ley terminó (Ro 7:6; Gál 3:24, 25).
la descendencia. Lit. “la simiente”. En este contexto se refiere a Jesucristo. Ver las notas de estudio de Gál 3:16.
transmitida mediante ángeles. Las Escrituras Hebreas no dicen específicamente que los ángeles transmitieron el pacto de la Ley. Sin embargo, este hecho queda claro por las declaraciones inspiradas que aparecen en este versículo, así como en Hch 7:53 (ver la nota de estudio) y en Heb 2:2, 3. Al parecer, Jehová autorizó a ángeles para que fueran sus representantes al hablar con Moisés y le dieran las dos tablas del Testimonio (Éx 19:9, 11, 18-20; 24:12; 31:18). Sin embargo, el verdadero Legislador fue Jehová. Y Moisés, por nombramiento divino, fue el mediador del pacto entre Jehová y la nación de Israel.
un mediador. Aunque aquí no se dice su nombre, este mediador es Moisés. Él sirvió de intermediario entre Jehová y la nación de Israel cuando se estableció un pacto (es decir, un acuerdo legal de obligado cumplimiento) entre Dios y la nación (ver glosario, mediador). El término griego empleado aquí (mesítēs) aparece seis veces en las Escrituras Griegas Cristianas (Gál 3:19, 20; 1Ti 2:5; Heb 8:6; 9:15; 12:24). Es un término legal. Según cierto diccionario, se refiere a “la persona que interviene entre dos partes para hacer las paces o restaurar una relación de amistad, para llegar a un acuerdo o para confirmar un pacto”. Como mediador del pacto de la Ley, Moisés ayudó a la nación de Israel a cumplir su parte del pacto y a recibir sus beneficios. Entre otras cosas, Moisés fue el encargado de celebrar la inauguración del pacto (Éx 24:3-8; Heb 9:18-22). Nombró a los sacerdotes y puso en funcionamiento el sacerdocio (Le 8:1-36; Heb 7:11). También transmitió un conjunto de más de 600 leyes a los israelitas y en diversas ocasiones le rogó a Jehová que no los castigara (Nú 16:20-22; 21:7; Dt 9:18-20, 25-29).
no hay mediador cuando solo hay una persona implicada. Aquí Pablo está hablando del pacto que Jehová hizo con Abrahán. Fue Jehová el que hizo este pacto o promesa, y cumplirlo dependía exclusivamente de él. No le puso ninguna condición a Abrahán (Gál 3:18). En cambio, el pacto de la Ley implicaba a dos partes: a Jehová y a la nación de Israel. Y Moisés era el mediador (ver la nota de estudio de Gál 3:19). Los israelitas se comprometieron a cumplir los términos del pacto cuando hicieron la promesa sagrada de obedecer la Ley (Éx 24:3-8; Gál 3:17, 19). Ver glosario, pacto.
Dios es uno solo. Los manuscritos griegos usan “Dios”. Sin embargo, unas pocas traducciones de las Escrituras Griegas Cristianas al hebreo y a otros idiomas emplean aquí el nombre de Dios. Esta declaración de Pablo recuerda las palabras de Dt 6:4, donde dice: “Jehová nuestro Dios es un solo Jehová”. Pablo alude a este mismo versículo en Ro 3:30 y 1Co 8:4. El propio Jesús citó de Dt 6:4, como se puede ver en Mr 12:29. Ver las notas de estudio.
a la custodia del pecado. El verbo griego traducido aquí como “entregar a la custodia de” significa ‘encerrar juntos’ o ‘confinar’ con poca o ninguna posibilidad de escapar. En sentido literal puede referirse a capturar peces con una red (Lu 5:6). Este verbo transmite de forma muy clara la imagen de que los seres humanos imperfectos están atrapados en su naturaleza pecadora. Pablo dice que “las Escrituras entregaron todas las cosas [refiriéndose a los descendientes pecadores de Adán y Eva] a la custodia del pecado”. Las Escrituras, que incluían la Ley, revelaban claramente lo pecadores que son para Dios todos los seres humanos (ver la nota de estudio de Gál 3:19). Solo Cristo podía ofrecer la esperanza de liberarse de esta terrible prisión o custodia.
antes de que llegara la fe. Aquí se refiere a la fe en Jesucristo.
estábamos bajo custodia. Pablo acaba de decir que los seres humanos habían sido entregados “a la custodia del pecado” (ver la nota de estudio de Gál 3:22). Pero en este versículo usa el mismo verbo griego (aquí traducido como “estar bajo custodia”) para destacar un punto diferente. La Ley mosaica había vigilado o cuidado a los israelitas y, además, los había guiado hacia “la fe [en Cristo] que estaba a punto de ser revelada”.
el tutor que nos guio hasta Cristo. En este ejemplo Pablo usó el término griego paidagōgós, que literalmente significa ‘el que guía al niño’ y que puede traducirse como “tutor”. Este término solo se usa en Gál 3:24, 25 y en 1Co 4:15, donde Pablo habla de ciertos ministros cristianos como si fueran tutores (ver la nota de estudio de 1Co 4:15). Con una hermosa metáfora, Pablo compara la Ley mosaica al tutor que acompañaba diariamente a un joven a la escuela. Estos tutores en realidad no eran maestros. Eran los responsables de proteger al niño, ayudarlo a obedecer las normas familiares y disciplinarlo. De modo parecido, la Ley mosaica imponía estrictamente las normas de Dios. También ayudaba a los israelitas a ver que eran pecadores porque eran incapaces de obedecer a la perfección la Ley. Los que eran humildes y aceptaron la guía de este “tutor” se dieron cuenta de que necesitaban al Mesías, o Cristo, que es el único medio de salvación que Dios proporciona (Hch 4:12).
ahora que la fe ha llegado. Jesús es el único ser humano que cumplió la Ley de forma perfecta. Gracias a eso, se pudieron entender cosas que antes no se comprendían. Por ese motivo Pablo dijo que la fe —refiriéndose a la fe perfecta o completa— había llegado. Al cumplir la Ley, Jesús les dio a sus seguidores la oportunidad de recibir la aprobación de Jehová Dios. De ahí que se llame a Jesús “Perfeccionador de nuestra fe” (Heb 12:2). Como Cristo prometió estar con sus discípulos “todos los días hasta la conclusión del sistema” (Mt 28:20), ya no era necesario volver a contar con la guía del tutor (ver la nota de estudio de Gál 3:24). Con este razonamiento, Pablo destaca que, al haber llegado la fe perfeccionada basada en Jesucristo, la Ley mosaica había dejado de ser necesaria porque se había vuelto anticuada.
bautizados en Cristo. Esta expresión indica que los cristianos ungidos comienzan una relación especial con su Señor en el momento en que son ungidos, es decir, cuando son bautizados con espíritu santo. Ellos llegan a formar parte de “un solo cuerpo”: la congregación de ungidos. Y Jesucristo es la cabeza de ese cuerpo (1Co 12:13; Mr 1:8; Hch 1:5; Ap 20:6; ver la nota de estudio de Ro 6:3). Pablo también habla de bautizarse en una persona en 1Co 10:2, cuando muestra que todo un pueblo puede ser bautizado en un líder y libertador. Ver la nota de estudio de 1Co 10:2.
se han vestido de Cristo. El verbo griego usado aquí también aparece en Col 3:10, 12. Un diccionario comentado explica que en este contexto se refiere a ‘adoptar la mente de Cristo hasta el punto de parecerse a él en su forma de pensar, sentir y actuar y, por así decirlo, vivir como él lo hizo’. En su carta a los romanos, Pablo usa este mismo verbo en una expresión parecida. Ver la nota de estudio de Ro 13:14.
ni judío ni griego. Aquí el término “judío” se refiere a las personas de origen judío, es decir, a los israelitas (ver glosario, judío). Y el término “griego” parece referirse en sentido amplio a todos los pueblos no judíos, es decir, a los gentiles (ver la nota de estudio de Ro 1:16). Así que, para que Dios considere a alguien parte de la “descendencia de Abrahán”, ya no es necesario que sea descendiente natural de este patriarca. Dios no hace distinciones por raza o nacionalidad. Para él “todos [...] son uno” (Gál 3:26-29; Col 3:11). Y muestra su imparcialidad al elegir a una nación nueva, “el Israel de Dios”, que está formada tanto por judíos como por gentiles (Ef 2:11-18; ver la nota de estudio de Gál 6:16). Fue muy apropiado que Pablo les recordara esa verdad a los cristianos de Galacia, porque en esta provincia convivían una mezcla de judíos, griegos, romanos y pueblos locales.
ni esclavo ni hombre libre. Un “esclavo” era alguien que le pertenecía a otra persona. En cambio, un “hombre libre” era alguien que había nacido libre y que disfrutaba de todos los derechos de la ciudadanía (ver glosario, hombre libre; liberto). Para Dios daba igual si un cristiano era esclavo o libre. Todos los cristianos han sido comprados con la valiosa sangre de Jesús y son esclavos de Dios y de Jesucristo (1Co 7:22 [ver la nota de estudio], 23; 1Pe 1:18, 19; 2:16).
entonces son descendencia de Abrahán. La parte principal de la descendencia de Abrahán es Cristo (Gé 22:17; ver la nota de estudio de Gál 3:16). Pero aquí Pablo indica que hay otros que “le pertenecen a Cristo” y que llegan a ser una parte secundaria de la “descendencia [lit. “simiente”] de Abrahán” (Mr 9:41; 1Co 15:23). Este grupo lo formarían 144.000 cristianos ungidos por espíritu (Ap 5:9, 10; 14:1, 4). Algunos son de origen judío, pero la mayoría proceden de las naciones gentiles (Hch 3:25, 26; Gál 3:8, 9, 28).
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El término griego paidagōgós, que se traduce como “tutor” en 1Co 4:15 y Gál 3:24, 25, se usa para pintar un cuadro muy concreto. En el mundo grecorromano, las familias con cierto nivel económico dejaban a sus hijos varones al cuidado de un tutor. Por lo general, era un esclavo, aunque a veces era un trabajador a sueldo. Algunas familias pagaban bastante dinero para comprar o contratar un tutor. Su misión era cuidar del niño desde los seis o siete años hasta la edad adulta. Lo acompañaba siempre que salía de la casa y lo protegía de los peligros. Además supervisaba su comportamiento, le enseñaba valores, lo corregía y lo disciplinaba.